La cuestión de Malvinas: Un conflicto pendiente (2ª parte)

10.11.2016

Una fuerte reacción contraria al acuerdo argentino-británico fue encabezada por los sectores nacionalistas que incluyeron un cuestionamiento a toda la política colonial británica, respecto a estas tierras, en dicha agenda no quedaba afuera la cuestión Malvinas. La corriente del pensamiento revisionista histórico hizo una revalorización de la tradición hispano católica y cuestionó el modelo de dependencia surgido del pensamiento progresista de cuño liberal e izquierdista.

Las ideas antibritánicas se hicieron carne en buena parte de los sectores militares que derrocaron al gobierno liberal conservador de Ramón Castillo, en junio de 1943. El nuevo gobierno, encabezado por el General Pedro Ramírez, logró ratificar la posición neutralista de la República Argentina hasta casi terminado el conflicto.

Gradualmente los sectores populares, muchos de ellos inmigrantes o descendientes de los mismos, se fueron involucrando con las grandes causas nacionales, dentro de las cuales se encontraba la reivindicación de las islas Malvinas. Alertado de las consecuencias impredecibles que podían derivar del resurgir del sentir nacional argentino, Winston Churchill realizó en plena conferencia de Yalta, la siguiente admonición: “No dejen que Argentina se convierta en potencia, pues arrastrará tras ella a toda América Latina.”

La influencia británica fue perdiendo importancia durante el gobierno del General Perón, para volver por sus fueros luego del derrocamiento de aquel en el año 1955.

Ya adentrados en la década del 60 del siglo pasado, cansados de los infructuosos reclamos de la cancillería argentina respecto a la soberanía, un grupo de ciudadanos decide tomar cartas en el asunto.  Primero fue el piloto civil Miguel Fitzgerald, quien, en setiembre de 1964, luego de un vuelo solitario a Malvinas, realizado en una pequeña avioneta Cessna, aterrizó en una pista de carreras de caballos, enarboló la enseña patria argentina y entregó un petitorio a las autoridades isleñas reclamando la soberanía argentina sobre el archipiélago, terminada su misión volvió al continente del mismo modo en que llego a las islas. El incidente produjo un airado reclamo diplomático inglés. En ese mismo mes el comité de descolonización de la Organización de las Naciones Unidas, incluyó en su carpeta de temas a tratar el diferendo argentino británico sobre las islas.

Tan solo dos años después del vuelo de Fitzgerald, y entusiasmados por el éxito y la repercusión que tuvo el mismo, un grupo de jóvenes militantes nacionalistas, organizó lo que denominó como “Operativo Cóndor” el mismo consistía en el secuestro de un avión de la línea aérea de bandera “Aerolíneas Argentinas” y su desvió hacia Puerto Argentino (Stanley, para los ingleses). Lograron aterrizar en las islas, pero al no contar con el apoyo del gobierno nacional tuvieron que entregarse a las autoridades de la potencia usurpadora, no sin antes haber desplegado siete banderas argentinas y emitido varios comunicados desde la radio del avión reivindicando los derechos argentinos sobre las islas. La aventura de estos militantes nacionalistas conmovió las más profundas fibras del sentir nacional argentino, la cuestión Malvinas era primera plana en los periódicos locales.

Desde ya que se habían intensificado las gestiones diplomáticas, a instancias de la ONU, lo que hizo creer, un tanto cándidamente a la clase dirigente argentina, que se lograría la devolución del archipiélago por este medio. Sin embargo, pasaban los años y nada se conseguía. Lo que en algún caso era presentado como un modesto éxito, en realidad eran triquiñuelas británicas que le permitían abaratar la ocupación y darle largas en el asunto en el plano diplomático.

Adentrada la década de los setenta y producida la crisis del petróleo Inglaterra envía la denominada expedición Shackleton en el buque Endurance, a los efectos a efectuar un pormenorizado relevamiento de las posibilidades económicas del archipiélago que desde ya incluida una prospección de la plataforma continental argentina a los efectos de evaluar la existencia de petróleo y sus posibilidades de explotación. En este caso la protesta del gobierno argentino presidido por María Estela Martínez viuda de Perón fue bastante más que una simple declamación. Se retira al embajador en Londres y se expulsa de Buenos Aires al embajador británico.  La tensión siguió creciendo cuando el HSM Endurance incursionó en el mar argentino y fue interceptado por el destructor de la Armada Argentina Storni. La nave argentina exigió que el Endurance se detuviera, el capitán inglés no acató la orden, continuando su marcha. En consecuencia, el Storni realizó una serie de disparos de advertencia. Ante dichas circunstancias los ingleses huyeron en dirección al archipiélago malvinero.

Dentro del ámbito diplomático, en 1973 la ONU declaraba en la resolución 3160, la descolonización de las Islas Malvinas, esto, a su vez, producía una denegación completa por parte británica en 1975. Seguidamente, en 1976 Argentina retiraba a sus embajadores mientras conjuntamente la OEA (Organización de los Estados Americanos) adjudicaba la soberanía de las Islas Malvinas a la República Argentina.

Tras el golpe militar que derroca al gobierno de la viuda de Perón, en marzo de 1976, se normalizan las relaciones con Gran Bretaña. Inglaterra mantuvo su política de negociaciones apuntando a seguir consiguiendo ventajas a los efectos de aliviar sus costos de ocupación. Mientras que simultáneamente ejecutaba el proyecto de convertir las islas en una fortaleza inexpugnable.

En el parlamento británico se presentaron proyectos que proponían congelar toda negociación futura sobre las islas que incluya el tema de la soberanía. Quedaba en evidencia la falta de voluntad negociadora del Foreing Office, en ese contexto se llegará al año 1982, el año de la Guerra de Malvinas.

El general Galtieri, que  presidía la denominada junta de comandantes, decide la recuperación de los archipiélagos en disputa. La medida se concreta en forma casi incruenta el dos de abril de 1982.

EEUU había reiterado garantías de apoyar a Argentina, en particular, secretario americano Alexander Haig quien fuese encargado de las negociaciones, mencionaba a las autoridades argentinas que a Gran Bretaña no le interesaban las Islas Malvinas y que era muy fácil llegar a un acuerdo para no desencadenar un conflicto. Las autoridades argentinas, por su parte, hacían alusión al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) firmado en 1947, por el cual se esgrimía el principal objetivo de protección mutua entre todos los estados del continente americano ante un ataque extranjero. EEUU formaba parte tanto del TIAR con Argentina como de la OTAN con Gran Bretaña. Lo cierto es que EEUU no actuó de forma imparcial, ayudó claramente a Gran Bretaña en el conflicto [Fuente: NACION, L. (2016). Confirman que EE.UU. no fue neutral en la guerra de Malvinas. [online] Lanacion.com.ar. Available at: http://www.lanacion.com.ar/1461419-confirman-que-eeuu-no-fue-neutral-en-la-guerra-de-malvinas (Accessed 5 Oct. 2016)], algo confirmado más tarde por la misma Margareth Tatcher "Sin los aviones Harrier y su inmensa maniobrabilidad, equipados con la última versión de los misiles Sidewinder que nos suministró el ministro de Defensa de EE.UU. Caspar Weinberger, tal vez nunca hubiéramos recuperado las Falklands" [Fuente: News.bbc.co.uk. (2016). BBC Mundo | Internacional | Muere Caspar Weinberger. [online] Available at: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_4855000/4855112.stm (Accessed 5 Oct. 2016)].

Argentina y la geoestrategia en el mar

Espacio marítimo argentino:

El espacio marítimo argentino se fundamenta en la extensión natural de la plataforma submarina continental de Sudamérica. Desde finales de los 60’, la República Argentina ante cada ejercicio legal de soberanía marítima, obtuvo intentos de bloque por parte de EEUU y Gran Bretaña.

La extensión marítima que controlaba la República Argentina era de 200 millas náuticas, pero reclamaba más puesto que éstas no representaban la extensión de la plataforma continental.

En el mundial acuerdo multilateral sobre el derecho del mar en la ONU, CONVEMAR por sus siglas, que fue firmado en 1994, acordaba que la extensión territorial marítima debe ser de un máximo de 350 millas. Tras éstos acontecimientos, Argentina por ser un Estado ribereño que posee y ejerce derechos de soberanía sobre su plataforma continental, no tardó en presentar su reclamación en 2009.

La ONU falló favorablemente a Argentina pese a las protestas británicas, lo que significó en un marco legal, el reconocimiento de 1.700.000 kilómetros cuadrados que se añadirían en a la plataforma argentina. Los medios británicos protestaron nuevamente, mientras que a su vez los políticos británicos criticaron duramente ésta resolución de la ONU.

Dentro de la Plataforma Continental Argentina, los territorios controlados por Gran Bretaña, tales como Islas Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur, están claramente bajo órbita argentina. Así mismo el territorio antártico argentino, que comprende los meridianos 74°O y 25°O, el paralelo 60° S y el Polo Sur, considerado por Argentina como parte integral de su territorio, queda bajo la mencionada órbita de la Plataforma Continental Argentina. No obstante, Gran Bretaña reclama como uno de sus territorios de ultramar prácticamente el mismo espacio territorial antártico revindicado por Argentina.

Argentina posee un total de 13 bases en la Antártida, y una presencia humana comprobada en el territorio desde 1904. No obstante, desde 1908 Gran Bretaña reclama dicho territorio antártico como propio por lo que las tenciones por el territorio no tardarían en llegar. En 1942 en la Isla Decepción, Argentina formalizaba la toma del territorio con una declaración e izamiento de la bandera. Un año más tarde los británicos destruyeron las evidencias de la toma y plantaron la bandera británica, la que no duró mucho tiempo puesto que meses más tarde Argentina la removió del sitio. Otras situaciones de conflictividad, en este caso legales, se darían a lo largo de los años hasta 1959, dónde la firma del Tratado Antártico paralizaba -pero no extinguía- la disputa territorial antártica. La Antártida Argentina forma parte desde 1970 de la provincia de Tierra del Fuego como uno de sus departamentos, mientras que Gran Bretaña sostiene que ése territorio antártico forma parte sus dominios de ultramar, el mismo fue bautizado con el nombre de Isabel I, su actual reina.

Argentina en posición excéntrica a partir del paralelo 40, proyecta su domino a través del Estrecho de Magallanes y el Mar de Hoces, pasajes naturales entre el pacífico y el atlántico por donde circulan anualmente, pese a las dificultades climatológicas, miles de buques destinados al comercio bioceánico, el segundo en importancia tras el canal de Panamá.  El Mar de Hoces, o más conocido como pasaje de Drake por el conocido corsario británico, es el único paso interoceánico natural entre el océano atlántico y pacífico que divide además el continente sudamericano del antártico. Si bien sus aguas son arduamente navegables, constituye un paso muy importante a nivel mundial por su riqueza en recursos marítimos tanto como puente directo a la Antártida, a su vez, es un paso que concede a Argentina una ventaja natural de alcanzar el Océano Pacífico sin necesidad de pasar por aguas territoriales vecinas.

En la actualidad, los combustibles fósiles juegan un papel casi determinante en el énfasis británico por mantener el control de las Islas Malvinas. Particularmente, tras los sondeos realizados por geólogos británicos en 2010, se estima que, en torno a las islas existen importantes concentraciones de petróleo calculado en 60.000 millones de barriles que son valorados en 4.768 mil millones de dólares. Lo proyectado en 2010 no tardó en llevarse a cabo por los británicos, empresas como Desire Petroleum, Ocean Guardian, Diamond Offshore Drilling, Falkland Oil and Gas Limited, Rockhopper Exploration, Border & Southern Petroleum, BHP Billiton, etc. Comenzaron a trabajar conjuntamente desde 2010, haciendo ya efectivas sus primeras extracciones durante los años 2011 y 2012.

Otros recursos, no menos importantes, proceden de la pesca. Desde 1987 Gran Bretaña mostraba sus apetencias expansivas en este marco creando la FICZ (zona de conservación y administración de Pesca), donde ampliaba en torno a las islas la proyección marítima destinada a la pesca en 150 millones de millas.  En 1990 los británicos crean el FOCZ (Zona de conservación exterior de las Falkland) ampliando las zonas norte, éste y sur en 200 millas. Como consecuencia del control británico tras la guerra finalizada en 1982 se calcula que en 30 años Gran Bretaña obtuvo de la pesca en torno a Malvinas unos 20.880 millones de dólares que se traducen en valor comercial final en alrededor de los 147.000 millones de dólares [Fuente: Capitanesdepesca.org.ar. (2016). Asociación Argentina de Capitanes Pilotos y Patrones de Pesca. [online] Disponible en: http://www.capitanesdepesca.org.ar/notas/2016/grem_20160410.htm (Accedido el 29 de octubre de 2016)]. La riqueza en esta materia salió a la luz tras conocerse que Gran Bretaña había pescado en 2015 un 40% del total pescado por el atlántico suroccidental.

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