Elecciones presidenciales de Estados Unidos: el significado de una farsa

20.10.2016

"Tenemos la experiencia, hemos perdido el sentido", T. S. Eliot, Four Quartets.

La especie humana se enfrenta a las amenazas más formidables de toda su historia.

- El planeta se está acercando rápidamente a una catástrofe climática irreversible mientras hace frente al mismo tiempo a todo tipo de amenazas para su ecosistema.

- Estamos una vez más frente al espectro de un posible conflicto nuclear importante.

- La gran mayoría de la población humana vive ahora en condiciones que a veces son incluso peores de las que había hace 500 años.

Un grupo muy pequeño de grandes bancos, corporaciones multinacionales, y estados y servicios secretos estatales y "privados" han concentrado en sus manos un poder sin precedentes y se están desarrollando como un cáncer en nuestras sociedades.

Por primera vez en la historia humana, el desarrollo de las fuerzas productivas ha alcanzado el nivel requerido para satisfacer todas las necesidades humanas "razonables", y permitir una vida digna para todos los habitantes del planeta, pero, al mismo tiempo, la desigualdad ha superado todos los registros históricos.

También por primera vez en la historia, minorías extremadamente limitadas, controlan ya la mayor parte del poder, el dinero y el conocimiento, y están también en proceso de adquirir la capacidad tecnológica para imponer un orden totalitario que hará parecer a Hitler un niño pobre, un alquimista en comparación con los químicos modernos.

Pero tal vez más preocupante que todo ello, hechos “objetivos” ya muy preocupantes, es el nivel del discurso emitido por las dos personas que compiten para convertirse en el presidente del país más poderoso del mundo. Ellos quieren gobernar la superpotencia y el mundo. Pero es casi imposible encontrar en los insultos que intercambian alguna idea significativa en cuanto a lo que harán con los formidables desafíos frente a su país y el planeta.

Las palabras y las ideas son importantes, incluso si son falsas o ridículas. Karl Marx solía decir que las ideas van atrasadas en comparación con lo que hay, y esto es muy cierto. Pero lo contrario también es cierto. Las ideas - o su ausencia – son también una indicación clara de hacia dónde se dirige una sociedad, qué elige conocer y qué ignorar, qué verdades necesita y qué ilusiones prefiere.

Nuestro siglo ha sido llamado el "siglo de las catástrofes", con guerras tradicionales en Oriente Medio, menos tradicionales en Europa, como la que destruyó Grecia y la está empujando al abismo, desastres nucleares como en Fukushima (un claro resultado del camino de la sumisión de la industria nuclear a las prerrogativas de una sociedad enferma en general y de las finanzas en particular, cuyas consecuencias permanecen ocultas en gran medida). Estamos viviendo en una era del "fin de la esperanza", una enorme crisis o colapso de casi todos los proyectos modernos que prometían hacer de los humanos sujetos de su historia (la Ilustración y la democracia, el socialismo, la creencia ciega en los beneficios sociales automáticos de la ciencia, el psicoanálisis, etc.). En el Este, el "socialismo" se ha derrumbado mientras que en Occidente el "estado de bienestar” se va retirando cada día que pasa.

Las ideas de nuestro mundo fueron formadas principalmente por la influencia (positiva o negativa) de gente como Marx, Freud y Einstein, los grandes "de-mistificadores" de nuestro ser social, nuestro carácter y el cosmos en el que existimos. Por el momento, al menos, no hay nadie para reemplazarlos o superarlos (en el sentido en el que el Nuevo Testamento reemplazó al Antiguo, o Einstein a Newton).

Pero los seres humanos no pueden sobrevivir sin esperanza y sin significado (un proyecto). La destrucción de significado en el discurso político del estado más poderoso en el mundo, los EE.UU., es un más que claro signo de la aceleración de la descomposición del capitalismo moderno. El capitalismo es ahora una palabra para describir un sistema que está pasando a una especie de feudalismo post-moderno, abriendo el camino, si sigue sin obstáculos su dirección natural, al final de los seres humanos, la destrucción del planeta, y una dictadura de las máquinas. Tal vez, en este contexto, la destrucción del significado esté anunciando nuestra propia destrucción.

Es normal que la gente, sentiendo por instinto las terribles perspectivas que hay por delante, se remonte a las identidades del pasado como la nación o la religión, o trate de encontrar nuevas esperanzas (tales como el movimiento social que cristalizó en torno a Sanders durante la campaña electoral de Estados Unidos). Aún así, las fuerzas "oscuras" parecen, por el momento, dominar la escena.

Volviendo a las elecciones en Estados Unidos, ¿qué vemos? Uno de los candidatos parece representar el fin de la racionalidad, el otro el final de la emoción, y ambos el final de cualquier tipo de ética. Pero sabemos por los tiempos antiguos que estas tres propiedades, cuando, y sólo cuando coexisten, son las que diferenciaban a los humanos de los monstruos parecidos a los humanos. (La situación en Europa, especialmente en Francia, que es la "madre" de la Europa moderna en cuanto a la política y las ideas se refiere, no es mejor. Es, posiblemente, incluso peor que en el centro norteamericano del sistema mundial).

Los personajes que dominan la clase política reflejan la enfermedad del "sistema". Tal vez este proceso es bastante viejo. Pero después de "fin" de la Guerra Fría (que no ha terminado, por cierto) y el colapso de la URSS, esto ha pasado a primer plano en casi todas partes en las "democracias occidentales", los Estados Unidos de América incluidos.

Lea los siguientes comentarios sobre el segundo debate Trump-Clinton publicados en The Nation y en Counterpunch, respectivamente. O, si lo prefiere, también puede saltar la noticia y echar otro vistazo a las películas de Stanley Kubrick, especialmente la última. Su genio le ayudará a discernir la naturaleza de las fuerzas que gobiernan, en gran medida, nuestro mundo y su propio proyecto secreto.

Como el gran genetista francés Albert Jacquard ha dicho: "el principal obstáculo para comprender la realidad consiste en los límites de nuestra imaginación".