Putin no cayó en el truco de Grodno de Lukashenko
Si Polonia no anexionó a Lvov, ¿por qué anexionaría a Grodno?
Se habla mucho en Europa Central y Oriental sobre la dramática afirmación de Lukashenko la semana pasada de que Polonia está conspirando para anexionar la región de Grodno de Bielorrusia, pero esto no era más que pura especulación que se compartía por razones ulteriores. Polonia, si bien desea revivir su "esfera de influencia" perdida hace mucho tiempo en la región mediante la "Iniciativa de los Tres Mares" (ITM, y en inglés, TSI), respaldada por los Estados Unidos, que la dirige, sabe muy bien que cualquier movimiento en esa dirección desencadenaría una intervención militar rusa en virtud de la cláusula de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva que obliga a sus miembros a defenderse mutuamente. Es revelador que Polonia no intentara anexar la región de Lvov de Ucrania occidental en medio de la propia agitación de su vecino hace más de seis años, a pesar de que la ciudad homónima de esa zona es mucho más importante cultural e históricamente para los polacos que cualquier lugar de la región de Grodno de Bielorrusia. El hecho mismo de que Polonia se negara a hacerlo en Lvov a pesar de que había mucho menos disuasión militar en ese escenario que en Grodno pone seriamente en duda la afirmación de Lukashenko, lo que naturalmente plantea la cuestión de por qué la hizo.
La lógica de Lukashenko
El autor argumentó anteriormente que Rusia no "haría una Crimea" en Bielorrusia a menos que fuera engañada para hacerlo por Lukashenko, ya sea provocando un incidente fronterizo con la OTAN y/o "dando un paso atrás" para permitir que la situación interna se deteriore hasta el punto de que Rusia se sienta obligada a ofrecer asistencia militar. Con esto en mente, su ridícula afirmación de Grodno comienza a tener más sentido. Lukashenko quería engañar a Rusia para que interviniera militarmente en su apoyo, ya que teme por su futuro político ante la actual Revolución de Color en su contra, pero tampoco quiere convertirse en otro líder regional más en el caso de que Bielorrusia se (re)uniera posteriormente con Rusia, ni quiere quedar marginado en ese escenario a través de la misma "transición de liderazgo por fases" que él mismo insinuó a mediados de agosto. Su pensamiento parece ser que si puede engañar a Rusia para que "haga una Crimea", Moscú no podrá "alentar" su salida de la escena política de ninguna manera "para salvar la cara", lo que le permitiría gobernar indefinidamente bajo la evidente tutela rusa.
La estrategia de "equilibrio" de Rusia en la práctica
Rusia se está comportando con extrema cautela en esta situación ya que entiende los riesgos inherentes tanto al cambio de régimen como a los escenarios de "Crimea 2.0", por lo que Putin se mostró muy tímido durante su última entrevista. Por un lado, parecía señalar el apoyo a algunas de las demandas de los manifestantes legítimos (¡importante, no de los alborotadores!) y la posibilidad de una "transición de liderazgo por fases" diciendo que "si el pueblo toma las calles, no puede ser ignorado". Todo el mundo debe escucharlos y responder. A propósito, el Presidente de Bielorrusia dijo que está dispuesto a considerar la posibilidad de llevar a cabo una reforma constitucional, aprobar una nueva Constitución y celebrar nuevas elecciones parlamentarias y presidenciales basadas en la nueva Constitución".
Por otro lado, sin embargo, insinuó que Rusia podría intervenir si los acontecimientos se salen de control rápidamente, diciendo que "El Sr. Lukashenko me ha pedido que cree un grupo de reserva de fuerzas policiales, y lo he hecho. Pero también hemos acordado que este grupo no se utilizará a menos que la situación se vuelva incontrolable, cuando los elementos extremistas –me gustaría decir esto una vez más– cuando los elementos extremistas, utilizando lemas políticos como cobertura, se pasen de la raya y empiecen a saquear el país, quemando vehículos, casas, bancos, tratando de apoderarse de edificios de la administración, y así sucesivamente". En conjunto, es evidente que Putin está practicando una política "equilibrada" pero flexible con respecto a la crisis de Bielorrusia.
Putin no mordió el cebo
El enfoque tranquilo y racional de Putin debe ser aplaudido ya que es posiblemente la mejor postura que Rusia puede tomar hacia este tema tan cambiante. Sin embargo, eso no parece convenir a Lukashenko, quien probablemente teme que su contraparte se incline más hacia el escenario de "transición de liderazgo por fases" tras la visita del Subsecretario de Estado de EEUU a Moscú, sobre la que el autor escribió la semana pasada. Después de todo, probablemente no es una coincidencia que Lukashenko hiciera sus dramáticas afirmaciones sobre las inexistentes intenciones de Polonia de anexionarse Grodno justo después de que esa visita tuviera lugar, obviamente queriendo recordarle a Putin sobre esta hipotética amenaza en caso de que el líder ruso fuera persuadido para cooperar con los Estados Unidos en el avance de una "solución política" pragmática a la crisis que finalmente resultaría en su salida "democrática" del cargo. Jugar la "carta polaca" fue diseñado para manipular las sospechas legítimas de Putin sobre los motivos de la OTAN hacia la tradicional "esfera de influencia" de Rusia, pero no pudo influir en él ya que sabiamente se dio cuenta del juego que Lukashenko estaba jugando.
Pensamientos finales
La Guerra Híbrida contra Bielorrusia ha llegado a un punto muerto, pero Lukashenko sigue temiendo por su futuro político, ya que nunca pensó que se encontraría en una situación como la actual. Rusia no va a su rescate como siempre dio por sentado que sucedería en este escenario, ya que su fallido acto de "equilibrio" durante el último año hizo que dudara seriamente de su fiabilidad como socio, aunque la desconfianza de sus dirigentes hacia él personalmente no cambia su cálculo geoestratégico hacia Bielorrusia. Rusia no ignorará las creíbles amenazas de la OTAN contra su colega "Estado de la Unión" ni se quedará de brazos cruzados si un EuroMaidan empieza a repetirse en Minsk, aunque hasta ahora no ha sucedido nada de eso, por lo que no se ha apretado (todavía) el gatillo de la intervención militar en el marco de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Temiendo cada vez más su futuro y la posibilidad de que Rusia trabaje con los EEUU para avanzar en una "transición de liderazgo por fases", Lukashenko decidió apretar él mismo el gatillo exagerando las inexistentes amenazas polacas a Grodno para que Putin se apresure a salvarlo, pero el líder ruso sabía que no debía caer en este ridículo truco.
Traducido al español para Geopolitica.ru
Fuente original: http://oneworld.press/