México: El circo mediático puede degenerar en violencia política

14.08.2020

La figura del «criterio de oportunidad», es decir, la de los testigos protegidos es una claudicación de la justicia. Demuestra que ésta es incapaz de obtener información de manera científica, sin pactar. Además, premia a los presuntos delincuentes, a cambio de obtener de ellos acusaciones a modo para proceder penal y administrativamente contra los enemigos de los gobernantes en turno.

La Cuarta Transformación (4T), autocanonizada, lo sabe y la utilizará para tratar de rescatar la imagen presidencial y la confianza en su partido, Morena. Entre que si son peras o son manzanas, entre que si las pruebas presentadas por el exdirector de PEMEX, Emilio «L», son ciertas o falsas, la 4T ya tiene su circo mediático armado.

De entrada, se sabe que investigará a los expresidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón Hinojosa, así como al exsecretario de Hacienda del gobierno anterior, Luis Videgaray Caso. También a algunos gobernadores, diputados y senadores. La 4T necesita del escándalo para recuperar credibilidad y para resarcir la imagen del Presidente de la República. Lo que quiere este gobierno es desviar la atención de las múltiples tragedias que vive la nación (la del Covid-19, la económica, la de seguridad, la educativa…) porque el año próximo habrá elecciones.

En el centro del escándalo están los sobornos pagados por la tristemente célebre empresa Odebrecht a funcionarios mexicanos. Los cálculos que hacen en la 4T es que amplios sectores del electorado se darán por bien servidos cuando vean comparecer ante un juez a Peña Nieto, Videgaray, Osorio Chong y otros poderosos del pasado reciente.

Existen voceros del sistema que anticipan, incluso, que Calderón Hinojosa será juzgado, pero en Estados Unidos, donde está sometido a proceso quien fuera su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. La autocanonizada 4T se frota las manos porque todo esto les podría redituar millones de votos.

Pero… en esta guerra de lodo, en la que la justicia se politiza y la política se judicializa, también existen misiles de la oposición emplazados en silos ocultos. ¿Descartaría usted que el actual senador priista Miguel Ángel Osorio Chong, exsecretario de Gobernación de Peña Nieto, carezca de información confidencial? Él, que fue el jefe del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN)? ¿O que el mismo Calderón haya sido tan confiado como para no guardarse dos o tres ases bajo la manga?

Lo que están haciendo las cúpulas es empujar al país a una confrontación de consecuencias inimaginables. Llama la atención que el mismo día en que el fiscal general Alejandro Gertz Manero reveló el tenor de las acusaciones hechas por Emilio «L» (martes 11 de agosto), fue asesinado Luis Miranda Cardozo, padre del hoy diputado priista Luis Miranda Nava, hombre muy cercano a Peña Nieto.

Será muy difícil que México levante cabeza si —además de la crisis multifactorial que padece— se ve sumido en otra: la de la violencia política. Nadie en su sano juicio quiere otro 1994. Aclaramos que no somos partidarios de una paz regida por la impunidad, sino de una paz derivada de la estricta aplicación de la justicia, sin consignas ni venganzas.

Lo mejor que le podría pasar a México es que se conociera toda la verdad y que el peso de la justicia cayera sobre quienes han violado la ley, sean del partido que sean. Pero ni unos ni otros pueden decirse limpios y puros. Lo preocupante es que se están llevando al país entre las patas.