¿Cuál es el juego de Angela Merkel con Turquía?

Viernes, 6 Mayo, 2016 - 10:00

¿Se aplicará finalmente el acuerdo del 18 de marzo de 2016 entre la Unión Europea y Turquía? Oficialmente, Turquía debería recibir 6 000 millones de euros en 2 años y la Unión Europea eximiría a los ciudadanos turcos de la exigencia de visa para circular en el espacio Schengen a cambio de un cierre de la frontera turca al flujo de migrantes y de que Turquía aceptara acoger de vuelta en suelo turco a todos los migrantes que logren penetrar en la Unión Europea.

Este acuerdo no afecta a los 1,8 millones de migrantes que ya entraron en la Unión Europea desde Turquía. Tampoco concierne a los 2,7 millones de refugiados sirios que se amontonan en Turquía.

Un mes después de la firma de ese acuerdo, sólo 325 migrantes han sido enviados de vuelta a Turquía y solamente 103 refugiados sirios han sido aceptados legalmente en la Unión Europea.

Es evidente que no fue para obtener estos magros resultados que Bruselas prometió a Turquía 6 000 millones de euros. En realidad se trataba de un financiamiento oculto de la guerra turca, financiamiento otorgado por la Unión Europea a pedido expreso de Francia y de Alemania.

El viaje de Angela Merkel a Turquía, el 23 de abril de 2016, tenía como objetivo, según Berlín, completar la aplicación del acuerdo. Así que la canciller alemana visitó el campamento modelo de Nizip-2. Se trata del único correctamente mantenido en Turquía y las condiciones que allí existen no tienen absolutamente nada que ver con las deplorables condiciones de vida de la inmensa mayoría de los refugiados sirios en Turquía.

A primera vista, la canciller alemana apoya la guerra turca contra Siria y subvenciona el cierre de las fronteras turcas con la Unión Europea. Pero resulta imposible entender cómo piensa lidiar con las consecuencias de la militarización turca, principalmente en lo que concierne a la expansión del terrorismo y la expulsión de los kurdos y los cristianos.

Esta extraña visita, de la que se vieron excluidos los periodistas (fue cubierta solamente por los servicios de prensa oficiales), permitió a la canciller alemana hacerse lindas fotos, rodeada de niños bien alimentados, como dando a entender que Turquía no necesita el dinero de la Unión Europea para ocuparse de los refugiados sino, más bien, para continuar la guerra.

Alemania ha desempeñado un papel importante contra Siria. En 2005, fue Alemania el país que proporcionó el arma que Estados Unidos e Israel utilizaron en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri. En 2012, fue también Alemania quien organizó la reunión de los «Amigos de Siria» en Abu Dabi, donde las potencias coloniales se repartieron los yacimientos sirios de gas. También fue Alemania quien organizó, igualmente en 2012, la redacción del plan secreto de rendición total e incondicional de Siria, redactado por el estadounidense Jeffrey Feltman. Y es también Alemania quien aún sigue tratando de imponer ese proyecto en Ginebra, a través de Volker Perthes, el ayudante de Stefan De Mistura.

Durante su viaje a Gaziantep, la canciller alemana declaró: «He (…) reclamado nuevamente que tengamos una zona donde el alto al fuego sea particularmente reforzado y donde se pueda garantizar un nivel suficiente de seguridad». Para las agencias de prensa occidentales, Merkel también apoyó el proyecto turco de «no fly zone» sobre el territorio sirio. La realidad es que se trata de un apoyo que no compromete a nada ya que su aplicación exigiría un voto en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia, China y Estados Unidos votarían en contra.

Es difícil interpretar la posición alemana. Es evidente que la señora Merkel está tratando de ganarse la simpatía de su aliado turco, de lograr que detenga el flujo de migrantes y de ayudarlo a continuar su guerra contra el pueblo sirio. Pero resulta imposible imaginar que no sienta inquietud ante la extensión de sus actividades terroristas hacia Europa, ni ante su anunciada voluntad de despojar de su nacionalidad a 6 millones de turcos, lo cual provocaría una nueva ola migratoria.

Thierry Meyssan - Red Voltaire