Los orígenes del caos actual y de la guerra civil en Libia están en la "primavera árabe" que arrasó el país hace aproximadamente cinco años. En Bengasi estallaron los disturbios (inicialmente los manifestantes sumaban solamente 500 personas), que sospechosamente se extendieron a conflictos armados con el ejército, y el número de manifestantes en unos pocos días se multiplicó por diez. En el conflicto interfirió la alianza de la OTAN: la posición antiimperialista de Gadafi era un obstáculo para los americanos desde hacía mucho tiempo.
"La llamada "primavera árabe" era un plan muy antiguo de las potencias occidentales, que aparece inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. La OTAN tenía tres enemigos principales: la Unión Soviética, el mundo islámico y China. Las potencias occidentales destruyeron la Unión Soviética y, a continuación, comenzaron a atacar a los musulmanes de Afganistán, Pakistán, Irak, Siria, Yemen, Libia, Bosnia, Nigeria. Todo lo que sucede en estos países, no es casualidad, no es la "primavera árabe", tampoco es una revolución y no existe democracia aquí. Lo que desea Occidente es establecer el control sobre la región, cubriéndose con palabras sobre la democracia", dijo Ahmed Gaddafi, el hermano de Muammar Gaddafi.
El 19 de marzo, después de la adopción de una resolución especial del Consejo de Seguridad de la ONU para imponer una zona de exclusión aérea en Libia, los estados miembros de la alianza (particularmente, contra el régimen de Gadafi en Europa habló el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien apoyó activamente a los rebeldes libios) comenzaron a realizar ataques aéreos contra las fuerzas de Gadafi.
Ocho meses más tarde, los rebeldes capturan a Muamar Gadafi. Después de una tortura prolongada fue asesinado de la forma más despiadada e inhumana el hombre que gobernó el país durante más de treinta años.
Después de la caída del régimen de Muamar Gadafi, en octubre de 2011, en Libia se forman dos gobiernos: 1) en la ciudad de Tobruk, y el 2) Congreso Nacional General, pro-islámico, en Trípoli. La caída del régimen, que se realizó bajo consignas democráticas, marcó el comienzo de una guerra civil sangrienta, un período de cinco años caóticos de inestabilidad política, con la transformación de Libia de un solo país en una variedad de entidades públicas independientes, muchas de los cuales tienen su propia ideología islamista. La inestabilidad política ha permitido a los islamistas fortalecer enormemente su posición en la región. Libia se ha convertido gradualmente en una de las mayores bases del "Estado islámico" y de "Al Qaeda" en el norte de África.
En la próxima década, es poco probable que Libia pueda superar el estado de guerra civil, convirtiéndose en un país unido y soberano. Ninguno de los países, y tampoco las fuerzas internacionales, tienen ni la fuerza ni el deseo de recuperar el estado de Libia.
Al mismo tiempo, los Estados Unidos consideran el caos en el Oriente Medio como una necesidad permanente, que no necesita ser eliminado, sino modulado, en una "estrategia de caos controlado".