Los homicidios y violaciones de los residentes locales se han convertido en una práctica regular del ejército de los Estados Unidos desde el año 1945, cuando dio comienzo la presencia militar estadounidense en Okinawa. La razón de este fenómeno está en el racismo inherente a la civilización estadounidense, independientemente de su origen étnico o color de la piel. Los militares de Estados Unidos tratan a la población local como ciudadanos de segunda clase.
Los residentes de la isla han solicitado en repetidas ocasiones la retirada de las bases militares de su territorio. Por lo general, las protestas se producen después de las nuevas atrocidades de los militares de Estados Unidos. Sin embargo, el gobierno japonés está limitada por las protestas lentas. La posición de los militares de Estados Unidos en Okinawa demuestra la posición subordinada de Japón, que sigue estando de facto ocupado por los Estados Unidos, siendo un país con soberanía limitada.
La detención del militar estadounidense se produjo en vísperas de la visita de Barack Obama a Japón. El presidente de los Estados Unidos debe participar en la cumbre de países del G-7 y visitará Hiroshima. La negativa de Obama a disculparse por el bombardeo atómico de la ciudad ha enfurecido al público japonés. El asesinato en Okinawa también contribuirá a reforzar el sentimiento anti-estadounidense entre la sociedad nipona.