EEUU intenta rodear a China con bases y alianzas militares
EEUU y Filipinas anunciaron recientemente que cinco de las bases del país serán reabiertas a las fuerzas norteamericanas en virtud del Acuerdo de Cooperación Reforzada de Defensa (EDCA). La puesta en práctica del acuerdo sobre bases militares en las Filipinas no es sino uno de los componentes de la aceleración del despliegue militar de EEUU en la región de Asia y el Pacífico en el marco de los intentos de cerco y de los preparativos de guerra contra China.
Los dos países firmaron el acuerdo EDCA en 2014 y el Tribunal Supremo de Filipinas rechazó en enero las demandas judiciales contra el mismo.
Las cinco bases comprenden la base aérea Antonio Bautista, en la isla de Palawan, directamente adyacente a las disputadas Islas Spratley, en el Mar de la China Meridional. En el curso del último año, se han incrementado notablemente las tensiones entre Washington y Pekín por este disputado archipiélago. En octubre de 2015 y de nuevo en enero de 2016, los destructores de la Marina de EEUU han desafiado las reivindicaciones marítimas chinas mediante una intrusión dentro del límite de 12 millas alrededor de las islas administradas por China.
El Ejército norteamericano tendrá acceso igualmente a la basa aérea de Basa, al norte de Manila, a la base de Fort Magsaysay (una gran base militar), a la base aérea de Lumbia en Cebú y a la base aérea de Mactan-Benito Ebuen, en Mindanao. El embajador norteamericano, Philip Goldberg, ha manifestado a los medios que él esperaba que este movimiento inicial de despliegue de hombres y equipos comience bien pronto. El Congreso de EEUU ha aprobado, por su parte, una partida de 66 millones de dólares para la construcción de bases militares en las Filipinas.
Pekín ha condenado el despligue de las bases norteamericanas y ha advertido sobre el riesgo de conflicto. Un reciente comentario publicado por la agencia china Xinhua acusó a Washington de “crear problemas en el Mar de la China Meridional” y de hacer de Asia y el Pacífico “un segundo Oriente Medio”.
Recientemente, el portavoz del Ministerio de Exteriores de China, HuaChunying, subrayó la hipocresía de EEUU, que acusa a China de “militarizar” el Mar de la China Meridional, afirmando: “¿No es este envío continuo de refuerzos y de despliegues militares en el Mar de la China Meridional y en las regiones vecinas lo que constituye una militarización?”.
En el momento en el que EEUU se prepara para redesplegar sus fuerzas militares en su antigua colonia, el general Dennis Vis, jefe del Mando de Material del Ejército norteamericano, reveló a los medios que Washington había suscrito otros acuerdos sobre bases militares en Asia, incluyendo en Vietnam, Camboya y otros países que no fueron nombrados. En virtud de estos acuerdos, el Ejército estadounidense podrá almacenar equipos para permitir que sus tropas sean desplegadas más rápidamente en la región.
Él subrayó que “el conjunto de actividades” serían operaciones de bajo nivel, tales como ejercicios multinacionales de formación y operaciones de rescate. “Nosotros consideramos, por ejemplo, el establecimiento de un hospital de apoyo al combate en Camboya”, señaló.
Sin embargo, las garantías sobre una presencia militar norteamericana “benigna” carecen de valor. Al igual que ocurre con el caso de Filipinas, los nuevos despliegues de tropas y equipos de EEUU son realizados con cautela a fin de no provocar inmediatamente una oposición a esta presencia militar. En el caso de Camboya y Vietnam, la muerte y destrucción causada en los dos países por la guerra neolonial de Washington en las décadas de 1960 y 1970 están profundamente grabadas en la conciencia popular.
Washington disfruta ya de relaciones diplomáticas, económicas y militares más estrechas con Vietnam, incluyendo el apoyo a su postura en los diferentes contenciosos territoriales con China en el Mar de la China Meridional. EEUU ha levantado el embargo de la venta de armas a Vietnam, ha llevado a cabo ejercicios militares con ese país y busca un mejor acceso a sus instalaciones portuarias. Sin embargo, la colocación de depósitos de armas del Ejército en el interior de Vietnam por primera vez desde la derrota y retirada de las tropas estadounidenses en 1975 marca un giro en la cooperación del régimen vietnamita con el imperialismo norteamericano.
Pekín estará aún más preocupado por la decisión de Camboya de recibir equpos militares norteamericanos. El régimen camboyano mantiene estrechos vínculos con China e intentó bloquear los esfuerzos estadounidenses para presionar a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) para que adoptara una postura más agresiva hacia Pekín en relación al contencioso de las islas del Mar de la China Meridional.
Sin embargo, EEUU ha desarrollado vínculos de defensa con Camboya desde 2006. Estos incluyen el campo de entrenamiento, los derechos a realizar escalas y los ejercicios conjuntos. Washington ha explotado también la Iniciativa del Sur del Mekong a fin de crear una rivalidad entre Camboya, Vietnam, Laos y Tailandia, por un lado, y China, que ha construido presas en la parte superior del Río Mekong, por otro.
Los acuerdos sobre bases militares con Filipinas, Vietnam y Camboya vienen a sumarse al estacionamiento de navíos de combate en Singapur y a la cooperación militar más estrecha con Indonesia y Malasia.
La expansión rápida de la presencia militar norteamericana en el Sudeste Asiático va paralela con la reestructuración de las bases militares permanentes de EEUU en Corea del Sur, Japón y Guam y los preparativos para el estacionamiento de bombarderos estratégicos de largo alcance en el norte de Australia.
Este reforzamiento militar por parte de EEUU forma parte del “giro hacia Asia” que la Administración Obama había anunciado oficialmente en 2011. Se trata de una estrategia global diplomática, económica y militar, que ha hecho aumentar las tensiones en toda la región y en especial debido a las acciones provocativas de EEUU en el Mar de la China Meridional.
Durante un reciente viaje a Camberra, el almirante Scott Swift, jefe de la Flota del Pacífico de EEUU, lanzó una nueva amenaza contra China señalando que “la libertad de los mares” es “cada vez más vulnerable... debido a los signos innegables de militarización de algunos países de la región, que no tienen precedentes por su extensión y su escala”.
El cinismo de tales declaraciones no conoce límites. La Marina de EEUU no sólo ha realizado dos operaciones de “libertad de navegación” en aguas chinas, sino que también ha enviado a un portaaviones nuclear, el USS John C. Stennis, con su grupo de ataque asociado, al Mar de la China Meridional durante cuatro días para llevar a cabo ejercicios y patrullas. En el transcurso del último cuarto de siglo, EEUU ha violado el Derecho Internacional llevando a cabo una sucesión continúa de guerras, intervenciones militares y provocaciones.
En la actualidad, Washington se prepara para una guerra a una escala más terrible con China presionando a todos los países de la región para que sigan sus políticas anti-chinas. La visita de Swift a Camberra coincide con una campaña concertada dirigida a presionar al gobierno australiano para que lleve a cabo su propia campaña de “libertad de navegación” en el Mar de la China Meridional, una acción militar temeraria que implica el riesgo de un error de cálculo que provoque un conflicto a mayor escala. Peter Symons
El Espía Digital