Cibergeopolítica: Cuestiones de ideología

16.06.2018

Internet se ha convertido en parte de la vida diaria para todo el mundo. Ahora, nos conecta no solamente a través de los ordenadores de mesa, sino también a través de dispositivos móviles, redes Wi-Fi en áreas públicas, y otros numerosos programas y aplicaciones (desde las redes sociales a los archivos fotográficos). La gente usa las redes para comprar bienes y servicios, realizan transferencias bancarias, se dirigen a las autoridades, y satisfacen otras necesidades esenciales. Además de ser un medio de comunicación, Internet también es una poderosa arma política que podría usarse tanto para hacer el bien como para hacer el mal. La oleada de protestas y golpes de Estado en oriente medio, conocida como la “primavera árabe” estuvo directamente conectada con el impacto de estas tecnologías colectivamente conocidas como Web 2.0 o diplomacia de Internet. En un contexto más amplio, tales protestas pueden ser denominadas como cibergeopolítica, puesto que tienen un carácter planetario e incluyen el potencial para el conflicto. 

Las revelaciones de Edward Snowden afectaron significativamente a la coyuntura de relaciones internacionales y a la seguridad en el ciberespacio, tras lo cual, muchos Estados reaccionaron inmediatamente. A continuación, los EEUU intentaron encender –sin demora– la “sobrecarga de información”, acusando a Beijing de ciber-espionaje. A su vez, este caso recordó al Washington de los “cinco ojos”, la alianza de inteligencia bajo el liderazgo de la Casa Blanca, que realiza vigilancia sobre todos los ciudadanos (si usan Internet o alguna tecnología de teléfono móvil).

Si se consideran las principales tendencias, entonces hay un cambio importante en el ámbito de la política de Internet, de acuerdo con la cual, los Estados serán divididos en dos bloques. El primero es el occidente global, que insiste en que Internet sea universal (pero bajo el control de los EEUU como inventor de la ‘World Wide Web’). El grupo opuesto de países intentará defender su soberanía, incluyendo el espacio de Internet.

Esta oposición ya está en la agenda política global. En años recientes, una serie de países han mantenido debates considerables y han acontecido cambios en el nivel legislativo directamente relacionado con el ciberespacio.

Para la ciencia política tradicional y la geopolítica clásica, estos procesos son complejos y a menudo son un fenómeno muy poco intuitivo. El problema es que algunos de los temas relacionados con el ciberespacio son la herencia de expertos altamente especializados. Una comprensión adecuada de ellos requiere una aproximación multidisciplinaria, ya que los juristas no serían capaces de entender el ciberespacio al detalle sin la ayuda de ingenieros y programadores, mientras que los creadores de políticas públicas, no solamente deberían entender los intereses de los consumidores en las nuevas oportunidades, sino  también los aspectos técnicos y económicos del ciberespacio. Por tanto, es necesario poner atención no solamente a los aspectos políticos y económicos, sino también analizar los niveles ideológico, social, y militar, esto es, algunos elementos de la estructura geopolítica de cualquier Estado o alianza.

IDEOLOGÍA Y CIBERESPACIO

Como en todo proyecto o teoría política hay un fondo de conceptos filosóficos, y en el caso de Internet hay una serie de ideas que han influido en la creación y desarrollo de la red.

“Net-ism” [“red-ismo”]

El investigador holandés, Paul Treanor[1], cree que el modelo de red central tiene su origen en el liberalismo clásico. De alguna manera, es un libre-mercado electrónico. La aparición de una ideología particular, el “Net-ism” [“red-ismo”], está basado en una promoción agresiva de la presión política (“lobbying”) y de Internet. A tales lobistas, Paul Treanor atribuye la creación de la Electronic Frontier Foundation [Fundación Frontera Electrónica], el grupo de Martin Bangemann que formuló la estrategia de información para el Consejo Europeo[2]. Treanor considera que los trabajos, “El ciberespacio y el sueño americano: Una carta magna para la era del conocimiento” por el futurista Alvin Toffler, y “Pueblo y sociedad en el ciberespacio” por George Keyworth, son los documentos introductorios a la ideología ciber-liberal. 

En su artículo de 1996, escribió que el mismo Internet era un mecanismo de discriminación: Estaba disponible solamente para el 2% de la población que tenía suficiente dinero, acceso a terminales, y la capacidad para usar una computadora y el conocimiento de la lengua inglesa (al menos en el alfabeto latino).

“El Red-ismo es incorrecto porque es coercitivamente expansionista. No hay técnica inevitable o tendencia histórica hacia una única red de comunicación. Por el contrario: Nunca antes en la historia, tantas redes separadas habían sido técnicamente posibles. Enlazar a todas la redes en una sola es una decisión consciente por algunas personas, una decisión después impuesta sobre otros. La lógica es idéntica a aquella de los gobiernos coloniales, que forzó la entrada de los campesinos al mercado agrícola mediante la introducción de impuestos en efectivo (para pagar el impuesto, los campesinos tenían que vender cultivos comerciales tales como el azúcar). Esta lógica dice en efecto: ‘Nadie es libre para estar fuera del mercado libre’. A día de hoy, no solamente los gobiernos sino también los negocios, movimientos sociales, intelectuales y artistas, todos quieren imponer la Red. Este amplio movimiento, obviamente, tiene algo más que el ánimo de lucro (y una Red sin ánimo de lucro también sería incorrecta). Es un movimiento ideológico que busca la imposición ideológica. Esa imposición misma, el universalismo, el expansionismo, su naturaleza involuntaria, la inexistencia de la libertad básica para salir – es eso lo que hace incorrectas a las estructuras liberales. Se apela al libre-mercado, y tal apelación está inherentemente relacionada con Internet”[3]

Los liberales consideran las ideas y opiniones como intercambios de objetos. Si un liberal tiene una opinión, él o ella quiere “expresarla” y compartirla con otros. La prioridad de diálogo y comunicación en las teorías neoliberales (por ejemplo, la ética comunicativa) discurre en paralelo a la prioridad del intercambio de mercado en el liberalismo clásico (en el sentido de ética comunicativa y ética del diálogo ya establecidas en el marco político y ético para el ciberespacio).

Una sociedad de la información es una sociedad liberal de ciber-intercambio. Cualquier ciudadano, recibe y transmite el flujo de ideas y opiniones como una especie de Nick Leeson[4] para la comunicación. Por supuesto, es cierto que solamente Internet (o algo similar) podría hacer esto posible, pero ello no hace que esta sociedad de la información sea moral o políticamente correcta.

En general, podría decirse que occidente tiene dos tendencias ideológicas que a su manera interpretan el ciberespacio, sus métodos de funcionamiento y de operación. Estos son el ciber-liberalismo y el ciber-realismo.

Durante los últimos 30 años, ambas narrativas han coexistido en una tensa relación, consiguiendo la aprobación en casos particulares como consecuencia de acontecimientos históricos tales como la guerra del golfo en 1991 o los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Los desarrolladores técnicos de la web y sus compañeros científicos están contándonos una historia neoliberal, mientras que la comunidad global y los estrategas militares mantienen la posición del neo-realismo. Ambas versiones reconocen el ciberespacio como un nuevo tipo de territorio con desafíos únicos y beneficios para sus participantes. Sin embargo, las dos tendencias difieren en tres áreas importantes: 

- En su comprensión de la estructura del agente y cómo él/ella se refiere al ciberespacio;

- En su análisis de la probabilidad de acción reguladora en el ciberespacio;

- En la comprensión acerca de si esto es ciberespacio incontrolado o simplemente territorio sin reclamar.

Es más, estas dos tendencias consideran al ciberespacio como un territorio de anarquía, pero interpretan el significado y sentido de anarquía en muchos sentidos.

Conforme pasaba el tiempo, estas dos ideologías se han vuelto más desarrolladas, ofreciendo perspectivas claras (y diferentes) sobre temas de territorialidad, nacionalidad, y el papel de la información en la categoría del ciberpoder. En particular, la posición realista se ha vuelto más consistente como consecuencia de los acontecimientos relacionados con la primera guerra del golfo en 1991, y los acontecimientos del 11 de septiembre de 2011. Además, como han cambiado las funciones económicas del ciberespacio, también son especificados los conceptos de territorialidad y nacionalidad[5].

Del DIY[6] al tecno-realismo

Francisco Millarch propuso la siguiente cronología para las ideas asociadas con el espacio ‘online’ [en línea] y las tecnologías relacionadas[7]:

1. La cultura del DIY y el ‘nerdismo’ puro (1976 – 1984)

En esta primera etapa, la computación personal era una afición para la mayoría. Los entusiastas ensamblaban sus propias máquinas, programaban sus propios códigos, e intercambiaban sus experiencias con sus pares en clubes de computadoras caseras. Esta fue también la etapa en que comenzaron las primeras compañías en la industria de los ordenadores personales, tales como Altair, Apple, y Microsoft, pero con productos enfocados al nicho de mercado de los ‘nerd’ y los ‘techie’[8].

2. Aplicaciones y máquinas de la vida real (1984 – 1990)

Con el lanzamiento del Apple Mac en 1984, los que no eran ‘techie’ encontraron el modo para alcanzar los beneficios de la tecnología de la información. Las interfaces gráficas de usuario [Graphical User Interfaces (GUI), en inglés] y las aplicaciones tales como los procesadores de texto y las hojas de cálculo, iniciaron un cambio desde una cultura exclusivamente ‘nerd’ a un uso orientado a los resultados de la computadora personal [PC, Personal Computer, en inglés]. Incluso las plataformas de PC de IBM basadas en texto y más difíciles de usar, consiguieron sus adeptos en el mercado de las oficinas.

3. Windows abraza al “resto de nosotros” (1990-1993)

En 1990 fue lanzada la primera versión de trabajo de Microsoft Windows, emulando el éxito de la GUI de Mac seis años antes. Aunque Apple creó el lema “la computadora para el resto de nosotros”, en 1984, fue Microsoft quien más se benefició. Por una serie de errores estratégicos (tecnología patentada, acuerdos sin licencia, precios más altos que la competencia, y una política estricta en relación con el sistema operativo y el ‘hardware’), Apple perdió su enorme participación en el mercado de PC de los primeros días del Apple IIs. Fue Microsoft, con su estrategia de “abrazar y extender”, quien realmente se quedó con “el resto de nosotros” en un momento en que los precios del ‘hardware’ descendían a niveles aceptables para la mayoría de las familias de clase media en los países desarrollados.

No obstante, aquellos fueron los años en que la industria de la computación personal formó una masa crítica de usuarios. En unión con la convergencia de las telecomunicaciones y las industrias mediáticas, esta época construyó los cimientos de los ideales tecno-utópicos.

4. Utopía de Red y ciber-liberalismo: La era conectada (1993 – 1998)

Y de repente, mediante la donación al sector privado de la red central del Internet público, construida durante 30 años de investigación con los fondos de los contribuyentes estadounidenses, el gobierno de los EEUU convirtió la red académica y militar en el “mercado de la información”, la nueva frontera de negocios para cualquier CEO[9] post-industrialista.

5. Tecno-realismo (1998 - …)

Este movimiento fue creado por un pequeño grupo de intelectuales encabezado por Andrew Shapiro, David Shank, y Stephen Johnson[10]. Publicaron un manifiesto consistente en 8 puntos:

1. Las tecnologías no son neutrales.

Una gran idea equivocada de nuestro tiempo es la idea de que las tecnologías están completamente libres de sesgos, que debido a que son artefactos inanimados, no promueven ciertos tipos de comportamientos sobre otros. Lo cierto es que las tecnologías llegan cargadas con tendencias sociales, políticas, y económicas, tanto intencionadas como accidentales. Cada herramienta proporciona a sus usuarios tanto una particular manera de ver el mundo, como los modos específicos de interactuar con otros. Es importante que todos nos demos cuenta del sesgo de la tecnología y seamos conscientes del modo en que afectan a nuestros valores y preferencias.

2. Internet es revolucionario, pero no utópico.

La Red es una extraordinaria herramienta de comunicaciones que proporciona un rango de nuevas oportunidades para las personas, comunidades, negocios, y gobiernos. Además, según aumenta la “población” del ciberespacio, esto hace que cada vez más se parezca a la sociedad en toda su extensión, en toda su complejidad. Como instrumento para la educación y el desarrollo, la red también replica muchos fenómenos dolorosos, distorsionados o simplemente banales del espíritu humano.

3. El gobierno tiene un papel importante que jugar en la frontera electrónica.

Al contrario de lo que algunos afirman, el ciberespacio no es formalmente un lugar o jurisdicción separada del planeta Tierra. Mientras que los gobiernos deberían respetar las reglas y costumbres que han surgido en el ciberespacio, y no deberían reprimir este nuevo mundo con regulación ineficiente o con censura, es ridículo decir que el público no tiene soberanía sobre lo que un ciudadano descarriado o una corporación fraudulenta hacen en línea. Como representante del pueblo y guardián de los valores democráticos, el Estado tiene el derecho y la responsabilidad de ayudar a integrar el ciberespacio y la sociedad convencional.

Los estándares de la tecnología y las cuestiones de privacidad, por ejemplo, son demasiado importantes para ser encomendados únicamente al mercado. Las firmas rivales de software tienen poco interés en preservar los estándares abiertos que son esenciales para una red interactiva plenamente funcional. Los mercados fomentan la innovación, pero no garantizan necesariamente el interés público.

4. La información no es conocimiento.

A nuestro alrededor, la información se está moviendo más rápidamente y su adquisición se está volviendo más barata, y los beneficios son manifiestos. Sin embargo, la proliferación de los datos también es un serio desafío, que requiere nuevas medidas de disciplina humana y escepticismo. No debemos confundir la emoción de adquirir o distribuir información rápidamente con la tarea más abrumadora de convertirla en conocimiento y sabiduría. Sin importar cuán avanzadas se vuelvan nuestras computadoras, nunca deberíamos usarlas como un sustituto para nuestras habilidades cognitivas básicas de conciencia, percepción, razonamiento, y juicio.

5. Conectar las escuelas a Internet no es una panacea.

Los problemas con las escuelas públicas estadounidenses –insuficiencia de fondos, hacinamiento en las aulas, infraestructura obsoleta, falta de estándares– no tienen nada que ver con la tecnología. En consecuencia, ninguna cantidad de tecnología conducirá a la revolución educativa profetizada por el Presidente Bill Clinton y otros. El arte de la enseñanza no puede replicarse mediante computadoras, la Red, o mediante el “aprendizaje a distancia”. Estas herramientas pueden, por supuesto, aumentar una experiencia educativa que ya sea de alta calidad. Pero depender de ellas como algún tipo de panacea sería un error costoso.

6. La información quiere ser protegida.

Es cierto que el ciberespacio y otros recientes desarrollos están desafiando nuestras leyes de derechos de autor y marcos para la protección de la propiedad intelectual. La respuesta, sin embargo, no es desechar los estatutos y principios existentes. En su lugar, debemos actualizar las viejas leyes e interpretaciones para que la información reciba en Internet la misma protección que tiene en el contexto de los viejos medios de comunicación. El objetivo es el mismo: Dar a los autores suficiente control sobre su trabajo por el cual tengan un incentivo para crear, mientras que se mantiene el derecho del público a hacer un buen uso de esa información. En ningún contexto la información quiere “ser libre”. Más bien, necesita ser protegida. 

7. El público es propietario de las ondas de radio; el público debería beneficiarse de su uso.

El reciente regalo del espectro digital a las emisoras subraya la corrupción y el ineficiente mal uso de los recursos públicos en la arena de la tecnología. La ciudadanía debería beneficiarse y aprovecharse del uso de las frecuencias públicas, y debería quedarse con una parte del espectro para usos educativos, culturales, y acceso público. Deberíamos demandar más por el uso privado de la propiedad pública.

8. La comprensión de la tecnología debería ser un componente esencial de la ciudadanía global.

En un mundo conducido por el flujo de la información, las interfaces –y el código subyacente– que hacen visible la información, se están convirtiendo en fuerzas sociales enormemente poderosas. Comprender sus fuerzas y limitaciones, e incluso participar en la creación de mejores herramientas, debería ser considerado como parte de los derechos civiles de la persona. Estas herramientas afectan a nuestras vidas tanto como lo hacen las leyes, y deberíamos someterlas a un escrutinio democrático similar[11].

Conexionismo

Otra dirección ideológica es el conexionismo. El científico canadiense, David T. Jones, considerando la teoría del “conexionismo” determinó cómo se relaciona mutuamente la red y el conocimiento. Para esto, identificó tres tipos importantes de conocimiento:

  • Cualitativo, esto es, el conocimiento de las propiedades, relaciones, y otras características típicamente apreciables de las entidades.
     
  • Cuantitativo, esto es, el conocimiento del número, área, masa, y de otras características derivadas por medio del discernimiento o división de entidades dentro de la percepción sensorial.
     
  • Conectivo, esto es, conocimiento de patrones, sistemas, ecologías, y otras características que surgen del reconocimiento de interacciones mutuas de estas entidades.

Hay un efecto creciente de la dependencia del contexto entre estos tres tipos de conocimiento. La información sensorial, en primer lugar, es independiente del contexto, pero cuando empezamos a discernir y nombrar propiedades, el contexto sensorial se incrementa. Cuando empezamos a discernir entidades para considerarlas, la sensibilidad de contexto se incrementa más todavía. El conocimiento conectivo es el más dependiente del contexto de todos, ya que únicamente surge después de que el perceptor haya aprendido a detectar los patrones en los datos entrantes.

David T. Jones apunta que el estado que denominamos “conocimiento” se produce en entidades (complejas) como consecuencia de las conexiones e interacciones entre las partes de esa entidad[12].

Una proposición del conexionismo (que puede denominarse como “conexionismo fuerte”) es que, el “conocimiento” está donde las conexiones son creadas únicamente como resultado de los mecanismos comunes de formación de conexiones, y no como resultado de la constitución física particular del sistema involucrado. El conexionismo débil, en contraste, permitirá que las propiedades físicas de las entidades generen conexiones, y de ahí el conocimiento de un individuo respeto a estos objetos. La mayoría de la gente apoya tanto al conexionismo fuerte como al débil.

De modo más general, esta distinción podría caracterizarse bajo el título de “grupos” y “redes”. En esta línea de argumento, los grupos están definidos por su composición, es decir, por semejanza de propósito, semejanza de tipo de entidad, etc., mientras que las redes están definidas en términos de interacciones. Sobre la base de esta distinción entre los grupos y redes Jones identifica cuatro principios metodológicos principales:

  • Autonomía: Cada entidad gobierna en una red por sí misma.
     
  • Diversidad: Las entidades en una red pueden tener estados únicos y diferentes.
     
  • Apertura: La membresía en la red es fluida, la red recibe contribuciones externas.
     
  • Interactividad: El “conocimiento” en la red se deriva por un proceso de interactividad, más que por un proceso de propagación de las propiedades de una entidad a otras entidades.

Aquí surge una cuestión: ¿Acaso estos procesos crean redes fiables que forman el sistema de vínculos? La fiabilidad de la red solamente es posible cuando hay un mecanismo para prevenir la “muerte de la red”. La muerte de la red ocurre cuando todas las entidades del mismo estado, y de ahí todas las interacciones entre ellas, o bien se han parado o bien han entrado en un estado estático. La muerte de la red es el resultado típico de lo que se denomina como “fenómeno de cascada”, por el cual, la activación de un proceso de difusión elimina la diversidad en la red. Los cuatro principios son mecanismos que gobiernan o regulan la difusión de la activación.

George Siemens[13] considera la teoría del conexionismo como la integración de los principios explorados por las teorías del caos, de la red, de la complejidad y de la auto-organización. El aprendizaje es un proceso que ocurre dentro de entornos nebulosos con elementos centrales cambiantes, no enteramente bajo el control del individuo. El aprendizaje (definido como conocimiento procesable) puede residir fuera de nosotros mismos (dentro de una organización o de una base de datos), está enfocado en la conexión de conjuntos de información especializados, y las conexiones que nos permiten aprender más son más importantes que nuestro estado actual de conocimiento.

El conexionismo está impulsado por la comprensión de que las decisiones están basadas en fundamentos que se alteran rápidamente. Continuamente se está adquiriendo nueva información. La habilidad para esbozar distinciones entre la información importante e insignificante es vital. También es crítica la capacidad para reconocer cuando la nueva información altera el panorama basado en decisiones hechas ayer.

Principios del conexionismo:

  • El aprendizaje y el conocimiento descansan en la diversidad de opiniones.
     
  • El aprendizaje es un proceso de nodos conectivos especializados o de fuentes de información.
     
  • El aprendizaje puede residir en aparatos no-humanos.
     
  • La capacidad para saber más, es más crítica que lo que se conoce actualmente.
     
  • El cuidado y mantenimiento de las conexiones es necesario para facilitar el aprendizaje continuo.
     
  • La capacidad para ver conexiones entre campos, ideas, y conceptos es una habilidad central.
     
  • La pertinencia (precisión, conocimiento actualizado) es la intención de todas las actividades de aprendizaje conexionista.
     
  • La toma de decisiones es en sí misma un proceso de aprendizaje. La elección de lo que aprender y el significado de la información entrante, es vista a través de las lentes de una realidad cambiante. Mientras que existe una respuesta correcta ahora, mañana puede ser incorrecta debido a las alteraciones del clima informativo que afecta a la decisión.

El conexionismo, de hecho, es una herramienta flexible y adaptativa, con la ayuda de la cual una amplia variedad de teorías de red pueden ser realizadas. Pero esto se volvió posible solamente en la era de la conectividad global de Internet.

Frontera electrónica

Y, ¿qué es lo próximo? Por lo general, los investigadores occidentales continúan desarrollando el tema del ciber-espacio, ciber-liberalismo, y ciber-realismo, mientras intentan ignorar otro acontecimiento importante, el estallido de la burbuja dotcom en 2001. Esta burbuja económica existió desde 1995. Tradicionalmente, la historia se describe tal que así. Se formó como resultado del despegue en las acciones de las compañías de Internet (principalmente estadounidenses), así como de la aparición de un gran número de nuevas compañías de Internet y la reorientación de las compañías más antiguas en el negocio de Internet a finales del siglo XX. Las acciones de las compañías que estaban fomentando el uso de Internet para generar ingresos se dispararon extraordinariamente. Tales precios altos justificaban a muchos comentaristas y economistas, los cuales, afirmaban que aconteció “una nueva vía de la economía”. Pero de hecho, estos nuevos modelos de negocio eran inefectivos y el dinero gastado principalmente en publicidad y grandes préstamos condujo a una ola de bancarrotas, la fuerte caída del índice NASDAQ, así como el colapso en los precios de los servidores[14].

Pero lo que estaba detrás de esta idea de libre-mercado y liberalismo fue deliberadamente disimulado. Los expertos occidentales prefieren hablar de ciberespacio en conexión con nuevas formas de conflicto, cambios en las formas de soberanía, adelantos tecnológicos, etc., como si una nueva burbuja nunca pudiera ocurrir de nuevo. Pero la proliferación de los dispositivos móviles y de una variedad de aparatos sugiere lo contrario. ¿Dónde está la garantía de que la mano del libre-mercado no sumergirá una vez más a países desarrollados en un nuevo punto muerto financiero, económico, y político? En otras palabras, aunque los ciber-liberales continúen defendiendo activamente sus ideas y demuestren las ventajas de su ideología, hay claros signos de que su estrategia es inaceptable y puede conducir al desastre a nivel nacional e incluso internacional, si tal técnica es adoptada y adaptada al nivel estatal.

Paul Starr es profesor de sociología y asuntos públicos en la Universidad de Princeton, co-editor (con Robert Kuttner) y co-fundador (con Robert Kuttner y Robert Reich) de “The American Prospect”, una revista liberal. Es considerado como uno de los ideólogos del ciberespacio[15]. En su artículo “De nuestro tiempo: Ciberpoder y libertad”, que está incluido en los anales del ciber-liberalismo, Starr escribió: “El ciberespacio es el producto más singular de la invención política y del contrato social, y solamente la ley nos dará la seguridad para usarlo libremente”[16].

En el artículo previamente citado “Ciberespacio y sueño americano: Una carta magna para la era del conocimiento”, Ester Dyson, George Gilder, George Keyworth y Alvin Toffler dijeron que “la tercera ola, y la era del conocimiento se ha abierto, y no cumplirá su potencial a menos que añada el dominio social y político a su fuerza tecnológica y económica que se acelera. Esto significa revocar las leyes de la segunda ola y retirar las actitudes de la segunda ola. También da a los líderes de las democracias avanzadas una responsabilidad especial: Facilitar, apresurar, y explicar la transición.

Según la humanidad explora esta nueva ‘frontera electrónica’ de conocimiento, debe confrontarse de nuevo a las preguntas más profundas de cómo organizarse a sí misma para el bien común. El significado de libertad, de las estructuras de auto-gobierno, de la definición de propiedad, de la naturaleza de la competición, de las condiciones para la cooperación, del sentido de comunidad y de la naturaleza del progreso se redefinirán para la era del conocimiento – al igual que fueron redefinidas para una nueva era de la industria hace unos 250 años”[17].

Al final de su trabajo doctrinal sobre el ciber-liberalismo, Toffler, Keyworth, y sus colegas revelaron el verdadero propósito de sus intenciones. “Hay temas clave sobre los que esta circunscripción futura puede coincidir. Para empezar, la liberación de las reglas, las regulaciones, los impuestos y las leyes de la segunda ola puestas ahí para servir a los barones y burócratas del pasado. Después, por supuesto, debe llegar la creación, la creación de una nueva civilización fundada en las verdades eternas de la idea estadounidense”.

Los ideólogos de esta nueva dirección asociada con el ciberespacio emergente se basan en sus predecesores ideológicos liberales. Citas de ideas libertarias pueden ser encontradas a menudo en sus trabajos, tales como citas de Ayn Rand, y menciones de “la frontera” nos retrotraen a la era de la creación de la doctrina del ‘destino manifiesto’, cuando los intelectuales de EEUU justificaron su misión histórica de la divina providencia[18].

De este modo, ha aparecido la trayectoria del ciber-libertarianismo, que denomina al espacio en línea como un nuevo mundo donde la libertad individual, el espíritu emprendedor, y la libre creatividad deben prevalecer. Pero los fundamentos han sido puestos para ello por la dominación estadounidense.
 


[1] Paul Treanor. Internet as Hyper-liberalism, 1996 http://web.inter.nl.net/users/Paul.Treanor/net.hyperliberal.html

[2] Bangemann Report, Europe and the Global Information Society, 1994 http://www.cyber-rights.org/documents/bangemann.htm

[3] Paul Treanor. Internet as Hyper-liberalism, 1996 http://web.inter.nl.net/users/Paul.Treanor/net.hyperliberal.html

[4] Negociante experimentado de la sucursal de Singapur en el viejo banco inglés "Barings". Su nombre se hizo conocido en el mundo allá por 1995, cuando realizó operaciones de riesgo y no-autorizadas en los contratos futuros sobre el índice de la bolsa japonesa. Nikkei Leeson llevó a "Barings" a la quiebra. Las pérdidas del banco como resultado de las acciones de Leeson alcanzaron los 1.300 millones de dólares, que es dos veces el capital propio del banco. Como resultado, "Barings" se vendió por una cantidad simbólica de 1 libra al banco holandés ING. Leeson huyó del banco, dejando una nota, "Lo siento", fue detenido en Alemania y extraditado a Singapur, allí fue condenado a seis años y medio de prisión, cuatro de los cuales pasó en la prisión local. En la cárcel, Leeson se enfermó de cáncer, pero las autoridades de Singapur han hecho esfuerzos para que el prisionero de fama mundial fuera operado por los mejores médicos y se recuperase.

[5] Mary McEvoy Manjikian. From Global Village to Virtual Battlespace: The Colonizing of the Internet and the Extension of Realpolitik. International Studies Quarterly (2010) 54, 381–401.

[6] NdT: DIY es el acrónicmo de “Do it yourself”, que traducido significa “hágalo usted mismo”.

[7] Francisco Millarch. Net ideologies: ideologies, in the outer and inner space.// Cybersociology Magazine, Issue 4. http://www.cybersociology.com/files/4_millarch

[8] [NdT: Mantengo los términos en inglés ya que tuvo su epicentro en EEUU y el lenguaje de programación era el inglés. Dichos términos son formas informales para describir a expertos y entusiastas aficionados a la informática, que se pueden traducir como “cerebrito”, “ratón de biblioteca”, etc.].

[9] [NdT: CEO es el acrónimo inglés de “Chief Executive Officer”, traducible como director general].

[12] David T. Jones.A question (or two) on the similarity of “neuronal” and “networked” knowledge, The Weblog of (a) David Jones, March 5, 2011. http://davidtjones.wordpress.com/2011/03/05/a-question-or-two-on-the-similarity-of-neuronal-and-networked-knowledge/

[13] George Siemens. Connectivism: A Learning Theory for the Digital Age. December 12, 2004.

[15] Paul Starr, The Creation of the Media: Political Origins of Modern Communications, Basic Books, 2004; Freedom's Power: The True Force of Liberalism, Basic Books, 2007.

[16] Paul Starr, Of Our Time: Cyberpower and Freedom MARCH 18, 2003 http://prospect.org/article/our-time-cyberpower-and-freedom

[17] Esther Dyson, George Gilder, George Keyworth, and Alvin Toffler. Cyberspace and the American Dream: A Magna Carta for the Knowledge Age. Future Insight, Release 1.2, August 1994. http://www.pff.org/issues-pubs/futureinsights/fi1.2magnacarta.html

[18] Тернер Фредерик Дж. Фронтир в американской истории. М.: Весь мир, 2009.