La huella hispana en África (III)

13.05.2017

En nuestro ensayo dividido en dos partes que esta casa tuvo a bien publicarnos (1), escribimos largo y tendido sobre una cuestión que, desde lo histórico-cultural, trasciende a lo geopolítico: La huella hispana en África; dando la vuelta a la tortilla de una historia que nos han contado mal a posta. Mas, si bien en su día le dimos fin porque creíamos haberlo definido, empero, el asunto es de tanta enjundia que nos hemos visto interpelados a exponer un aproche hacia Marruecos.

Vayamos atrás en el tiempo: Como decía el testamento de la ínclita reina Isabel la Católica, la Reconquista (y esto también lo entendían los portugueses) había que acabarla en África. Desde tiempos del emperador Otón, y luego refrendado con Marco Aurelio, el norte de África había pasado a la gobernación hispanorromana. África no dejaba de ser una tierra muy importante y apreciada para la romanidad y que, asimismo, se revelaría a posteriori como perla del cristianismo, desde Cipriano de Cartago a San Agustín de Hipona. Tierra que fue la pugna entre germanos y bizantinos. Tierra muy próxima a la Spania visigótica que quedó más unida desde el rey Suinthila, en el siglo VI, y que hacia África también se perfilaba hasta que el islam rompió el mundo tradicional. Pero es que incluso cuando ya estaba nuestra Piel de Toro bajo el dominio musulmán, los califas reclamaban esa territorialidad como gobernanza de la Península, y no eran infrecuentes las expediciones de castigo a tierras bereberes, o bien por no respetar los límites de Alándalus, o bien para sofocar expediciones de piratería. Y, por otra parte, aunque en el Magreb siguió habiendo comunidades cristianas varios siglos después de la invasión arábigoislámica, entre almorávides y almohades se encargaron de que no quedara nada; y ese fue el mismo propósito que tuvieron al invadir nuestra Península de los siglos XI al XII, amén de guerrear a unos musulmanes ibéricos a los que consideraban heterodoxos. Pero eso, por lo visto, no provoca la “memoria histórica” de nuestros politicastros.

La llegada de Colón a Guanahaní supuso una virazón radical de la geopolítica hispana así como de la visión del mundo conocido, pasando la importancia del Mediterráneo al Atlántico. El asentamiento islámico en África, las guerras en Europa por los intereses de la Casa de Austria y más con la llegada del protestantismo, y la vastedad del continente americano parecía que nos recordaban el refrán del que mucho abarca, poco aprieta. Pero abarcamos y apretamos, no nos desmerezcamos. No obstante, ya en el siglo XVIII, los Borbones, al liberarnos de los laberintos centroeuropeos, diseñando una inteligente política Francia-España-Nápoles (acaso un panlatinismo efectivo), fueron, probablemente, los primeros regeneracionistas de una patria que estaba exhausta entre guerras y bancarrotas. Con los Borbones, mal que bien, pudimos centrarnos mejor en nuestros intereses; al menos mejor que antes. Pero África seguía como asignatura pendiente. Había pasado mucho tiempo y el islam seguía afianzándose, y encima con Turquía extendida hasta los actuales territorios argelinos. España le había cerrado las puertas a Turquía entre los siglos XVI y XVII, pero el XVIII perfilaba una geopolítica a priori más tranquila en ese sentido. Y no en vano Orán, tradicional plaza hispana, acabó pasando a manos turcas.

El siglo XIX amaneció con grandes convulsiones. El que se prometía como siglo esperanzador para España, luego de un siglo XVIII que, no sin traumas, encaminamos una regeneración y una política más acorde con nuestros intereses, sin embargo, viene con el aluvión de la invasión napoleónica. Los planes que había, con el rey Carlos IV mediante, era organizar una independencia pacífica de los virreinatos americanos, de tal manera que, quedando las islas caribeñas como provincias españolas de ultramar, sin embargo, en cada virreinato se instalase un príncipe español con un equipo de gobierno propio (que formase “soberanía feudal”, según el ministro Godoy), y que sus hijos, ya nacidos en América, fuesen los que continuasen una dinastía criolla que debía mantener los lazos diplomáticos, militares y económicos con la Madre Patria (2). Era una “Commonwealth” en toda regla. Sin embargo, entre la invasión francesa, la supuesta ayuda inglesa (que fue, y todavía es una soga a nuestro cuello), y la eclosión de los revolucionarios americanos e ibéricos, todo se fue al traste, pasando España una guerra devastadora que rompió en pedazos una monarquía que se extendía por los continentes. Una vez más en nuestra historia, nuestra política cambiaba bruscamente. Inglaterra siguió interviniendo y, en contra de la ley y la tradición, impuso al bando isabelino/liberal/masónico frente a los derechos de Carlos V. Esto no sólo implicó un “problema dinástico”, sino un desorden políticoeconómico de proporciones bestiales. Los ingleses ya habían aprovechado para destruir nuestros textiles en plena guerra contra Napoleón. Lo mismo estaban haciendo en América, convirtiéndonos a todos los hispanos en una suerte de granja sumisa. Así, si en el siglo XVIII nos habíamos recuperado como potencia mundial, en el XIX pasamos a ser un país de segunda fila, dominado por políticos corruptos al servicio del interés anglosajón. Empero, ciertos militares (como O´Donnell o Prim, entre otros), influenciados por la carrera imperialista de otros países europeos (especialmente por Napoleón III), a los años, vieron el norte de África como tierra promisoria de la expansión española. No obstante, no les faltaba razón en cuanto a antecedencia histórica. Pero ese imperialismo, sobre todo en el caso de Francia, no es sino una sempiterna huida hacia adelante que se está propiciando desde que triunfó una revolución criminal que dejó miles de muertos por toda Europa (3). España no encontraba todavía una dirección política estable en el siglo XIX, y si bien puede ser precipitado, por otro lado hay que reconocerles a no pocos militares un instinto innegable. Sin embargo, se chocaría con los intereses de las grandes potencias que ya empezaban la conquista efectiva de África, especialmente Francia; una Francia que, gracias a la resistencia de Covadonga, no sufrió el efecto del islam en su suelo, y que por lo tanto, nada sabía de este mundo ni de su expansión.

Toda la política imperialista francesa (4) ha estado llena de equívocos. Y sin embargo todavía nos achacan leyenda negra, y muchos hispanos acomplejados se la creen. Pero se olvidan que Argelia, Mali o Costa de Marfil fueron colonias francesas. Y eso por no hablar de Haití. Lo decimos por todos aquellos que dicen que los territorios ultramarinos hispánicos son del Tercer Mundo mientras que los otros son potencias. También recordamos que Uganda, Zimbabue, Jamaica o Pakistán fueron colonias inglesas. Con todo, la Legión Extranjera Francesa sigue andando por África como Pedro por su casa; en cambio, España (y no nos olvidamos de Portugal) se vio confinada a Ceuta y Melilla. ¿Se imaginan ustedes la escandalera que se armaría si la Legión Española o los Regulares interviniesen en Marruecos o en Guinea Ecuatorial? ¿O si los militares portugueses interviniesen en Angola o Mozambique? Sin embargo la Legión Extranjera Francesa, como decimos, se pasea militarmente por Mali o Costa de Marfil y como si nada. Al igual que el imperio británico tiene más de treinta enclaves coloniales en el continente americano; y eso por no hablar de Gibraltar. Y, como se ve y como reiteramos, nunca habrá protestas progres al respecto.

Volviendo a dos dilectos pensadores, como lo fueron Ángel Ganivet y Juan Vázquez de Mella, el dominio del norte de África se revela fundamental para los intereses de España. Carlos VII, en su testamento político (5), así lo asevera. Su hijo, Jaime III, corrobora esta línea geopolítica, advirtiendo del peligro las intromisiones de Francia; la misma que llegó a subvencionar las revueltas que fueron conocidas como la Semana Trágica de Barcelona (6), para desestabilizar la ya corrompida política española, amén de aprovechar para impedir la salida de soldados hacia Marruecos.

Lo curioso y lo paradójico es que, pasado el tiempo, ya en el siglo XX, el establecimiento del Protectorado Español de Marruecos recuperaba unos lindes, cuanto menos, bien parecidos a la tradición de época romana. Luego de una serie de guerras que se hicieron impopulares por mor de muchos defectos políticos, es en esta época donde se crean dos cuerpos que a día de hoy forman probablemente lo más arquetípico del ejército español: Los Regulares y la Legión. Los Regulares lograban recuperar la tradición de regimientos fijos en el terreno, y tanto se adaptaron a las circunstancias que adoptaron las vestimentas y los usos de la región, incorporando así un toque exótico, con tarbush, skara, turbante y alquicel, entre otros (7). Por otra parte, el general Millán Astray, buen conocedor del código bushido de los samuráis japoneses, así como de la formación de la Legión Extranjera Francesa, y amante del discurso de las armas y las letras del Quijote y de la historia de los míticos Tercios Españoles, y también recuperando la tradición de los mogataces (8) al igual que lo estaban haciendo los Regulares, funda la Legión Española con el motivo de formar un ejército profesional en el terreno para que a la guerra no vayan los hijos de los pobres, sino la gente de más vocación y empuje, a la par que eso ayudaba a interactuar con la población de allende del Estrecho. Militar con experiencia en Filipinas, viendo como buena parte de los autoproclamados intelectuales traicionaban los intereses de España, logró consagrar un proyecto práctico en un terreno y una época muy difícil. No extraña que esta clase política actual que padecemos, desde el PP y el PSOE hasta Podemos, quieran borrarlo de nuestra Historia, así como quieren borrar a todos aquellos que consiguieron sacarnos de la miseria. Esta clase política, al fin y al cabo, no deja de parecerse a la del siglo XIX. Está para crear problemas, no para resolverlos. Está para bajarnos la cabeza, no para devolvernos el orgullo. Millán Astray, el mítico fundador, un hombre cuya extrema austeridad hizo que muriera sin dejar nada en este mundo, a los años es un lógico enemigo de los burgueses incompetentes que están destrozando nuestra patria.

Centrándonos de nuevo en el Protectorado Español de Marruecos, ciertamente éste no duró mucho: Del 1912 a 1956. Hasta los años 20, continuaron los enfrentamientos bélicos. Pero en la época de la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930) se fueron solventando (pues no en vano las guerras las ganan los militares, no los políticos), y a las cabilas aliadas de España, se fue sumando una pacificación y estabilidad. Muchos moros veían en aquellos españoles aguerridos, sufridos, trabajadores y más bien pobres gentes más próximas que los que podían ver en las colonias francesas. Si bien luego de la creación del nuevo estado marroquí, se han desarrollado muchos años de hispanofobia dirigida desde el estado de Rabat, no son pocas las voces que a día de hoy reconocen la estabilidad y el intercambio fructífero que hubo en aquella época. Músicos como Amin Chaacho, descendiente de moriscos ibéricos, y nada sospechoso de “reaccionario españolista” (empleando el insufrible lenguaje progre), así lo reconoce. Y hace poco me contaba un buen amigo que por motivos laborales andaba por el norte de Marruecos cosas interesantes, que me hacen colegir que el nuevo estado marroquí se cuidó mucho de arrancar de cuajo la hispanofilia de la zona del Protectorado. Luego de duras guerras, como decimos, por fin se consiguió la paz, y quedó un buen sabor de boca, a pesar de que en los años 50 se recrudecieron los malos entendidos, por mor de guerras sucias entre Francia y España, apoyando a diferentes bandos subversivos, de lo cual sólo se acabaría beneficiando el incipiente nuevo estado del Magreb occidental, a la sazón, muy apoyado por Francia. Hay muchos moros viejos de Tetuán, Arcila, Nador, Larache, Chauen o etcétera, que reciben bien a los españoles y recuerdan con algo más que una sonrisa aquella época, mientras que muchos moros nuevos han sido adoctrinados según el nacionalismo “Istiqlal” más irracional y embustero; el mismo que, no contento con haberse rapiñado el Sáhara Occidental, amenaza a Ceuta y Melilla y hasta las Islas Canarias si se empareja.

Asimismo, yo también me atrevo a intuir que fue en esta época, aunque de manera muy fugaz, se hicieron algunos experimentos de fusión entre la música de los descendientes de moriscos y el mundo de la copla y el flamenco, o incluso el tango. Pero hasta ahora sólo tengo conjeturas al respecto (9).

Sigue habiendo bastantes diferencias entre marroquíes. Hasta la constitución marroquí reconoce identidades como la andalusí, la bereber/africana y la árabe. Los andalusíes o descendientes de moriscos ibéricos, a pesar de que ya llevan cuatro siglos en el norte de África, se siguen considerando diferentes y de hecho, muchas veces hasta física y culturalmente lo parecen. Una demostración más de que nunca fuimos lo mismo que África, ni tan siquiera cuando estuvimos dominados por el islam.

Otrosí, si bien hasta el siglo XIX, el –llamado en aquella época- imperio de Marruecos repelió las conquistas turcas y creó cierta conciencia que quizá le falta a sus vecinos del Magreb, nunca logró crear una cohesión coherente, así como tampoco lo ha logrado en este medio siglo largo luego de la marcha de Francia y España.

Si España tuviera una política inteligente, aprovecharía e intentaría insuflar de nuevo hispanofilia en el norte de Marruecos. Y también en Sidi Ifni, donde nunca se ha dejado de ondear la bandera roja y gualda. Pero el estado español sólo apoya y hasta subvenciona todo aquello que vaya contra España, amén de gastarse lo que no tiene en imponer por el mundo la neomarxista ideología de género.

Como remache de este aproche, podemos citar al amigo Fernando Hofra, español del norte de África y miembro de la Asociación Xeruta (10) el cual nos dice lo siguiente: Los reinos marroquíes se crean en la Edad Media casi a la vez que los hispánicos y su unidad, todo lo azarosa que se quiera, se produce casi a la vez que la nuestra. Después, es inevitable pensar que España, por una simple cuestión geoestratégica, tuvo algo que ver con que Marruecos no pasara a ser un bajalato más de Turquía, como el resto de la ribera sur del Mediterráneo desde Argelia hasta Turquía misma.”

Decimos que África sigue siendo nuestra asignatura pendiente. La cosa no es fácil, puesto que desde la irrupción del islam, existe un abismo espiritual por medio. Sin embargo, no podemos ni debemos obviar algo que es tan importante hasta para nuestra propia supervivencia. Nuestros pensadores más perspicaces lo supieron ver. De alguna manera habrá que coger el toro por los cuernos o nos cogerá el toro, válganos la taurina redundancia. Y visto que este tema contiene mucha enjundia, no volveremos a pregonar un fin, sino un hasta luego, a espera de más documentación e inspiración al respecto. La huella hispana en África, negada por ideologías que quieren hacernos ver la historia y el mundo al revés, ha de guiarnos hacia el porvenir, toda vez que sepamos levantarnos.

 

NOTAS

(1)Enlaces:

http://katehon.com/es/article/la-huella-hispana-en-africa-i

http://katehon.com/es/article/la-huella-hispana-en-africa-ii

(2)Para desarrollar el conocimiento sobre esta temática, recomiendo el libro “Quito fue España (Historia del realismo criollo”, del historiador quiteño Francisco Núñez del Arco, que tuve el honor y el orgullo de prologar.

https://www.facebook.com/113868212144988/photos/a.153549084843567.1073741864.113868212144988/486980814833724/?type=3&theater

http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.pe/2016/07/mis-lecturas-quito-fue-espana-historia.html

(3)Lo reconoce, entre otros, el general jacobino Westermann. Véase:

http://movimientoraigambre.blogspot.pe/2014/07/revolucion-francesagenocidio-moderno.html

(4)Sobre el peligro de la epiléptica política francesa:

http://movimientoraigambre.blogspot.pe/2017/02/el-peligro-bonapartista.html

(5) El testamento político del rey Carlos VII sin duda inspiró a Vázquez de Mella para elaborar los “Dogmas Nacionales”. A saber: Gibraltar español, unión con Portugal, Marruecos para España, confederación con nuestras antiguas colonias; es decir: integridad, honor y grandeza.” 

Para ver el testamento íntegro:

https://es.wikisource.org/wiki/Testamento_de_Carlos_VII_de_Espa%C3%B1a

(6) Sobre el papel de Francia en la Semana Trágica de Barcelona, véase:

http://movimientoraigambre.blogspot.pe/search?updated-max=2013-07-30T09:15:00-07:00&max-results=9&reverse-paginate=true&start=31&by-date=false

Sobre la posición del rey Jaime III ante el expansionismo francés en África:

http://elcaballerodeltristedestino.blogspot.pe/2012/11/semblanza-de-jaime-iii.html

(7) Sobre los Regulares:

http://www.alabarda.net/blog/pintura/regulares/

(8) Como “mogataces” o “almohataces” se conocía a los llamados “moros de paz” que, desde hace siglos, sirvieron en el ejército español.

(9) Sobre los tópicos en el flamenco:

http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.pe/2015/09/sobre-los-topicos-del-flamenco-mundium.html

(10) Sobre la Asociación Xeruta:

https://www.facebook.com/Hispaniafrica/?fref=ts

http://xeruta.blogspot.pe/

http://movimientoraigambre.blogspot.pe/2015/08/entrevista-la-asociacion-xeruta.html