La fase activa de la confrontación entre la oposición pro estadounidense y el gobierno de Brasil se puso en marcha en septiembre de 2015. En todo el país se sucedieron las protestas multitudinarias en apoyo de la presidenta en ejercicio y en su contra. Dilma Rousseff fue acusada de estar involucrada en el escándalo de corrupción en Petrobras, así como en evasiones de impuestos y fraude financiero durante la campaña electoral de 2014.
El papel principal en la campaña contra Rousseff lo están jugando los líderes de la oposición: el ex candidato presidencial de la oposición Aécio Neves (Partido Socialdemócrata Brasileña - PSDB), y el ex presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB). A pesar de su nombre, la oposición está fuertemente influenciada por el neoliberalismo y el fundamentalismo de mercado norteamericano.
Anteriormente, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), antiguo aliado de Dilma Rousseff, se retiró de la coalición de gobierno, lo que aumenta las posibilidades de destitución de la presidenta. Este partido no tiene ninguna orientación ideológica clara, en su composición entran tanto la izquierda como los liberales. En estas circunstancias, los demócratas tienen la intención de tomar el poder en el país. En el caso de la destitución de Rousseff, el líder de este partido, Michel Temer, que desde el 2011 ocupa cargo del vicepresidente de Brasil, se convertirá automáticamente en presidente.
La principal potencia extranjera interesada en la destitución de Dilma Rousseff son los Estados Unidos. Estados Unidos busca recuperar el control sobre América Latina. Para ello, tratan de someter a los dos principales poderes del continente: Argentina y Brasil. En Argentina ya han impulsado al poder a su títere liberal, Mauricio Macri. Ahora toca Brasil. Esta situación es una reminiscencia del cambio del equilibrio geopolítico en Europa en la década de 2000. Una vez que el eje "París-Berlín-Moscú» fue delineado en 2003, los Estados Unidos impulsaron al poder a Nicolas Sarkozy en Francia, y a Angela Merkel en Alemania.
El procedimiento de juicio político no es más que un golpe de Estado planificado y un ataque a la legitimidad democrática. De acuerdo con las leyes y la constitución, el presidente del país puede ser destituido sólo por un delito que haya sido probado, lo que no es el caso.se
El voto decisivo en el caso de la brasileña Rousseff, a través de la cámara baja del Parlamento, se llevará a cabo el domingo siguiente, o se pospondrá al lunes. Si votara a favor de la destitución 2/3 de los diputados, el caso será presentado al Senado, que puede enviar a la Presidenta a juicio y apartarla del poder. De acuerdo con el diario brasileño "Estadao", de los 513 diputados de la cámara baja, se han manifestado a favor de la remoción de la presidenta 298 diputados, mientras que se necesitan 342 votos.