Erdogan como víctima colateral de la Guerra Fría EEUU-Rusia

16.07.2016

Hasta ahora Turquía ha vivido polarizada entre un nacionalismo laico, propio de los sectores urbanos más desarrollados, y un islamismo tradicional en el que se ha refugiado la población rural más desfavorecida. y con el afán de refundar la Turquía moderna, Erdogan, nuevo “padre de la patria” (Atatürk), trata de unir islamismo , nacionalismo y europeismo con su entrada en la UE. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi o AKP); a menudo denominado en Turquía Ak Parti”, ya que sus seguidores emplean el vocablo en turco Ak, (que significa blanco, limpio, o intachable para identificar a su partido), sería en teoría un partido conservador moderado, de tendencia demócrata-musulmán, a la imagen y semejanza de los partidos demócrata-cristianos europeos, no en vano es miembro observador del PPE desde 2005.

Pulso laicisimo-islamismo

La revuelta de la plaza de Taksim se habría convertido en el epicentro del pulso soterrado entre los seculares (liderados por el Partido Popular Republicano (CHP) y el Ejército (TSK) y los islamistas moderados, encabezados por el AKP y que ya ha sido bautizado como “ el otoño turco”. Mientras, Erdogan proseguiría con su estrategia de implementar el Estado Erdoganista, (socavando los pilares del Estado Secular que en 1923 implantó el Padre de la Turquía Moderna, Mustafa Kemal) y que se plasmarían en pinceladas como la implantación de la enseñanza del Corán en la escuela Primaria, restricciones a la libertad de expresión en forma de encarcelación de periodistas opositores, la polémica restricción de venta de alcohol y el anunciado despliegue de la policía en los campus y residencias universitarias que podría desencadenar un nuevo Mayo del 68.

Sin embargo, Erdogan tendría como objetivo inequívoco la implementación del Estado Islamista-Erdoganista en el 2016, lo que supondría el finiquito del Estado Secular que en 1923 implantó el Padre de la Turquía Moderna, Mustafa Kemal, quien creía que “el secularismo y la europeización de Turquía eran los medios más aptos para transformar su país en una nación industrial moderna”, con lo que el kemalismo dejó como herencia una crisis de identidad en la sociedad turca, (europeizada pero no integrada en las instituciones europeas y musulmana pero extraña al mundo islámico). Turquía se habría convertido de facto en un régimen autocrático, especie de dictadura invisible sustentado en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas), control de los medios de comunicación y represión social , síntomas evidentes de una deriva totalitaria que se se plasmaría en pinceladas como la implantación de la enseñanza del Corán en la escuela Primaria y las severas restricciones a la libertad de expresión en forma de cierre de medios de comunicación y encarcelación de periodistas opositores (según Reporteros sin Fronteras, Turquía ocuparía el puesto 149 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa en el 2015).

Erdogan, peón inservible de EEUU y bestia negra de Putin

Erdogan se negó a participar en las sanciones occidentales contra Moscú y compró a China misiles de defensa antiaérea HQ-9 y manifestó su deseo de integrarse en la Nueva Ruta de la Seda permitiendo inversiones del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) por lo que Erdogan sería un obstáculo para el diseño de la nueva doctrina de EEUU. En efecto, la nueva doctrina geopolítica de Erdogan pretende dejar de gravitar en la órbita occidental y convertirse en potencia regional. Ello implica que la lealtad a los intereses anglo-judíos en Oriente Próximo estaría en entredicho debido al previsible apoyo de Erdogan a la facción palestina Hamas y a los Hermanos musulmanes y al consiguiente enfrentamiento con Israel y Egipto así como la guerra sin cuartel declarada contra el PPK kurdo y su aliado sirio el PYD que chocaría con la nueva estrategia geopolítica de EEUU para la zona pues la obsesión de Erdogan sería impedir el surgimiento de una autonomía kurda en Siria que sirva de plataforma al PKK por lo que el Congreso turco habría aprobado una ley que permite al Ejército turco (TSK) entrar en Siria e Irak para combatir a “grupos terroristas”, eufemismo bajo el que se englobarían no tanto el ISIS como el PKK y el PYD kurdo-sirio, aliado y hermano del PKK. La frontera turco-siria sería el paso natural de los grupos yihadistas para abastecerse de armamento y sufragar el mantenimiento de sus operaciones militares mediante la venta de petróleo a precios irrisorios, términos reconocidos por el general Wesley Clark quien según la televisión libanesa de Hezbolá (Almanar) reconoció que “Turquía apoya al autodenominado Estado Islámico (EI) aunque nunca lo reconocerá” pero los bombarderos rusos sobre los tanques petrolíferos del ISIS supondrían un misil en la línea de flotación de los pingües beneficios obtenidos por Turquía mediante la reventa del crudo exportado por los yihadistas.

La miopía política de Erdogan le habría llevado a planificar el derribo del caza ruso SU-24 en la creencia de que contaría con el respaldo inequívoco de la OTAN y de EEUU. y en el paroxismo de su paranoia geopolítica, Erdogan habría provocado el resurgimiento del contencioso armenio-azerí en forma de las primeras escaramuzas militares en la región del Alto Karabaj, (lo que de facto significa la ruptura del Tratado de Kars entre la URSS, Turquía, Georgia, Azerbaiyán y Armenia (1.921), con el que se ponía fin al enfrentamiento militar armenio-azerí de Nagorno Karabaj), convirtiéndose así Erdogan en la “la bestia negra” de un Putin que esperará pacientemente el momento de tomarse su venganza. Ello, aunado con el chantaje económico a la UE en el tema de los refugiados terminará convirtiendo a Erdogan en un paria internacional y un aliado inseguro para EEUU tras dejado Erdogan de ser un peón útil y fiable para EEUU.

Por su parte, la Administración Obama estaría estudiando implementar el llamado Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, que preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo. Así, tendríamos el Kurdistán Libre presidido por Masoud Barzani con capital en Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el vacío de poder dejado por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la provincia de Ninive, Kirkuk y Diyala así como todas las ciudades de etnia kurda de Siria liberadas por la insurgencia kurda del PYD sirio (región autónoma de Rojava) y el sudeste de Turquía controlado por el PKK. El nuevo Kurdistán contará con las bendiciones de EEUU y dispondrá de autonomía financiera al poseer el 20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio sine qua non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del petróleo kurdo a través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el puerto turco de Ceyhan.

La veleidad del destino habría logrado pues que dos enemigos irreconciliables como Erdogan y Al Assad se conviertan en obstáculos insalvables para el diseño de la nueva cartografía del Oriente Próximo, por lo que no es descartable que EEUU y Rusia lleguen a un acuerdo que implique sacrificarlos en aras de lograr la pacificación de los avisperos sirios e iraquíes, (previo desalojo de las tropas del ISIS que extenderán sus tentáculos hacia Libia). Dicha tarea será completada con la intervención de fuerzas especiales de la OTAN en Libia previa formación de un Gobierno de Unidad consensuado entre el Parlamento de Trípoli (Bando del Oeste) y el de Tobrouk (Bando del Este), para limpiar el territorio de los yihadistas del ISIS desplazados desde Siria e Irak y así conformar un anillo de seguridad que evite las oleadas de refugiados hacia Italia y la posibilidad de acciones terroristas del ISIS en suelo europeo.

El TSK asume el protagonismo

El Ejército turco (TSK) desempeña un importante papel político en la sombra, puesto que se consideran los guardianes de la naturaleza secular y unitaria de la República siguiendo los postulados kemalistas y los partidos políticos juzgados como anti-seculares o separatistas por el Poder Judicial Turco (a instancias del estamento militar), pueden ser declarados ilegales. Ya en vísperas de la elección de Abdullah Gül como Presidente de Turquía ( agosto del 2007), las Fuerzas Armadas afirmaron que “intervendrán decisivamente en la defensa del laicismo ante los esfuerzos de determinados círculos de socavar los valores fundamentales de la república que han aumentado claramente en tiempos recientes”, advertencia próxima a la retórica del Golpe Militar de 1.980 y que podría extrapolarse a la situación política actual caracterizada por la inestabilidad política, las masacres de Diyarbakir, Suruq y Ankara contra la población kurda y la guerra declarada contra el PKK. En los últimos años , Erdogan ha asestado varios golpes a la cúpula militar turca, del que sería paradigma la decisión de Erdogan de relegar de su cargo a tres oficiales de alto rango acusados de formar parte de la trama “Ergenekon”, una agrupación ultra-nacionalista compuesta por militares y activistas de marcado carácter laicista, pero también por segmentos de la esfera política, mediática, intelectual y educativa del país, cuyo supuesto cometido habría sido deponer al actual ejecutivo islamista de Erdogan.

Ante esta situación y sin el paraguas protector de la UE (al posponer “sine die” la incorporación de Turquía miembro de pleno de derecho de la UE), la suerte de Erdogan ya estaría decidida por el Pentágono por lo que a pesar del intento fallido de asonada militar en Ankara y Estambul, el ejército turco (TSK) protagonizará un nuevo golpe “virtual” o “posmoderno” que acabará con el mandato de Erdogan, (rememorando el ‘golpe blando’ de 1997, cuando los generales kemalistas arrebataron el poder al Gobierno del presidente Necmettin Erbakanpor, quien lideraba una coalición islamista). Dicho golpe contará con las bendiciones de Washington al haber dejado Erdogan de ser un peón útil para EEUU, pues la nueva estrategia geopolítica del Pentágono se basará en la implementación de “golpes virtuales o postmodernos“ en los países de la zona (Egipto) con el objetivo de sustituir a los regímenes islamistas surgidos de las urnas por regímenes militares presidencialistas en el marco del nuevo escenario geopolítico mundial surgido tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia, quedando Siria y Turquía como portaaviones continentales de Rusia y EEUU respectivamente.