Los resultados preliminares de la muerte de Elizabeth de Windsor y la ascensión de Liz Truss
La reina Isabel II ha muerto dos días después de reunirse con Liz Truss con tal de confirmarla como primera ministra de Gran Bretaña. Su muerte ha sucedido en un momento bastante simbólico. Isabel II asumió el trono cuando Winston Churchill era primer ministro y se ha ido cuando Liz Truss tomó el mando. La degradación política e ideológica de Gran Bretaña es evidente, aunque tanto Churchill como Truss defienden los mismos ideales. Durante su reinado Isabel II no fue una simple figura decorativa, al contrario, se involucró en los asuntos de Estado mucho más de lo que esperaban sus conocidos. Churchill incluso reconoció que la profundidad y conocimientos que tenía Isabel II sobre política le sorprendían.
No cabe la menor duda de que Isabel II no solo ordenó formalmente muchas expediciones (los reyes ingleses son los únicos que pueden declarar la guerra), sino que también participó – junto a sus primeros ministros – en muchas intervenciones, guerras, represiones y golpes de Estado en los que Gran Bretaña participó en estos últimos 70 años. Uno de los símbolos más patentes de su complicidad en estos derramamientos de sangre lo vemos las fotos que se tomó frente a un piano que estaba en su casa el cual había sido robado del palacio de Saddam Hussein y entregado a la reina. Y ni hablar de las sangrientas intervenciones que la élite británica lanzó durante estos últimos setenta años en lugares como Suez, Malvinas, Irán, Yugoslavia, Libia, Siria, Ucrania… todas estas intervenciones acontecieron durante el reinado de Isabel II. Mientras tanto, las redes sociales de países como Argentina, Irán y Egipto están llenas de comentarios de felicidad por la muerte de la reina de Inglaterra.
Durante el reinado de Isabel II se produjo una degradación de la cultura, la educación, la infraestructura, el bienestar social, la salud y la economía de Reino Unido: la pobreza y la precariedad de la clase trabajadora urbana es hoy mucho más alta que la de hace medio siglo. Un tercio de la población inglesa es hoy en día de origen migrante o son descendientes de inmigrantes, algo que se nota tanto en el gobierno como en el parlamento.
La Commonwealth británica se ha venido desmoronando desde hace veinte años: la India ha cortado todos los vínculos simbólicos que aun la unían a Londres y ha empezado a practicar una política exterior más independiente; la Isla de Fiyi ha abandonado la Commonwealth y Barbados repudió todo nexo con la Corona Británica; mientras tanto, en Australia y Jamaica ha comenzado a discutirse abiertamente la separación de Gran Bretaña en caso de que Carlos sea coronado rey. Por supuesto, es imposible que la secesión de estas dos últimas islas sea inmediata, pero el proceso ya se ha puesto en marcha. Incluso es posible que Londres – si las circunstancias lo favorecen – no solo vea la secesión de estos territorios de ultramar sino también la separación de Escocia e Irlanda del Norte: un verdadero Reino dividido.
La muerte de Isabel II no se ha producido solo por la vejez – su madre y su esposo vivieron muchos más años que ella –, es más bien el resultado de una serie de acontecimientos simbólicos que están sucediendo en este 2022, cuando la guerra de liberación de Ucrania y el ascenso de la multipolaridad económica se están produciendo es obvio que la partida hacia el más allá de todos los personajes que marcaron nuestra anterior historia dejes su lugar a otros. Todos los responsables del colapso de la Unión Soviética, desde Zhirinovsky hasta Shushkevich, Kravchuk, Burbulis, Bakatin y Gorbachev han muerto en el lapso de los últimos cuatro meses. Tales muertes no pueden ser solo una coincidencia. La partida de Isabel II se enmarca en este conjunto de muertes al que muy pronto se unirán Biden, Kissinger y Soros.
Isabel II puede ser considerada el símbolo del atlantismo “suave”: solo hubo una vez, hace algunos años, que realizo varios comentarios antirrusos en su discurso ante el parlamento, pero es bien sabido que la monarquía británica hace el papel del “policía bueno” frente a sus ministros que actúan como los “policías malos”. No obstante, ahora se han caído las máscaras y el desastre antropológico que Liz Truss representa junto al caricaturesco y poco popular rey Carlos III – el cual bate todos los récords de edad para asumir el trono –pone a Gran Bretaña en una encrucijada.
El hecho de que el Príncipe de Gales escogiera el nombre de Carlos III para su coronación resulta sintomático, pues recuerda las raíces escocesas de la dinastía de los Estuardos con la que la casa Windsor no tiene nada que ver. La actual dinastía británica no tiene orígenes ingleses o escoceses, sino alemanes y daneses, a pesar de su afán por aferrarse a los títulos reales sobre Escocia. No es casual que la reina Isabel II pasara sus últimos días viviendo en el castillo de Balmoral, Escocia. Además, no se debe olvidar que Carlos III (1766-1788) fue el nombre que asumió el pretendiente al trono de Gran Bretaña, el favorito del pueblo, Carlos Eduardo Estuardo, “El Gentil Príncipe Carlos”, cuyo monumento se encuentra todavía en el Derby de Inglaterra. En ese sentido, podemos decir que la elección del nombre de Carlos III por parte de un rey que viene de una monarquía llena de gobernantes liberales oligárquicos – los cuales han dominado las Islas de Albión desde 1689 y que se encuentra profundamente relacionada con la élite política y financiera de la City of London – resulta no solo provocador sino un insulto. El Príncipe de Gales lleva muchos años intentando presentarse como uno de los campeones del tradicionalismo, pero desde hace mucho tiempo ha quedado claro quién es realmente.
El compromiso de Carlos III con el atlantismo y el globalismo es tan firme como el de la actual nueva ministra de Gran Bretaña. No obstante, estamos entrando en una nueva era donde los viejos políticos al estilo de Gorbachov han desaparecido; el proceso de descomposición social se manifiesta no solo en la crisis política interna, sino también en el total colapso energético y la desaparición de todo formalismo democrático (Liz Truss es la tercera gobernante que llega al poder en Gran Bretaña sin llevarse a cabo elecciones generales y en medio de la desaprobación de la mayor parte del país).
En cuanto a los rusos, no existen motivos para alegrarnos o entristecernos, sino más bien dedicarnos a evaluar de forma sobria las capacidades del sistema político británico ahora que estamos entrando en una situación particularmente complicada de la historia mundial. Sin embargo, todo los sondeos y encuestas que se han hecho demuestras que la inmensa mayoría de la población del Reino Unido se encuentran descontentos con Carlos III, Liz Truss, Boris Johnson, la imposición de la ideología de género o las astronómicas facturas de luz y calefacción que les llegan a fin de mes. A ellos dirigimos todas nuestras condolencias.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera