¿Hacia una Europa confederal de naciones? Descubra el preámbulo de una futura constitución europea

30.06.2020

Prefacio redactado por David Engels

Fuente: Visegràd Post

Unión Europea - Los defensores inveterados de la Unión Europea y de su doctrina políticamente correcta afirman a menudo que cualquier oposición a su universalismo equivaldría a un retorno anacrónico al nacionalismo, a la extrema derecha y a la guerra. Sin embargo, el número de los que quieren combinar el patriotismo conservador con una defensa común de la identidad occidental contra sus muchos enemigos de dentro y de fuera crece cada día. Los Estados de Visegradο están a la vanguardia de este movimiento, por lo que no es casualidad que Polonia haya tomado la iniciativa de lanzar un nuevo proyecto de reflexión sobre la Europa del futuro.  Por ejemplo, la asociación de intelectuales conservadores "Stowarzyszenie Twórcówdla Rzeczypospolitej", presidida por el diputado europeo Zdzisław Krasnodębski (PiS/ERC), encargó al historiador David Engels, un profesor universitario belga que emigró a Polonia y trabaja en el Instytut Zachodni, que redactara un "preámbulo" para la constitución de una futura confederación de naciones europeas. Este texto, inspirado en particular en la nueva constitución húngara y que da un lugar privilegiado a la herencia grecorromana y judeo-cristiana, está en continuidad directa con la ideología del Hesperialismo desarrollada en la reciente obra de David Engels, "Renovatio Europae" (en la que colaboró el filósofo húngaro András Lánci). Para que Europa sobreviva como civilización en el mundo del siglo XXI, será necesario tanto un retorno radical a los valores y tradiciones que la han conformado, como una estrecha colaboración entre las naciones europeas en ciertas áreas estratégicas, al mismo tiempo que se disminuye significativamente el control de Bruselas sobre otras. El "preámbulo" resultante de esta iniciativa pretende ser un programa político abierto y unificador y un posible punto de encuentro para los numerosos partidos políticos conservadores que se ocupan de la defensa de Occidente, aunque todavía están muy dispersos entre las diversas familias políticas del Parlamento Europeo. Le invitamos a descubrir este texto aquí:

Preámbulo de una Constitución para una confederación de naciones europeas

(David Engels)

Los europeos, plenamente conscientes de nuestra responsabilidad histórica, decidimos darnos una constitución y completar así el proceso de unificación del continente. Esta constitución tendrá que establecer una confederación de Estados-nación que, conservando sus derechos, se pongan de acuerdo sobre la idea de perseguir una serie de objetivos comunes en beneficio de todos y para el cuidado y protección de la civilización europea, entre ellos: una política exterior coordinada, la protección de las fronteras europeas, la lucha contra la delincuencia, la ampliación de la infraestructura paneuropea de movilidad, la coordinación de normas y reglas, el acceso a los recursos naturales y estratégicos, la cooperación en el ámbito de la formación y la investigación y la disponibilidad de los fondos necesarios para estos fines.

Esta unificación deberá poner fin a muchos siglos de guerras intraeuropeas, pero se lleva a cabo en el espíritu de una profunda afinidad entre los pueblos de Europa que, a pesar de sus conflictos, siempre se han considerado parte de una única cultura común que es más que la mera suma de sus partes y ha dado lugar a una visión específica y única del mundo y de la humanidad.

Esta cultura se inspira en muchas fuentes, entre las que cabe destacar la tradición del Antiguo Testamento, el pensamiento griego, el arte político romano, la revelación cristiana y el patrimonio de los pueblos romano, germánico y eslavo, y ha nacido de manera institucionalizada desde la formación de la soberanía espiritual de la Iglesia y la autoridad política de la dignidad imperial renovada en el año 800. Posteriormente, la cultura europea desplegó todo su potencial interior a través de la Edad Media, el Renacimiento, la Ilustración y la Modernidad, y también se abrió al mundo, con el que quiere entrar hoy, a través de la adopción de una constitución, en nuevas y fuertes interacciones.

Orgullosos de los grandes logros de nuestro pasado, basamos nuestra Constitución en una adhesión positiva a los valores de nuestra tradición y en la conciencia de que la prosperidad y el progreso del presente sólo han sido posibles gracias a los logros de nuestros antepasados. Por eso queremos anclar firmemente el desarrollo del futuro en las raíces del pasado y salvaguardar, cuidar y potenciar el patrimonio cultural, social y moral -tanto tangible como intangible- que hemos heredado.

Los europeos nos comprometemos ante Dios y ante nuestra propia conciencia:

- para perseguir como la verdadera misión de nuestra comunidad la salvaguarda de nuestro legado tanto espiritual como material y el desarrollo autónomo de nuestro potencial cultural para la aspiración conjunta a la verdad, la libertad y la buena vida;

- tolerar todas las convicciones religiosas y filosóficas que estén en armonía con nuestro modo de vida habitual, y cuidar, beneficiar y continuar especialmente la herencia de la tradición judeocristiana y sus vínculos con el pensamiento filosófico racional, sin los cuales nuestra cultura europea sería impensable;

- para considerar y proteger la vida humana en todas sus etapas de evolución y edad y su dignidad e individualidad únicas como el más alto de los bienes que se nos han confiado;

- reconocer la voluntad democrática del pueblo como la fuente última de todas las decisiones políticas y considerar los intereses de los europeos en su conjunto como el principio rector más importante de todas las acciones;

- Estimar a las naciones y pueblos de Europa en su multiplicidad y diversidad como expresión preciosa e insustituible de las múltiples facetas de una cultura común, aceptarlos como portadores de la idea europea y de las instituciones europeas y respetarlos como entidades políticas autónomas que en adelante desean resolver sus diferencias mediante la negociación y el arbitraje pacíficos;

- intervenir en todo momento para salvaguardar y aumentar la prosperidad, la seguridad, la libertad, el orden, la paz y la comprensión de los pueblos de Europa;

- para construir nuestra comunidad de manera que todas las decisiones se tomen de la manera más subsidiaria posible, es decir, al nivel más bajo posible, pertinente y competente, considerando a las naciones como los portadores centrales de la autodeterminación democrática y la expresión de la vida cultural de Europa;

- para ordenar nuestra coexistencia en la forma de un estado de derecho y no sólo para garantizar derechos iguales y propios para todos, sino también para someter siempre la formación de la ley y el control de su interpretación a la voluntad del pueblo;

- considerar la familia natural, resultante de la unión entre el hombre y la mujer y del nacimiento de los hijos, y los derechos y obligaciones que de ella se derivan, como la base fundamental de la sociedad europea y concederle una protección especial, sin obstaculizar las formas alternativas de convivencia basadas en la libre decisión de los seres humanos;

- para garantizar la igualdad entre hombres y mujeres ante la ley y las cualidades especiales, derechos y deberes asociados a los sexos según su constitución natural;

- para educar a nuestros descendientes tanto en el espíritu de las tradiciones y tesoros que nos han sido legados como en el sentido de un constante deseo de superarse a sí mismo tanto interna como externamente;

- para proteger los derechos y deberes derivados de la propiedad privada, asegurando al mismo tiempo la igualdad de oportunidades, el derecho a un trabajo digno, el apoyo a los necesitados y los intereses de la comunidad;

- querer vivir en paz y armonía con nuestros vecinos y todos los demás pueblos de esta tierra, especialmente aquellos con los que estamos unidos por experiencias positivas y un patrimonio histórico común, garantizando al mismo tiempo la independencia, los intereses, la seguridad y la supervivencia de nuestra cultura;

- tomar en serio nuestra responsabilidad por nuestro medio ambiente, no sólo en el sentido de simplemente salvaguardar el equilibrio natural y la gestión cuidadosa de los recursos naturales en Europa y en el mundo, sino también en el sentido de una interacción moralmente responsable con todos los seres animados.

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