Geopolítica del Uruguay: realidad y desafíos

06.07.2023

1. Introducción.

La pretensión de este texto no es otra que dar un pantallazo general a la geopolítica del Uruguay, parado en el presente, la tercera década del S. XXI. No busca ser un texto exhaustivo, ni académico. Nace de las reflexiones de un ciudadano en torno a lo que está pasando en su Patria. No busca más, entonces, que dar un punto de vista sobre una realidad acuciante y, por momentos, hasta angustiante. Pero, sobre el final, se busca proponer un “¿qué hacer?”, gran pregunta que debe plantearse todo aquel que tenga ánimos de transformar la realidad material. Se hace necesario explicar por qué vamos a tratar el tema de la Geopolítica del Uruguay.

Primero, no vamos a plantear una “geopolítica” desde la recuperación de teorías geopolíticas, citando clásicos, ni con pretensiones científicas o geoestratégicas (militares, por ejemplo). Se entiende “geopolítica” como método de conocimiento, de pensamiento y, sobre todo, de análisis de los fenómenos de luchas de poder que se dan en los territorios. De este modo, la geopolítica se transforma en un campo de conocimiento complejo y multidisciplinario que combina elementos de geografía, economía, estrategia y relaciones internacionales. La finalidad está en entender las relaciones dialécticas y luchas de poder, siempre dinámicas, que se dan en el tablero (o, en los tableros, si queremos disociarlos para su análisis) del ajedrez mundial. En estos juegos de poder actúan Estados, Imperios, Organismos multilaterales, Corporaciones, Fondos de inversión, y los propios Pueblos del mundo, aquellos quienes realmente habitan los territorios conformándose en comunidades políticas. Para ser concisos, la geopolítica es una disciplina que estudia la relación entre los factores geográficos y políticos en el ámbito internacional.

Aquí, en una actitud que tal vez pueda ser considerada osada, se va a defender una tesis geopolítica y rondar en torno a ella: estamos en un plano de invasión. Existe una invasión en curso sobre nuestro territorio. Tal es el hecho conflictivo, que implica relaciones y luchas de poder, que intentaré analizar.

En segundo lugar: decir “del Uruguay” implica que el análisis va a estar situado. Desde la ruptura del Imperio Español en América, el proceso de balcanización fue generando nuevos espacios territoriales. Nuestro caso es, supongo, sabido por todos. Tras las luchas luso – porteñas, y con la intervención estratégica de Gran Bretaña, en la Convención Preliminar de Paz de 1828, nace el Estado Oriental, devenido en República Oriental del Uruguay. Esa es nuestra génesis, la de un Estado que viene a cerrar la entrada a la cuenca del Plata, que era la causa de la discordia entre el Imperio Brasileño y Argentina. La intervención inglesa funcionó en el sentido de “Equilibrio de poder”, evitando que ninguna de las dos eventuales potencias sacaran ventaja. Se genera un Estado tapón, cuña, que se convertiría en una de las “colonias alegres” de la metrópoli, primero británica, luego estadounidense, pero (por ahora) siempre anglosajona.

Es esta, además, la traición al proyecto Artiguista de “Patria Grande”, primera posición de construcción de una Nación Soberana. Se entendía que, dada la acefalía de la monarquía absolutista española, la soberanía radica en los “pueblos” (las comunidades políticas); y que solamente a partir del federalismo, primero con la constitución de la “Liga Federal” y después en un “Estado Federal” podría existir una verdadera emancipación. Para Artigas, nuestro territorio, la Provincia Oriental, por sus cualidades geopolíticas -sobre todo los puertos ultramarinos, causa de numerosas idas y vueltas con Bs. As.- debía convertirse en el garante de la estabilidad de toda la región, a la que planificaba como pivote mundial. Esas ideas quedan plasmadas, sin ir más lejos, en las propias “Instrucciones del año XIII”, en sus art. 10 y 11, cita “Que esta Provincia por la presente entra separadamente en una firme liga de amistad con cada una de las otras, para su defensa común,seguridad de su libertad, y para su mutua y general felicidad, obligándose a asistir a cada una de las otras contra toda violencia o ataques hechos sobre ellas, o sobre alguna de ellas, por motivo de religión, soberanía, tráfico, o algún otro pretexto, cualquiera que sea. 11 Que esta Provincia retiene su soberanía, libertad e independencia, todo poder, jurisdicción y derecho que no es delegado expresamente por la Confederación a las Provincias Unidas juntas en Congreso”.[1] Queda así, el invento inglés del Estado tapón, a contramano del ideario integracionista, de nexo, que poseía Artigas.

2. Síntesis histórica.

Arturo Jaruetche, en el prólogo de la primera edición argentina de “El Uruguay como problema” de Methol Ferré (1973), explica como Uruguay ha tenido una situación particular respecto a los otros países de América del Sur y del tercer mundo en general. Beneficiados por las bondades de nuestro territorio, se ha desarrollado la ganadería extensiva como actividad productiva matriz. En la historia del país, ha sido ésta la que más capital produce y más territorio ocupa, aunque hoy se ve desafiada por los espacios destinados al agronegocio, sobre todo forestal, aunque también, por ejemplo, sojero. El hecho es que Uruguay durante el siglo XX (al menos de forma clara hasta la primera mitad) se ha visto en una situación privilegiada, producto de la renta diferencial (es decir, el beneficio adicional, la diferencias de ganancias que se obtiene al producir aquí por las particularidades del territorio) . Gracias al saqueo de Asia y de África y a la revolución industrial, los países europeos poseían un consumo ascendido, y hacia allí iban los flujos de exportación. Mientras, aquí quedaba lo suficiente para el desarrollo de la clase media, a pesar de que el precio y los márgenes de ganancias fueran absorbidos por los servicios del imperio anglosajón (por ejemplo, en costos de transporte o dividendos aduaneros) y también, a pesar de que aquí los terratenientes usufructuaban y dilapidaban gran parte del capital. Es que los costos de producción eran muy bajos, y coincidieron factores históricos y ecosistémicos en que la producción ganadera fuera la principal actividad productiva del Uruguay.

Sobre factores históricos hay que recordar que el ganado fue introducido durante el siglo XVII. Este hecho genera que en estas tierras se dé el primer hito para la especialización económica dentro del mercado global, como proveedor de rubros derivados de la ganadería durante el siglo XVIII. Pasamos de ser una “tierra de ningún provecho”, así considerada en épocas del Virreinato, a explotar el ganado bovino organizado en vaquerías. Las vaquerías eran territorios delimitados por dos cursos de agua donde se cazaban y faenaba ganado, con permiso de la corona, para la obtención de cuero y sebo. Se mataban los animales, se comía, quizás, la carne de uno de ellos, y del resto se obtenía el cuero y sebo. El primer tipo de establecimiento relacionado a la ganadería fue la estancia cimarrona, en territorios cercanos a la costa para poder sacar la mercadería, donde se concentraban los rodeos vacunos, y existía infraestructura como corrales de pastoreo, plazas de matanzas, y barracones para curtir y secar el cuero. De ahí, se exportaba. Otro hito es la industria saladeril, que tuvo como destino, sobre todo, a mercados esclavistas.

Con la modernización se da la persecución y desaparición del gaucho y el surgimiento de la estancia moderna. La estancia moderna, de grandes latifundios con ganado bovino, fue el establecimiento modelo de producción ganadera. Sobre este tiempo es también la introducción de la ganadería ovina, sobre todo para la obtención de lana de buena calidad para satisfacer al mercado textil inglés. (Hago un paréntesis aquí para visualizar cómo esta actividad se tiñe del crisol de la inmigración de pastores vascos [2], de los que algunos mestizos, como uno, tiene orgullo de tener sangre.) Esta actividad se fue realizando en tierras de serranías. La ganadería ovina, en busca de mejorar la calidad de las materias primas, era la responsable de generar las primeras “cabañas”, que es el nombre que reciben los establecimientos ganaderos que se dedican al manejo genético y el mejoramiento de las razas animales. También es de destacar el desarrollo de los tambos, cuyos pioneros fueron los emigrantes suizos establecidos en 1860 en Nueva Helvecia, que trajeron conocimiento y tecnología para fabricar quesos y derivados lácteos. La región lechera, lo que se llama la “cuenca lechera”, está situada sobre todo al suroeste del país, ocupando los departamentos de San José, Florida y Colonia. Como hito de la industria del tambo hay que nombrar la creación de CONAPROLE, en el año 1935 durante el gobierno de Terra. Para terminar un recuento histórico de la ganadería tenemos que en los últimos 20-25 años se comenzó a explotar la modalidad del feedlot, lo que se conoce también como “ganadería intensiva”, el engorde masivo de animales en corrales. [3]

Si tenemos en cuenta los factores ecosistémicos, es decir, las condiciones ambientales que convierten a Uruguay en un país con ventajas competitivas para la producción ganadera podemos destacar: la extensa red hidrográfica -nuestra gran riqueza-, nuestro bioma, la topografía y el clima. Las aguadas son la fuente de agua para el ganado y, de hecho, exceptuando periodos excepcionales de sequía (que podemos incluso, quien se atreva, discutir si pueden que estén, o no, provocados intencionalmente), nuestra red permite tener solucionado el problema del agua. En caso de no recibir aporte pluvial se pueden explotar las aguas subterráneas, porque los acuíferos son abundantes. Además, la topografía de relieve bajo favorece la circulación del ganado, y el clima templado y sin nevadas permite la cría a la intemperie, con montes de abrigo en caso de granizadas o vientos fuertes. Los pastizales, que son el 70% del territorio nacional, se extienden por la pradera y son la base alimenticia del ganado. Existen distintos tipos de praderas, dependiendo de factores ecosistémicos como el suelo o la topografía. También la biota vegetal del suelo se ve modificada por cuestiones productivas. Pero, para simplificar, podemos decir que hay praderas tanto de pastos largos como de pastos cortos, lo que ha permitido la ganadería mixta, tanto bovina como ovina.

Puede que haya insistido mucho hablando sobre la ganadería, pero es clave para entender cuál ha sido nuestro papel en el reparto mundial de la división del trabajo y la producción durante, prácticamente, toda nuestra historia. El hecho es que nuestras características geográficas e históricas han propiciado el desarrollo de la ganadería como la actividad principal, estructurante, de nuestra economía. Y, como explicaba Jauretche, es la renta diferencial que genera lo que explica nuestra posición de privilegio y mayor desarrollo respecto al resto del tercer mundo. Fue José Batlle y Ordoñez quien socializó gran parte de la renta diferencial a través del impuesto y la estatización de empresas. Dando lugar así al crecimiento de una clase media, aunque dependiente, en muchos casos, de la burocracia estatal. Fue ese momento, justamente, el apogeo de la “Suiza de América”. Pero el hecho es que, cuando se fue deteriorando la situación, Uruguay fue incapaz de crear actividades compensatorias. Es decir, no existió una redistribución que ampliara la matriz productiva. Me voy a atrever a decir que quizás el marzismo, el de la revolución de marzo de Gabriel Terra, tuvo proyectos tendientes a transformar el papel de Uruguay en el reparto mundial de tareas. Pero la intrusión del imperialismo estadounidense, ya en el gobierno de Baldomir, impidió cualquier desarrollo a mediano o largo plazo.

Somos colonia, pues en la dialéctica de Estados que determina el centro y la periferia en el reparto mundial, son aquellos países con industria y tecnología (sobre todo las industrias y las tecnologías relacionadas al poder) las que mejoran sus posiciones en el tablero global. Quizás sea causa de nuestra posición, además de las condicionantes geográficas y de nuestra existencia bastarda, el hecho de que no hubo proyecto de país. Servando Cuadro (1940) explicaba que en aquel entonces , y yo agrego que hasta hoy, “solo tres uruguayos han tenido un ideal de Uruguay (esto es, han querido para nuestro país un determinado destino histórico) y han ocupado su vida luchando por ese ideal. Son ellos: José Artigas, José Pedro Varela y José Batlle y Ordoñez.” Sea hora, tal vez, de que exista otro.

3. Realidad.

Como profesor de geografía, he intentado en un camino sinuoso, construir el planteo teórico desde el cual realizo mi trabajo, mi praxis, en el aula; que tiene tanto de ciencia, de saber, como de arte. Así, he llegado a una aproximación: la geografía escolar es un conocimiento de segundo orden, y por eso está más cerca de ser una filosofía que una ciencia. Me explico, la geografía escolar se presenta como un gran campo dedicado al conocimiento y análisis de los territorios. De análisis, si se me permite, de la realidad del territorio, es decir, del territorio ahora. El conocimiento geográfico es un conocimiento socio-históricamente construido y al que se puede acceder a múltiples niveles (tanto científico, como popular o personal -nadie conoce el territorio más que quien lo habita-). Así también el conocimiento es dinámico, como el mismo territorio es dinámico. Aquello que hoy es conocimiento de la geografía, mañana será de la historia. En este sentido: la historia es la geografía en el tiempo, la geografía es la historia en el espacio. Es esto lo que la transforma en un conocimiento de segundo orden, en contraposición con los conocimientos de primer orden, aquellos científicos. Los conocimientos de primer orden son producto de las ciencias – sean estas naturales o formales- únicas capaces de generar conceptos, teorías y leyes. El conocimiento de segundo orden toma los conceptos desarrollados por las ciencias y los utiliza para analizar la realidad de los territorios, para especular e intentar sacar conclusiones. En definitiva, la geografía escolar utiliza y comparte, a partir de la idea de "transposición didáctica" en el espacio de diálogo interpersonal del aula, los conceptos, teorías y leyes desarrollados por las ciencias específicas.

La geopolítica, como rama de la geografía, también nos va a ayudar a entender la realidad de los territorios, haciendo foco en las relaciones de poder que ocurren en él. Y, como adelanté, la tesis que vengo a defender es que la República Oriental del Uruguay está sufriendo una invasión. La invasión no es exclusiva a nuestro país, sino que, para entenderla, es necesario poner la mirada en procesos globales, sobre todo, los relacionados con la realidad de las fuerzas productivas y los flujos e intercambio de capital del sistema capitalista. Aquí vamos a argumentar que el capital financiero, dadas las nuevas formas de acumulación del capital, ha trastocado la realidad política de las naciones y está generado consecuencias nefastas para gran parte del planeta Tierra, que hacen peligrar la propia existencia del ser humano. Esto es, el capital financiero ha ocupado los espacios de ejercicio de poder, imponiéndose.

Vale centrarnos brevemente en el asunto del poder. Siguiendo lo que dice Gustavo Bueno (1991) en su “Primer ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas” (pp.274-310) podríamos distinguir entre concepciones políticas formalistas y materialistas. Las primeras se encargan de explicar el poder centrándose en las relaciones entre los sujetos, mientras las segundas defienden que la clave de las relaciones de poder está en la relación entre los sujetos y el territorio, la realidad material. La primera concepción aparece cuando explicamos las relaciones de poder desde supuestos psicológicos o sociológicos, por ejemplo, la voluntad de cuál o tal gobernante, filántropo o grupo de poder. La segunda está presente en la manera de pensar del dominio político causalmente determinado por las cualidades materiales de un territorio; por ejemplo, cuando decimos que el dominio de un territorio es determinado por la existencia de tal o cual recurso natural, estamos tomando esta vertiente. Nosotros vamos a hacer el esfuerzo por tomar el camino del medio y decir que la voluntad de poder, psicológica o sociológica, no se agota en la mera subjetividad, sino que, dialécticamente, se ejerce de frente, teniendo en cuenta, la economía política. El poder es poder sobre otros desde el poder sobre los bienes económicos de un territorio. O, dicho de otra forma, la voluntad de poder y dominio de los sujetos tiene una correlación directa en el dominio de las posibilidades de sobrevivencia de otros sujetos. Entonces, simplificando aún más, el dominio sobre los bienes básicos del territorio es dominio sobre la comunidad que habita ese territorio. Ese dominio implica cambios, dinámicas, en los territorios disputados o dominados; esto es, el dominio sobre los demás no se expresa solo en los demás, sino en la organización territorial, es decir, en los usos y funciones de los territorios. Afirmamos entonces: el dominio sobre nuestra comunidad y nuestro territorio ha alcanzado tal grado que puede catalogarse como invasión. El ejercicio de poder extranjero se da sobre múltiples ámbitos de la vida de la comunidad y determina las funciones del territorio. Existe un retroceso en el poder del Estado, quién, por sus funciones constitucionales, tiene el deber de encargarse del ejercicio de la soberanía sobre su territorio. El Estado es el encargado de disponer de qué forma se organiza, gestiona y desarrolla el territorio, con la obligación de proteger el medio ambiente y las actividades productivas. Pero, en los hechos, se ve condicionado para ejercer sus potestades. Lo novedoso de esta invasión es que no viene de ningún país en particular, sino que forma parte de un proceso subrepticio, más amplio, donde una clase social – la oligarquía financiera mundial- dispone de los bienes de la patria. Es que estamos en condiciones de decir que la dialéctica de clases está hoy distante de la interpretación marxista clásica: es hoy la oligarquía financiera mundial, apátrida y que ha hecho de la especulación y la usura su modo de dominio, la clase social hegemónica. Del otro lado están todos los pueblos del mundo, que ven sus particularidades (tradición, cultura, modo de vida) aplastadas por la injerencia abrumadora del posmodernismo tecnocrático. Decimos entonces que la dialéctica de clases del S. XXI es entre la oligarquía financiera mundial y los pueblos del mundo, que se defienden ante sus embates. [4]

El fenómeno de ascenso de la oligarquía financiera mundial corresponde el proceso de globalización económica y, sobre todo, con el de financiarización de la economía. El proceso de financiarización de la economía es el proceso por el cuál se ha dado un cambio en las lógicas del capitalismo. Implica que la obtención de ganancias pase de generarse a través de la producción de bienes y servicios tangibles, a generarse a partir de la compra y venta de activos, productos y servicios financieros. Entre las actividades del sector financiero encontramos a los bancos privados, a los seguros, a las bolsas de valores y a los fondos de inversión. Así, notamos que es mayor el movimiento de capitales (y de ganancias) en las actividades económicas vinculadas al sector financiero, que en las relacionadas a la obtención de materias primas o de industrialización. Es decir, cuantitativamente el valor de capitalización de las bolsas es mayor que el de la producción, así como el volúmen de las transacciones financieras está muy por encima del de las transacciones comerciales o de la inversión productiva.

Este proceso solo es posible gracias a la liberalización de la economía y a la eliminación de las barreras internacionales. Para la financiarización es necesario el constante flujo de capitales entre países, así como que los inversores y las instituciones financieras puedan operar a nivel mundial. Nada de esto sería posible sin la revolución tecnológica que, gracias a internet,ha llevado a un incremento en la movilidad y velocidad de los flujos financieros. Asimismo, ha llevado a la sofisticación de los instrumentos financieros, como las plataformas de trading, que permiten conocer, entre otras cosas, el valor de las acciones y su variación en tiempo real; así como crear nuevos productos financieros, como las criptomonedas y las NFTs.

Cuando se plantea que la financiarización busca mercantilizar todo y transformarlo en activos financieros, se hace referencia a que, muchos aspectos de la economía que tradicionalmente no se consideraban como mercancías o bienes financieros intercambiables, son convertidos en instrumentos financieros negociables. En el contexto de la financiarización se tiende a tratar una amplia gama de activos, como puede ser la vivienda, la deuda, recursos naturales, o incluso futuros ingresos, como productos que pueden comprarse, venderse, intercambiarse y utilizarse como fuentes de ganancias. Todo esto implica una expansión de la lógica y las prácticas del mercado financiero a esferas que antes no estaban sujetas a estas dinámicas. Es el caso de los recursos naturales (petróleo, gas, metales, alimentos, etc) que se intercambian en el mercado financiero como “commodities”. Se puede especular con ellos y obtener ganancias mediante la compra y venta de contratos futuros. Lo mismo pasa con el agua, ya que se van generando mercados de derechos de agua, donde los derechos del uso del agua se compran y venden como inversiones. No quiere decir, por ejemplo, que cuando se compre una tonelada de soja, o carne, en el sistema financiero, venga un camión a traerla al frente de tu casa. Quiere decir que aquel que invierte en este commoditie tiene contratos de producción y venta, y puede especular comprando y vendiendo los contratos, dependiendo de los cambios en su precio internacional.

Es la financiarización entonces la causa de que el capitalismo productivo se haya transformado en un capitalismo especulativo, “capitalismo casino”, donde lo que se busca es ganar y vender generando ganancias en el más corto plazo. En ese sistema mundo está inmerso el Uruguay. El auge de los capitales financieros de la oligarquía financiera mundial, ha avanzado tremendamente post 1989. Hay que tener en cuenta, de todas maneras, que esto no anula la dialéctica de Estados, esto es, no implica el final de la historia como lo planteara el demoliberalismo de los 90 con Fukuyama a la cabeza. Sobre todo, la dialéctica de Estados no desaparece porque son ellos los que siguen teniendo el monopolio del poder (al menos, por ahora). Hay que destacar que los capitales de la oligarquía financiera mundial se relocalizan, generando nuevas lógicas de metrópoli – colonias. Hoy en día la metrópoli, indudablemente, es China, y son colonias tanto América, como Europa y África, aunque sí con diferentes capacidades. China es la metrópoli porque es quien posee el gran poder industrial, además de ser el principal socio comercial de América y África, y avanzar en su dominio estratégico. En el caso de Uruguay, China es el principal comprador, con un 28% del total, al que vendemos sobre todo ganado, productos cárnicos y soja que utilizan como ración para animales. [5]

Pero el auténtico poder de decisión mundial está dirigido por una constelación de corporaciones que, mediante el manejo de las inversiones a gran escala, son capaces de controlar la economía mundial, incluso dando golpes económicos, si fuere necesario. Las tres esferas de poder más importante que controlan son: la esfera del poder económico y financiero, la esfera del poder militar y la esfera del poder científico.

En nuestro país se les ha abierto la puerta a estos capitales a partir de un proceso de transformación institucional y normativa. Junto con las leyes de zonas francas, que permiten que las empresas no dejen un centavo de lo que se llevan del país creando territorios autónomos para las empresas dentro del territorio nacional, y la ley de Puertos, que privatiza la ventaja estratégica, razón de ser al Uruguay; hay que nombrar a la “Ley de promoción y protección de inversiones” que generan contratos que se toman como una ley suprema firmados sin ningún tipo de consulta popular. Explicaba el gran Enrique Viana que no hay ninguna base legal ni constitucional para firmar contratos de inversión. No existe disposición legal que contemple la firma de este tipo de contratos, por lo tanto, no son contratos de derecho. Sirven como mecanismos que atacan directamente la soberanía sobre el territorio, comprometen los recursos naturales e implican deudas para el país de decenas de años, amén que limitan la posibilidad real de negociar con las empresas multinacionales. Ejemplos de estos contratos son los de la Empresa UPM, Montes del Plata, Katoe Natie, y ahora los nuevos contratos por el tema de la producción de hidrógeno verde. Además, al sustentarse en tratados bilaterales de inversiones, estos contratos de inversión se transforman en inapelables, so riesgo de acabar en un litigio internacional. Es el caso que hoy pasa con la empresa minera Aratirí, que, por tener una oficina de operaciones en Londres, se ampara en el tratado bilateral con el Reino Unido para demandar al Estado Uruguayo por millones de dólares. [6]

Sumemos también el papel de los organismos multilaterales, que son quienes presionan al Estado para tomar iniciativas en uno u otro sentido. Por ejemplo, el caso del Banco Mundial (BM), con los préstamos preferenciales para el desarrollo de la actividad forestal, aunque también podemos hablar de las condiciones del Banco Interamericano de Desarrollo y en menor medida el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA) . Los cambios propiciados por el fomento del BM a la forestación han sido el puntapié del gran cambio productivo en el que se ve imbricado el Uruguay. En los últimos 30-40 años la forestación pasó de ser una actividad marginal cuya producción era destinada a los aserraderos, a poseer, hoy, la planta de celulosa más grande del mundo, que está, para colmo, ubicada en un río interno. En estos dos años hemos caído en la cuenta de otra encrucijada: la del hidrógeno verde. A raíz de las sanciones económicas y los cambios relacionados a la transición energética impulsados por la promoción de la ideología del calentamiento global, se están buscando nuevas formas de generar energía. El caso del hidrógeno verde es el de un combustible que se fabrica utilizando millones de litros de agua pura del acuífero guaraní, que se transforman en metanol. [7]

Es que el Uruguay fue elegido por sus propiedades ecosistémicas ya no para enfocarse en la ganadería sino para producir celulosa y combustible. Para lo primero, los eucaliptos aprovechan un clima mucho más benigno que el de donde son originarios y suelos fértiles, pero para ambos proyectos la clave es el agua. Es el agua, hoy, el recurso clave que posee nuestro país, tanto por su extensa red fluvial como por su acceso al acuífero guaraní. La invasión de estos capitales trasnacionales tiene el beneplácito de la clase política que se ve beneficiada subrepticiamente por esas inversiones y condicionadas por los organismos de crédito que la promueven. Mientras tanto, las actividades agrícolas pasan a un segundo plano.

Es que la tenencia está estrechamente ligada al subdesarrollo. Y, desde los gobiernos del Frente Amplio, se ha dado, de hecho, una “contrarreforma agraria”, donde, por vía de la excepción, se han vendido millones de hectáreas al capital especulativo. Según el informe “Sobre la aprobación de Sociedades Anónimas en el Sector Agropecuario” del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) [8] del 2020, entre 2000 y 2019 se habían vendido 8,6 millones de hectáreas, de las cuáles 6 millones de hectáreas habían sido vendidas a sociedades anónimas, la mayoría extranjeras. Si bien se reglamentó que, por la ley Ley N° 18.092, se combatiera el anonimato de la propiedad de la tierra, por medio de un decreto se reglamentó una serie de excepciones que se convirtieron en regla. Por medio de las excepciones campeó el capital financiero, ya que incluyó a las AFAP, las sociedades comerciales de capital representado por títulos al portador que coticen en la Bolsa de Valores, fiduciarios de fideicomisos, entidades del exterior que coticen en bolsas, fondos de pensión o jubilación, sociedades anónimas, sucursales de entidades del exterior, fideicomisos y fondos de inversión, etcétera. Así, hoy tenemos el hecho de que empresas son propietarias de, al menos, el 40% del territorio nacional. Entre entras empresas, obviamente, se destacan las forestales, siendo UPM por medio de Forestal Oriental el mayor terrateniente del país, seguido por Eufores (también forestal), Union Agriculture Group (UAG), Montes del Plata y Agronegocios del Plata. Por lo tanto, la invasión también es material en cuanto ha sido prioridad el acaparamiento de tierras productivas.

A la cuestión de los cambios en la forma productiva de la tierra, entra un mecanismo financiero nuevo, que es el de los bonos verdes, que prevén el aumento o disminución de las tasas de interés de los préstamos asumidos dependiendo de las emisiones de CO2. Es que el calentamiento global ha sido el mascarón de proa para que se relocalize la producción, a la par de que se de una transformación energética que revaloriza el litio y las tierras raras frente a los combustibles fósiles. En la dialéctica de Estados hay una detrimento de los Estados que, respetando los mandatos de los organismos internacionales, se dan un tiro en el pie.

Así también se han dedicado al dominio de las infraestructuras que permiten la logística del país y su conexión con el mundo. Es el caso del Puerto, en específico, pero también del ferrocarril central. En cuanto al puerto, mediante contrato secreto con las empresas belgas del Grupo Katoen Natie (KNG), se extendió por 50 años la concesión para gestionar la Terminal Especializada de Contenedores del Puerto de Montevideo. Este hecho viola flagrantemente lo que se propone en la ley de Puertos, ya que se da un monopolio de hecho, desconociendo la normativa que propone la libre competencia. El acuerdo se firmó tras que la empresa amenazara con un juicio internacional, basándose en el Tratado bilateral de inversiones entre Uruguay y Bélgica- Luxemburgo. De hecho, la empresa KNG instalada en el Puerto de Montevideo en el 2001, permanecerá por 80 años corridos, y la Asociación Nacional de Puertos se verá disminuída en sus funciones y previendo obras para la multinacional que no fueron cuantificadas técnicamente (como lo que pasó con el Ferrocarril central, que terminó costando casi el doble de lo previsto en primera instancia). Para colmo, Montecom, otra empresa portuaria, dado el acuerdo con KNG, también podrá apelar a un litigio internacional que puede costarle al Uruguay millones de dólares. [9]

Mención aparte merece el caso de las PPP – Participación público privada-, otro de los mecanismos por el cual se da la entrega de la soberanía y el avance de la inversión privada. En las PPP, por ejemplo, el caso del ferrocarril central, el “tren de UPM”, la participación implica que lo público sea el pago por el costo de la obra y lo privado sea su uso. Las PPP terminan siendo más costosas que endeudar el Estado directamente, ya que termina pagando una tasa de interés implícita por la entrega de la infraestructura , muy superior a la que paga por las emisiones regulares de deuda.[10]

Hoy en día, se proyecta bajo este mecanismo la concesión del proyecto Arazatí, que busca bombear agua desde el Río de la Plata al área metropolitana, y puede ser, de hecho, la privatización en el control del agua con una obra pagada con recursos del Estado Uruguayo, las AFAP y los bancos públicos. [11]

Podríamos también hablar de cómo los organismos internacionales manejan mediante la presión económica muchos otros aspectos de la vida del Estado Uruguayo, a saber: la modificación en las políticas jubilatorias, la política monetaria, el cambio de matriz energética, la reforma judicial, o la propia “transformación educativa”, de la que ya me he encargado en otras ocasiones (ver mis artículos titulados “Autopsia a la escuela republicana” [12]). Asimismo podríamos hablar como la búsqueda de la destrucción del Estado es también llevada a cabo mediante el desmembramiento del tejido social y la aplicación de ideologías de subordinación, propagandeada gracias a los medios masivos de comunicación. Es el caso, por ejemplo, de la “ideología de género” que destruye al núcleo básico de toda comunidad: la familia; y del neoliberalismo, que pretende hacernos creer que todos los problemas se solucionan dejando entrar a capitales privados y desmantelando al Estado. Pero seguir enumerando estas situaciones haría aún más extenso el texto. Quiero que el énfasis quede en lo siguiente: el capital trasnacional, de la oligarquía financiera global que maneja los mercados financieros, se ha encargado de aplastar la soberanía nacional imponiendo sus propios planes y programas. Y es que, desde la congregación de la comisión trilateral, pasando por el Club de Roma, el Club Bilderberg y el Foro Económico Mundial, el objetivo ha sido claro: generar un nuevo orden mundial, invadiendo la autonomía de los Estados Nación.

El papel de Uruguay en este nuevo orden es el de proporcionar el agua que se necesita para los procesos productivos de la celulosa y la obtención de energía mediante el hidrógeno verde. Es esta realidad la que determina el cambio histórico, que busca disminuir la actividad ganadera en detrimento de estas otras actividades, incluso utilizando argumentos pseudocientíficos para hacerlo. No se hace esto porque exista un proyecto país, se hace porque lo imponen los invasores.

4. Desafíos.

Llego a esta última parte, procurando que sea más escueta que las anteriores. Desafíos a futuro para no desaparecer ante la invasión es lo que hay que pensar. Y para hacerlo podemos hacerlo apelando a los tres tiempos históricos: la corta, la mediana, y la larga duración.

En la corta duración solo podemos esperar a generar hechos políticos que sirvan de defensa de nuestra soberanía nacional y nuestros recursos. En este plano se enmarca la reforma de Uruguay Soberano que busca regular los contratos secretos. También aquí se encuentra la concreción de fuerzas políticas, que puedan generar representantes honestos que pongan un freno al globalismo desenfrenado que avanza sobre nuestro país. En este corto plazo la militancia es la clave, pues el objetivo debe de ser reconstruir el entramado político comunitario y hacernos responsables de nuestra Patria. Es que el concepto de Patria no tiene buena fama, a causa de la propaganda en su contra de los poderes invasivos. Pero, de hecho, la Patria es la síntesis entre el territorio y el pueblo que lo habita. Pero debe de existir indispensablemente para que exista la Patria la autoconciencia del pueblo sobre la misma, el sentido de pertenencia, compartido, en la comunidad. Existe una unión entre objeto y sujeto, entre elementos materiales e ideales. De ahí, sumamos, la importancia de invertir (no solo económicamente) en nuestra cultura, pues la defensa de la nación frente a la invasión depende del nivel cultural de la comunidad. Es que, de hecho, la invasión tiene varios frentes y, aunque nos hayamos centrado, en el presente texto, en el frente material, también se da en un ámbito espiritual, guiando las fuerzas anímicas.

En la mediana duración es necesario que el país genere un proyecto país. Es imposible el desarrollo nacional sin tener planes y programas que vayan en una dirección clara. Lo lógico sería proyectar al país con sus ventajas y sus carencias a largo plazo. Implica que pensemos, comunitariamente, qué queremos a futuro; no que repitamos recetas ajenas, o recomendaciones de tal o cual poder extranjero. Aquí, personalmente, pienso que es esencial volver a repensar la necesidad de una reforma agraria, donde la renta diferencial de la tierra pueda ser explotada en una producción agroecológica. Para eso puede, perfectamente, reformularse el Instituto Nacional de Colonización, por ejemplo. Tenemos el ejemplo de Países Bajos, con un territorio similar al de Tacuarembó siendo el segundo mayor productor de alimentos del mundo, que,a parte, demuestra la necesidad de invertir en innovación y tecnología agrícola para el mejoramiento de la producción. El cambio a seguir no podrá ser una vuelta atrás al modelo de ganadería extensiva, que reduce el territorio a latifundios pastoriles con cuasi nula tecnología agregada. Se debe plantear la diversificación de las actividades agrícolas, que nos posicione como un productor de alimentos especializados y de calidad para todo el mundo. Tomar el ejemplo de la agricultura agroecológica que existe rondando el área metropolitana, donde los establecimientos son pequeños o medianos y existen muchas familias productoras (es curioso, Montevideo y Canelones no son solo los dos departamentos con más población urbana, también son los que poseen mayor población rural). Tenemos las condiciones ambientales: el agua, el clima y el suelo para lograrlo. Deberá entrar en los planes que creemos cuál será el peso del sector servicios, así como cabe volver a pensar cuál puede ser el papel industrial de Uruguay, el cómo agregarle valor a nuestra producción. Claramente, es una construcción que puede llevar tiempo y todas estas ideas deberán ser desarrolladas desde abajo (pues sabemos: si viene de arriba, viene de afuera) si lo que se pretende es que no “nos coman los de ajuera”.

El tercero es recuperar el destino integracionista, de nexo, que había planteado Artigas y recuperado por muchísimos pensadores durante el siglo XX. Es necesaria la unificación en una federación para poder realmente participar en la dialéctica de Imperios a nivel mundial. Hoy en día vemos que los grandes espacios son dominados por Estados- civilización. Tenemos la posibilidad de recuperar la idea de hispanoamérica, o de iberoamérica o, siendo incluso más ambiciosos, de iberofonía: un imperio que aglutine los países que hablan español y portugués, las dos únicas lenguas universales mutuamente comprensibles a gran escala. presentes en todos los continentes excepto la Antártida. Sobre todo bajo la idea federada, con preponderancia en América del Sur, pero con una igualdad entre sus componentes (es decir, sin lógicas intraimperiales de centro-periferia / metrópoli- colonia). Solo esa sería una estructura geopolítica capaz de estar a la altura de disputar la hegemonía mundial a los imperialismos depredadores anglosajón y chino-comunista. Servando Cuadro (1954) explicaba en su columna “Los trabajos y los días” reproducida en el semanario Marcha, y recopilada póstumamente, cuáles son las razones por las que Uruguay debía ser el nexo integrador que llevará a la Federación hispanoamericana, porque debería ser nuestra tarea histórica específica: “a) Porque es la que nos llenará de gloria y de bien, al decir de Rodó. b) Porque es la que nos permitirá acreditar, por hechos y creaciones, un puesto eminente e imperecedero en la Historia del mundo. c) Porque es la que nos consentirá compensar con la realidad nuestra irremediable falta de cantidad. d) Porque es la que nos dará un puesto de primer orden en la Federación Hispano Americana (...) lo que a su vez nos permitirá insuflarle a la futura gran nación (...) una pronunciada vocación de justicia y una fina pero implacable exigencia cristiana (porque todos los hijos de mujer somos hermanos y hemos de recibir y darnos tratamiento de hermanos) y e) Porque a su vez, esa gran tarea histórica, sobre todo si la realizamos determinados por un ideal nacional, ha de curarnos de nuestras actuales y desagradables neurosis de angustia y hastío, y ello no porque nos procure “placeres”, sino porque nos llenará de alegrías: precisamente de la alegría profunda e inefable de sentirnos luchando y preocupados, no por nosotros mismos, cosa que seca y deforma las almas, sino por una creación inmensa y eterna que ha de enriquecer el mundo y que, en nosotros mismos por servila -y tanto más si por ello tenemos que realizar algunos sacrificios- ha de tener una eficacia liberadora.”

Y es que, mientras la dialéctica de imperios siga su curso, y nosotros tomemos la vía de la neutralidad, tenemos el espacio temporal para conformarnos como una nación-civilización, más allá del egoísmo de las fronteras nacionales. Puede esto sonar como una gran utopía, o puede parecer que uno es un “chiflado” al proponerlo, pero esta es la realidad: el mundo va hacia la configuración de grandes espacios territoriales, a un régimen “multipolar”, donde sobrevivirán, como tales, solamente los Estados civilización que sí tienen un proyecto a largo plazo. Nosotros podemos entrar a ese contexto histórico como estamos ahora, como enanos, débiles y disminuídos, o procurar expandir nuestro horizonte de sentido y generar un gran bloque de poder para hacernos valer en el contexto mundial. Pero, obviamente, primero tenemos que barrer dentro de casa. Y no alcanza con esconder la mugre bajo la alfombra.

Esta es mi visión de la geopolítica del Uruguay. Espero que estas palabras sirvan para la reflexión.

Referencias:

[1]- “Instrucciones del Año XIII”. Disponibles en: https://www.museofigari.gub.uy/innovaportal/file/32826/1/instrucciones-d...

[2]- Sobre la historia de la inmigración Vasca en Uruguay: http://vascosuruguay.gonarin.com/

[3]- Para profundizar en la historia de la ganadería en Uruguay recomiendo “La ganadería en Uruguay 1911-1943” de Magadalena Bertino y Héctor Tajam. Disponible en: https://iecon.fcea.udelar.edu.uy/images/publicaciones/80/dt-03-00.pdf

[4]- Esta tesis es defendida por Marcelo Gullo en, por ejemplo, “Los tres tableros del ajedrez mundial y el futuro de la hispanidad” Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=pnRozLCnwzg&t

[5]- Datos tomados del “Informe anual de comercio exterior 2022” de Uruguay XXI disponible en: https://www.uruguayxxi.gub.uy/es/centro-informacion/articulo/informe-anu...

[6]-Tomado de “El gobierno puede perder 4 millones de dólares por aratirí” https://www.ambito.com/uruguay/el-gobierno-puede-perder-us-4-millones-ar...

[7]- Recomiendo el análisis que realiza Hoenir Sarthou en el artículo “¿Destino Africano?” del 15/06/2023 en semanario Voces. Disponible en http://semanariovoces.com/destino-africano-por-hoenir-sarthou/

[8]- Disponible en: “La mayor extranjerización de tierras en la historia del País”. Sudestada, 18/01/2021 https://www.sudestada.com.uy/articleId__8de24215-7365-44b7-8cdc-130bcbf1...

[9]- Para un análisis pormenorizado de los aspectos jurídicos de este contrato recomiendo “El acuerdo portuario de Uruguay con Katoen Natie” del 29/05/2023 en semanario Voces. Disponible en: http://semanariovoces.com/el-acuerdo-portuario-de-uruguay-con-katoen-nat...

[10]- Un análisis jurídico de la ley de PPP se puede encontrar en http://revistaderecho.um.edu.uy/wp-content/uploads/2012/12/Schiavi-La-pa...de-infraestructuras-y-servicios-relacionados-en-el-uruguay-Primeras-reflexiones-sobre-la-Ley-N-18.786.pdf

[11] - Sobre las implicancias del proyecto Arazatí, también llamado proyecto Neptuno, y sus críticas recomiendo Proyecto Neptuno: Una planta potabilizadora cuestionada de Iván Mourelle del 2/6/ 2022 Disponible en: https://www.lamañana.uy/actualidad/proyecto-neptuno-una-planta-potabilizadora-cuestionada/

[12]- “Autopsia a la escuela Republicana” fue una serie de tres artículos que escribí entre noviembre de 2022 y febrero de 2023 sobre la reforma educativa en el Uruguay. En el primero analizo los fundamentos filosófico- pedagógicos de la reforma ( disponible en: https://identidadsoberana.org/autopsia-a-la-escuela-republicana-1/ ). En el segundo analizo las imposiciones del BID en sus préstamos (disponible en https://identidadsoberana.org/autopsia-a-la-escuela-republicana-ii/). Y, en el último, se destacan al globalismo como ideología rectora de la reforma (https://identidadsoberana.org/autopsia-a-la-escuela-republicana-ii ).

Bibliografía:

Bacchetta V., Melazzi, G & Yohai W. (coord.) (2019) “La entrega. El proyecto Uruguay-UPM”. Montevideo: MOVUS.

Bueno, G. (1991) “Primer ensayo sobre las categorías de las Ciencias Políticas” Logroño: Biblioteca Riojana.

Cuadro, S. (1940) “En defensa de la Idea Socialista. Análisis profano del Dr. Emilio Frugoni” Montevideo: Editorial Charrrúa.

Cuadro, S. (1954) “Los trabajos y los días. Hacia la Federación Hispanoamericana” Montevideo: Editorial Nexo.

Methol Ferré, A. (1973) “El Uruguay como problema. Geopolítica de la Cuenca del Plata” Tercera edición Buenos Aires: A.Peña Lillo, Editor S.R.L. Prólogo de Alfredo Jauretche.

Trias, V. (1993) “Claves geopolíticas del Uruguay”. Obras de Viván Trías, tomo 8. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental