Rusia nunca fue un enigma

30.07.2018

Winston Churchill solía afirmar  que "Rusia es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma"; una cita que se ha hecho bastante popular en Europa y que no deja de ser una consigna vacía con la que se trataba de imprimir un halo oscurantista a las tradiciones intelectuales rusas.

Rusia tiene sus propias particularidades, más acentuadas quizás, al tratarse de una idiosincrasia extremadamente reflexiva y con una élite intelectual, filosófica y literaria que ha realizado grandes aportaciones al acervo cultural universal.

Los análisis sobre Revolución Bolchevique y la cultura de la Guerra Fría en referencia la Unión Soviética se han constituido como la variante discursiva hegemónica y de ahí se han sacado determinados parámetros que resultan insuficientes para poder abordar la especificidad rusa. Las reminiscencias del pasado, como en cualquier otro país, se mantienen vigentes y es preciso tenerlas en cuenta a la hora de examinar la realidad del mayor país de la Tierra.

El camino ideológico hacia el Octubre de 1917 aporta importantes claves que despejan y clarifican esa idea del enigma ruso y muestran un bagaje a través de diferentes concepciones políticas que es preciso tener en cuenta a la hora de examinar la complejidad rusa bajo los parámetros occidentales y atlantistas.

En el siglo XIX  se desencadena en Rusia un torbellino intelectual, las ideas provenientes de Europa será interpretadas bajo la óptica rusa que las llevará a una nueva concepción y aparecerán filosofías propias como el nihilismo[1].

El camino hacia la Revolución Bolchevique se configurará a partir de los francmasones[2], sin un calado particular en las clases populares, las cuales que se sentirán más atraídas por el romanticismo alemán; el espíritu demócrata terminará transformándose en un socialismo que convivirá con el fenómeno nihilista y el terrorismo, estas últimas teorías fraguarán la dimensión comunista rusa.

El descenso de la nobleza desde la vanguardia cultural y la abolición de la servidumbre harán surgir otra nueva élite, la intelligentzia, que será una firme opositora al Estado zarista.

La intelligentzia es más cercana al pueblo ruso, incluso proviene de él.  Se puede comparar a una “orden monástica, una secta con moral propia y muy intransigente[3]. Estaba integrada por todas las clases sociales desde la nobleza a los campesinos emancipados y la unidad del grupo provenía de las ideas sociales que los vinculaban.

Entre la guerra y la paz se desarrolla políticamente el siglo XIX con la intelligentiza las nuevas concepciones llegan a un pueblo agotado del ritmo de su historia, un pueblo que buscaba aunque sin saberlo una nueva versión de la religiosidad, los zares eran portadores de la ortodoxia y no supieron acercarse a sus súbditos, la intelligentzia sí y les dio los mecanismo para la transformación radical de su propio destino.

El carácter sectario de la intelligentzia y su intransigencia[4] frente a los dogmas opuestos inauguró en su seno un viejo debate; saber lo que es Rusia, de dónde provenía su originalidad, si tiene que cumplir una misión en el mundo, y en caso afirmativo cual sería esta. Un nuevo cisma en la intelectualidad rusa se desarrolla y permanece hasta nuestros días, Eslavófilos y Occidentalistas alegarán desde sus respectivas teorías sobre a donde pertenece Rusia.

Los Eslavófilos

Los principales representantes de esta tendencia  expondrían sus tesis  a partir de los años 30 del siglo XIX. Las figuras clave del movimiento eslavófilo clásico fueron: A.S. Jomiakov, Iván V. Kereivski, Konstantin S. Axákov y Yuri S. Samarin. Algunos de los eslavófilos eran seguidores de las filosofías de Hegel y Schellin. Hegel, el filósofo estadista por excelencia desarrolló una visión del estado  que encajaría perfectamente en la idea estatal que se estaba expandiendo en ciertos círculos intelectuales rusos[5].

Entre el conjunto de fuerzas[6] persistentes en Rusia el excepcionalismo y el mesianismo son influencias clave para la idiosincrasia del país, ambas percepciones sostienen que el acervo o patrimonio nacional del país es único y se basa en una dimensión propia que los aleja del resto de concepciones nacionales. La misión especial de Moscú fue retomada por los eslavófilos en el siglo XIX, esta concepción “ocupaba un plano intermedio entre la Tercera Roma y la revolución”[7].

Los eslavófilos divinizaron al pueblo; en el cual se hallaba el futuro del mundo, lo transformaron en la fuente de religión y le atribuyeron el ideal mesiánico de ser la guía para la renovación del planeta. Los revolucionarios se apropiaron de esta idea y en el  comunismo ruso encontraron la clave para asignar a Rusia una nueva misión con resonancia universal.

Las hipótesis de los eslavófilos se pueden resumir en:

  • Rusia debido a su originalidad respecto a Europa debe desarrollarse partiendo de sí misma y seguir un camino histórico diferente al de Europa
     
  • El carácter ruso se formó en las primeras fases de su existencia. La evolución posterior y sobre todo la ruptura con las tradiciones que materializó Pedro el Grande fue una desviación de la trayectoria ancestral.
     
  • El particularismo religioso ruso tiene sus raíces en la ortodoxia griega.
     
  • Los rusos están emparentados espiritualmente con los pueblos eslavos[8]

Los Occidentalistas

Los Occidentalistas advertían el retraso de Rusia con respecto a  Europa como el principal problema del país. Estos formaron un grupo aún menos compacto que los eslavófilos, sus teóricos más representativos fueron: Piort Chaadáiev, V. G. Belinski, Alexandr Herzen y Boris Chicherin.

Este grupo afirmaba que Rusia era europea, no negaban la originalidad rusa pero rechazaban mantenerla artificialmente contra las ideas occidentales[9]. Para ellos el desarrollo de la civilización pasaba por insertar a Rusia en el ritmo histórico de Europa, pues la única diferencia era que la formación del estado ruso fue más tardía que la de los países occidentales. Los Occidentalistas aprobaron las reformas de Pedro I y alegaban su necesaria continuación.

Los Euroasiáticos

Estas tendencias comenzaron a instituirse en el siglo XVIII, y provienen en última instancia del debate sobre el origen ruso.  Son el desarrollo de la teoría normanda, antinormanda[10] y euroasiática.

La teoría euroasiática se configuró en los primeros años del siglo XX y constituye el mito de la conciencia nacional rusa y de su nacionalismo. A pesar de que las tradiciones de la ideología nacionalista rusa encuentran su correspondencia en otros pueblos, su carácter planetario es un rasgo que lo hace único. Los teóricos del nacionalismo entienden que Rusia tiene la responsabilidad del destino del planeta.[11]

La teórica euroasiática tiene su fundamento en los estudios del historiador y lingüista ruso G. Vernasdki que llegó a conclusión que los rusos habían vivido en el sur de Rusia antes de la llegada de los varegos, aunque los datos usados por el historiador han sido muy cuestionados. En el siglo XX Piotr Savitski funda el movimiento euroasiático y expone que la vocación universal de Rusia data del siglo XV y esta se debe al carácter ortodoxo y al papel histórico que está resuelta a desempeñar en el territorio euroasiático. Esta idea sobrevivió a través de los  años, y en siglo  XIX recibió un nuevo impulso en las obras filosóficas e historiológicas rusas[12]. Iván Solonevich, ideólogo del movimiento popular imperial ruso, sostiene que en Rusia siempre ha tenido una gran importancia la apreciación puramente  espiritual del individuo.

Iván Ilin, el filósofo político del XIX, afirma que “Rusia no es una aglomeración de tierras y tribus, sino un organismo vivo, con su evolución histórica. Este organismo representa en si una espiritualidad, lingüística y cultural del pueblo ruso y otros pueblos hermanos suyos, enlazados a lo largo de la historia por la comprensión mutua espiritual, representa un auténtico baluarte de la paz y el equilibrio europeo-asiático y, por ende universal”[13]

 


[1]El nihilismo es una corriente  original de Rusia en el siglo XIX, Pissarev y Turgenev serán sus principales referencias. Aunque no es un fenómeno estrictamente social se encuentra en la base de todos los movimientos sociales de la época. El nihilismo ruso se basa en la negación de Dios, del espíritu, del alma, los valores supremos, las nomas y las ideas científicas. Esta manifestación saltó del terreno espiritual de la ortodoxia “en su fondo hay la vieja negación ortodoxa de un mundo que se baña en el mal, aunque el  nihilismo ha renegado de Dios, se le debe considerar un fenómeno religioso, él mismo es ascesis religiosa (…) Hay raíces nihilistas en Lenin a pesar de vivir en otra época, y Dostoievski afirmaba: Somo todos nihilistas” BERDIAEV, Nicolai: Orígenes y Espíritu Del Comunismo Ruso, Fomento de Cultura Ediciones, Valencia, 1958  p.63 y ss.

[2]Los francmasones rusos  del siglo XVIII eran partidarios de la vuelta a la tradición religiosas primitivas aunque guiados por las ideas occidentales. Víd.: CHIEZHEVSKI, Dmitri: Historia del Espíritu Ruso:Rusia entre oriente y Occidente, Alianza Editorial, Madrid 1967, p. 78.

[3]BERDIAEV, Nicolai: op.cit., p.28

[4]La intelligentzia rusa aplicaba sus  método idolátricos a la ciencia, cuando se alinean con un dogma todos lo que estén en contra son despreciados; la formación se fue  dividiendo en función de las ideas que  cada grupo adoptó. Uno después de otro, el saint-simonismo, el fourierismo, el hegelismo, el materialismo y el marxista, el marxismo sobre todo, ha sido absorbidos y rebasados por la intelligentzia de una manera dogmática e integral” Ibíd. p.30

[5]El filósofo alemán, Georg Wilhelm Friedrich  Hegel,  teorizó sobre el carácter divino del Estado. Para Hegel la Antigua Grecia fue un ensayo histórico del comunismo temprano, alabó a Prusia por ser  el estado más evolucionado de la historia y fue el propagandista oficial de la monarquía del rey Federico Guillermo I desde su cátedra en la Universidad de Berlín. Hegel entiende la libertad en un sentido totalitario, los individuos ejercen su libertad cuando están dentro de la organización estatal. Sobre la adoración del estado de Hegel: “El estado es la Idea Divina al existir en la tierra (…) Debemos por tanto adorar al estado como la manifestación de lo divino en la tierra (…) El Estado es la marcha de Dios por el mundo” Víd.: ROTHBARD, Murray: “ Hegel: El estado como voluntad de Dios” en: Instituto Mises Hispano, 2008

[6]Duroselle afirma que una  fuerza es una fuente dinámica que fija el carácter de las colectividades humanas, los valores forman parte de las fuerzas que actúan sobre las comunidades humanas “son ideas o sistemas de ideas por las cuales con mayor o menor entusiasmo, el hombre está dispuesto a sacrificar su interés personal”;una fuerza existe, pero no se le ve; no percibimos más que sus efectos”. DUROSELLE, Jean-Baptiste: Todo imperio perecerá, Teoría sobre las relaciones internacionales, Fondo de  Cultura Económica, México D.F., 1998. p.154

[7]DE REYNODL, Gonzague: El Mundo ruso, la formación de Europa, Emecé Editores S.A, Buenos Aires 1951. p.376

[8]Esta última idea no fue compartida por  todos los eslavófilos, pues muchos de ellos tenía un conocimiento muy superficial del resto de los pueblos eslavos, de ahí el error de la época al designar a estos primeros eslavófilos como “paneslavistas”. CHIZHEVSKY, Dmitri: Historia del Espíritu ruso, Rusia entre Oriente y Occidente, vol II Alianza Editorial, , Madrid 1967, pp. 106-107

[9] DE REYNODL, Gonzague: op.cit., p.349

[10] La teoría normanda sostiene que el estado ruso se inició con Riúrik el príncipe de Escandinavia, la hipótesis antinormandistas se pueden equiparar a la de los eslavófilos; sostienen que no se puede demostrar que Riúrik fuera el fundador de estado ruso, aduciendo a que los varegos fueron conquistadores e invasores La teoría normanda fue degrada durante la época de Stalin siendo el antinormandismo la teoría aceptada.  Víd: BACIC, Jacques; Red Sea, Black Russia. Prolegomena to the History of North Central Eurasia in Antiquy and Middel Ages, Columbia University Press , New York, 1995, pp 4-10

[11] GRUSHEVSKI, Alexandr: “Mitos de la conciencia nacional rusa”, en: Cuadernos del Este, nº11, 1999, p. 20

[12] BERDIAEV, Nicolai: “La verdad filosófica y la verdad de la intelligentzia” en: Hitos: Artículos sobre la intelligentzia rusa, 1990, p.12.

[13] ILIN, Iván: “Qué le promete al mundo la división de Rusia”, en: Confines Rusos, p.22.