AMLO y Sánchez: Presidentes de la distracción masiva
En vista de la polémica generada por las declaraciones del actual presidente de Méjico, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con relación a su exigencia de disculpas desde el rey de España y el Papa de Roma por la conquista de América, aquí expongo un artículo respuesta, pero desde el ámbito político y en la actualidad, frente a una visión historicista, anacrónica y de fuerte sesgo partidista que luego veremos dónde tiene su encaje.
Comienza la polémica
La polémica estallaba el pasado 25 de marzo cuando se hizo público por AMLO su exigencia de disculpas por la conquista de América hace 500 años, tanto desde el rey de España como desde el Papa de Roma porque según él, la conquista se hizo con la cruz y la espada y para que “hagan un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se llaman como derechos humanos”. La respuesta que recibió por comunicado del Gobierno de España fue que: “La llegada, hace quinientos años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.
Ahora bien, hagamos memoria puesto que en enero de 2019, AMLO visitó España y allí recibió, de manos del presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez, la partida de nacimiento de su abuelo materno, nacido en Ampuero (norte de España). Y tanto él, como su mujer, Beatriz Gutiérrez Müller, con ascendencia alemana, no parecen los ejemplos más originarios en Méjico como para erigirse en representantes “indígenas” y exigir disculpas a otros por acontecimientos de hace 500 años que son juzgados a la luz de ideologías del hoy.
Armas de distracción masiva: España
Siguiendo por la línea de la política actual y a propósito de la mención a Pedro Sánchez, presidente de Gobierno de España, encontramos una peculiar coincidencia (o no tan peculiar) entre AMLO y Sánchez. Hagamos un poco de memoria y vayamos hasta junio de 2018, cuando Pedro Sánchez llegó al puesto presidencial tras una moción de censura. Él se había auto-erigido como el defensor de los derechos sociales y su gobierno venía -según él- a dar la vuelta a todas las políticas anti-sociales y de austeridad realizadas desde 2011 por el presidente Mariano Rajoy. Hasta aquí todo parece el clásico relato de un político proveniente de un partido que dice ser socialista.
No obstante, desde el mismo junio de 2018 ya lanzó el órdago que ha perseguido a Sánchez en todos estos meses: Quiere exhumar la tumba del General Franco, y sacarle del Valle de los Caídos. En principio, incluso algunos cazadores de bulos en internet afirmaron que el presidente Sánchez jamás dijo eso, que jamás se iba a hacer, etc. Es cierto que sacar a Franco de su tumba tras 44 años allí, no parece la política social de mayor actualidad, ni nada que vaya a resolver problemas de vivienda, salarios, y mejore derechos laborales y sociales, por lo cual, hubo extrañeza y reticencias a creerse tal cosa pero, era cierto, y de repente el presidente y su vicepresidenta, Carmen Calvo, se lanzaron a la campaña mediática a favor de la exhumación de Franco como prioridad del gobierno.
Desde entonces algo que parecía absurdo e innecesario, se convirtió en portada en todos los medios, sea televisión, radio, y redes sociales. Todo estalló. Franco sí, Franco no. Franco dentro, Franco fuera, etc. De repente pareció que millones de españoles cayeron en ese debate impulsado conscientemente desde el gobierno de Pedro Sánchez. Y la situación por supuesto fue calentándose, y por el principio de acción inicial – respuesta superior, se fue escalando en tensión social. Unos grupos minoritarios a favor de la exhumación pensaron que era su momento de hacer su justicia. Y por el otro lado, grupos a favor de Franco salieron de nuevo para “luchar contra los rojos”. De nuevo ya estaban los bandos hechos.
Si esto se mira desde la politología, la conclusión debiera ser que aquello fue una distracción masiva de manual puesto que era un asunto altamente polarizador y fuera de toda actualidad, así como de previsible asunción por parte de grupos tan radicales como marginales que conducirían a una escalada general. Por supuesto, ni politología, ni sentido común, ni actualidad hubo en torno a esta pretensión del gobierno de Sánchez. Además, se encontró con resistencias constantemente que le frenaban su exhumación. ¡Tanto mejor! - pensaría Sánchez, pues así su distracción no solo duró todo el verano de 2018, sino que también llegó hasta Navidades, e incluso más se extendió y lo último que fue decretado por el gobierno es que Franco será exhumado el 10 de junio de 2019.
En conclusión, todo el tiempo de Pedro Sánchez como presidente de Gobierno ha estado marcado por sus intentos de exhumar a Franco y la constante tensión entre partidarios y detractores de la medida. Y si un lado dice palabras fuertes, el otro lado responderá con palabras aún más fuertes. Mientras tanto, no hay debates tan enardecidos en torno a los problemas que de verdad son actuales y que de verdad marcan el destino de los españoles. En último lugar está la cuestión de los que dicen ser/sentirse represaliados por el franquismo y ni siquiera habían nacido o eran muy niños. Pero claro, en cuanto a propaganda queda más lindo si estás “con los que sufren”, en vez de ser alguien que llegó cuando ya todo se acabó y ahora parece que quiere colgarse unas medallas. Esto es especialmente habitual entre los partidos de “izquierda”, puesto que su acción política se centra continuamente en la dicotomía oprimidos-opresores, ergo buenos-malos.
Armas de distracción masiva: Méjico
Volviendo al tema mejicano con el que empezamos. Desde luego que las reivindicaciones de AMLO encajan totalmente en el esquema anteriormente enunciado puesto que es otro tema altamente polarizador, fuera de toda actualidad, así como de previsible asunción por parte de grupos tan radicales como marginales.
¿Acaso no tiene Méjico verdaderos problemas como la emigración masiva, narcotráfico, secuestros, asesinatos y corrupción política? Por mencionar los más mediáticos de todos, aunque también se encuentran otros como los problemas en educación, sanidad, condiciones laborales, explotación de recursos naturales, etc.
Uno se puede preguntar en este contexto, ¿qué es más problemático, un país repleto de políticos corruptos y asolado por narcotraficantes, o preocuparse por un acontecimiento de hace 500 años? Parece que lo primero, pero AMLO se ha ido por lo segundo, y además descontextualiza su evento seleccionado de todo lo anterior y posterior, lo cual también es otra clásica táctica de manipulación puesto que los acontecimientos ocurren en un contexto histórico. Sin el contexto, se puede manipular cualquier acontecimiento a favor de la postura política que sea. Esto lo abordaremos más tarde, porque es historia, aunque para los resucitadores de fantasmas se convierte en una conveniente herramienta de política actual.
En definitiva, estas estrategias de manipulaciones deberían ser identificadas y puestas en cuarentena, para impedir que cualquier político, venga de donde sea, utilice algún tipo de distracción masiva puesto que en palabras muy directas esto es como trasladar una pelea nocturna de borrachos en un sucio y oscuro callejón a una cátedra universitaria donde se espera que haya amplio conocimiento para debatir entre personas de larga trayectoria intelectual.
Recordemos: Asunto polarizador y anacrónico. Reivindicación de una minoría radical. Respuesta de otro grupo minoritario y radical pero de orientación contraria. Acontecimientos mediatizados como si aquello fuera el sentir general de la sociedad. La escalada aumenta sin cesar. Más mediatización. Y al final, la mayoría de la sociedad aceptando el debate porque una vez que se pasa cierto punto de inflexión, la polarización lleva a que cada persona esté en una posición a favor o en contra, sin otras posibilidades, porque así se controla el cauce del debate (orilla izquierda – orilla derecha, si hubiera más orillas no sería un cauce).
Y en último lugar, igual que acabamos el epígrafe anterior, aquí también volvemos a encontrarnos con la necesidad (por parte de los distractores) de incluirse entre “los que sufren”, es decir, entre los oprimidos (los buenos), y por tanto hay que luchar contra los opresores (los malos). En el caso anterior la edad era un factor determinante para quedar fuera o dentro del colectivo oprimido, y en este caso, los ancestros. Igual que haber nacido mucho después de la muerte de Franco imposibilita que uno pueda considerarse luchador antifranquista, en este caso, tener ancestros españoles o más ampliamente, europeos, parece que limita la auto-calificación como “indígena” pero la solución a ese aparente problema la veremos justo después.
Culpar a otros de los errores propios
Es muy común entre todos los políticos la acusación hacia otros (normalmente hacia rivales políticos) de los males propios. Si hay una situación desgraciada, la culpa necesariamente es de “los otros”. Es mucho más cómodo que responsabilizarse plenamente de un error propio porque eso significaría reconocer que uno mismo no es perfecto y claro, ¿qué político relevante y su partido no se han creído infalibles una y otra vez? Lo de reconocer un error queda si acaso para cuando a nadie le importe y así pueden ajustar lo poco de conciencia que les quede. En esto es especialista la política estadounidense, nunca aceptan que se han equivocado, salvo que sea un intento por lavar su imagen cuando el tema del que se disculpan ya no es tan importante.
En este sentido, los fantasmas políticos son las herramientas más útiles para políticos ineptos, puesto que permiten cargar las culpas a otro y que sus partidarios asuman fácilmente que la verdad es lo que se les ha dicho desde arriba. Culpar a Franco en España o culpar a España en América están entre esos fantasmas políticos. Siempre funcionan, en mayor o menor medida, y sirven para culpar a otro a modo de grandes fantasmas políticos. Luego también tenemos uno pequeño y clásico: Culpar al gobierno anterior. Y otro más: Culpar a la oposición y/o a otro país. No cabe introspección ni revisión.
Precisamente las negligencias propias son lo que abren lugar con mayor probabilidad a vulnerabilidades reales y éstas acaban por estallar en problemas tanto de manera natural como impulsados externamente. Pero cuando se trate de dogmáticos demagogos en política, la culpa siempre será de otro y habrá nula capacidad de recapacitación sobre lo que han hecho. Un típico caso “de izquierdas” es el siguiente: “El obrero vota a la derecha, ergo, el obrero es idiota y necesita ser educado (en dogmas izquierdistas)”. Por la “derecha” la típica excusa es culpar al gobierno anterior de la mala herencia recibida.
Unas pinceladas de historia
Según mencionamos en párrafos anteriores, es muy importante contextualizar los acontecimientos históricos. La historia es como la corriente de un río que siempre fluye y recibe múltiples afluentes; por el contrario, la historia no es el agua que quepa en un pequeño vaso. Si acaso, dicha historia es la historia a medida de intereses partidistas, para mostrar pruebas sesgadas a propósito de sus pretensiones políticas. Esto parece evidente, casi de sentido común. Igual que una persona no puede descontextualizar un evento de su vida porque está dentro de su propia corriente histórica que es su vida.
Así visto, tenemos al presidente mejicano sumándose a una corriente “indigenista” que tiene por piedra angular acusar a España de todos los males habidos hace 500 años en América. Todo se centra en torno a aquello y todo queda allí. Es como si no hubiera sucedido nada antes, y nada después. Y además todo es un conjunto homogéneo: Si algo ocurrió en un lugar, se extrapola a todos los casos antes de analizarlos. Y esta dinámica funciona tanto en la leyenda negra como en la leyenda rosa. Pero ni toda la conquista fue por la espada, ni toda la conquista fue a base de acuerdos con diferentes tribus locales.
Por ello, antes de España tenemos un continente americano que de ninguna manera era tal como se le pretende representar actualmente por ese “indigenismo”: No había ningún tipo de unidad latinoamericana, ni indígena. Había multitud de pueblos y multitud de idiomas. Pero lo más importante, y alejándome de los habituales tópicos sobre sacrificios humanos y canibalismo en América, también había guerras, masacres y esclavitud entre aquellos que hoy son representados como pacíficos indígenas que fueron aplastados por una avalancha de españoles conquistadores.
Resulta por ejemplo que el imperio azteca no cayó por los 500 españoles con Hernán Cortés al mando, sino por una coalición de tribus oprimidas por los aztecas, que los usaban como esclavos así como para sacrificios en sus pirámides. Cortés aprovechó esa situación para aglutinar a los oprimidos y encabezarlos hasta Tenochtitlán y acabar con el poder azteca. Y aquí nos encontramos con varias falacias actuales como asociar indígenas con gente pacífica y decir que la caída de Tenochtitlán, de la capital de un imperio opresor esclavista fue una tragedia para Méjico, y de hecho Méjico existe en el siglo XIX, no en el siglo XVI. Y el Méjico actual ocupa mucha mayor extensión que aquella de los aztecas. E incluso mayor territorio ocupaba recién independiente hasta que a mediados del siglo XIX perdió más de la mitad de su territorio por la invasión estadounidense que por cierto AMLO no criticó ni tampoco ha exigido disculpas a los EEUU por su invasión.
Hay otro caso muy representativo de esta corriente sesgada y partidista, los incas. Pues éstos eran otra casta dominante, que gobernó y sometió a numerosos pueblos en los andes suramericanos. Los incas, por tanto, no fueron una panacea de libertad y derechos humanos. Y lo más importante, los incas no fueron más que otro eslabón en la historia de los pueblos andinos. Esto nos lleva también a la destrucción de otra afirmación sesgada y es la que dice: “Los españoles se impusieron con la espada y con la cruz” y que “construyeron sus iglesias encima de los templos indígenas”.
Ya que hemos mencionado a los incas y antes a los aztecas, invitamos a los lectores a examinar cómo esas castas dominantes se hicieron con el poder y si además, establecieron sus templos y ciudades encima de las ya existentes en sus pueblos conquistados. Tras ello se verá que incas y aztecas, por ejemplo, tampoco respetaban en el siglo XVI unos derechos humanos y unas libertades creados en occidente durante el siglo XX. Esto se conecta con otra típica acusación: “Nos impusieron su religión y su lengua”. A lo cual la historia del mundo muestra que todo conquistador lo primero que impone es su poder, y si también es civilizador, entonces impone su idioma y su cultura (religión incluida). Lo cual no es único de España, sino de cualquier otro episodio histórico, incluyendo los propios imperios “indígenas”, que se basaban en el poder de una casta superior sobre múltiples pueblos conquistados a los que se sometía cuanto menos a su poder, y después se les obligaba a tomar parte en su cultura, religión incluida.
Derecho de Indias y zonas marrones
Además del tiempo anterior a los españoles, también es crucial examinar el tiempo posterior a las independencias, y ahí veremos que sí tuvieron lugar realmente los genocidios planificados contra los indígenas por parte de las autoridades independientes. Mientras que durante los virreinatos españoles, desde la propia reina Isabel a comienzos del siglo XVI, y reyes posteriores encontramos las leyes de Indias (es decir, las leyes de Burgos por Isabel I, y las leyes Nuevas por Carlos I). Mediante estas leyes los monarcas españoles pretendieron proteger desde la península ibérica a los indígenas americanos de cualquier abuso. Además, en el siglo XVI fue notoria la actividad del derecho de gentes por la Escuela de juristas de Salamanca. Pero en los países independientes del siglo XIX, los “indios” representaban el atraso al progreso y por eso debían ser eliminados o modernizados por parte de los nuevos gobiernos independientes.
No obstante, pongamos que compramos plenamente el argumento de que las leyes españolas no se cumplían en América bajo la premisa de lo dificultoso que era la comunicación marítima entre ambos lados del Atlántico. Y aun con ello, tenemos que en los actuales Estados independientes hay zonas marrones, es decir, aquellas zonas que no están bajo control del Estado, sino en manos de otros actores no-estatales, como narcotraficantes, guerrilleros o paramilitares. Y entonces veremos cuán difícil es controlar hoy día, incluso con los medios tecnológicos actuales, los extensos territorios de los países hispano-americanos.
¿Y con la independencia todo fue en paz?
En primer lugar, en el video publicado por AMLO en su cuenta de twitter, se disculpaba “porque después de la colonia hubo mucha represión contra los pueblos originarios, fue lamentable lo que sucedió con el exterminio a los yaquis, a los mayas, incluso el exterminio a los chinos”. Lo cual ya nos introduce al tema de que la independencia significó persecuciones y matanzas contra indígenas. Y eso por no mencionar también las campañas chilena y argentina en su expansión hacia el sur hasta Tierra del Fuego. O los escuadrones de la muerte en Guatemala durante las décadas de 1970 y 1980 por señalar otro ejemplo.
No obstante, según esas corrientes “indigenistas” dominantes en algunos gobiernos americanos, descontextualizan la historia y hacen el todo de aquel punto que les interesa partidistamente. Y que se basan en constantes críticas a España para afirmar que todo lo malo que les sucede no es por otros motivos nada más que España, y que antes de España todos ellos vivían en paz y hermandad pero los españoles lo fastidiaron todo irremediablemente. Pobres héroes y campeones, no como los japoneses, que sufrieron los dos únicos ataques atómicos de la historia por parte de los Estados Unidos así como cruentos bombardeos a otras ciudades como Tokio, y 30 años después y a pesar de la derrota y ocupación de Japón por los EEUU, Japón era una potencia mundial y lo sigue siendo, y además es conocida por su pueblo altamente educado y ordenado, así como por una elevadísima inteligencia. Y Corea del Sur también superó la ocupación japonesa y es otro país conocido también conocido por su culta población y producción de alta tecnología.
Mientras tanto en América, hay otros grupos que siguen llorando por lo de hace 500 años. Pero que nadie se atreva a afirmar que tal vez sea que esos supuestos representantes políticos del indigenismo en realidad son tan inútiles como farsantes y si Iberoamérica no avanza es porque precisamente entre sus lastres se encuentran esos sectarios incapaces de avanzar. Como señalábamos en párrafos anteriores, la introspección y la reflexión no caben cuando se trata de dogmatismo político. Quien afirma ser perfecto, entonces lo es, y deberá sostenerlo aunque solo sea con palabras porque la realidad muestre algo muy distinto.
¿La cuenca del Mediterráneo en latín sin romanos?
¿Se imaginan que los países en torno al mar Mediterráneo fuéramos un solo país y habláramos en latín pero a su vez odiáramos a los romanos? Es una elucubración a todas luces absurda, porque sabemos que en todo el Mediterráneo habitaban decenas de pueblos distintos con multitud de idiomas diferentes, los cuales jamás habrían formado una sola entidad por sí mismos hasta la aparición de los romanos, que primero los hacían aliados o los conquistaban y después los romanizaban, es decir, imponían su cultura y religión y en muchos casos absorbieron elementos de los pueblos conquistados para incluirlos dentro de su romanidad. Y cosa parecida sucedió con la conquista de América por parte de España porque sistemáticamente se crearon ciudades a imagen y semejanza de las españolas, e incluso, lo que hoy se llama Méjico, anteriormente fue la Nueva España, el segundo territorio más grande y poderoso de toda América después del Virreinato del Perú. Los romanos impusieron su idioma, y actualmente pervive en la familia de lenguas latinas con base originaria en cinco países: España, Portugal, Francia, Italia y Rumanía. ¿Acaso todos los hablantes de dichos idiomas tenemos que eliminar nuestros idiomas por ser fruto de una invasión romana?
Es más, los romanos, como es históricamente evidente y fuera de toda exigencia de disculpa, se expandieron por la fuerza de las armas o mediante pactos. Y los romanos también le arrebataron el oro y la plata a pueblos como los Astures en el noroeste de la península ibérica hace más de 2.030 años, y aquel pueblo usaba esos metales para joyería y ceremonias, mientras que para los romanos era sobre todo dinero, es decir, un medio económico. Tal cosa también sucedió con los españoles en América. Estos ejemplos deberían ayudar a la apertura de una amplia revisión histórica para comprender el pasado en su contexto, sin justificarlo ni convertirlo en arma política.
Conclusiones
Con este artículo no pretendo más que mostrar la base y funcionamiento de las armas de distracción masiva en la política actual. Donde otros políticos o ideólogos intentan meter pasión e irracionalidad para llevar a la cadena de hechos con que pretenden distraer, entonces ahí todo analista serio debe pensar con frialdad, examinando los hechos en todo su contexto, porque sin el contexto no se puede conocer el origen de los acontecimientos y sus razones de ser. Sin conocer bien todo el contexto histórico no se puede entender la realidad actual.
Pero más allá del examen histórico, la importancia de las armas de distracción masiva en política radican en que llevan la atención pública hacia temas polarizantes y fuera de las principales preocupaciones de la verdadera mayoría social, que no es partidista pero sí trabajadora. Franco sí o Franco no, conquista buena o conquista mala son dos de esos ejemplos de distracción masiva. Tanto España como Méjico sufren graves problemas actuales pero si un político al cargo no sabe muy bien cómo manejar la crisis actual o necesita una cortina de humo mientras está cocinando sus verdaderas políticas que de ser enfocadas mediáticamente se volverían muy impopulares contra el gobernante, entonces ahí tiene las distracciones masivas que arrastran a la sociedad.