Europa está desmoronándose pero, ¿Es demasiado tarde para que sea salvada?
En primer lugar, me gustaría hablar sobre dos de los principales tipos de problemas a los que Europa se está enfrentando antes de sugerir algunas soluciones.
Problemas endógenos
La primera serie de problemas a los que Europa se está enfrentando son endógenos a nuestras naciones.
Nosotros mismos somos la primera razón de nuestra propia decadencia. Nuestro problema fundamental es el declinar de nuestra fe cristiana. Vivir en una sociedad cristiana no significa que todos seamos creyentes o que todos seamos santos. Dios nos da la libertad de elegir, pero la religión, tanto si nos gusta como si no, es la conexión entre la tierra, las personas y el cielo. Es la brújula que ha llevado a nuestras naciones hasta la cumbre de la civilización. Perdiendo nuestra fe cristiana, estamos perdiendo nuestro tesoro más valioso que es nuestra verdadera identidad. Esta identidad ha sido forjada a través de siglos de teología, filosofía, ciencia, guerras, y martirio, y nos ha posibilitado definir nuestra cultura y un conjunto común de valores. Sin esta fuerte identidad quedamos flotando en la nada, en el vacío de la sociedad consumista actual porque hemos perdido la brújula que está mostrándonos de dónde venimos y a dónde debemos ir.
La segunda razón endógena es que hemos caído en la trampa del individualismo. Como nuestra herencia compartida está desvaneciéndose, nuestras naciones están desintegrándose hasta el individuo, porque nuestros enemigos han entendido que como individuos somos más débiles que como naciones. Fuera de los eventos deportivos, hemos olvidado cómo actuar en comunidad, como un país, como una civilización. Estamos perdiendo el sentido de comunidad con sus códigos, sus tradiciones y sus obligaciones porque estamos demasiado obsesionados con nuestras propias vidas individuales. Como ya no estamos más unidos en sociedad por los valores que han modelado este gran continente somos propensos a las asunciones hostiles y esto conduce a la segunda serie de problemas fundamentales a los que estamos enfrentándonos.
Problemas exógenos
Esta segunda serie de problemas importantes de Europa son exógenos pero directamente conectados con nuestras debilidades endógenas. En primer lugar hay una influencia arrolladora desde potencias extranjeras y grupos de interés que han tomado el control de nuestra soberanía. Nuestra economía y los políticos están impulsados por Bruselas, Washington, el FMI, Wall Street, y las corporaciones multinacionales cuyos únicos intereses son los accionistas que ganan dinero.
También, nuestros ejércitos están bajo el control del Pentágono y la OTAN y hacemos guerras por los intereses de los accionistas anteriormente mencionados. Esos grupos quieren anular nuestra civilización y construir una nueva sociedad que encaje mejor con sus objetivos lucrativos para el poder global. Como la fe cristiana está decreciendo, estos grupos están aprovechándose de nuestras debilidades para establecer la agenda liberal económica y política que incluye el uso de la inmigración masiva y el islam para acelerar la transformación de nuestra sociedad.
Occidente está haciendo guerras en los países musulmanes mientras al mismo tiempo está fomentando que millones de musulmanes vengan a Europa. Tras el falso pretexto del humanismo, los políticos europeos han implementado una política de fronteras abiertas que está teniendo consecuencias catastróficas en nuestra civilización. Han iniciado una colonización terrible que está debilitando nuestras economías, acrecentando la criminalidad y metiendo por la fuerza el Islam en nuestra sociedad. El islam radical, una ideología extraña a nuestro conjunto de valores, está consiguiendo un ímpetu aterrador y está criando yihadistas en tropel.
Esta estrategia del bombero pirómano está causando estragos en nuestras sociedades, que empeoran cada día. Sólo en Alemania, la criminalidad ha aumentado un 32% debido a la inmigración. En Francia, 2/3 de los presos son musulmanes. Suecia, Inglaterra, Austria, España, Italia… ni un país se salva de las violaciones, robos, asesinatos e incivilidades. Europa también ha estado plagada con el terrorismo islámico en París, Niza, Bruselas, Madrid, Londres, Múnich, etc. Ahora, no quiero ser provocativo pero esta violencia y terrorismo son cosa mala pero no son realmente los aspectos más peligrosos del Islam. Realmente el terrorismo en las décadas de 1970 y 1980 en Europa occidental era mucho mayor que ahora. Llamemos a las cosas por su nombre, la parte más peligrosa de la conquista islámica es el progresivo apoderamiento de nuestras ciudades, en las que estamos viendo:
- Carnicerías halal.
- Nuevas mezquitas.
- Piscinas separadas para chicas y chicos.
- Hiyab, Niqab, e incluso Burkas.
- En nuestros supermercados ahora están vendiendo el Corán.
- Programas de Radio y Televisión en lenguas extranjeras promoviendo el islam.
- Las escuelas coránicas están surgiendo como setas.
- El presidente de Francia, François Hollande, deseó un feliz Aid-el-Fitr a los musulmanes pero no deseó nada para los cristianos en navidad o en pascua.
La mayoría de esos musulmanes, quienes por cierto son esencialmente hombres, no están integrándose totalmente en nuestra civilización. Están colonizándola insidiosamente. Esta aparentemente evolución no-violenta de la sociedad, créanme, es mucho más peligrosa que los yihadistas.
Estoy diciendo esto porque hemos visto los resultados de semejantes políticas cortoplacistas catastróficas por un gobierno europeo hacia los musulmanes en la Yugoslavia de Tito, y me gustaría recordar lo que ocurrió. Tito siempre quiso incluir a Albania en Yugoslavia e hizo todo lo que pudo para atraer a los albaneses en Kosovo y Metohija:
- Tito les dio una universidad en que se usaba el idioma albanés.
- Les dio sus propios medios de comunicación.
- Les permitió celebrar el 100 aniversario del nacionalismo albanés.
- Les permitió ondear la bandera albanesa.
- Cerró sus ojos cuando los serbios estaban siendo atacados o perseguidos en sus hogares e Iglesias.
La vida en el Kosovo de Yugoslavia era mucho mejor que en Albania. Los albaneses estuvieron mudándose a Kosovo por miles, pero, a pesar de la buena voluntad de Tito, nunca quisieron convertirse en yugoslavos.
¿Algo de esto suena familiar a los europeos occidentales de hoy en día?
El resultado es que la integración de esos albaneses fue por supuesto, un fracaso total. Una vez que la élite albanesa comprendió que el poder era débil y que ellos eran superiores en número, aceleraron los ataques. De las piedras pasaron a las pistolas y morteros. En 1998, hubo más de 1.885 ataques contra yugoslavos. En 1999, la OTAN, la fuerza militar de los globalistas se alineó con los terroristas albaneses del ELK (Ejército de Liberación de Kosovo) y bombardearon y devastaron Serbia. Occidente inventó Kosovo, una nueva tierra para los musulmanes albaneses con ningún significado histórico y que la ONU todavía no reconoce a día de hoy. ¿Esos albaneses se han convertido en el modelo de pequeños americanos? ¿Han adoptado la civilización occidental? Por supuesto que no. Por el contrario, desde el ataque de la OTAN, el desarrollo del Wahabismo ha sido increíble. 150 iglesias han sido destruidas y 600 mezquitas han sido construidas con dinero principalmente procedente de Arabia Saudí. 200.000 serbios cuyas familias habían sobrevivido al imperio otomano, han huido bajo el gobierno de la OTAN-Albania. Kosovo, es a día de hoy la región del mundo que aporta más yihadistas al Estado Islámico per cápita por delante de Bosnia-Herzegovina, otro país inventado por los globalistas.
Estos son los hechos. Si alguien les pregunta por una bola de cristal para saber lo que deparará el futuro, díganles que vean la historia de Kosovo y Metohija.
Así pues, la descripción de la moderna Europa parece terrible pero verdaderamente es así, y con todo, creo que hay sitio para la esperanza si hacemos lo siguiente.
Para contrarrestar este gigantesco ataque contra nuestra civilización, me gustaría sugerir 4 elementos para la resurrección de nuestro continente.
1. En primer lugar, debemos restaurar la fe
Debemos renovarnos masivamente con nuestra cultura y espiritualidad cristiana para defender nuestros valores, nuestras tradiciones, y nuestra civilización. El Patriarca Kirill y el Papa Francisco, en su declaración conjunta tras su histórico encuentro en Cuba en febrero de 2016 declararon: “Llamamos a los cristianos de Europa oriental y occidental a unirse en su testimonio compartido de Cristo y del Evangelio, para que Europa pueda preservar su alma, modelada por 2000 años de tradición cristiana”.
Esto es posible, en Rusia, la Iglesia ortodoxa está en auge y en los pasados 6 años se han construido 6.000 nuevas Iglesias y consiguió 10.000 nuevos clérigos. Esto es simplemente impresionante.
2. Debemos usar la fuerza de manera inteligente, no la violencia sino la fuerza
Tenemos que desarrollar la virtud esencial de la fortitud, la fuerza, la fortaleza mental y emocional para enfrentarnos a la dificultad, la adversidad, el peligro, o la tentación, y debemos hacer esto de forma valiente si queremos construir una nueva élite. Hemos de hacer reivindicaciones, de boicotear marcas, de manifestarnos, de dejar de dar nuestro dinero a aquellos que están contra nosotros e incluso empezar a construir nuestras propias redes para el comercio, escuelas, artes, no solamente fuera de la sociedad sino también justo en el medio.
3. En tercer lugar, debemos ganar la guerra de información
Para comunicar nuestro mensaje debemos desarrollar todos los medios de comunicación: Internet, televisiones vía internet, emisoras de radio, videos pero también libros, tiras cómicas, teatro, conferencias, videojuegos o películas. Tenemos las herramientas a día de hoy para hacer esto, tenemos el talento que ahora necesitamos para estar organizados y producir, emitir y distribuir masivamente. Me gustaría recordar que Gramsci ha subrayado que la superestructura, que es la relación entre lo que es intelectual y cultural puede desbancar a la infraestructura que es puramente económica. No podemos expulsar a los globalistas sin una dinámica cultural.
4. La última pero no menor, es que debemos tener hijos, muchos hijos y darles una educación excelente
Ya que ninguna guerra puede ganarse sin guerreros, y ya que necesitamos que nuestros propios jóvenes defiendan su propia civilización y traigan nueva energía a nuestra vitalidad cultural.
Así pues, para concluir, ¿esto es el fin? ¿Estamos en los últimos días de Roma ante los bárbaros? No, Europa ya ha sido invadida por los hunos, los moros, los otomanos. Hemos sufrido la revolución francesa y dos guerras mundiales. Hemos superado esas situaciones catastróficas gracias a nuestra fe cristiana en Poitiers, en Lepanto, en Covadonga, en Kosovo, en Viena. No permitan que se olvide que la primera vez que la palabra Europa fue usada en la historia de nuestro continente fue precisamente en la batalla de Poitiers en el año 732 para identificar al bando cristiano. Sobreviviremos si actuamos rápidamente. En destacadas posiciones, Rusia ha entrado una vez más en la escena internacional, Reino Unido votó por el Brexit, las recientes elecciones presidenciales en EEUU y las consecuencias que esto podría tener en el Gran Tablero de Ajedrez del mundo nos mostrarán que las cosas están cambiando en dimensiones radicales.
Francis Fukuyama estaba totalmente equivocado: Esto no es el fin de la historia. Ahora depende de nosotros, los europeos, que tomemos nuestro destino en nuestras manos, y revivamos nuestros valores cristianos para recuperar el poder. Al igual que la liebre en la fábula de La Fontaine, la élite global pensaba que ya habían ganado la carrera, pero justo ahora están totalmente inquietos y asustados. Ahora es el momento de recuperar nuestros países y si hacemos esto, no puedo resistirme a parafrasear a Donald Trump, pero os prometo que si hacemos esto, haremos a Europa grande de nuevo.