La necrodemocracia
“La necropolítica permite problematizar las lógicas políticas contemporáneas, donde se entrecruzan la violencia, el derecho, la excepción y la soberanía. Es decir, la necropolítica conjuga elementos discursos necesarios para el control de la población a partir de la construcción de: en los discursos de la guerra, el enemigo y el terror para la justificación de la excepción como única alternativa para el retorno a una normalidad social. (Brito-Alvarado X., Capito Alvarado, J. 2020. Neoliberalismo como necropolítica zombi. Argumentos: revista de crítica social, 22, 252-279.)
“La proliferación de armas y la existencia de mundos de muerte –lugares donde la gente se encuentra tan marginada que en realidad vive como muerto viviente son un indicador de que existe una política de la muerte (necropolítica) en lugar de una política de la vida (biopolítica) como la entiende Foucault” (Mbembe, A. 2011. Necropolítica. Santa Cruz de Tenerife: Melusina.).
Los autores del artículo citado, proyectaron con maestría teórica lo que ocurrió un tiempo después de haber redactado el mismo: "Para que la necropolítica se despliegue debe existir el estado de excepción tal como lo propone Agamben que justifique la implementación de medidas políticas que permiten al poder soberano eliminar a los sujetos que para sus intereses son innecesarios” (Ibídem, 15).
Sí bien el eje conceptual que plantean es por intermedio de la reafirmación del neologismo “necropolítica” deslizan un capítulo con respecto a lo que consideramos en verdad más central, la necrodemocracia, que se demostró palmariamente, pandemia mediante, mediante la gobernanza desastrosa en términos humanitarios de tantos gobiernos democráticos o que se jactan de ello, como el argentino:
“Giorgio Agamben (2006), denuncia en Homo sacer I, El poder soberano y la nuda vida, que los dispositivos jurídicos capturan la vida de estos sujetos. Por tanto, para Agamben, el mejor control poblacional es la democracia. El poder democrático implica que es necesario invisibilizar una serie de acciones que buscan encubrir determinadas violaciones de los derechos humanos” (Ibídem, 19).
Finalmente, al menos para resignificar el artículo, reconocerle su valor teórico, que vio más lejos lo que sucedió tiempo después so pretexto sanitario, recitaremos un pasaje nuevamente de Agamben, que sostiene lo que proponemos, la constitución del concepto subsiguiente de “necropolítica” el de “necrodemocracia”.
“Si existe una característica que puede definir a las actuales democracias y totalitarismos, es que cada vez se visibilizan sus intrincadas complicidades políticas para lograr el ejercicio del poder estatal mediante la implementación de discursos y políticas, para lograr la dominación de la población; así, el poder que recae en el “soberano es aquel que decide sobre el valor y el disvalor de la vida en tanto que tal” (Agamben, G. Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia: PreTextos.).
La responsabilidad concreta, efectiva y fehaciente de gobiernos y con ello, gobernantes, que se auto perciben como democráticos, debe ser descubierta o desenmascarada. En el clivaje del significante amo en que se sostienen tropelías gubernamentales, por atisbos democráticos, no podemos dejar de señalar la falta, la carencia, el agujero, que pandemia mediante, es ni más ni menos los miles de muertos que adelantaron su finitud, por obra y gracia de administraciones que en nombre de lo sacro y totémico de la democracia, vacunaron tarde y mal, saltándose en la fila para consagrar sus privilegios y de los suyos y condenando a mayor pobreza y marginalidad a los que aún sobrevivimos a una tragedia, claramente evitable en sus drásticos y dolorosos números que dan cuenta de ciertas necrodemocracias en las que habitamos.