Es la hora de reflexión de los científicos británicos: Que pongan su arsenal cultural al servicio del progreso general
Scientia potentia est
Los pensadores galos Benoit Chalifoux y Christine Bierre conectan la desviación de la ciencia con la psicopolítica o comportamentalismo, que agrede a las sociedades y los Estados. Pero ha llegado la hora de cambiar el rumbo de una cultura mediatizada y puesta al servicio del fin imperial con el auxilio de la geopolítica, para restaurar el ideal de los modelos platónicos o ideas fundamentales. La restauración de la finalidad creativa de la ciencia depende, en gran medida, de la restauración de la visión platónica de las ideas. Y, desde luego, de la propagación más amplia posible de los bienes culturales británicos.
En el Occidente del planeta hemos asistido en los últimos decenios al desarrollo espectacular de la biología molecular. Se han publicado en los canales mediáticos las conquistas alcanzadas en el decodificación del genoma humano y se anuncia los beneficios que hemos de recibir de ella. Esta perspectiva exige que la ciencia deje de ser un yugo para convertirse en un sostén primordial de la cultura y la democracia.
Nuestros males, dice la prensa científica, tienen un origen genético, y los genetistas nos dibujan un porvenir en el que serán eliminadas las enfermedades y todos los malestares conocidos. De esa manera, ciertos hábitos disfuncionales asociados a la conducta como el alcoholismo y la violencia. En Estados Unidos los jueces recibieron al inicio del siglo XXI un folleto en el que se les pide tomar en cuenta los factores genéticos del acusado en el procedimiento penal y de las partes en litigio en lo civil. Forman ya legión quienes esperan con confianza los cambios que acarreará la ciencia y que para nosotros son incalculables.
Veamos las etapas que en este siglo y medio transcurrido ha seguido un proceso contrario a la ciencia como instrumento de bienestar general.
Thomas H. Huxley (1825-1895). Profesor de zoología del Colegio Real de minas, y en seguida profesor de fisiología y anatomía comparada del Colegio Reall de cirujanos, de Londres. En 1864, forma el Club-X para promover la ciencia con la contribución del filósofo Herbert Spencer y del físicio John Tyndall. En 1869, funda con varios amigos la célebre revista Nature. Ocupará un sitio en una decena de comisiones reales y presidirá la Sociedad geológica (1869-1871), la Sociedad etnológica (1884-1890) así como la Royal Society (1881-1885). Huxley se hizo famoso por haber acuñado el término agnóstico..
En un texto titulado La lucha por la existencia en la Sociedad humana (1888), Huxley explica que es erróneo el pensamiento de que la evolución significa una tendencia ininterrumpido à la perfección. Según él, los organismos se remodelan adaptándose a nuevas condiciones y, en función de la naturaleza de éstas, sufrirían una metamorfosis. Tal es el caso de los animales y los hombres primitivos a los que se aplica el principio de que los débiles y estúpidos se enfrentan a ser arrollados, mientras que los más robustos y hábiles, que fueron los más aptos para dominar sus circunstancias, pero no los mejoes en ningún otro sentido, sobrevivieron. La vida es, según Huxley una lucha libre continua.
Huxley no siguió sin embargo las ideas de su amigo Herbert Spencer, entre ellas que el Estado no debería tomar medidas para intervenir en favor de los pobres y los débiles. Explica en su texto de 1888 que la sociedad civilizada, al contrario de las sociedades salvajes, se orienta siguiendo principios morales. La especie humana ha intentado escapar de la lucha cruel por la existencia. El hombre ético ha intentado suplantar al hombre trazando un límite a la lucha vital, pero, según Huxley, un obstáculo mayor aparece para la desigualdad natural de los hombres.
Sin embargo, los esfuerzos desplegados por el hombre ético por obrar en el sentido de un fin moral no han abolido, y quizá sólo modificado, los impulsos anclados que procuran la sobrevivencia por un camino no moral. Una condición necesaria, si no la causa primordial de la lucha por la vida, se localiza en la tendencia a multiplicarse sin límite, inclinación que el hombre comparte con las otras especies. Es de notar que el mandamiento de “creced y multiplicaos” es un imperativo basado en una tradición anterior a los diez mandamientos revelados en el Sinaí. En una sociedad civilizada, el resultado inevitable de su acatamiento es el restablecimiento de la lucha por la existencia por medio de la guerra.
Herbert G. Wells (1866-1946). A los 18 ños de edad, siguió los cursos de Thomas Huxley en Londres y tres años más tarde comenzó a enseñar las ciencias en una escuela de Wrexham. Es aún hoy mundialmente conocido por sus novelas futuristas (La guerra de los mundos, El hombre invisible, La máquina exploradora del tiempo) y es considerado uno de los padres de la ciencia ficción transmitida por medios masivos. En 1903, se adhirió a la Sociedad fabiana a la que perteneció varios años y sólo la abandonó decepcionado de no haber podido transformarla en instrumento al servicio del nuevo orden mundial, que desembocaría en un gobierno planetario. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó para el ministerio de la Propaganda y en los años veintes trabajó con Julian Huxley en la voluminosa obra de biología titulada La ciencia de la vida (1931).
El Imperio lucha por la supervivencia y por su destino manifiesto
Herbert G. Wells, por su parte, destacó como miembro del Club de los Coefficients, fundado en 1902 dedicado a reflexionar en los medios que permitirían al Imperio británico abrir la puerta al desarrollo industrial en el extranjero. Wells expresará sus inquietudes en la época de su Experimento en Autobiografía (1934) : "El retraso indudable de la industria británica en el momento del inicio del siglo XX es una de las cosas que preocupa mucho a mi espíritu. Progresivamente, la creencia de un posible liderazgo mundial inglés se desvaneció por el contrapeso del desarrollo económico de Estados Unidos y la audacia alemana".
Esta preocupación sería compartida por todos los miembros del Club,entre ellos el matematico Bertrand Russell, los animadores de la muy influyente Sociedad fabiana, Beatriz y Sidney Webb, sir Halford Mackinder, lord Grey, lord Milner y lord Cecil. Todos sostenían que, según los principios darwinianos, que el Imperio estaba ante un dilema. O permite que el mundo siga el camino del desarrollo económico industrial o, en el caso contrario veremos a otras potencias emergentes competir con el Imperio, obligándolo a tomar medidas extremas para sobrevivir y a imponerse a ellas por la fuerza (el mejor ejemplo lo vimos en el ataque inglés a las fuerzas argentinas que defendieron la islas Malvinas en 1982).
Así es como el Imperio evita a los demás países emprender el rumbo del desarrollo industrial; en tal caso, el Imperio resulta capaz de perpetuarse sin tener que declarar una guerra por su existencia. El dilema dividiría a la élite británica en dos bandos.
De un lado se encontraban los realistas como lord Milner y el geopolítico y esoterista H. Mackinder, que recomendaban que el Imperio prepararse para la guerra, como único medio de maintener la supremacía en la nueva situación. Inglaterra debía por este camino reformar su política económica y abandonar, por un tiempo el libre cambio y su finanza. Sólo la industria moderna, combinada con un cerrado control de las colonias, permitiría entender el desafío del desarrollo de otras potencias.
Por otro lado, estaban los utopistas, como Wells y Russell, que con un humanismo y el pacifismo, podrían atraer la simpatía por la tradición liberal inglesa. No se trataba según ellos de abandonar el dogma librecambista, que permitía el acceso inglés privelegiado a los recursos de sus colonias, y de echar mano de medidas proteccionistas para desarrollar una industria capaz de competir ventajosamente con las nuevas potencias industriales. No se trataba tampoco de que Inglaterra se adaptase al mundo, sino de hacer que los otros países renunciaran a su empeño por progresar.
Lord Bertrand Russell (1872-1970). nieto de lord John Russell, quien fuera Primer ministro británico, es conocido por sus trabajos en el área de las matemáticas y la lógica. Escribió su obra más notable con Norman Whitehead: los Principia Mathematica. En 1908 es elegido miembro de la Royal Society. Se establece en los años veintes en China, a lo largo de la cual enseñará la filosofía occidental a estudiantes como Mao Tse tung y Chu En-lai. Transcurrida la Segunda Guerra mundial trabajará como consejero de Julián Huxley en la Unesco y obtiene en 1950 el Premio Nóbel de literatura. En 1955 publicó el Manifiesto Russell-Einstein y, dos años más tarde, organizó la primera conferencia Pugwash. En 1959, fundó y presidió la Campaña por el desarme nuclear.
Años más tarde, en una cena en el Club de los Coefficients, H.G. Wells lanzará a Mackinder este reproche: "Usted abrirá la puerta a la migración incontrolable. Y al final, no será sólo Alemania, sino también Inglaterra los países que terminarán dominados por gente insignificante".
Herbert Wells escribiría en 1928 un folleto titulado The Open Conspiracy, en el que lanza un llamado a organizar una «conspiracion a plena luz del día para remediar los cambios revolucionarios operados con el desarrollo de la ciencia. Ese proyecto sería apoyado con entusiasmo por Russell.
Aldous L. Huxley (1894-1963). Durante la Primera Guerra Mundial, vivió este autor en una granja propiedad de Lady Ottoline Morell, amiga de Bertrand Russell. Huxley se transforma entonces en colaborados de Russell y de D.H. Lawrence. Después de una gira por muchos países, escribió en 1931 su célebre novela El mejor de los mundos y se instala en Estados Unidos. En los años cincuentas experimenta el consumo de drogas diluidas en la mezcalina y el LSD. El relato de sus experiencias es recogido en el libro Las puertas de la percepción. Colaborará con su amigo el doctor West, quien luego trabajó en el proyecto secreto de la CIA bautizado con el nombre de MK-Ultra, en el intento de dominar ciertas técnicas de manipulación mental con el empleo de la hipnosis y el LSD.
Huxley se pregunta en Retorno al mejor de los mundos por qué la pesadilla que había proyectado había avanzado tan de prisa; La respuesta debe comenzar donde comienza la vida de toda sociedad, incluso tratándose de la más evolucionada: al nivel de la biología. Y agrega: "Todas las dictaduras no tienen el mismo origen y son variados los caminos que llevan al mejor de los mundos, pero el más directo aunque largo es el que nosotros intentamos tomar hacia la solución de la proliferación gigantesca y el crecimiento acelerado de la población".
Julian Huxley, vicepresidente de la Eugenics Society de 1937 à 1944 y su presidente, entre 1959 à 1962, intentó imponer con mayor vigor sus ideas imperiales cuando fue el primer director general de la Unesco en 1946. En un documento titulado Unesco: su objetivo y su filosofía en 1947, escribió: Aunque es cierto que una política de eugenesia radical sera imposible política y psicologicamente, será importante para la Unesco asegurarse de que el problema sea examinado de manera minuciosa, y que el público sea informado de las cuestiones en juego, de manera que lo que hoy es impensable llegue a ser pensable".
Una utopía a escla planetaria
En una república digna de ese nombre, la ciudadanía no seguirá siendo definida como figura jurídica y biológica. La pertenencia a un país no depende, ni podría tampoco depender, del formulario geopolítico basado en tradiciones esotéricas de las que se extrajo el formulario basado en el suelo y la sangre, sino del compromiso de cada ciudadano del mundo con los principios de la Constitución que sólo en Inglaterra y Estados Unidos disponen, ordenan, la separación de poderes para adaptar a ellos el sistema democrático para la formación del Estado y de su gobierno, que serían también democráticos. Un Estado nacional es primero que nada una idea que parte del principio de que cada individuo está dotado de capacidad creadora. De manera que para asegurar el bien común, las repúblicas deben formar un poder en el que puedan confiar. No sólo los geopolíticos británicos abrevaron conocimientos especiales para fortalecer su concepción de un mundo democrático que ahora excluye a la geopolítica como eje del derecho internacional público.
En el terreno euroasiático su correspondiente esoterismo y sus tradiciones ancestrales, comenzando en Alemania con punto de llegada en Japón, ningún país considera justo el sistema unipolar para la conduucción del mundo. Todos los países euroasiáticos creen firmemente en la bipolaridad o la multipolaridad. Esta preferencia transportada por los siglos en las ideas llamadas ancestrales que consolidan la cultura euroasiática, crearon geopolítica pero sólo para responder a la agresión con escudos geoestratégicos.
La idea de la república entra en colisión con los postulados darwinianos y, en consecuencia, las élites del Imperio británico se esfuerzan por cuestionar la soberanía nacional. En efecto, afirman que si todos los Estados quedaran sometidos bajo una sola potencia, dejaría de haber conflictos y guerras, porque dejaría de haber rivalidad entre naciones y Estados. Russell, Wells y los Huxley justificaron de esa manera la instauración de un Imperio mondial. La proposición es: "sométete al gobierno mundial; de lo contrario, conocerás la guerra". Agrega este autor: "La necesidad de un gobierno mundial se desprende de los principios de Darwin, se trata de resolver si se efectuará con sentido "humano" el problema de la superpoblación.
Por su parte, Russell no queda satisfecho con la puesta en pie de una potencia financiera mundial. Al respecto escribió en el Bulletin of the Atomic Scientists (en octubre de 1946): "cuando hablo de un gobierno mundial me refiero a un gobierno que administre realmente, no con la gentil fachada como la que presenta la Liga de las naciones o de un organismo falaz como Naciones Unidas bajo su forma actual. Un gobierno internacional [...] debe poseer las bombas atómicas y las fábricas para producirlas, la fuerza aérea, los navíos y todo lo que sea necesario para hacerla irresistible... Asimismo, debe quedar obligada, por los efectos que surte su Constitución, a intervenir con la fuerza de las armas contra toda nación que repudie su arbitraje".
Como buen darwiniano, Russell está convencido de que un gobierno mundial nacerá de la rivalidad de las naciones. Escribe en Icaro: "Cuando llegue le moment en que dos grupos rivales se disputen la dirección del mundo, el vencedor estará en medida de introducir la organización mundial necesaria para pevenir el exterminio mutuo de las naciones civilizadas".
Para alcanzar este objetivo, la cofradía anglosajona utiliza la disuasión nuclear
En 1949, la URSS ya contaba con el arma atómica con la que alteraba un poco el esquema inicial imaginado por Russell y Huxley, aunque Hiroshima y Nagasaki habían provocado el efecto deseado: el temor a una conflagración nuclear. Esto es lo que Russell explotaría con gran éxito. En 1960, Russell forma el Comité des 100, un grupo de personalidades que precede a la aparición del Movimiento para la proscripción de la Bomba. Este movimiento pacifista de masas prefiguraría a los grupos ecologistas y contestatarios de los años siguientes.,
La Pax rusoamericana debe, según los intelectuales que mencionamos sobre todo Szilard, establecerse sobre el equilibrio del terror, consistente en que los países beligerantes convienen en destruirse mutuamente centros de población de talla semejante, una a una con el objeto de evitar la escalada, la intensificación del conflicto. La doctrina MAD sería adoptada en 1962 por Robert McNamara, secretario de la Defensa en la administración Kennedy, desde que se inició la crisis de los misiles de Cuba orquestada por Jrushov, Russell y sus respectivos acólitos.
El diseño estratégico de Russell, Szilard y sus amigos no ha desembocado hasta hoy en un gobierno mundial. Sin embargo, los efectos de sus propuestas llegan a sentirse. Por ejemplo, la energía nuclear es una imagen que sigue asociada en el imaginario de la gente, a la bomba atómica.
Las reuniones nacionales de la investigación científica de 2016 fueron anunciadas con el tema de la fragmentación del mundo. Es decir, el planeta es un escaparate desfasado de Estados carentes de potencia en su mayoría. Esta realidad geopolítica mayor está en la raíz y es consecuencia del caos que vivimos y del agrietamiento integral del novedoso escenario violento y de las políticas destructoras, autodestructoras y suicidas.
En 2017 los públicos interesados en el tema de la hibridación se reunieron en distinto puntos académicos para estudiar el Terrorismo y el crimen organizado: ¿Dónde estamos realmente en estos aspectos? En cuanto llegamos llegamos al final del siglo XX, las etiquetas tendieron a definir la nueva realidad de compleja y multidimensional. A eso se suma. además del muro de Berlín (1989), el hecho de que el Bloque oriental pulverizó numerosos obstáculos antes catalogados de infranqueables, físicos, intelectuales, psicológicos para entender al Occidente que habría de convertirse en una fuerza agresora en la confrontación moderna este-oeste.
Sí hay un renacimiento de la guerra fría bajo la definición que le asignó el profesor Raymond Aron y que se reactualiza en la medida que se repite: Guerra imposible y paz improbable. Los muros agrietados cedieron para dar paso a nuevos actores que en parte son políticos y en parte criminales. Hasta entonces distintos y separadas, numerosas entidades que eran irreconciliables entre sí como el agua y el aceite, empezaron a unirse y formaron con la fusión unidades simbióticas.
Los actores políticos comenzaron a vincular terrorismo, guerrillas, milicias y movimientos de liberación por sus hibridaciones ilimitadas con bandas dedicadas a delinquir en la jurisdicción del fuero común (bandas, cárteles, mafias). Los agrupamientos criminales y revolucionarios que ayer vivían separados y apenas se hablaban, en los espacios y la lógica de la Guerra fría, se precipitan ahora (en un sentido químico) en la escena de la violencia y la depredación. Es imprescindible que en la capital británica halla un cambio de estrategia, para contener el Mal en el mundo habitado.
De tal manera, lo impensable ocupa hoy la categoría de lo posible. Provocado por el brutal cambio del ecosistema, un fenómeno de mutation ha avecindado y en ocasiones unido, a dos o más grupos que apenas ayer eran extraños entre sí como los territorios del delincuente y los del militante de izquierda. Ahora, las entidades peligrosas no surgen de categorizaciones únicas, sean politicas o criminales. Incluye, por el contrario, a ciertas implantaciones del mundo financiero y al geopolítico, como es el caso del manejo de etnias, pluralidad lingüistica y nuevos movimientos religiosos Ese fenómeno de amplio espectro es conocido con el nombre de hibridación.
Las hibridaciones son ahora la regla y ya no la excepción, con el desarrollo de entidades nuevas e inclasificables. El internacionalista colombiano nos da cuenta de la dificultad del tema en las páginas de su libro El plan maestro. De acuerdo con este autor ahora las guerrillas orientadas por la ideología marxista tienen como prioridad el control de los estupefacientes en la zona sudamericana de las narcodemocracias como Bolivia, Venezuela, Colombia, Cuba, Perú y Brasil, a los que se suma México; los yijadistas se convierten en gángsters mientras los gángsters son salafizados;hay yijadistas/piratas y piratas salafizados; abundan en México los grupos paramilitares reconvertidos en cárteles de la droga; sectas eligiosas religiosas que ahora practican el terrorismo cuando no el tráfico de estupefacientes; financieros filántropos que son a la vez especuladores y delincuentes.
Los inversores contemporáneos criminalizados por la dinámica criminógena del dinero, están incrustados en la maquinaria criminal por un simple cambio cuantitativo en el ámbito material de sus operaciones. La era de la hibridación se anuncia y sus resultados son de pronóstico reservado. Falta que adoptemos la razón profunda de que muchos geopolíticos europeos hayan vaticinado en Grenoble la conformación del nuevo poder sobre la base de potencias híbridas. Todos los recursos de la ciencia conquistados en los siglos XIX y XX deben contribuir a la formación racional de los nuevos poderes.
Referencias:
La Sociedad fabiana fue fundada en 1884 para propagar el pensamiento liberal y socialista. Entre los intelectuales más activos de la Sociedad cabe mencionar, por su importancia prioritaria, a Beatriz y Sidney Webb siempre acompañados de George Bernard Shaw. En su Autobiografía (1967), Russell expresaba su admiración por los Webb, aunque les reprochaba "su tolerancia en beneficio de los los regímenes de Mussolini y Hitler, lo mismo que su insensata adulación excesiva al gobierno soviético". La Sociedad fabiana sigue teniendo hoy día gran influencia sobre el Partido laborista británico.
Halford Mackinder fue director de la London School of Economics (Escuela de economía de Londres) y fundador de una materia que invitaba a la reflexión: la geopolítica. Según sus puntos de vista, para asegurar la supremacía del Imperio, era necesario evitar por todos los medios, incluida la guerra, una alianza y la consecuente cooperación entre Francia, Alemania y Rusia. Una geopolítica que se ha repetido en nuestro 2017.
Lord Grey, miembro de la Cámara de los lores en 1886, fue el administrador de Rodesia (1896-1897) y director de la Compañía británica de Sudáfrica. Después fue gobenador general del Dominio del Canadá (1904-1911) antes de ser designado presidente del Instituto Real Colonial. Lord Milner fue ministro de Finanzas en Egipto y luego alto comisario de Sudáfrica antes de ser designado administrador del Rhodes Trust. Solía definirse a sí mismo como un patriota de raza británica. Cecil fue uno de los arquitectos de la Liga de las naciones, en la que participaría más tarde como representante de Sudáfrica. Finalmente, fue el cofundador y presidente de Campaña Internacional por la paz (International Peace Campaign) y recibió el premio Nóbel de la Paz en 1937.