El "lobby gay" contra los obispos madrileños gracias a las leyes de los liberales
Acción y reacción. Los obispos de Alcalá Henares y de Getafe, Juan Antonio Reig Pla, Joaquín López de Andújar y José Rico Pavés (en la imagen), emitieron el lunes un comunicado conjunto en el que rechazan “el pensamiento único” que pretende imponer la Ley madrileña de Protección Integral contra la LGTBIfobia, y la reacción no se ha hecho esperar. Los colectivos afectados (de gays, lesbianas, etc.) se han apresurado a anunciar que estudian ya una querella y que llevarán a los obispos a la Fiscalía por algo que no hay en el comunicado: una incitación al odio. Lo que hay es firmeza, de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, no odio, que es muy diferente. De hecho, los obispos dejan claro desde el principio que lo escriben lo han con “todo el respeto” hacia los que han hecho la ley y a los destinatarios.
Y al principio de acción y reacción se une, en este caso, ¿cómo decirlo?, ¿el de mediación, que es lo más parecido a salirse por la tangente? Pero, asómbrense, es lo que ha hecho precisamente una de las principales afectadas y promotoras de la norma, la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes. Al ser preguntada, no ha tenido mejor ocurrencia que decir que los obispos madrileños “no representan toda la posición de la Iglesia católica”.
Que la dirigente del PP no comparta “en absoluto”, como ha dicho, el criterio de los obispos tiene su lógica -perversa, por otra parte- porque deja al aire la contradicción interesada en la que está instalado el Partido Popular. Ahora bien, que diga cosas como quién representa o no a la Iglesia no tiene ningún sentido. Pero ella, erre que erre, ha insistido en las bondades de esa ley, eso sí, insistiendo en que “en mi Gobierno, entorno y la sociedad la mayoría son católicos y no comparten este tipo de opiniones”.
La mencionada ley, como saben, capitaneada por Cifuentes, muy progre ella, fue aprobada el 14 de julio por el Parlamento regional madrileño, y ha sido publicada en el Boletín Oficial de la Asamblea de Madrid, como recuerdan los propios obispos, el 21 de julio.
Ya les explicamos en Hispanidad, a raíz de la aprobación de esta ley, las trampas que esconde y cómo impone el homosexualismo en las escuelas, tanto públicas como concertadas, lo que obligará a los profesores a pasar por el aro del adoctrinamiento.
Y ¿qué decir sobre esta guerra que se avecina, que es el modo en que lo plantean los colectivos de gays y lesbianas? A la espera de nuevas variantes, lo primero que sorprende es el tono de unos y otros.
Mientras los obispos insisten desde el principio del comunicado en que todo lo que van a decir está escrito desde “el respeto hacia los que han promovido esta ley y sus posibles destinatarios”, los afectados califican el comunicado de “infame” y de “incitar al odio y a la discriminación contra el colectivo LGBT”. Es el motivo por el que el Observatorio Español contra la LGBTfobia anuncia que llevará a los dos ante la Fiscalía Especializada en Delitos de Odio.
Dicho lo cual, merece la pena entrar en el comunicado de los obispos, en el que no se ve, precisamente, nada de lo que los colectivos en cólera denuncian. Al contrario, termina pidiendo la intercesión de la Virgen María para que llegue “la misericordia sanadora de Jesucristo a este mundo”, recordando que las diócesis madrileñas fueron consagradas al Sagrado Corazón de Jesús el pasado 3 de junio.
El comunicado de los obispos hace hincapié, en primer término, en que la ley madrileña está en contradicción con la ley natural porque se inspira en una antropología que niega la diferencia sexual varón-mujer y la unidad de la persona cuerpo-espíritu”.
En esa línea, la ley madrileña supone “un ataque a la libertad religiosa y de conciencia” y está radicalmente en contra de la libertad de enseñanza, al censurar el “derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias creencias y convicciones”. Añade que es, también, “un atentado a la libertad de expresión, a la libertad de cátedra, a la libertad de los científicos y profesionales en la búsqueda de la verdad” o la libertad religiosa. Dicho sea también, para decir lo que dicen, los obispos se apoyan en los artículos concretos de la ley, por si alguno tiene dudas al respecto.
Por ese motivo, consideran que se trata de “una ley arbitraria que no contempla ni siquiera la objeción de conciencia”. Es, dicho de otro modo, el efecto de quienes quieren imponer “ideológicamente un pensamiento único que anule la libertad y el coraje de buscar la verdad de la persona”. En esas variantes encaja que no se respeten los argumentos biológicos o que se imponga la ideología de género.
El texto de los obispos se remite también al mensaje del Papa Francisco cuando recibió el premio Carlomagno. El Papa -señala- “ha invitado a construir un nuevo humanismo para Europa basado en la capacidad de integrar, de dialogar y de construir, recordando que en esta tarea la Iglesia puede y debe ayudar, cumpliendo su misión: el anuncio del Evangelio, que hoy más que nunca se traduce principalmente en salir al encuentro de las heridas del hombre, llevando la presencia fuerte y sencilla de Jesús, su misericordia que consuela y anima”.
“Entre las víctimas reales de nuestra cultura del relativismo -añaden los obispos madrileños- no lo son menos quienes sufren la confusión sobre su propia identidad; una confusión que, con leyes como esta, se verá aún más agravada.”
Andrés Velázquez - Hispanidad