¿Cómo comprender Rusia a inicios del Siglo XXI?

12.12.2018

En el campo hace falta agitarse para saber la hora; el estómago es nuestro mejor reloj
A S Pushkin

Rusia es el país más grande del mundo; la frase como tal encierra preguntas alrededor de cómo se construyó esta nación. Las múltiples herencias que conserva son parte de un pasado activo, reflejo de guerras internas y externas, lo mismo frente a tátaros, mongoles que a los alemanes o cosacos; confrontaciones en distintos tiempos y espacios que confirman el ser ruso contemporáneo.

Las presentes líneas tienen la intención de mostrar ejes de comprensión de un país que en su nombre se lee la historia universal; el mundo hoy no se explica sin la participación rusa; León Tolstoi, por ejemplo revoluciona a través de la literatura el tema de la guerra, al momento en que la documenta y convierte un momento en una referencia permanente; es decir, el concepto Crimea -elemento central de la geopolítica de su época- no pierde vigencia; como no pierde vigencia la necesidad de crecimiento territorial de este país.

Para muestra un ejemplo de su cultura, de forma segura se conoce a la muñeca tradicional rusa nombrada «Matrioshka» ¿se sabe algo de ella? ¡Seguro que sí! Aunque no está de más confirmar uno de los significados que se le da: es necesario para que funcione, ésta sea un regalo, en primera instancia se habla de la generosidad eslava; pero esta generosidad implica que por cada una de las muñecas que se integran al interior se conserve un deseo. Una vez que se tiene el regalo, se forman las muñecas y se pide un deseo por cada una de ellas, al momento en que se van cumpliendo los deseos, se coloca la muñeca más chica al interior de una más grande y así de manera sucesiva, hasta que la mayor conserva y protege a todas. Entre más grande más protección, menos riesgo.

¿Qué pasa si la concepción de la Matrioshka se traslada a la visión espacial rusa? se comprende entonces que entre más grande sea el territorio, es más fácil conservar las aspiraciones de sus habitantes, evitando así los riesgos que implica un Estado de dimensiones pequeñas, que para ellos sería difícil de proteger. De esta manera, el expansionismo ruso se comprende desde una visión cultural que ya fue capaz de dimensionar dos conceptos: el de Europa y el de Eurasia. La pregunta es que si en términos reales ¿Europa termina en los Pirineos o en Vladivostok?

Es una pregunta un tanto engañosa si se permite. Esto se explica porque habrá que entender tres momentos para explicar a Rusia en el siglo XXI, el primero es el tiempo ruso, la frase inicial de Alexandr Sergueievich Pushkin es importante para profundizar en líneas siguientes al respecto; el segundo momento es el espacio, tal y como el ejemplo de la Matrioshka ha servido como introducción; y el tercer momento es el pensamiento, mismo que implica una complejidad que alberga a pensadores como Tolstoi, Lenin, Pasternak, Duguin, Dostoyevski, Trotsky, entre muchos más.

El espacio ruso

Es necesario sin duda acercarse a los rusos desde su cultura, desde su idioma, lo que permite involucrar un contexto amplio que envuelve una cosmovisión que prioriza la relación sujeto-espacio. En este sentido da forma a lo que se conoce como telurocracia, el «poder terrestre», mismo que involucra la identidad rusa y eslava, la cual no está sellada por un pacto de sangre, sino por un sentido multicultural, multirracial y multiétnico que está contenido en el territorio ocupado.

El modo de nombrar la jerarquización alta del espacio es «eurasismo», concepto geopolítico amplio que da prioridad a la historia, hecho que se observa en la forma en que se nombra al ruso. Ello se percibe al momento en que hay una presentación personal al observar que el nombre se acompaña del patronímico, está en su cultura nombrar de dónde vienen, saber el origen de su persona.

El espacio ruso se construye a través de confrontaciones con el otro, que desde otros valores da significado a conceptos como el de democracia y libertad, mismos que desde su historia se definen en otro contexto.

El tiempo ruso

La acumulación rusa se refleja en la herencia cultural; es decir, en su pasado que sirve de repositorio en la conformación del ser ruso contemporáneo. De cada confrontación se observan los ciclos de flujo y reflujo en tanto cómo el devenir ruso es contenedor de la tradición, misma que se observa transversal de forma independiente de los ciclos históricos que ha transitado esta nación.

Para muestra de ello es menester mencionar que al momento de conservar la religión cristiana ortodoxa, se asumen también como salvadores de la humanidad en tanto llega el fin de todos los tiempos. De esta manera, al ser ellos quienes asumen haber recibido el último bautismo santo, tienen la misión de llevar la salvación al mundo. Es de resaltar que si bien la cuestión ortodoxa es mayoritaria, no se deja de lado el entendimiento civilizacional en tanto concebir un sentido multireligioso.

Se saben en un momento crucial de la historia, el 11 de septiembre de 2001; sin los hechos ocurridos, el tiempo geopolítico de Rusia habría tendido que esperar. Fue el momento del regreso a los escenarios del mundo, Vladimir Putin se apropió el acto para también declarar la guerra contra el terrorismo, con ello se hizo del poder total de su país, controlando a los separatistas del Cáucaso, en específico de Daguestán y Chechenia. Lo mismo se profundiza en el control de los recursos crítico estratégicos (gas y petróleo).

Saber Pensar Rusia

Desde la temprana Rus de Kiev, los rusos han caminado al horizonte como un programa que se circunscribe en tiempo y espacio. La idea de los grandes espacios es motor del expansionismo e imperialismo ruso, mismo que lo hizo brillar en la época de los Zares Iván Grozny, Pedro el Grande, Catalina la Grande, así, hasta Nicolás Segundo; esta idea de expansión tras la derrota a inicios del siglo XX con Japón en una guerra, se retoma con la llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que en 1992 tuvo una de las más grandes contracciones; para que después, ya en la era de Vladimir Putin, el Cáucaso y Crimea pasaran a ser parte de Rusia, expandiendo así su territorio, pese a que el objetivo de sus contrarios era balcanizar a la nación eslava.

Uno de los señalamientos del actual presidente ruso en términos del pensamiento que se menciona es el siguiente: «La peor catástrofe geopolítica del siglo XX fue la desaparición de la Unión Soviética, pero no queremos otra Unión Soviética»; pero no se renuncia a la idea de mirar a Rusia como uno de los grandes espacios que en estos momentos disputa el dominio del mundo, al lado de China, frente a Estados Unidos.

Los inicios del siglo XXI están marcados por una competencia tecnológica y energética a gran escala, la dominación de espectro completo tiende a no dejar hueco para las resistencias a las esferas del poder mundial; la biotecnología, las tecnociencias y la geocultura. Es tiempo en que el pensamiento es vital, sobre todo en lo referente  al conocimiento del otro. Y todos los que están en una conferencia como ésta, son conscientes de ello.

Cultura, idioma y nacionalidad, son elementos a los que debemos dar centralidad en el análisis; desde la adopción bizantina que no sólo se adopta la religión como elemento de cohesión, también la arquitectura, elemento al que se le colocado énfasis de manera histórica, de ello deriva la creación de San Petersburgo, por ejemplo; el espacio construido es resultado de los viajes de Pedro el Grande por Europa. Hay una proyección de la construcción espacial, lo cual implica el localizar una de las principales ciudades del mundo en cuanto polo de atracción económica y centro político; por eso uno observa los puentes elevados o las grandes avenidas alrededor del río Neva en San Petersburgo.

En cuanto al idioma es importante señalar que para los rusos es un elemento de identidad; basta decir que en 2016 Vladimir Putin lo consideró como un asunto de Seguridad Nacional ¿Qué significa esto? En palabras del mismo presidente ruso es: «mantener nuestra (la rusa) idiosincrasia en el mundo global», con ello se intenta profundizar el valor histórico del país euroasiático, así como el espíritu de sus tradiciones; si se analiza esto desde la geopolítica, es necesario no dejar de hacerlo bajo el concepto seguridad nacional, porque entonces se defiende más allá de las fronteras; es decir, hasta donde esté el último ruso en el mundo, así de grandes son las aspiraciones de este país, hoy en el encuentro de la lengua rusa se puede decir que los presentes son un asunto de seguridad nacional para Rusia, sí, San Luis Potosí en 2018 significa eso.

Por otra parte y para ir cerrando esta plática, Mijail Lomonosov, acuñó el término de «Pueblo soviético» hoy pueblo ruso, mismo que se asume como multinacional, Rusia no puede ser de otra manera, la gran extensión geográfica que se mencionó justo al inicio de esta plática, implica que un vasto territorio es capaz de contener una de las diversidades más amplias en su espacio.

Rusia a inicios del siglo XXI se concibe como un espacio que alberga etnias, culturas, idiomas, historia, en fin; pero se compromete con todas ellas en cuestión de su defensa, los rusos dicen «sin peligro», en lugar de decir «seguridad», lo cual implica un concepto mayor de lo que quieren para sí y para el mundo.