Anatomía geopolítica actual de América Latina

21.03.2016

La mal llamada doctrina Monroe ha sido y es una declaración unilateral realizada por el Presidente norteamericano James Monroe el 2 de diciembre de 1823 en el Congreso, que nació en su origen como una posible alianza entre Estados Unidos e Inglaterra, que luego no ocurrió, para evitar posibles intervenciones de la Santa Alianza en América (hay un gran libro del historiador mejicano Carlos Pereyra donde documenta el antedicho "El mito Monroe” [1]). Luego, al fracasar esta idea inicial, Estados Unidos usó la "doctrina" Monroe como brazo operativo para convertir a América Latina en su patio trasero.

En el fondo, la historia de América Latina transcurre bajo la tensa bipolaridad entre monroísmo vs bolivarismo, titulo de un famoso libro del filósofo también mejicano José Vasconcelos [2]. La fragmentación de América Latina, luego de la primera independencia de los Libertadores San Martin y Bolívar, reflejado en el Congreso de Panamá de 1826 convocado por Bolívar, recomienza un sistema neocolonial cuya ecuación fue la de ser proveedora de materias primas a cambio de productos industrializados.

La política mundial en sentido global no se inicia con la paz de Westfalia -es un importante hito con respecto al principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos-, sino con las grandes expansiones geográficas y comerciales en el siglo XV, con la irrupción del Atlántico como eje geoeconómico mundial desplazando para siempre al mar Mediterráneo.

Los actores de este sistema mundial emergente fueron originales actores políticos que desplazan al Estado feudal y a los imperios agrarios multiétnicos. Nos referimos al Estado Nación industrial.

¿Qué es un Estado Nación industrial?  Son aquellos sujetos políticos que en un territorio determinado lograron la capacidad de generar un sistema de alfabetización universal, la revolución industrial, una moneda unificadora, capacidad impositiva, seguridad interna y externa. Únicamente lograron esa capacidad de soberanía, entendiéndola como capacidad de autonomía y no desde un exclusivismo jurídico formal, los siguientes Estados Nación industriales:

- Inglaterra, con la revolución de Cromwell en 1549 y culminando con la revolución gloriosa de 1688.

- Francia, con la revolución francesa de 1789.

- Italia, con el duque de Saboya y Garibaldi en el Píamonte, 1870.

- Alemania, con Prusia bajo la dirección de los junkers con Bismarck.

-Japón, primer Estado Nación industrial extra europeo con la revolución Meijii, con Mutso Hito.

O sea, para 1900 solo existían cinco Estados Naciones industriales.

Sin embargo,  en 1898,  en la guerra hispanorteamericana en torno a Cuba,  nace el primer Estado continental industrial de la historia superador del Estado Nación industrial: los Estados Unidos de Norteamérica. Un poder continental que suma cinco dimensiones: industrial, científica tecnológica, militar, cultural y política. La Unión Soviética logró convertirse en Estado continental industrial,  y,  en el fondo,  la guerra fría más que una confrontación ideológica fue un equilibrio de poder bipolar de Estados continentales industriales. Y fue tan así, que cuando implosiona la URSS culmina la guerra fría, y es impensable una guerra fría entre EEUU y Cuba. José Martí, el último Libertador, vio el poder imperial continental emergente en plena guerra y lanzó su famoso llamado: "Ha llegado la hora de la segunda independencia", donde advierte que para lograr la independencia era indispensable liberarse de los EEUU, y,  por lo tanto, España pasaba a un segundo plano.

Los Estados que nacen en América Latina como resultado de la división de la Nación mestiza latinoamericana o iberoamericana, son Estados puertos similares a los de la Grecia antigua del 500 antes de Cristo,  bajo el nombre de Estado Nación pero sin ningún atributo del mismo. Un puerto con un pequeño hinterland, sin industria, sin ejércitos nacionales, sin moneda unificada, sin sistema educativo. Los actuales países de América Latina nacen entre 1880 y 1890.

Tuvimos que pasar por guerras civiles atroces antes de que nazcan nuestros "Estados" insulares: guerra de la triple infamia (1865-1870);  guerra del Pacifico (1879-1884); y el imperio de Maximiliano (1863-1867). Nada es entendible si no es en los marcos de la política mundial de la pax victoriana.

Estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo "orden" multipolar que, a diferencia del europeo del siglo XIX, abarca mundialmente círculos culturales y en el que, por primera vez, la política mundial se desoccidentaliza y es multicivilizacional, y cuyo eje geoeconómico es el Asia - Pacifico. Nos referimos a EEUU, China, Rusia, e India. Europa es un signo de interrogante. América del Sur una posibilidad, e Irán un Estado con proyección regional en el círculo cultural islámico.

Los únicos pensamientos políticos dinamizadores del pueblo latinoamericano y cuestionadores de los "Estados" ciudad fueron los Movimientos Nacionales Populares con sus banderas de estrategia política: la democracia social y participativa, la industrialización y la integración que conlleve al Estado continental.

El más importante fue Perón y el peronismo clásico. El conductor justicialista es el máximo teórico y político del realismo liberacionista o autonomía periférica. Concebía la historia como un proceso evolutivo de menor a mayor, de la tribu al Estado feudal, del Estado feudal al Estado Nacional, del Estado Nacional al Estado Continental como fase previa al universalismo. Paradójicamente, en este aspecto vital Perón es desconocido, en parte de su movimiento y del propio pueblo argentino, e ignorado o ninguneado en el mundo académico.

El continentalismo significa que nuestros bicentenarios son en verdad la hora de nuestra independencia definitiva o nada, como las guerras de la independencia, consiste en saltar del Estado agro exportador al Estado Continental en un más allá del Estado Nación, es un doble salto cualitativo-cuantitativo. Es, por sobre todo, una revolución cultural, porque la integración solo sirve si es para sumar soberanía, o sea, capacidad de autonomía y ciudadanía regional en un sistema mundo de interdependencia asimétrica.

La crisis del fundamentalismo de mercado de la última década del siglo pasado, similar a lo que representó la caída del muro de Berlín en el mundo comunista, revitalizó un proceso latino de americanización con el impulso de Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Morales, Mujica, Correa, trayendo como resultado nuevas instituciones comunitarias además del Mercosur, como la UNASUR y la CELAC.

EEUU se retrajo en el pantano de Medio Oriente y en la derrota de Siria y Ucrania, a través de las anticipaciones estratégicas de Putin y del liderazgo moral del Papa Francisco. Ahora, la historia nos dice que no hay cambio de "orden" mundial sin una guerra de por medio. Las guerras napoleónicas dieron origen al "orden" de equilibrio de poderes de la santa alianza europea, y las guerras mundiales, del "orden" multipolar europeo al "orden " de equilibrio de poderes bipolar extra europeo de dos Estados continentales industriales: EEUU y la URSS. Por eso, el Papa nos habla, con toda razón, de una tercera guerra mundial de a pedazos.

La estrategia de seguridad de los EEUU, que pasa por contener a China y controlar lo que el geopolítico Mackinder llamó isla mundial (Eurasia), es reemplazada por la doctrina de la inseguridad nacional, donde todo era terrorismo, de la posguerra fría, por una extraña doctrina de la "antiimpunidad" vinculada a la corrupción en empresas de energía. Por ejemplo, en PDVSA se encontraron escuchas ilegales y ahora, con la acusación a Lula, lo peor, más allá de la acusación que se debe investigar, es la forma humillante de llevarlo a declarar. No hay corruptos sin corruptores y en Wikileaks saltan numerosos ejemplos al respecto.

Esta situación debilita enormemente a América Latina y en especial a América del Sur y a su proceso de integración. Pensamos que existe una ausencia relativa de una pequeña hoja de ruta para reimpulsar nuestra integración y pasamos solo a enunciar:

- Los movimientos nacionales populares post consenso de Washington latinoamericanos, parecen más rehenes de la táctica del día a día que de la estrategia. Es como si hubiera ausencia de planes estratégicos, fortaleza número uno de los movimientos nacionales populares en su matriz clásica.

- El culto al personalísimo de sus líderes fue generando una ausencia de equipos de planificación de gobierno. Equipos hay, falta la voluntad política de los líderes de generar inteligencia distribuida. O tal vez, al no haber una estrategia clara se vuelve dificultoso el armado de equipo, que, en última instancia, fortalece una democracia con calidad institucional.

- Estamos viviendo la sociedad del conocimiento y la educación es el nuevo nombre de la justicia social. La expansión educativa debe estar acompañada de la calidad educativa en las competencias y en valores, y esto pasa por repensar una alianza indestructible seria y en serio entre institutos técnicos terciarios y las universidades, y por jerarquizar al docente de primaria. Retomar la alianza rota entre el Estado, la Escuela y la Familia.

- Enfrentar abiertamente el flagelo de la inseguridad ciudadana desde lo local, nacional y regional con políticas de seguridad ciudadana, por lo que hay que crear urgentemente escuelas de formación de civiles en seguridad ciudadana, para evitar el autogobierno policial, el desgobierno político de la seguridad y la exclusión comunitaria.

- Aplicar desde todas las aristas políticas y en forma transversal al Estado, políticas de anticorrupción, con auditorías externas e internas y una justicia ágil e independiente, de lo contrario la política es tragada por la corrupción.

- Transparentar las campañas electorales y su financiamiento en veinte días, eliminar listas sabanas e implementar el voto electrónico.

- Crear escuelas de cooperativismo para incentivar el emprendimiento social, como una manera de crear capital social y cultural, en forma simple y sencilla.

- En la sociedad de la información, crear una agencia de noticias regional para evitar un mundo, una voz. Las democracias pierden autonomía con opinión publicada motorizada por la libertad de empresa, en vez de por la libertad de prensa.

- Fortalecer el Consejo Suramericano de Defensa Suramericano y crear una Escuela Diplomática y una Escuela de la Gestión Pública regional, para tener una visión común.

- Crear un organismo de Inteligencia Estratégica Militar y de Inteligencia Estratégico Criminal, con sus respectivos observatorios regionales y mundiales en los marcos de Unasur.

Nos parece que estos enunciados sirven para abonar un debate regional en momentos de retrocesos electorales y de fortalecimiento de los Estados Unidos en la región, pero que al mismo tiempo, no nos exceptúe de errores a nosotros. Es la mejor forma de seguir avanzando en la historia.

 

Notas

[1] Carlos Pereyra,  El Mito de Monroe, Editorial el Buho, Bs As,1959
[2] José Vasconcelos, Bolivarismo y Monroísmo, Ediciones Ercilla.Santiago de Chile,1937

 

Miguel Ángel Barrios -Argentina- es doctor en educación y en ciencia política. Autor de reconocidas obras sobre América Latina.