La soberanía de la identidad frente al imperialismo del tiempo

26.05.2017

Tesis del discurso de Alexander Dugin en la conferencia "Del Atlántico al Pacífico: por un destino común de los pueblos eurasiáticos" (26-27 de mayo, Chişinău, Moldavia).

• Vivimos en un momento de cambios cardinales en el mundo, estamos en el punto clave de la transformación de las estructuras mundiales. La mayoría de la gente vive hoy en el mundo de la vida (el 'Lebenswelt' de Husserl), sin notar estas transformaciones fundamentales. Hoy no sólo hay un choque entre globalistas y populistas, sino un choque de los paradigmas filosóficos profundos. En primer lugar, necesitamos una explicación filosófica de lo que está sucediendo.

• Es necesario repensar el modelo occidental de pensamiento: la modernidad occidental está llegando a su fin, vivimos hoy en la "finalización" de la modernidad, en este proceso que ahora se está desarrollando en la historia. Los globalistas intentan transformar esto en un proceso eterno, no ofrecen un nuevo orden mundial, pero ofrecen un nuevo caos. Esta es una nueva estrategia de destrucción: inevitable, irreflexiva.

• Nos acercamos al fin de lo "humano". Los globalistas proponen migrar al plano poshumano para fortalecer y prolongar su poder y dominación.

• Este momento de "la finalización del mundo" es ciertamente escatológico. Este "final del final" es el nombre de hoy. ¿Qué termina? La modernidad, que trata de situarse como una oportunidad única del desarrollo de las sociedades, luchando contra la soberanía de la eternidad. Hoy se está desarrollando una guerra entre la soberanía de la eternidad y el imperialismo del tiempo. "El tiempo contra la eternidad" es el lema de la guerra de la modernidad contra la tradición. Toda la ontología de la Modernidad se basa en la comprensión del tiempo como progreso. Pero la modernidad en algún momento se hunde en la crisis: la eternidad es destruida, llega el nihilismo. El "tiempo" alcanza hoy sus límites internos (su limitación es la eternidad). El problema de la actual crisis política y filosófica mundial no es accidental, es un fracaso sistémico, el fin del sistema, la crisis fundamental de nuestro tiempo. La fuente de la crisis son las bases filosóficas e ideológicas de la Edad Moderna.