El cinismo revelado de la “hegemonía benevolente”
Desde el colapso de la URSS, y el comienzo del orden mundial unipolar con EEUU como su centro, el término “hegemonía benevolente” ha entrado en el léxico de las relaciones internacionales y la geopolítica. El despliegue total de esta idea fue revelado en el ensayo de 1996, por los neoconservadores americanos, Bill Kristol y Robert Kagan: ‘Toward a Neo-Reaganite Foreign Policy’ (‘Hacia una nueva política exterior neo-Reaganita’). Su esencia es una excusa para que los EEUU prosigan por cualquier medio diplomático y militar que se crea que hará progresar los objetivos del imperio americano, en la base que a diferencia de imperios pasados, este no es uno basado en el prestigio del pueblo americano, o efectivamente en cualquier líder determinado, sino en cambio, en un conjunto de “valores y principios universales” que son supuestamente positivos para todos los que viven bajo ellos. Uno necesita solamente mirar a los neoconservadores mismos y llegará a la conclusión de que ellos ciertamente no representan los intereses del pueblo americano, pues sus operaciones internacionales raramente tienen algún impacto positivo para los hombres y mujeres trabajadores, y de hecho, a menudo engendra consecuencias negativas para ellos. Ni podría decirse que los neoconservadores ayudan al prestigio de un líder determinado, ya que su legado de guerras en Irak y Afganistán destruyó el legado presidencial de George W. Bush, y notablemente a su aliado británico, Tony Blair.
Esto es excusable, por supuesto, porque nunca se ha reivindicado por el poder establecido neoconservador que sus políticas están elaboradas con esas personas en mente. Ellos están en ayuda de una ideología, y porque muchos occidentales sufren bajo la desilusión de que esta ideología es benevolente en sí misma, entonces los medios que América usa para propagar y expandir su influencia también deben ser benevolentes. No obstante, lentamente, esta fachada está empezando a desmoronarse.
Tom Rogan, un analista de política exterior para la publicación neoconservadora National Review, recientemente escribió un artículo describiendo los ‘Tres modos por los que EEUU puede salvar a Siria’. Obviamente esto está en respuesta al hecho de que América está siendo derrotada en ese país, y la gradual reconquista de Alepo por el Ejército Sirio es justo el último golpe a los grupos rebeldes que agitan contra el gobierno legítimo. Si el presidente Assad termina con la insurgencia de terroristas, entonces, el imperio americano perderá no solamente en términos de sus objetivos originales geopolíticos que espolearon sus intromisiones, sino en términos de prestigio internacional, especialmente entre las naciones de oriente medio. A la luz de esto, hacen su sentido las urgentes recomendaciones de Rogan, pero en su celo, él da al mundo un dibujo muy claro de lo que parece la ‘hegemonía benevolente’.
La primera recomendación concierte al mercado de petróleo. Rusia, la contra-fuera clave para los EEUU en Siria, ha sido dañada económicamente por una bajada drástica en los precios globales de petróleo, Rusia está actualmente en conversaciones con miembros de la OPEP sobre la limitación de la producción de petróleo, que alzaría los precios de nuevo hasta niveles razonables. Rogan propone interferencias diplomáticas con este esfuerzo (principalmente implicando a Arabia Saudí) para hacer tanto daño a Rusia como sea posible. La zanahoria con la que él desea para a los saudíes, es la propuesta para para dar misiles tierra-aire a grupos rebeldes aliados en Siria, pero podría ser igual de fácil el envío de más cohetes para que las aeronaves saudíes ataquen funerales en Yemen.
Considerando cuánto de benevolente es esto; el objetivo declarado es herir a la economía de una nación soberana y por extensión a su pueblo, el medio es armar a grupos peligrosos dentro de una nación soberana para que puedan asesinar a más civiles y objetivos del gobierno.
La segunda recomendación es quizá la más alarmante, pues puede ser percibida como una amenaza terrorista directa contra la nación de Turquía y su presidente, Tayyip Erdogán. Rogan reconoce que tras el fallido golpe de julio orquestado contra el propio y supuesto aliado en la OTAN de EEUU, el país no confía en los EEUU, y está buscando el arreglo de relaciones con Rusia. Durante largo tiempo, las relaciones entre Siria y Turquía fueron sin duda negativas, pero según la guerra se ha alargado, y millones de los desplazados han anegado el otro lado de la frontera sin controles de movimiento, Ankara sabe que la estabilidad en Siria es de hecho vital para sus propios intereses de seguridad nacional, y de este modo se apartó de su posición previa en el conflicto. En respuesta a este revés, Rogan tiene la siguiente proposición:
“Aquí, el billete dorado de América son los kurdos, específicamente, apoyo armamentístico de EEUU a las milicias kurdas tales como el YPG radicado en Siria. En el presente, los EEUU matizan cuidadosamente su apoyo al YPG para apaciguar a los turcos. Erdogán teme que el apoyo de EEUU permitirá que el YPG y otras fuerzas kurdas desestabilicen la frontera sur de Turquía. Y hasta grado punto él está en lo cierto. Pero si Erdogán quiere jugar con nosotros, nosotros deberíamos jugar con él”.
En el caso de la gravedad de esto no sea clara, la insinuación es que si Turquía no termina de reconciliarse con Rusia y persigue una agenda agresivamente anti-Assad, los militares americanos deberían armar a grupos que sepan que pueden realizar ataques violentos contra el estado turco. ¿Hay alguna manera en que esto no pueda tomarse como chantaje vía terrorismo?, y si es así, ¿Cuán benevolente es semejante proposición?
La tercera recomendación es suministrar “transporte aéreo humanitario” a las áreas mantenidas por los rebeldes en Siria. Rogan rememora los transportes aéreos durante la era Bush a Georgia durante la crisis de 2008, pero hay una clave diferente entre los dos escenarios. En 2008, Georgia era una nación soberana padeciendo una disputa regional increíblemente compleja con provincias separatistas, pero no obstante, el gobierno allí invitó a la asistencia americana. Este no es el caso de Siria, donde el gobierno no ha expresado permiso alguno para que América incluso entre en su espacio aéreo, una, una norma internacional que la fuerza aérea americana ha estado violando desde hace un año. De hecho, a raíz del brutal asalto aéreo sobre Deir Ezzor que asesinó a 62 soldados sirios, el presidente Assad ha sido cada vez más estridente en hacer su caso de larga data, en que las potencias occidentales están trabajando mano a mano con el Daesh. Esta propuesta más que las otras dos anteriores acerca al mundo peligrosamente a un conflicto que nadie quiere ni incluso contemplar, según Rogan recomienda escoltar a esos “puentes aéreos humanitarios” con “patrullas de cazas” que desafiarían la superioridad aérea rusa. ¿Está sentando el trabajo preparatorio para una benevolente tercera guerra mundial?
Rogan termina su ensayo mediante la explicación de que el objetivo de esas piezas peligrosas de política exterior han de expresar que “América no está dispuesta a ceder Siria a Rusia”, aparentemente dejándose enredar en la fantasía de que América alguna vez poseyó Siria y ciertamente con un asombroso sentido de autoridad que toda la nación de Siria es algo que puede y debería ser poseído por América.
Este no es el primer ejemplo de este tipo de retórica que viene de los principales ‘think-tanks’ occidentales y revistas de política exterior que están intricadamente conectados en los trabajos del Departamento de Estado de EEUU, sin embargo es uno de los menos encubiertos. Incluso ni está presente la máscara de benevolencia en estas propuestas; son peligrosas, ilegales, y cínicas. Si Hillary Clinton gana la presidencia, ha dejado claro que este será el rumbo que ella tomará.
En un discurso secreto a Goldman Sachs que fue revelado por Wikileaks, Clinton admitió lo siguiente en relación a la zona de exclusión aérea en Siria:
“Se están volviendo más sofisticados gracias a las importaciones rusas. Tener una zona de exclusión aérea ha de eliminar toda la defensa aérea, mucha de la cual está en áreas pobladas. Así que nuestros misiles, incluso si son misiles lanzados a distancia, para no poner en riesgo a nuestros pilotos, vamos a asesinar a un montón de sirios”.
Y sin embargo, incluso con esta comprensión, Hillary Clinton mantiene apoyo para el establecimiento de una zona de exclusión aérea. Donald Trump por supuesto representa la antítesis de semejante política exterior arriesgada, abandonando los compromisos de los neoconservadores y su ideología, para enfocarse en los diferentes problemas internos que su país afronta. Aun así, no podemos depender de una victoria de Trum, por ahora todos somos conscientes de la habilidad de la campaña de Clinton para poner a todos sus amigos y colegas en los medios orwellianos, así como rebajarse a incluso medios más subversivos para amañar el resultado electoral. Debemos asumir lo peor, y de ese modo debemos asumir y anticiparnos a la presidenta Clinton y su cobarde aproximación a la geopolítica. Deconstruir el mito de la ‘hegemonía benevolente’ es una parte importante de esta anticipación, y escritores como Rogan ayudan con este esfuerzo por su torpe incapacidad para enjoyar la fea realidad de los designios atlantistas sobre oriente medio y ciertamente sobre el amplio mundo.
Suprimiendo la pretensión de benevolencia, esto es sólo hegemonía, y cuando miramos a sus consecuencias no sólo por la gente que sufre en Siria, sino también en Yemen, Afganistán, Irak, Libia, Ucrania, etc., entonces quizá esos medios deberían ser más correctos y por el contrario, considerar tales proyectos como una ‘hegemonía malvada’.