Heidegger, Schelling y la realidad del mal Parte 5
Es tentador pensar en el fundamento de Schelling como un «principio material» siguiendo la hulē de Aristóteles o el hupodochē de Platón o, para el caso, la «díada indefinida» de la llamada «enseñanza no escrita» de Platón (según Aristóteles). Esto es aceptable siempre que entendamos que el fundamento no es una «cosa». Es una curiosa combinación de vacío y voluntad más cercana al caos o al nórdico Ginnungagap. Mis lectores se habrán preguntado hace tiempo cómo Schelling puede afirmar, por un lado, que todos los seres deben tener un fundamento para su existencia y, por el otro, afirmar que el «ser primigenio» (Ursein), la voluntad, no «tiene fundamento». ¿No se contradice?