El colapso de la universalidad o comprendiendo el pluriversum
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Reflexiones en torno al libro de L.V. Savin “Ordo Pluriversalis. El renacimiento de un orden mundial multipolar” ...
"El ganador es aquel que es superior al aplicar de una forma siniestra la inteligencia en contra de su oponente"
Karl Polanyi, La Gran Transformación
Cuando Karl Polanyi introdujo el concepto de "aplicar de una forma siniestra la inteligencia", refiriéndose a como los líderes del Tercer Reich habían derrotado a sus oponentes y que esta era una de las razones principales del éxito inicial de Hitler, no quería con ello referirse a uno de tantos conceptos como el de traición. Exactamente, y debido a las mismas circunstancias, se puede observar la ominosa superioridad intelectual de las élites occidentales, que han jugado un importante papel en la victoria del liberalismo (que durante mucho tiempo han cautivado de forma sutil el estado de ánimo de los otros y ha jugado de manera hábil al adelantarse a cualquier percance) sobre la ideología soviética (que degeneró en un doctrinarismo vulgar que ignoraba casi por completo los nuevos desafíos políticos y sociales).
Para cambiar esta situación, necesitamos "cambiar nuestra opinión con respecto a Occidente", decía el filósofo y sociólogo ruso A.A. Zinoviev. ¿Qué significa este "cambiar de opinión"? Significa desarrollar un lenguaje propio para describir el mundo y las relaciones sociales, es decir, un lenguaje que sea más adecuado al estado actual del mundo y que describa de forma completa y correcta todos los procesos y relaciones que suceden en él, necesitamos que este lenguaje refleje de una manera precisa y natural nuestra posición y nuestra participación en el mundo, y así desechar de una vez por todas ese "parloteo" lingüístico que nos legó el liberalismo y que nos hemos visto obligados a usar durante tres décadas.
La crisis que sufre la visión liberal del mundo claramente ha mostrado la necesidad urgente de un nuevo lenguaje, y el movimiento euroasiático nos ofrece su propia versión. El líder del Movimiento Euroasiático Internacional, A.G. Dugin, ha posicionado al del discurso eurasianismo en el nivel académico y Leonid Savin ha continuado desarrollando esa misma línea en sus ideas geopolíticas euroasiáticas.
Este nuevo libro de L.V. Savin nos proporciona una introducción a la metapolítica euroasiática, a su nuevo lenguaje geopolítico y a su sociología de las relaciones internacionales. La metapolítica no tiene como objetivo describir la realidad política, sino que es una reflexión, una trascendencia metodológica de la realidad, que permite estudiar y posiblemente diseñar esta última. Evitamos usar deliberadamente el término "ciencia política", porque casi que de forma automática terminamos hablando el lenguaje del discurso liberal.
La ambición de todas las tareas que se propone el libro determina su formato y causa que sea muy difícil clasificarlo. ¿Es una monografía? Sí, es una monografía académica en un sentido estricto. ¿Es un libro de texto? Sí, también es un libro de texto, una especie de guía para una nueva cartografía política, escrita en un lenguaje claro e inteligible. ¿Es una enciclopedia? Quizás se trate de una enciclopedia, de un compendio de métodos y paradigmas modernos: tanto de los dominantes, los tradicionales, los alternativos, hasta llegar a los intentos más periféricos o exóticos. Probablemente, se ajuste más a la definición de "tratado", que remite inmediatamente al lector al "Novum Organon" de Francis Bacon, al "Leviatán" de Thomas Hobbes, al "Príncipe" de Niccolo Machiavelli, al "Órganon" y la "Política" de Aristóteles...
Karl Polanyi le dio el nombre de Gran Transformación a esta transición de la humanidad dirigida hacia un tipo especial de civilización y cultura que estaba asociado al triunfo del Homo economicus y al triunfo del liberalismo eurocéntrico. Este paradigma de civilización (incluso podríamos decir antropológico) atraviesa hoy una crisis profunda, pero para llevar a cabo su desmantelamiento final se necesita una nueva transformación, que no será menos grande y total que la anterior y que afecta a todos los estratos de la existencia humana.
La proyección de los principios geopolíticos para conseguir tal transformación están formulados en el libro de Ordo Pluriversalis y son los siguientes:
1) transitar de un mundo unipolar a un mundo multipolar;
2) pasar de la globalización a las estructuras estatales imperiales;
3) rechazar el universalismo a favor del pluralismo, de la proliferación (en el sentido de P. Feyerabend), de la “diversidad de especies” (en el sentido de W. Ashby), de las formas culturales, étnicas, económicas, religiosas y otros tipos de organización social;
4) socavar la hegemonía liberal y crear una contrahegemonía que proponga paradigmas alternativos y que no pretende ser universal, sino que pretende conseguir una soberanía auténtica al interior de sus propias fronteras de civilización.
5) transitar de la noocracia (el Estado de derecho) a la ideocracia y la gracia.
La aparente objetividad e imparcialidad del autor solo le otorga mayor credibilidad a sus posiciones euroasiáticas: siendo consistente con su paradigma multipolar, antiliberal, anticapitalista y tradicionalista. Debido al formato de esta reseña, somos incapaces de abarcar todos los problemas que plantea el libro, por lo que solo vamos a abordar una serie de problemas.
Gobierno de la Gracia. Al rechazar los principios de la noocracia (del Estado de derecho, de la ley) prevalecientes en la política occidental, Leonid Savin propone volver a los principios que presuponen la justicia, habiendo analizado de manera previa este concepto que es bastante vago y ambiguo. La deconstrucción y posterior descalificación de los sistemas de leyes anglosajonas nos permite un retorno al derecho autóctono y tradicional de los pueblos los cuales presuponen el estar regulados por principios religiosos y éticos. El modelo euroasiático propone un sistema legal basado en la ideocracia de Nikolai Trubetskoy: "Los euroasiáticos propusieron la ideocracia para Rusia-Eurasia, donde la religión dominante era la religión ortodoxa heredada de Bizancio y adaptada a la Horda de Oro, siendo principalmente un corpus teológico lleno de textos complejos y paradójicos". El autor cita la tesis central del discurso de San Hilarión de Kiev: la "Palabra de la gracia", que establece una teoría acerca del imperio universal, en el que "todos los países, ciudades y pueblos honran y glorifican cada uno a sus amos, los mismos que les enseñaron la fe ortodoxa". A partir de esta tesis, se problematiza la hipótesis de la gracia euroasiática: "Para desarrollar esta ley policéntrica al interior del sistema internacional, necesitamos entender de forma clara hacia dónde vamos - ¿Cómo fundamentar las Leyes para proyectarlas en el espacio geográfico, o para la creación un polo que extiende la Gracia?"
La religión y la economía. En nuestra época, donde han triunfado el materialismo y el economicismo, se suele asignar a la actividad económica el papel predominante, casi como si fuera autosuficiente. Leonid Savin restaura la verdadera jerarquía tradicionalista: la economía deriva de la religión. La religión, al proclamar unos valores rígidos, basados en la ética y la ideológica, subordina a la economía a este marco determinado por sus dogmas. El autor deduce de forma razonable que el Homo economicus judío, "posee una característica muy llamativa: se trata de su base contractual". Fue esta forma de interacción contractual la que triunfó en la Modernidad y constituyó la base de la Primera Teoría Política (el liberalismo), y también predeterminó el modo de producción capitalista. El judaísmo, a través del protestantismo (como "herejía de los judíos"), fue adoctrinando a la sociedad cristiana, lo que debilitó el marco de las prohibiciones cristianas al legalizar los préstamos con interés y con ello se abrió el camino al capitalismo.
Desarrollando esas tesis, el autor describe brevemente los modelos económicos que fueron adoptados por el catolicismo, la ortodoxia, el islam y el budismo. El catolicismo no creó una doctrina económica verdaderamente alternativa al capitalismo y terminó por adaptarse en muchos aspectos a este último. Sin embargo, “a finales del siglo XIX, y sobre la base del cristianismo católico, apareció en Europa la teoría económica del distributismo. Esta teoría estaba basada en las encíclicas del Papa León XIII Rerum Novarum y del Papa Pío XI Quadragesimo anno. Estas encíclicas religiosas eran en realidad anticapitalistas, pero se referían al distributismo como una teoría opuesta por igual al socialismo y al capitalismo”. Las principales características del distributismo eran: la propiedad es un derecho fundamental y los medios de producción deben estar lo más extendidos posible; la sociedad está compuesta por los artesanos y su cultura; la familia que tiene hijos es la célula básica de la sociedad; la subsidiariedad; la solidaridad; la prohibición de los intereses bancarios.
En relación con la ortodoxia, el autor señala: “El enfoque ortodoxo de la actividad económica es menos específico. No existen doctrinas económicas ortodoxas”. Sin embargo, los Santos Padres condenaron de manera inequívoca la codicia y la avaricia. Savin cita las enseñanzas de St. Basilio el Grande, en donde se encuentra "un indicio de la necesidad de la actividad laboral y la crítica al acaparamiento". El autor deja abierta la cuestión del orden económico que este mejor adaptad a la ortodoxia, únicamente haciendo unas cuantas alusiones a la Doctrina Social de la Iglesia Ortodoxa Rusa para la cual “la visión ortodoxa del trabajo y la propiedad es policéntrica: sus formas dependen de las tradiciones arraigadas en las diferentes regiones, pero la actividad laboral debe estar caracterizada por la piedad, que este fundada en la solidaridad y se encuentre orientada tanto al mantenimiento de los lazos sociales como a la ayuda mutua dentro de la comunidad (ciudad, Estado)”.
Las formaciones estatales. Al analizar la esencia, las formas y el funcionamiento del poder, L.S. Savin llega a la conclusión de que “aún no existe un modelo político que sea lo suficientemente estable y adecuado como para aplicarse universalmente a toda clase de países y pueblos, pero no se trata de crear una plantilla rígida, sino de un conjunto de posibilidades que posean ciertas restricciones inherentes a una serie de asociaciones políticas con sus propias culturas, sean están antiguas o relativamente jóvenes”. Por tanto, aquí se está proponiendo abandonar el universalismo en favor de muchas formas de estatalidad.
Se analizan tres casos: el de Estados Unidos, el de Rusia y el de Irán. Un rasgo que es característico del sistema de poder estadounidense es lo que se llama los "triángulos de hierro", es decir, la relación entre la legislatura, la burocracia y los grupos de presión, que forman una especie de "corresponsabilidad mutua" interior a la élite. En este contexto histórico global, al producirse el surgimiento de las instituciones de poder y la cultura política de los Estados Unidos, ha tenido como consecuencia un carácter bastante negativo: "la rica herencia del mundo de los pueblos indígena de la América del Norte no fue reclamada por los portaestandartes de la ética puritana, que en su lugar estaban construyendo un Nuevo Mundo de acuerdo con sus creencias metafísicas y cálculos pragmáticos".
Rusia se ha caracterizado históricamente por una poderosa verticalidad administrativa en el ejercicio del poder que se opone a dos estructuras de consulta popular: la Duma (parlamento) y la Veche (1). La rivalidad y la simbiosis entre estas tres estructuras acabó en la fusión y la creación de una forma de gobierno tan distintiva como lo era la autocracia, que, aunque se transformó, siempre estuvo presente en casi todas las etapas históricas de Rusia, manifestándose especialmente de manera prominente en la época de Iván el Terrible y de Stalin. Citando a M. Foucault, Savin señala la similitud entre la autocracia rusa y el ideal del poder zarista según Gogol:
“Gogol describe su idea de un zar cristiano ideal imbuido del amor hacia todos, que llora, sufre, reza por su pueblo y, por lo tanto, consigue la reconciliación de todos los estamentos del Estado. Por lo que Foucault concluye que tal soberano cristiano no es propio de Occidente”. (Ordo Pluriversalis. Возрождение многополярного мироустройства. Л. Савин. стр. 366)
Irán ha terminado por incorporar la idea de un imperio teocrático chiíta. El poder, durante la ocultación de los imanes, no pertenece a nadie, sus portadores son los teólogos autorizados, los cuales son considerados como los "traductores de la voluntad de los imanes que aplican esto a una realidad política específica". El Imam Jomeini revela así la fórmula del poder iraní: “la diferencia fundamental entre el gobierno islámico, por un lado, y las monarquías y las repúblicas constitucionales, por el otro, es que, si los representantes del pueblo o del monarca en tales regímenes tienen el poder para legislar, en el Islam el poder legislativo y la autoridad para legislar únicamente pertenece a Dios Todopoderoso”.
Creando alternativas. A pesar de la enorme diferencia entre las culturas y las tradiciones, como es demostrado con numerosos ejemplos, la política internacional tal como se presenta y existe hoy es, de hecho, una invención occidental. Es una manifestación de la civilización occidental con pequeñas desviaciones según las regiones. El autor no se detiene mucho en la crítica al modelo de “un mundo único” y ofrece una serie de enfoques alternativos (neopluralismo, teoría de la síntesis, estética política, etc.). Desde el punto de vista euroasiático, la Cuarta Teoría Política (4PT) despierta un interés particular.
Para fundamentarse en la 4PT, el autor usa uno de los conceptos clave de la filosofía de Heidegger: el Dasein. Literalmente, significa el “Ser-aquí”, que se expresa en una especie de ser genuino, auténtico, que plantea el ser no como algo encerrado en la vida cotidiana, sino en la eternidad. El Dasein es espacialidad, ya que el espacio depende del Dasein y, por otro lado, no es una función del tiempo. En el Dasein se plantea una sutil distinción entre el futuro y el porvenir: “Heidegger separa el pasado de lo que fue, el presente de lo que es ahora y el futuro de lo que vendrá. El Dasein, según Heidegger, debe hacer una elección fundamental: entre el futuro y lo que vendrá, es decir, la elección acerca de la existencia auténtica y el cuestionamiento directo del ser. Entonces el futuro se convertirá en porvenir. Si se toma la decisión a favor de la existencia no auténtica, entonces el porvenir será solo el futuro, lo que significa que no será”.
AG Dugin, preguntándose por el Dasein ruso, llegó a la conclusión de que “existe un Dasein ruso especial. Y no únicamente el ruso, sino que, en el corazón de cada civilización, existe una "presencia pensante" de carácter especial, el Dasein, que predetermina la estructura del Logos de una civilización determinada. En consecuencia, cada nación (civilización) tiene su propio conjunto especial de existenciales”. El Dasein es lo que se debe encontrar, sustancializar y constituir. Y para ello necesitamos, en primer lugar, llegar a formalizar de verdad el pensamiento. El Dasein ruso de Dugin está asociado con la historia de las ideas rusas (lo historial), el cristianismo ortodoxo y un desarrollo estatal particular (incluida la teoría del eurasianismo).
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El futurista húngaro Erwin Laszlo, en su libro El punto del caos: las oportunidades ocultas de la crisis, llegó a afirmar que: “Pronto habrá un punto de inflexión, un punto caótico y luego nuestro mundo cambiará de una dirección a otra. Llegaremos a este punto cuando los procesos críticos correspondientes, de conflictos y tensiones sociales, la distribución desigual de recursos y el agotamiento de los recursos naturales lleguen a alcancen su fase de irreversibilidad. Entonces, nuestro sistema se abrirá camino a hacia un importante salto a delante o acabará por desplomarse. Este camino no esta trazado de antemano. Por lo tanto, este punto caótico no nos presagia necesariamente una desintegración global. Puede que este marcado por la transición hacia una nueva civilización”.
Después de atravesar este punto caótico, enfrentaremos la muerte (que V.Yu. Katasonov predice de forma apocalíptica) o un nuevo mundo: Ordo Pluriversalis. Pero según L.V. Savin todos se equivocan al interpretar este nuevo mundo como un “nuevo orden mundial”: “Si el conglomerado de estructuras políticas en sí puede llamarse sistema de sistemas o sístasis, entonces el término Ordo puede usarse para describir el proceso de interacción entre todos ellos. Aunque a primera vista hay una conexión asociativa algo rígida y jerárquica, es muy diferente del Order o del Ordnung (Ordo, ante todo, significa armonía a pesar de la desigualdad). Este es un orden en el sentido de que, si se toma una secuencia de números como ejemplo, cada uno de ellos tiene la misma importancia, aunque con un significado diferente, y si se elimina alguno de ellos, el orden existente será destruido. Es la pluralidad del orden armonioso de un sistema de sistemas complejo y policéntrico: tal vez esta definición refleje aproximadamente el ideal que a la inmensa mayoría de los habitantes del mundo le gustaría ver encarnado políticamente a nivel global”.
El escritor y ecologista australiano Malcolm Hollick dijo: "El futuro está esperando que lo definamos". De entre mil opciones que tenemos para el futuro, necesitamos poder elegir la de la Venida, aquella por la cual somos guiados por la Providencia de Dios. El libro no nos lo dice, y no puede haber respuesta a esta pregunta, quizás, la pregunta más importante de la historia rusa. Pero el libro nos da una clave para una comprensión más profunda de los procesos históricos y políticos, de lo que significan: una oportunidad de no tomar el camino equivocado, adonde los traicioneros Amos de los Significados nos conducen. Ahora nosotros, que hemos cambiado nuestra opinión con respecto a Occidente (y el libro de L.V. Savin realiza una contribución invaluable a este asunto), debemos convertirnos en verdaderos Amos de los Significados, lo que significa que seremos los forjadores del Futuro.
Notas del Traductor:
1. La Veche fue una asamblea popular de los pueblos eslavos de la época medieval, a menudo comparado con los parlamentos. El veche también puede ser comparada con la ekklesía de Atenas y otras polis de la antigua Grecia.