El capitalismo y el hollycapitalismo en 50 conceptos
Del capitalismo al hollycapitalismo
[01] El hollycapitalismo es la “fase superior” del capitalismo, que surge en su seno, lo “supera”, pero sigue conviviendo con él en relación de simbiosis.
[02] En rigor el capitalismo y el hollycapitalismo son dos polos conceptuales entre los que oscilan todas las situaciones reales que se presentan en el sistema.
[03] Simplificando se puede decir que hoy los centros son hollycapitalistas y las periferias son capitalistas, pero teniendo en cuenta que los centros también tienen sus periferias y las periferias también tienen sus centros.
La máquina hierogámico-sacrificial y los flujos libidinoso-agresivos
[04] Tanto el capitalismo como el hollycapitalismo son regímenes de poder-religión, es decir, máquinas hierogámico-sacrificiales, tanto más eficaces cuanto se enmascaran como regímenes económicos y no políticos, seculares y no religiosos.
[05] La máquina hierogámico-sacrificial, tanto capitalista como hollycapitalista, se ocupa del control de los flujos de energía libidinoso-agresiva, y con ello, del control de los flujos materiales.
[06] En otras palabras, la máquina hierogámico-sacrificial se alimenta de excedentes de energía natural que transmuta en excedentes de energía y de materia culturales. En la MHS capitalista el excedente cultural tiende a ser material y en la MHS hollycapitalista tiende a ser inmaterial.
[07] Tanto la MHS capitalista como la hollycapitalista tienden a transformar flujos naturales en intercambios culturales reglados y cuantificables bajo la forma del valor de cambio.
[08] Los flujos de energía libidinoso-agresiva pueden darse de manera independiente como mercancías inmateriales, o bien superpuestos o encarnados en flujos materiales como mercancías materiales.
[09] En el capitalismo los intercambios dominantes son de mercancías materiales, a las que se superponen, o en las que se encarnan, flujos libidinoso-agresivos. En el hollycapitalismo los intercambios dominantes son los de mercancías inmateriales, que tienden a coincidir con flujos libidinoso-agresivos.
La producción y el consumo
[10] En el capitalismo predomina el aparato de producción material, mientras que en el hollycapitalismo lo hace el aparato de producción inmaterial. En otras palabras, en el primero la MHS opera predominantemente en el plano de los intercambios de mercancías materiales, mientras que en el segundo lo hace en el plano de los intercambios de mercancías inmateriales.
[11] En el capitalismo las relaciones mercantiles, como plano en el que opera la MHS, dan forma a las relaciones sociales; por así decirlo, desde fuera. En el hollycapitalismo las relaciones mercantiles y las relaciones sociales tienden a coincidir, de nuevo como plano en el que opera la MHS; es decir, las relaciones sociales son conformadas desde dentro, en la medida en que tienden a ser también relaciones mercantiles.
[12] En otras palabras, en el capitalismo la producción dominante es la de excedentes materiales, mientras que en el hollycapitalismo es la de excedentes inmateriales.
[13] Tanto el capitalismo como el hollycapitalismo fomentan carencias —que son presentadas como déficits—, para que sean satisfechas mediante el consumo de los excedentes de producción. Así, el capitalismo tiende a fomentar carencias, que son presentadas como déficits de mercancías materiales —automóviles, lavadoras, etc.—, mientras que el hollycapitalismo hace lo propio con carencias emocionales —alegría, tranquilidad, seguridad, solidaridad, amor—, que son presentadas como déficits de mercancías inmateriales.
[14] En el límite, el paradigma de la producción inmaterial hollycapitalista es la producción de goce y de violencia, que capturen y emitan los correspondientes flujos de deseo y de amenaza, y que controlen la reproducción social como factor dominante sobre la producción material.
[15] En el capitalismo el trabajo y el ocio tienden a alternarse, mientras que en el hollycapitalismo el trabajo y el ocio tienden a confundirse.
[16] En el capitalismo el motor dominante es la producción, el excedente de producción material; la producción, por así decirlo, empuja al consumo desde atrás. En el hollycapitalismo el motor dominante es el consumo, el excedente de producción inmaterial; el consumo, por así decirlo, tira de la producción desde delante.
[17] En el capitalismo el factor clave de la eficacia y la competitividad es la productividad, mientras que en el hollycapitalismo el factor clave es la consumitividad.
El dinero
[18] Tanto en el capitalismo como en el hollycapitalismo el dinero es una mercancía, pero una mercancía sagrada, cualitativamente distinta de las mercancías profanas.
[19] Las modalidades paradigmáticas de dinero en el capitalismo y en el hollycapitalismo se corresponden con los motores dominantes que hemos señalado. Si en el capitalismo el motor dominante es el excedente de producción material, el dinero paradigmático es el metálico. Si en el hollycapitalismo el motor dominante es el excedente de producción inmaterial, el dinero paradigmático es el fiduciario.
La crisis y el orden, la guerra y la paz
[20] Tanto en el capitalismo como en el hollycapitalismo la máquina hierogámico-sacrificial opera en dos regímenes complementarios: crisis y orden. El régimen de crisis coincide con la transgresión y con lo sagrado; el régimen de orden coincide con la prohibición y con lo profano.
[21] En el marco de la MHS, el régimen de crisis coincide con el ritual hierogámico y/o sacrificial, que consiste en la producción ficticia de goce y de violencia, lo que a su vez supone la captura de flujos de deseo y la emisión de flujos de amenaza, que se extienden desde el régimen de crisis hasta el de orden.
[22] La distinción entre el régimen de crisis y el de orden tiende a manifestarse espacial o temporalmente. Pero antes que nada es estructural, en la medida en que la crisis —el ámbito de la transgresión y de lo sagrado— y el orden —el ámbito de la prohibición y de lo profano— son necesariamente complementarios, paralelos, no tienen sentido la una sin el otro.
[23] Esta relación entre el régimen de orden y el de crisis es la misma que la que existe entre las mercancías profanas y el dinero o mercancía sagrada. En otras palabras, el dinero es por definición transgresor, crítico, sagrado, en la medida en que encarna el excedente libidinoso-agresivo que alimenta la MHS.
[24] En el régimen de crisis no se producen mercancías materiales sino que se destruyen, o bien se intercambian de manera gozosa y violenta. Además se producen y se intercambian flujos de goce y de violencia. En el régimen de orden se producen y se intercambian mercancías materiales. Además se intercambian mercancías inmateriales, que tienden a coincidir con flujos de deseo y de amenaza que son capturados o emanan de las producciones críticas de goce y de violencia.
[25] La complementariedad entre los regímenes de crisis y de orden se da: a) en lo material, en la medida en que la destrucción y la apropiación violenta de recursos, mercancías y dinero, en el régimen de crisis, generan una diferencia que permite que los intercambios mercantiles aparentemente neutrales que se dan en el régimen de orden sean beneficiosos para la parte vencedora; b) en lo inmaterial, en la medida en que los flujos de goce y de violencia producidos en el régimen de crisis alimentan los flujos de deseo y de amenaza que se intercambian en el régimen de orden.
[26] En otras palabras, el régimen de crisis consiste en generar, mediante el goce y la violencia transgresoras, es decir, mediante el ritual hierogámico y/o sacrificial, una diferencia de potencial energético que proporcione la tensión necesaria para un nuevo régimen de orden. El régimen de orden funciona en la medida en que exista dicho diferencial, dicha tensión. Cuando falta, los órdenes sociales amenazan con desintegrarse, y entonces aquellos que tienen el control de las MHSs tienden a catalizar nuevas crisis para generar nuevas diferencias de potencial y reiniciar el ciclo.
[27] En el capitalismo las crisis tienden a ser excepcionales, a estar localizadas en el tiempo, y a ser resueltas mediante guerras convencionales que persiguen el desgaste y la destrucción del aparato productivo y la apropiación violenta de los recursos naturales del enemigo. El ejemplo paradigmático es la crisis de 1929, la Segunda Guerra Mundial y el subsiguiente control del petróleo por parte del imperio atlantista.
[28] En el hollycapitalismo las crisis tienden ser habituales y a estar localizadas en el espacio. Es decir, las diferentes crisis tienden a ser una única crisis que se desplaza de un lugar a otro en un mismo sistema globalizado. Tienden a ser no tanto resueltas como directamente provocadas por guerras de cuarta y quinta generación.
[29] Esta serie de crisis consecutivas, o de crisis permanente ubicua, en el polo inferior del sistema, se complementa con la creación, también permanente, de dinero fiduciario, en el polo superior del sistema. Ambos fenómenos son dos caras de la misma moneda, en la medida en que el dinero fiduciario desvaloriza toda la economía, y alimenta la maquinaria científica, tecnológica, médica, espectacular que hace posible estas guerras de cuarta y quinta generación.
[30] Esta vinculación entre el polo inferior y el superior del sistema pone de manifiesto cómo la dimensión ficticia y milagrosa del dinero fiduciario se corresponde con la producción de goce y de deseo, y sobre todo de violencia y de amenaza.
[31] Una dimensión paralela de las crisis paradigmáticamente hollycapitalistas es la de la deuda, que consiste en la creación de dinero fiduciario —dinero ficticio—, proporcionar créditos, y producir crisis ficticias que impiden que dichos créditos puedan ser devueltos, con el objetivo de apropiarse del colateral —riqueza real— o de elementos de soberanía.
[32] La complementariedad de los regímenes de orden y de crisis se corresponde con los modelos productivos paradigmáticos. Si en el capitalismo el motor dominante en el régimen de orden es la producción material, es porque en el régimen de crisis se da la destrucción del aparato de producción y la apropiación de los recursos naturales de los enemigos. Si en el hollycapitalismo el motor dominante es el consumo inmaterial, es porque este está alimentado por las producciones de goce y de violencia, así como por el dinero fiduciario y el crédito generalizado.
[33] Hay que subrayar que la producción hollycapitalista paradigmática es esencialmente crítica, transgresora y religiosa, sea en forma flujos de goce y de violencia, o sea en forma de dinero fiduciario, como falsificación por parte de la élite financiera, legalizada por los aparatos de Estado prostituidos. En esencia se trata de una ficción, de un fraude, de un creencia, en la medida en que, tanto el goce y la violencia como el dinero fiat son presentados como valores positivos, como excedentes, cuando en realidad son valores negativos, déficits. Esta es la clave para comprender el carácter constituvamente hollywoodense, ficticio, violento y religioso del hollycapitalismo.
[34] En suma, el capitalismo tiende a ser, en el régimen de orden, productivo, constructivo, si bien es cierto que en el régimen de crisis es intensamente destructivo. En el hollycapitalismo, por el contrario, ambas características se solapan, se mezclan. Pero en la medida en que capitalismo y hollycapitalismo operan en simbiosis, el capitalismo se ocupa de la producción —aunque controlado por la ciencia y la tecnología hollycapitalistas—, y el hollycapitalismo se ocupa de la destrucción, gracias a métodos de guerra de cuarta y quinta generación más sofisticados. No sólo de la destrucción material sino sobre todo de la destrucción inmaterial, moral, cultural, ideológica, psicológica, etc., de las sociedades.
[35] Lo que venimos diciendo sobre las crisis se corresponde con las diferentes modalidades de guerra, pues la guerra se inscribe en el régimen de crisis. Así, las guerras capitalistas paradigmáticas son las convencionales, sobre todo las de segunda y tercera generación, mientras que las guerras hollycapitalistas paradigmáticas son las de cuarta y quinta generación.
[36] Las guerras capitalistas tienden a ser libradas por ejércitos regulares, activos, identificables, mientras que en las hollycapitalistas tienden a participar todo tipo de elementos weaponizados, irregulares, activos o pasivos, que enmascaran a los agentes que las instigan, en forma de fenómenos aparentemente naturales, externos, imprevistos, incontrolables, etc… Las primeras tienden a declararse formalmente, mientras que las segundas tienden a no declararse, a pasar desapercibidas como tales guerras para la mayor parte de la ciudadanía, a pesar de ser sus víctimas.
[37] Las guerras capitalistas tienden a ser intercapitalistas, libradas entre Estados, alianzas de Estados o imperios rivales. Las guerras hollycapitalistas tienden a ser intracapitalistas, libradas entre el gran capital global y la ciudadanía en general, con independencia de su pertenencia nacional. En las primeras las víctimas tienden a ser personal militar extranjero, mientras que en las segundas las víctimas tienden a ser tanto militares como civiles, y a ser tanto propias como ajenas.
[38] En este sentido las guerras paradigmáticamente hollycapitalistas, las de cuarta y quinta generación, operan como máquinas hierogámico-sacrificiales de una manera mucho más intensa que las guerras paradigmáticamente capitalistas, en la medida en que la dimensión mediática, dramatizada, las dinámicas de culpabilización y victimización son mucho más marcadas y más sofisticadas. Como en todo en el hollycapitalismo, las dimensiones política y mediática, violenta y ficticia, son inseparables.
[39] Pero si en el régimen de crisis la producción hollycapitalista paradigmática es la de violencia y amenaza, en el régimen de orden esta es la de goce y deseo. La complementariedad entre ambos regímenes supone el carácter esencialmente sádico del hollycapitalismo, lo que tiende a ser desapercibido por la ciudadanía, en la medida en que los medios los inmunizan permanentemente con dosis crecientes de violencia espectacular.
[40] Hay que insistir en que estas producciones inmateriales de goce, deseo, violencia y amenaza, se relacionan estrechamente con lo ficticio, con lo hollywoodense. En la medida en que el aparato científico, tecnológico, médico, mediático, etc. que las produce ha alcanzado un alto grado de sofisticación, de manera que puede generar flujos ficticios de deseo y de amenaza muy intensos con producciones de goce y de violencia reales relativamente limitados.
[41] Además, la globalización hollycapitalista y la homogeneización de mecanismos y de situaciones, favorece la eficacia de la MHS global, en la medida en que cualquier producción de goce o de violencia supone un flujo virtualmente global de deseo o de amenaza.
La ciencia y la tecnología
[42] Tanto en el capitalismo como en el hollycapitalismo la economía, la ciencia, la tecnología, la medicina, el espectáculo, etc. no son más que instrumentos supeditados a la mecánica de transferencia de flujos libidino-agresivos, su transformación en mercancías inmateriales, y la transformación de recursos naturales en mercancías materiales.
[43] En este sentido todas estas disciplinas están supeditadas a la mecánica hierogámico-sacrificial. En otras palabras, son constitutivamente político-religiosas. Son en última instancia rituales hierogámico-sacrificiales, sobre todo en la medida en que se inscriben en el régimen de crisis.
[44] En el capitalismo las ciencias y las tecnologías paradigmáticas dan forma a la vida y a la materia, por así decirlo, desde fuera, actúando sobre la materia, por contención, por presión, por resistencia. Mientras que en el hollycapitalismo lo hacen, por así decirlo, desde dentro, transformando y manipulando la energía que encarna la materia. Si en el primero se ejerce una fuerza externa sobre el producto, de lo que se trata en el segundo es de desviar, catalizar, modular, la fuerza interna. Así, en el capitalismo las ciencias y tecnologías paradigmáticas son la geología, la minería, la física, la ingeniería, la medicina invasiva, etc., mientras que en el segundo son la geoingeniería, la socioingeniería, la psicología, la programación, la bioquímica, la ingeniería genética, la nanotecnología, etc.
[45] En correspondencia con todo lo que venimos diciendo, los regímenes políticos represivos se ejercen en el capitalismo a través de dispositivos exteriores a los individuos, tales como el aparato político, el judicial y el policial. Mientras que en el hollycapitalismo estos aparatos represivos tienden a estar integrados en el aparato económico, monetario, científico, tecnológico, médico, espectacular, etc.
La moral
[46] Todo lo que hemos visto tiene una trascendencia muy importante en el orden moral y legal, en la medida en que el régimen de crisis se corresponde con la transgresión y el de orden con la prohibición. En el capitalismo el régimen de orden tiende a ser la regla y el régimen de crisis la excepción. Mientras que en el hollycapitalismo se da la paradoja de que el régimen de crisis tiende a ser la regla y el régimen de orden la excepción. En otras palabras, la transgresión tiende a generalizarse, a legitimarse moralmente y a aceptarse legalmente.
[47] En otras palabras, en el capitalismo, en la medida en que se basa en la producción de mercancías materiales, impera la moral del trabajo bien hecho, de la eficiencia, del ahorro, de la austeridad. Mientras que en el hollycapitalismo, en la medida en que se basa en la producción de mercancías inmateriales ficticias, de goce y de violencia, de valor negativo enmascarado como un valor positivo, lo que impera es la amoralidad o incluso la inmoralidad.
La religiosidad
[48] En el capitalismo la religiosidad reside sobre todo en la distinción entre las mercancías profanas y el dinero o mercancía sagrada. Esto supone que la separación entre lo sagrado y lo profano no es tan marcada, en la medida en que el dinero, aunque tienda a acumularse en el polo superior del sistema, se distribuye a lo largo de todo su espectro. En el hollycapitalismo esta polaridad entre mercancías profanas y dinero sagrado se intensifica, en la medida en que el dinero fiduciario se crea ex nihilo en el polo superior del sistema.
[49] Esto supone que el capitalismo es una religión más inmanente, más encarnada. Mientras que el hollycapitalismo es una religión más trascendente, más desencarnada, más milagrosa, en la medida en que el dinero creado ex nihilo, la sofisticación de la ciencia y la tecnología y el secretismo del poder hacen posibles fenómenos más excepcionales, más misteriosos, más sobrenaturales.
[50] Además, en el hollycapitalismo, a esta religiosidad del orden de lo material se le superpone una religiosidad del orden de lo social, que es de hecho un retorno de las religiones paganas basadas en bíoi semisagrados y semiprofanos, como son los héroes griegos, pero ahora en el marco de rituales hierogámico-sacrificiales hollywoodenses.
* Pedro Bustamante es investigador independiente, arquitecto y artista. Su obra El imperio de la ficción: Capitalismo y sacrificios hollywoodenses ha sido publicada recientemente en Ediciones Libertarias.