Hezbolá y Siria, la alianza que venció al terrorismo

08.06.2016

Durante décadas, las autoridades sirias se han negado a demarcar la frontera internacional con el vecino Líbano. En un momento del conflicto, el ejército de Damasco se vio obligado a minar una parte de la frontera, la que no está controlada por Hezbollah, sin embargo, se ha logrado garantizar la seguridad y la protección de la población chiíta en las zonas bajo su control. La presencia de las milicias armadas, aquellas que Europa ha prohibido y definido como "terroristas", ha impedido que el Líbano se convirtiera en teatro de operaciones militares a gran escala.

La frontera entre Siria y el Líbano existe sólo sobre el papel: el pase de refugiados sirios a Líbano para escapar de la guerra es continuo, así como es diario el tránsito de los combatientes y de los convoyes de armas provenientes de diferentes partes del mundo. Durante la dominación siria del Líbano (1975-2000), los dos países estaban unidos bajo el al-niẓām al-‘amnī al-muštarak (el esquema de seguridad compartida), que estableció en la práctica el control sirio sobre el Líbano. Hoy en día los dos países están estrechamente vinculados y entrelazados por la dinámica del conflicto civil sirio.

El ejército libanés no es capaz de garantizar el control de sus propias fronteras ni de contrarrestar suficientemente la enorme máquina de guerra puesta a disposición de los llamados rebeldes por parte de Occidente y de las monarquías del Golfo.

La presencia de Hezbolá ha limitado el tráfico de armas del noreste del Líbano hacia la región central siria de Homs, uno de los bastiones de los rebeldes anti-Assad. El rebasamiento de las fuerzas armadas sirias en algunos rincones del alto Valle del Beqaa libanés tuvo lugar precisamente para impedir el flujo de armas. Acciones que Hezbolá ha asegurado también con su propia presencia y apoyo.

Hoy se estima que el ejército de Hezbolá cuenta con unos 7.000 hombres, más 20.000 reservistas, superior en calidad y armamento al regular. A partir de junio de 2012, Hezbolá ha hecho su entrada oficial en la guerra de Siria y ha combatido en todo el país al lado del ejército sirio para asegurar la supervivencia de la población chií contra los ataques de los grupos extremistas del mundo suní, los mismos que han tenido también en su punto de mira a los otros componentes religiosos presentes en Siria, principalmente a los cristianos. La supervivencia de Assad es una condición esencial para el mantenimiento del pluralismo sirio y la permanencia de los componentes de la sociedad que los extremistas islámicos y los grupos armados yihadistas quieren eliminar o convertir con el uso de la fuerza. La intervención en Siria tiene también un componente de auto-preservación por parte de Hezbolá, que responde a un equilibrio de naturaleza política. Mantener el liderazgo en el Líbano significa reclamar un papel más importante en la toma de decisiones interna y externa. La sólida alianza con Irán y Rusia son una garantía para ser parte de esos procesos en una visión multilateral del mundo, ya no dominado por los EE.UU. solamente.

Los observadores más distraídos de los acontecimientos libaneses que acusan a Hezbollah de haber arrastrado el país al conflicto, deben tener presente que ese país se vio envuelto en la guerra siria por parte de Occidente hace mucho tiempo. Está demostrado que los Estados Unidos y Europa (además de las monarquías del Golfo y Turquía) han utilizado algunos elementos políticos internos con el objetivo de derrocar al gobierno de Assad.

¿Cómo no recordar, después de todo, la participación del parlamentario Okab Sakr en un vasto contrabando de armas a Siria?. Okab Sakr forma parte de la Alianza 14 de marzo, la coalición filo-saudita y filo-occidental formada alrededor del líder sunita Saad Hariri, del que se precia de ser gran amigo. Periodista, fue director adjunto de al-Balad y fundó el sitio web de la oposición libanesa, NowLebanon.com. Después de haber negado repetidamente una participación en tal sentido, se vio obligado a admitir su papel de traficante de armas después de que el diario libanés Al-Akhbar y el canal de televisión OTV hayan dado a conocer las grabaciones que lo incriminaban.

Hoy sabemos que un parlamentario ha sido la principal fuente de tráfico de armas, violando así la política de neutralidad del Líbano y el derecho internacional. Y cómo olvidar la toma de posición del Partido del Movimiento del Futuro (Hariri) que inmediatamente apoyó a Okab Sakr, garantizando al mismo tiempo que había actuado "a título personal". Sin embargo, un miembro de su grupo parlamentario, Khaled Daher, alabó esta "iniciativa", definiéndola como un "apoyo a la noble revolución humanitaria contra el régimen asesino".

A través de estos registros se ha descubierto que varios centros de operaciones de tráfico de armas estaban en Turquía: uno en Antakya, otro en Adana, y un tercero en Estambul. Sakr había establecido su sede en el distrito de Florya Estambul, donde a veces organizaba las reuniones. Impensable que esto ocurriera sin el apoyo del gobierno de Erdogan y sus fuerzas de seguridad, implicadas durante mucho tiempo en el apoyo a la llamada resistencia siria. De este centro de mando dependían un número indeterminado de jóvenes de diferentes regiones de Siria, con la tarea de llevar a cabo operaciones militares. Ellos coordinaban, con los comandantes de los grupos armados, la provisión de fondos y del equipo militar necesario para los combatientes, todo ello bajo la supervisión de oficiales del ejército turco y del de Qatar. Las operaciones se coordinaban a través de un satélite de comunicaciones, precisamente el Thuraya, y teléfonos vía satélite como Iridium.

Durante las interceptaciones, se ha abierto un cuadro inquietante. Una fuente anónima acusó al diputado libanés de "pagar dinero a los comandantes de los grupos armados, sin distinguir entre los asesinos mercenarios y la oposición patriótica". Para completar el cuadro sobre este personaje que se sienta en el parlamento libanés hay otro elemento: Sakr es muy amigo de Abou Ibrahim, el jefe de los secuestradores de los nueve peregrinos libaneses secuestrados en 2012 por los rebeldes sirios y liberados después de un año de detención. Este último recibiría un salario mensual de 50.000 dólares, entregado por los jóvenes que trabajan en el comando de Sakr.

A la vista de todo esto parece ridícula la acusación de que Hezbollah ha arrastrado al Líbano a la crisis siria. Es una acusación infundada y falsa que se adapta a la desinformación y a la propaganda occidental. Hezbolá en cambio, tiene el mérito de haber impedido que todo el Líbano se transformase no sólo en lugar de adiestramiento de células terroristas enviadas después a Siria, sino también en una colosal sucursal del tráfico internacional de armas. Gracias a su presencia, los daños han sido limitados, y el Líbano ha conservado intacta su soberanía, y la población chií vive con una cierta tranquilidad en sus propias casas, aunque amenazada por el terrorismo y por los cohetes que los rebeldes envían desde Siria hacia las zonas controladas por Hezbollah.

Sobre el autor: Alessandro Aramu (1970). periodista profesional. Licenciado en derecho, es director de la revista de geopolítica Spondasud. Autor de reportajes sobre la revolución zapatista en Chiapas (México) y sobre el movimiento Hezbolá en el Líbano, Líbano ha editado el ensayo Lebanon. Reportage nel cuore della resistenza libanese (Arkadia, 2012). Es coautor de Syria. Quello che i media non dicono (Arkadia 2013), y Middle East. Le politiche del Mediterraneo sullo sfondo della guerra in Siria (Arkadia Editore 2014). Es autor y editor del libro Il genocidio armeno: 100 anni di silenzio – Lo straordinario racconto degli ultimi sopravvissuti (2015), con Gian Micalessin e Anna Mazzone. Es responsable de las relaciones internacionales de la Federazione Assadakah Italia – Centro Italo Arabo, y presidente de Coordinamento nazionale per la pace in Siria.