Ciudadanos del mundo rechazados
La globalización a través de sus bocinas, los medios de comunicación y los seudo-intelectuales, vendieron la idea del ciudadano del mundo. Muchos se lo creyeron. Bajaron la guardia ante las iniquidades económicas y sociales, sobre todo en los países subdesarrollados. Allí creció de forma vertiginosa la brecha entre pobres y ricos.
Sin referente ideológico, con valores elásticos, y las ONGs en el terreno, creando el espejismo de paladines de los derechos fundamentales y sustitutas de los partidos; se crearon las bases para la desesperanza. El neoliberalismo y la globalización se convirtieron en los únicos caminos visibles. Sólo los más hábiles, individuos otrora de vanguardias y aquellos encontrados en las cúspides económicas, están conforme con el rumbo impuesto.
Expoliadas las riquezas naturales de los países más pobres, con el concurso de las burguesías nacionales, las principales empresas multinacionales extractivas y otros grandes inversores, dejan solo contaminación, desolación y miserias. La imposibilidad de articulación de proyectos reivindicativos empuja a grandes cantidades de individuos a ciclópeas aventuras migratorias desde Centroamérica y el Caribe, vía terrestre y marítima, en tren o a pies, cruzando zonas muy áridas o adentrándose en el golfo de México o desafiando al bravío Canal de la Mona en el Mar Caribe hasta Estados Unidos. Hacia Europa, atravesando el inhóspito desierto de Sahara luego, en frágiles embarcaciones aventurándose, hasta las orillas europeas del mar romano.
Siempre buscando el bienestar negado en sus países, los ciudadanos de los países económicamente subdesarrollados enfilan rumbo hacia la comida, los servicios; ¿y, por qué no?, a entregarse en plenitud al consumo. Por todos los medios nos dicen que somos iguales, tenemos derechos y somos de donde nos encontramos o está nuestro corazón; somos ciudadanos del mundo. No existen barreras infranqueables para alcanzar los objetivos impuestos por las necesidades perentorias. La concentración de las riquezas en cada vez menos manos, y las políticas de desestabilización, como las revoluciones de colores que impone Estados Unidos, y la rica Europa, amenazan sus propias existencia, por las impredecibles consecuencias derivadas de éstas.
La llegada de las manos de obras que necesita una economía pujante es asimilable. Pero, cuando esta inmigración supera la necesidad, es forzosa, y está compuesta de individuos de poca valía, o ninguna para el aparato productivo, la situación se torna doblemente preocupante. Todavía esperamos las protestas de los ciudadanos del primer mundo, por los desmanes, abusos y tropelías de sus autoridades en los países de han generado tantos migrantes. Es fácil, sin acudir a las causas que provocan esa situación para los habitantes originario del Norte desarrollado, quejarse por las migraciones y los actos terroristas que se suscitan en sus países y esferas de movimiento. Cuando esto sucede lejos de ellos y los afectados, son otros, poco les importa.
A pocos les gusta desarrollar sus vidas, lejos o fuera del lugar en que les siembran los ombligos. Viajar por placer es magnífico. Casi siempre los turistas solo ven las mieles de los lugares a los que van. Los migrantes, sobre todo los económicos, suelen conocer las partes oscuras, las animadversiones, los desprecios, las descargas de frustraciones sobre ellos; de las partes más perversas y sufridas de las sociedades donde van. De todo hay en “la viña del Señor”, como reza una máxima; donde las migraciones presionan hacia la baja el nivel de vida y los empleos; se forjan acusaciones ridículas, grotescas y risibles contra estos visitantes. Con esto se busca sacar a los intrusos que allí llegan. En algunos lugares se agreden físicamente a esos extranjeros.
La desestabilización de Irak, Libia, Siria, y buena parte de África, Europa del Este, y otros lugares, genera graves crisis humanitarias. La ambición de los más ricos y poderosos para adueñarse, o controlar las zonas, rutas, y los recursos energéticos; es la culpable del despertar de los fundamentalismos occidentales e islámicos. La prensa occidental, dueña y control de los principales medios de comunicación y, “muchas veces de las noticias”, mantiene un filtro dictatorial en la entrega de éstas a la población. La cómoda posición de ciega credibilidad y la pereza en cuestionar, o cuestionarse, ante lo que se lee, o es escuchado, les ha dado un poder inaudito a las grandes cadenas noticiosas. Estas tienen en su haber el defender los intereses de los más ricos y privilegiados. La creación de confusión en torno a las causas que generan las actuales migraciones, es tarea principalísima de estos medios.
Los europeos y norteamericanos enfrascados en sus zonas de confort, son incapaces de entender la posibilidad de amor de los migrantes perturbadores de su paz, por sus lugares de origen. Las actitudes groseras, diciéndoles que se marchen a sus países, contracta con la depredación de sus inversionistas en los lugares de los cuales proceden sus desafortunados visitantes. Esto deja ver la ignorancia y el desconocimiento histórico de buenas partes de estas sociedades que se jactan de su desarrollo, modernidad, tolerancia, respetuosidad de los derechos humanos, y ser demócratas. La necesaria simbiosis entre las sociedades, las cuales están en la cumbre del desarrollo, y con sus niveles de vida, atraen a los pobres; y, en aquellas donde sus pobladores viven muchas veces en las más abyectas indigencias, se rompe, ocasionando los problemas de incomprensión y convivencias dificultosas.
A las cabezas inquietas, ante las avalanchas de migrantes a Europa, les genera suspicacia los actos terroristas. Los lugares, los momentos y la repetición de los mismos errores de los malvados, hacen pensar en “acciones de falsas banderas”. Las presiones en la Comunidad Europea para que cada país asuma una cuota de migrantes es negada, por la estigmatización hacia la población con rasgos característicos de las poblaciones de Medio Oriente y África. Según la prensa, detrás de cada rostro de esos no europeos, hay un terrorista, alguien que vino a hacer daño. En cambio, los dirigentes e inversionistas en los países de origen de estos despreciados, son salvadores, generadores de empleos y modernizadores de los agrestes, salvajes lugares, y personas.
De forma premeditada, se ven creando sentimientos adversos entre los grupos llamados a convivir, por lo menos, un período de tiempo. De parte de los nativos, animadversiones hacia los extraños se generan. De estos, resentimientos, por las vejaciones y ser tratados como ciudadanos de última se fomentan Unos y otros son utilizados. En este punto se rompe la globalización de las manos de obras. Cada cual debe vivir en su espacio, pero las riquezas ha de estar regionalmente mejor distribuida. para evitar situaciones como la actual.
Las migraciones, y los abusos que vienen con ellas aparejadas, empezarán a ceder cuando la palabra democracia deje de ser una espada que solo pende sobre las formas y estilos de vida de las sociedades más pobres, como en favor de los negocios e iniquidades de las más desarrolladas. También, cuando verdaderamente se respeten las diferencias, riquezas culturales e idiosincrasia, como bien de todos. Contribuirá a eso, la comprensión de que la riqueza debe ser para dignificar al hombre, y no al revés.