Viaje del Doctor Barrios a Irán (6ª parte)
Si bien el comunicado del Líder “el Segundo paso”, para los segundos cuarenta años de la Revolución Islámica continúa y seguiré su análisis en las próximas entregas, Dios mediante, prefiero hacer un paréntesis para referirme a algo que es de suma importancia y a lo que el doctor aludió varias veces en su periplo académico por Irán. Barrios varias veces mencionó la importancia del islam shiita como pensamiento del Imam Jomeini y base ideológica de esta revolución que tuvo lugar en Irán y que hoy se ha transformado en uno de los actores principales del frente multipolar a escala mundial.
En Occidente se ignora bastante del islam como para pretender que se conozca sobre el shiismo de modo suficiente o de modo elemental siquiera. Este vacío es aprovechado por los enemigos y detractores de la revolución para emplear el concepto de shiismo de un modo peyorativo y pretendiendo que encierra una visión sectaria minoritaria, monárquica (“no democráctica”) y heterodoxa del islam. ¿Pero cuál es la realidad del shiismo, cuál es su significado y cómo ha podido y está pudiendo brindarle a Irán tantos éxitos y logros?
Shia es una palabra árabe que significa partidario de, seguidor de, como se ve es un término neutro en sí mismo. Como tal, en Sagrado Corán aparece con una acepción positiva y negativa, según se refiera a los seguidores (shias) de Noé o Moisés (positivia), o se refiera a shias o partidarios del Faraón (negativa), respectivamente. Pero en el islam, el término shia se refiere especialmente a los seguidores de Ali ibn Abi Talib, la paz sea con él. Ali es el primo y yerno del profeta Muhammad, la bendición y la paz sean con él y su familia purificada. Ali fue apodado por el profeta como Amir al Muminin, que significa el líder de los creyentes. Ali fue el primer musulmán. Fue criado y educado por el profeta y siempre lo acompañó en su misión. Tuvo destacadísima participación en las victorias más trascendentes del islam y Dios ordenó en el llamado Hayy o Peregrinación de la despedida de parte del profeta, que exprese públicamente la designación de Ali como su sucesor. Al regreso de la última peregrinación, el profeta se despide porque pre anuncia su próxima muerte que ocurriría tres meses más tarde. Allí proclama por orden de Dios, en la localidad de Gadir Jum, la sucesión a su gobierno en la persona de Ali ibn Abi Talib. Tal acontecimiento figura en el Sagrado Corán cuando afirma en el capítulo 5:67: “Oh Mensajero, anuncia lo que te fue revelado por tu Señor y si no lo haces no habrás difundido Su mensaje. Dios te protegerá de la gente”. El profeta tomó la mano de Ali frente a más de ciento veinte mil musulmanes y pronunció las famosas frases que se hallan en todas las fuentes islámicas. Tomando la mano de Ali y alzándola para que todos vean bien, dijo: “De quien soy su autoridad, éste Ali es su autoridad, Dios ama a quien le ame y ayuda a quien le ayude, se enemigo de quien sea su enemigo y humilla a quien lo humille.” También dijo: “Ciertamente os dejo dos tesoros valiosos después de mí, el Libro de Dios y mi familia, si os aferráis a ambos jamás os desviaréis. Ambos no se separarán hasta volver a mí el día del Juicio junto a la fuente del Kauzar (la fuente que apaga la sed eternamente). Inmediatamente después de hacer este anuncio, descendió al profeta el siguiente versículo coránico: “Hoy os he perfeccionado vuestra religión, completé sobre vosotros mis bendiciones y me satisface el islam como religión para ustedes.” (Capítulo 5:3). Todo esto está en las fuentes islámicas.
El Imam Jomeini cita estos dichos proféticos en su testamento político dirigido a todos los musulmanes, especialmente a los dirigentes y estudiosos del islam para quienes estos dichos representan en todas las fuentes una evidencia innegable. Desde el punto de vista de la creencia islámica, la designación de un profeta o Imam pertenece a Dios, no a una elección de la gente. La gente solo ha de confirmar, atestiguar que, por ejemplo, Jesús es profeta y representante de Dios. Jesús, como todos saben, no fue elegido por la gente como representante de Dios.
Es importante destacar que, en el año 600 de la era cristiana, en Arabia, la democracia no existía. Eran los jefes tribales los que en consejo decidían quién habría de ser el líder que, por lo general, era quien ostentaba más poder y fuerza militar. La fuerza era ayer, como hoy, salvo en el sistema profético, el factor decisivo para dirimir el poder. Hoy el Consejo de Seguridad está presidido por cinco super potencias militares que se reservan el derecho a veto con exclusividad. Nada ha cambiado.
Al Imam Ali no se le permitió asumir el poder tras la muerte del profeta y luego, los omeyas encabezados por Muawia (hijo del archi enemigo del profeta, Abu Sufian), se hicieron con el poder por la fuerza y desarrollaron una persecución contra su familia y seguidores. Ali fue martirizado y oficialmente se lo maldecía en todos los actos públicos por orden de Muawia. Desde el punto de vista shia, no es solo una cuestión de orden político. El Imam Ali era garante de la continuidad del islam regulando a la sociedad con sabiduría y justicia. Desde entonces, la sociedad islámica se ha ido alejando del modelo profético hasta instaurar una serie de Sultanes y dinastías monárquicas que tenían y tienen un carácter imperial o fastuoso ajeno a la tradición profética de austeridad, justicia, combate a la pobreza, distribución equitativa, fraternidad, racionalidad, libertad, participación popular y desarrollo multidimensional, tanto espiritual como material. Cuánto más grandes y fastuosos los palacios, más lejos de los pobres y proporcionalmente más lejos de los profetas. También más cerca del imperio de turno.
Sobre el shiismo y su histórico rol volveremos a hablar. Por ahora, solo agregaremos que de acuerdo al famoso dicho profético que todos aceptan, el mensajero dijo: “Mis sucesores son doce, todos de Quraish”. (la tribu de la Meca a la que pertenecía el profeta). Estos doce aludidos como sucesores son los Imames, palabra árabe que significa adelantado, líder, conductor. Doce como los apóstoles de Jesús o las tribus de Israel. Salvo el segundo y tercer Imam, Al Hasan y Al Husein que eran hijos de Ali y Fátima, la hija del profeta y, por lo tanto, hermanos, los nueve Imames restantes descendieron unos de otros hasta el doceavo, el Imam Al Mahdi. Este fue ocultado por Dios a los ojos de la gente y vive esperando la orden de Dios para aparecer y llenar la Tierra de justicia exterior (qistan) e interior (‘adlan), tal como estaba llena de injusticia. Cómo una persona puede estar oculta y vivir tantos años es un milagro como abrir las aguas para que pase Moisés y se ahogue el Faraón y su ejército, o el nacer de una mujer virgen como Jesús y resucitar a los muertos. Estos milagros son el aval de su condición de representantes de Dios. Obviamente no son hombres y mujeres comunes los elegidos por el Todopoderoso.
Tuvieron que pasar más de mil años hasta que el shiismo encabezado por el Imam Jomeini, los religiosos comprometidos y los creyentes, pudiera hacerse del poder mediante una revolución contra un rey puesto por fuerzas extranjeras. Este liderazgo basado en la sabiduría y la justicia es la garantía del desarrollo y efectividad del islam. Es la implementación del islam en la medida de los conocimientos y posibilidades de quienes la conducen y los conducidos alcanzará su cima con la aparición del Imam oculto.
Esta es la fuente de los grandes éxitos desde el punto de vista del análisis que desarrollan los estudiosos musulmanes de esta revolución. Eso es lo que motiva la participación, los adelantos, la resistencia efectiva contra los complots de enemigos más poderosos materialmente.
En el Sagrado Corán, Dios dice que Él se reserva el derecho de elegir a Su representante o “Califas”. “Cuando Dios dijo a los ángeles: Ciertamente Yo te designo Mi sucesor (Califa) en la Tierra” (capítulo 2:30). Viendo lo que han hecho los seres humanos en la historia hasta hoy es lógico que Dios no delegue la elección de Su representante a los hombres donde los poderosos suelen con demasiada frecuencia abusar de los demás y acaparar todos los privilegios. Es lógico que Sus representantes por su condición de tales, sean extraordinarios, hagan proezas y milagros y sean multidimensionales, o en términos místicos, sean hombres perfectos, modelos acabados de un desarrollo humanos pleno. Dios dijo, en Su sabiduría, que es Su representante quien garantiza la recepción, difusión, interpretación y ejecución de Su mensaje. El shiismo respeta este derecho divino por eso mantiene su pureza. De ahí que Ali haya dicho: “Si el mundo y lo que hay en él y siete veces ello, me fuera dado a cambio de que le saque el alimento que lleva a su madriguera una hormiga, yo no lo haría.” Todos los musulmanes saben que Ali fue el más valiente en las batallas (de defensa, no de agresión) y vencía allí donde los demás volvían derrotados. La adoración de Ali no tenía comparación con la de los demás. Es famoso el suceso en que le sacaron una flecha de un pie mientras rezaba porque el dolor no les permitía hacerlo en otro momento. Lo hicieron cuando oraba porque la concentración de Ali en el rezo era tal que su espíritu parecía abandonar su cuerpo casi por completo. El profeta dijo: “Yo soy la ciudad de la sabiduría y Ali es su puerta, quien quiera la sabiduría que entre por su puerta.”
Sobre el shiismo hay mucho que decir, pero lo dejamos para otro momento y recomendamos su estudio de primera mano, al menos como referencia, porque de lo contrario, no se podrá conocer bien qué es. Si no se conoce bien el shiismo no se podrá conocer el espíritu de la revolución iraní y lo que está sucediendo hoy en Irán y en la región. No se sabrá el porqué de sus éxitos milagrosos y el porqué de tanta enemistad y miedo por parte de los poderes mundiales.
Es falso sostener, como lo hacen algunos que desconocen, que en el mundo islámico hay una disputa entre sunnitas y shiitas y que Arabia Saudita sería el líder de los sunnitas e Irán el líder de los shiitas. Es verdad que existen enfrentamientos en el Medio Oriente, pero no son entre shiitas y sunnitas, sino entre shiitas y sunnitas por un lado resistiendo a las agresiones imperiales y “shiitas y sunnitas” por otro, apoyando a esos poderes. En el caso de Arabia Saudita su escuela de interpretación o ideología es uahabita que se opone tanto a los sunnitas como a los shiitas. Si bien el uahabismo retoma el poder con los saudíes y el apoyo inglés en el siglo XVIII, históricamente encarna el espíritu omeya, de ahí su fuerte enemistad con el shiismo, pero como dijimos no solo con él. Es por eso que Irán apoya a los palestinos que son sunnitas y en cambio, Arabia Saudita cada día muestra más su alianza imperial.