La humanidad multipolar
El mundo multipolar es, ante todo, una forma de filosofía que se basa en una crítica en contra del universalismo occidental. Occidente, de forma imperialista y racista, se autodenomina como la humanidad. Hace no mucho Gran Bretaña proclamó ser la señora de los mares y los océanos, mientras que hoy la civilización occidental se considera como la consciencia de toda la humanidad. Estos son los principios que dieron nacimiento al mundo unipolar, pues Occidente creo que solo sus valores son válidos, que solo su sistema político (la democracia liberal) es válido, que solo su modelo económico (el capitalismo neoliberal) es válido, que solo su cultura (postmodernidad) es válida, que solo sus ideas sobre el género y la familia (LGBTI) son válidas y que solo su modelo de desarrollo (técnica descontrolada, posthumanismo y reemplazo de la humanidad por ciborgs y la IA) es válido. Según los partidarios de la unipolaridad hoy vivimos el “triunfo de la historia mundial”, es decir, la victoria de los Nuevos Tiempos occidentales y liberales, como la única ideología que incuestionablemente domina a toda la humanidad.
Por el contrario, la multipolaridad es una forma de filosofía alternativa que se basa en una objeción fundamental: Occidente no representa a toda la humanidad, sino únicamente a una parte de ella, una pequeña región o provincia de la misma. No existe una única civilización, sino muchas y, en la actualidad, podemos hablar más o menos de siete civilizaciones diferentes, de ahí que la multipolaridad defienda una especie de heptarquía. Algunas de estas civilizaciones ya se encuentran unidad por enormes Estados continentales, Estados-Civilización o wénmíng guójiā (文明國家), mientras que otras no. El Occidente colectivo, compuesto por los países de la OTAN y los vasallos directos de los Estados Unidos, son únicamente un polo entre muchos otros. Los otros tres grandes polos que existen actualmente serían:
- Rusia-Eurasia,
- La Gran China (Zhōngguó 中國) o Tiānxià (天下),
- Y la Gran India.
Todos estos polos pueden ser considerados como Estados-Civilización, es decir, como algo más que países en el sentido ordinario del término. Frente a estos polos existen otros tres Grandes Espacios que aún necesitan integrarse:
- El mundo islámico, estrechamente unido por la religión, pero políticamente fragmentado,
- El África negra transahariana,
- Y la ecúmene latinoamericana.
Estas siete civilizaciones tienen religiones, sistemas de valores, formas de desarrollo e identidades culturales totalmente diferentes. La civilización occidental, contrariamente a sus pretensiones, es únicamente una de ellas, siendo la más arrogante, soberbia, agresiva, engañosa, depredadora y peligrosa de todas. Sin embargo, sus pretensiones de universalismo carecen de fundamento y su dominio se basa en un doble rasero. Es importante entender que no es Occidente quien se opone a la multipolaridad, sino precisamente sus deseos de universalidad y unicidad. Conocemos muy bien tales pretensiones, pues impregnan nuestros sistemas culturales, científicos y educativos. La ponzoñosa ideología occidental ha penetrado profundamente en nuestras sociedades, seduciendo a nuestras élites, controlando nuestros medios de comunicación e intentando alejar a nuestra juventud de la religión y las tradiciones de nuestros pueblos. No obstante, la hegemonía occidental ha llegado a su fin. El principio de este fin comenzó con la rebelión de Rusia por parte de nuestro Presidente Vladimir Vladimirovich Putin quien se negó a sacrificar nuestra soberanía nacional y al lanzar una guerra abierta contra Occidente en Ucrania. La guerra que hoy libramos no es en contra de los ucranianos como tales, sino contra la unipolaridad. La victoria que obtengamos en esta lucha no será únicamente nuestra, es una victoria para toda la humanidad, ya que todos se darán cuenta de que Occidente no es invencible y que su política neocolonial puede ser rechazada con un “no” rotundo por parte de nosotros. Rusia es uno de los polos del mundo multipolar y no desea volver al viejo sistema bipolar que anteriormente constituía la arquitectura internacional.
Además, China se ha ido convirtiendo rápidamente en una de las economías más importantes de todas, lo cual ha reforzado su soberanía, especialmente bajo el liderazgo de Xi Jinping, hasta volverse un polo soberano. Occidente, especialmente las élites globalistas estadounidenses, comprenden esto y por ello han declarado una guerra comercial abierta contra China. El mundo islámico también desafía a Occidente en las esferas religiosas y culturales. Los llamados de Occidente a destruir la tradición, la familia, el género, la cultura y la religión son incompatibles con el Islam, por lo que los casi 2.000 millones de musulmanes que existen comprenden el peligro que representa y están librando su propia guerra contra el globalismo occidental: esta guerra hoy tiene como campo de batalla a Palestina y el Medio Oriente, donde el vergonzoso genocidio al que esta siendo sometido el pueblo palestino – tanto bebes, como mujeres y ancianos están siendo asesinados – ha recibido el total apoyo de Occidente. La India es otro de los polos del mundo actual. Bajo la presidencia de Narendra Modi esta civilización esta volviendo a sus raíces védicas al igual que a sus antiguas tradiciones y principios. La India ha dejado de ser una colonia cultural y económica de Occidente para convertirse en una potencia con peso mundial.
Finalmente, tenemos a África y América Latina que están intentando seguir sus propios caminos, aunque con muchos problemas. El movimiento panafricano esta preparando el terreno para una futura integración africana libre del neocolonialismo. El panafricanismo es una nueva teoría y práctica que incorpora los mejores aspectos de los anteriores movimientos de descolonización, pero que se basa en una filosofía totalmente diferente donde la religión, el espíritu y los valores tradicionales desempeñan un papel fundamental. En cuanto a América Latina, podemos decir que hasta el día de hoy continua su proceso de lucha anticolonial y sus pueblos buscan activamente nuevos medios para consolidar su unidad, especialmente intentado superar las caducas divisiones entre la derecha y la izquierda. En muchos países latinoamericanos los defensores de las tradiciones, la religión y la familia han comenzado a unirse con los partidarios de la justicia social, combinándose en una lucha única en contra del neocolonialismo propagado por el Occidente colectivo y sus perversiones culturales antihumanistas.
El mundo multipolar ha dejado de ser una utopía o un proyecto teórico, pues ahora seis de las siete civilizaciones (la heptarquía planetaria de la que antes hablamos) se han unido a los BRICS. Será esta institución la que dirija la multipolaridad. Ahora la Gran Humanidad ha comenzado a unirse, dar sentido a sus acciones y armonizar sus tradiciones y orientaciones con sus sistemas de valores o intereses. Únicamente el Occidente colectivo, que trata de preservar su hegemonía a cualquier costo, se niega categóricamente a aceptar el nacimiento del mundo multipolar. Occidente se opone a la multipolaridad provocando intrigas, conflictos e intervenciones por todas partes. Además, hace uso de sanciones económicas y presiones directas con tal de estrangular a quienes toman un rumbo diferente. En caso de que todos estos medios fracasen, entra en una confrontación militar directa con sus enemigos, lo vemos en Ucrania, en Gaza y muy pronto en el Océano Pacífico.
Sin embargo, no podemos decir que Occidente sea monolítico, sino que existen dos Occidentes. El Occidente globalista liderado por las élites liberales y otro Occidente, uno tradicional, compuesto por sus diferentes pueblos y sociedades. El Occidente tradicional sufre la opresión de sus élites globalistas pervertidas e intenta de todas las formas posibles rebelarse en su contra. Los pueblos de Occidente no son los enemigos de la multipolaridad, sino que son las primeras víctimas del globalismo. Esto ha quedado demostrado con la entrevista que el político y periodista conservador Tucker Carlson ha hecho a nuestro Presidente, demostrando que los antiglobalistas estadounidenses tienen mucho en común con nosotros. Por lo tanto, la Victoria de la multipolaridad consiste realmente no solo en vencer al Occidente colectivo, sino también en conseguir que este regrese a sus valores tradicionales (hoy pervertidos), a su cultura (no a la cultura de la cancelación) y a sus raíces grecorromanas y cristianas. Creo que las naciones occidentales actuales deben ser liberadas del yugo globalista para que en un futuro se unan a la Gran Humanidad, siendo por fin un polo dentro del mundo multipolar. Que Occidente deje de ser un hegemón no solo beneficiará a las civilizaciones no occidentales, sino también al propio Occidente.
Por eso doy la bienvenida a todos los participantes de nuestro foro, pues estamos creando un futuro nuevo. Solo así daremos sentido al presente y podremos salvar nuestro glorioso pasado dándole una continuidad cultural. Somos diferentes, especiales, únicos, distintos, soberanos… ¡Somos la Gran Humanidad!
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera