Haya de la Torre y la trampa del indigenismo
Durante los primeros meses de 1931, mientras los cuadros apristas organizaban el partido y difundían el pensamiento aprista, Haya de la Torre multiplicaba, desde Berlín y Londres, su ofensiva escrita y su gran amigo, el argentino Gabriel del Mazo, pagó de su pecunio la edición, en Buenos Aires, de un nuevo libro de Haya intitulado “Ideario y acción aprista”. Poco después se edita, en Lima, “Teoría y Táctica del Aprismo”. Ambos opúsculos recogen, sin aclararlo, artículos ya publicados por Haya.
Sin embargo, de los dos libros sólo “Teoría y Táctica del Aprismo” contiene un artículo novedoso, tanto en el sentido de que no había sido ya publicado con anterioridad, como en el sentido de que en el mismo, se desarrolla una temática que Haya no había tratado nunca antes, con profundidad. Dicho artículo lleva como título: “El problema del Indio”. Este artículo, como veremos, no sólo tuvo una importancia fundamental desde el punto de vista del desarrollo ideológico del Aprismo sino que tuvo también, una importancia política estratégica porque, con él, Haya se opuso frontalmente a una de las principales líneas de acción política diagramada por la Internacional Comunista para la América Latina.
Haya de la Torre se basa en el pensamiento de Manuel González Prada, a quien lo denomina simbólicamente como su “Maestro”, para desarrollar la postura doctrinaria del Aprismo frente - a lo que en esa época se denominaba- el problema del indio.
Creemos que González Prada fue uno de los más claros pensadores de su tiempo - un tiempo caracterizado por el profundo peso de los prejuicios raciales en el análisis social y político - en promover una nueva manera de enfocar el problema del indigenismo. González Prada abordó el problema indígena por primera vez en 1904, a través de un brillante artículo que intituló: “Nuestros Indios”. Dicho artículo fue incluido, más tarde, en la segunda edición de su libro “Horas de Lucha”.
En el referido artículo, González Prada planteó como apotegma axial que: el indio no es una raza biológica sino una raza social. Y esta será la premisa fundamental sobre la cual se basará luego Haya de la Torre, para construir la postura doctrinaria del Aprismo sobre el problema indígena. González Prada explica que, “…por raza biológica se entiende al hombre con sus caracteres somáticos, color de piel, ángulo facial, textura, forma de los ojos, etc. Pero, desde el punto de vista social, la raza esta dada por su inserción, por su papel en la sociedad.”[1] Para González Prada, “…indio, en el Perú, es sinónimo de pobre, de campesino, de explotado”. Según González Prada, “…cuando un indio se enriquece se blanquea...actúa como un blanco y cuando un blanco pierde su capital, entonces se aindia porque lo tratan como un pobre, como un explotado, lo explotan y es como un indio”
Siguiendo entonces de forma evidente a González Prada, es que Haya de la Torre sostiene:
“LA CAUSA DEL INDIO ES CAUSA SOCIAL, NO RACIAL. La causa del indígena peruano - como la del ecuatoriano, boliviano, argentino, como la del indígena de toda América - es causa sagrada, no porque el indio sea indio, vale decir que no sea blanco, sino porque el indio, en su gran mayoría, es explotado. Nuestro indigenismo no es el simplista sentimental concepto racial que ante la estúpida afirmación burguesa de la inferioridad de razas opone en un amargo grito de revancha la afirmación contraria de que toda raza de color es superior a la blanca...González Prada ha escrito: ‘La cuestión del indio más que una cuestión racial es económica, es social’...No es el color lo que limita el problema. Indios por sangre hay, desde Felipillo el traidor, que son verdugos de sus hermanos de raza. ¡Cuántas veces en eso que en el Perú se llama Parlamento, en los ministerios y los tribunales, no se han sentado y se sientan hombres de piel de cobre y de conciencia negra!...En mis viajes por la sierra peruana, he visto a veces gamonales de raza india, verdugos implacables, monstruos sanguinarios, sádicos...despedazando las carnes de los siervos y maldiciéndolos en quechua...Nuestra lucha por el indígena peruano y americano, es pues, lucha contra el latifundio; no es simple lucha de color, que blancos hay por millones oprimidos en el mundo y hombres de piel cobriza oprimen sangrientamente en el Perú y América...”[2]
Luego desarrolla Haya la relación entre el problema del indio y el imperialismo. Sostiene Haya, entonces, como principio básico fundamental que no puede entenderse al problema del indio como un problema aislado y que, plantearlo de ese modo, es una trampa del imperialismo. El problema del indio no puede resolverse mediante la lucha aislada del indígena porque no habrá solución al problema indígena sin la victoria contra el imperialismo - que solo podrá conseguirse mediante la estructuración de un frente de lucha que agrupe en su seno, a todos los sectores sociales afectados por éste - y la construcción de la unidad política de los pueblos indoamericanos en un único estado federal.
De la argumentación sostenida por Haya se desprende que para éste, la lucha por la verdadera reivindicación del indígena tiene un aspecto táctico, consistente en la lucha por la reforma agraria, contra el latifundio y el latifundista y un aspecto estratégico, la lucha contra el imperialismo, por la unidad indoamericana. Advierte también Haya que, aunque el imperialismo plantee el problema indígena como un problema racial, los mismos indígenas no deben plantearlo de ese modo porque deben comprender que su problema, es parte de un problema mayor. Es en tal sentido que Haya argumenta:
“El imperialismo en nuestros países tiene su aliado en el latifundista, cuya clase es dueña del poder político, y cuenta con la explotación de nuestras clases trabajadoras, especialmente de nuestros trabajadores indígenas para hacer de ellos sus mejores instrumentos de explotación. El imperialismo, enemigo de nuestros países, es el peor enemigo del indio. El cristianismo sajón ha logrado infiltrar muy profundamente en la clase dominante de los países donde domina, muy especialmente en los Estados Unidos, un incurable desprecio racial hacia los hombres de color, negros o cobrizos. Es indiscutible que en la inmensa mayoría de los sajones prevalece esta idea.
Y siendo nuestras razas, según ellos ‘razas inferiores’, se deduce cierta justificación ‘moral’ a la explotación, opresión y servidumbre de nuestros trabajadores, no solo porque son trabajadores, sino porque en su gran mayoría no son blancos, o, simplemente porque no son sajones.
El imperialismo, pues, trae consigo un nuevo y grandísimo peligro para nuestros indígenas...Es por eso que nuestro movimiento antimperialista, debe tener a los indígenas en las vanguardias...(pero) No se puede apartar el problema indígena del imperialismo...El problema del indio en el Perú como en cualquier país americano es problema económico, es problema de justicia social y ésta no podrá realizarse mientras el imperialismo amenace la soberanía política de nuestros países y su libertad económica. Por eso, todo intento de liberación social en nuestros países, está relacionado con el gran problema general que plantea el imperialismo. No hay problemas aislados sino aspectos de uno, grande y común. De ahí que no puede haber luchas aisladas, sino partes de un todo, secciones de un gran partido, divisiones de un gran ejército, filas de un gran frente: del frente único de trabajadores manuales e intelectuales de América: contra el imperialismo yanqui, por la unidad de los pueblos de América, para la realización de la justicia social.” [3]
La importancia política de la postura que Haya de la Torre adopta frente al problema indígena, se comprende mejor si se advierte que, en junio de 1929, la Primera Conferencia Comunista Latino Americana de Buenos Aires determinó que, en América Latina, había que, “…abandonar el espíritu fetichista de las fronteras actuales”[4] pero no, para crear una Patria Grande latinoamericana sino, para posibilitar al creación de nuevas repúblicas de base étnica. En tal sentido, la Primera Conferencia Comunista Latino Americana de Buenos Aires, ordenaba a los militantes comunistas peruanos, luchar por la instauración de una república quechua y una república aymara, totalmente independientes, lo que equivalía a proponer la fragmentación territorial del Perú en tres Estados. Similar planteamiento realizó la Conferencia Comunista de Buenos Aires para la República de Bolivia a la cual se proponía fragmentarla en nada menos que trece Estados. Es preciso notar también que, en febrero de 1930, Eudocio Ravines - antiguo militante aprista convertido al comunismo - llegó clandestinamente a Lima con instrucciones muy concretas para que los militantes comunistas cumplieran con lo resuelto en Buenos Aires.
Por otra parte, resulta fundamental - para poder contextuar la real importancia de la posición tomada por Haya frente al tema del indigenismo - dar cuenta que, a los pocos días de fallecido Mariátegui, cuyo óbito se produjo el 16 de abril de 1930, llegó a Lima, como relata Ricardo Martínez de la Torre, una extensa comunicación de la Internacional Comunista, en la que se ampliaba la discusión sostenida en Buenos Aires. Dicha comunicación - que daba por sentadas las instrucciones conferidas a los militantes comunistas para que trabajaran en pos de la creación de las repúblicas quechua y aymara - afirmaba:
“En el transcurso del año último, habéis comenzado cierto trabajo de clarificación ideológica...Un paso habéis dado. Liquidando las débiles organizaciones del APRA en el Perú y en el extranjero...(pero)...Crear un partido socialista que tendría como una base más amplia que el partido comunista…(propuesta hecha por José Carlos Mariátegui) es, en el fondo, volver por un rodeo y bajo otra etiqueta, al aprismo, a un partido de varias clases...a un Kuomintang más peligroso que el APRA...La idea de dotar al partido de un programa mínimo, separado de un programa máximo, es anti-leninista, anti-marxista...La lucha ideológica contra el APRA es pues, una de las condiciones primeras para volcar una claridad absoluta en la conciencia del proletariado peruano, claridad indispensable si queréis evitar que vuestro trabajo ulterior no quede en la esterilidad por las sobrevivencias de la ideología aprista en el movimiento obrero.
El proceso de liquidación del APRA, tanto en el extranjero como en el Perú, está seriamente adelantado ya, gracias a la acción política que habéis desplegado...No es dudoso que, a pesar del éxito de vuestra propaganda, el APRA conserve todavía en la masa, cierta autoridad y mantenga ciertas ilusiones. Debéis pues continuar y desarrollar vuestra acción contra el APRA, especialmente en el seno de las organizaciones y de las masas obreras...La primera tarea de vuestro grupo es, pues, formar un partido comunista, liquidando la ideología del APRA...”[5]
Las instrucciones dadas por la Internacional Comunista, a los militantes comunistas del Perú en particular, y a los de toda América Latina en general, no podían ser más precisas: había que liquidar de la conciencia popular la idea de un partido policlasista que luchara por la unificación de la América Latina, es decir por la construcción de la Patria Grande. Al nacionalismo continental, propuesto por el Aprismo, la Internacional Comunista, oponía el nacionalismo étnico indígena. A la unificación de la Nación Indoamericana, propuesta por el Aprismo, la Internacional oponía, bajo la aparente defensa de las masas indígenas explotadas, la fragmentación territorial de los Estados ya existentes para dar lugar al nacimiento de una veintena más de nuevas pequeñas republicas. El indigenismo - es decir la causa del indio entendida como una causa racial y no como una causa social -, propuesto por la Internacional Comunista profundizaba, inexorablemente, de ese modo, la balcanización producida luego de la guerra de la independencia. Contra esa propuesta indigenista es que Haya de la Torre escribió su artículo “El problema del Indio”, que constituyó, a nuestro entender, la pieza fundamental de su libro “Teoría y Táctica del Aprismo”, aparecido, prácticamente, en plena campaña electoral de 1931.
** Doctor en Ciencia Política por la Universidad del Salvador, Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario, Graduado en Estudios Internacionales por la Escuela Diplomática de Madrid, Magister en Relaciones Internacionales, por el Institut Universitaire de Hautes Etudes Internationales, de la Universidad de Ginebra. Asesor en materia de Relaciones Internacionales de la Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Educación y la Cultura (FLATEC).”Pesquisador Associado” del “Instituto de Estudos Estratégicos” (INEST) de la “Universidade Federal Fluminense”. Profesor de la Maestría en Estrategia y Geopolítica de la Escuela Superior de Guerra. Profesor de la Universidad Nacional de Lanús. Asesor de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la República Argentina.
[1]. GUIBOVICH DEL CARPIO, Lorgio, Pensamiento antropológico de Haya de la Torre y el indigenismo en el Perú, Lima, 1988, Ed. Palma, p. 23.
[2]. HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, Obras Completas, Lima, Ed. Juan Mujica Baca, 1985., Tomo 1, págs. 182, 183 y 187.
[3]. Ibíd., págs. 190 y 191.
[4]. BASADRE, Jorge, Historia de la República del Perú, Lima, ed. La República, 199, p. 3064.
[5]. MARTINEZ DE LA TORRE, Ricardo, Apuntes para una interpretación marxista de la historia del Perú., Lima, Ed. Universidad de San Marcos, 1974., págs. 497, 498, 501, 505 y 506.