¿Identidades o marcas comerciales?
La identidad es una cuestión clave en todas las sociedades del mundo, sea en mayor o menor medida, pero en todas es una cuestión fundamental, pues ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Qué seremos? Preguntas en un sentido sociológico y antropológico más que biológico.
En todos los países del mundo donde el capitalismo es la fuerza hegemónica, la identidad está mercantilizada, puesta al servicio del capital. Dicho de otro modo, mientras que la identidad sea un objeto de venta, se mantiene como esté, y si no vende la cantidad que a los capitalistas les gustaría, cambian la identidad y a vender más. Es materialismo en estado puro, es el paso de la identidad de los pueblos a las marcas comerciales. Un cambio nunca antes visto y que tiene graves consecuencias para todos los pueblos del mundo, pues todos pueden pasar de ser un pueblo con su identidad, a ser simples marcas comerciales donde se vende un aspecto, una exteriorización, pero el fondo del “producto” no importa quién lo represente.
Por otro lado, la cuestión de la identidad levanta grandes discusiones: ¿Qué es la identidad? ¿es algo estático o dinámico? ¿la inmigración amenaza la identidad? Bien, empecemos por esta última cuestión, con una cita esclarecedora de Alain de Benoist:
“¿Cuál es la amenaza actual para la mayoría de identidades colectivas?
A esta cuestión muchos responderán señalando al fenómeno de la inmigración masiva, siendo la mayoría de los países occidentales su escenario central. La dureza de este fenómeno no puede ser negada, ni pueden negarse patologías sociales resultantes de la inmigración. Este punto de vista, en mi opinión, al no poner el foco en las causas de la inmigración, no tiene en cuenta el punto esencial y, por tanto, no lleva a cabo un análisis acertado.
Por mi parte debo decir que lo que plantea la mayor amenaza a las identidades colectivas en la actualidad es el sistema que “aniquila a los pueblos”, es decir, la imposición de forma universal de un sistema de homogeneización global que elimina toda la diversidad humana, diversidad de los pueblos, de las lenguas y culturas. El sistema está asociado con la noción de gobierno global y mercado global. El objetivo que subyace es la eliminación de fronteras a favor de un mundo unificado. Yo llamo a este sistema, la ideología de la Igualdad y la ideología de lo Igual”, De Benoist (2015-A), pág. 135..
Ahora bien, tomando como referencia añadida lo anteriormente citado, el mismo autor trata sobre el esencialismo como patología de la identidad: “en lugar de considerar la identidad como una realidad sustancial, derivada de una auto-narración de forma permanente, hace de ella una esencia intangible. La identidad se define entonces como un atributo que nunca cambia, como lo que se comparte de forma idéntica por todos los miembros del grupo”, De Benoist (2015-A), pág. 91. Pero todavía se puede profundizar más en la cuestión de la identidad, puesto que el esencialismo tiene dos vertientes, que parecen opuestas pero en realidad poseen una dinámica similar, pues el esencialismo aplicado a una identidad como a la igualación, produce efectos perjudiciales contra toda la humanidad que alcance. Si una identidad es esencial, como si la no-identidad (o igualación) es esencial, se está negando la posibilidad de cambio y la posibilidad de existencia alternativa respectivamente.
Por ello, lleguemos hasta el fondo de la cuestión que nos atañe, ¿qué es la identidad? Alain de Beniost, de nuevo, señala que: “La identidad no es lo que nunca cambia, sino, por el contrario, lo que siempre nos permite cambiar sin dejar de ser nosotros mismos”, De Benoist (2015-A), pág. 73. Hay una interesante clasificación de Paul Ricoeur (De Benoist (2015-A), pág. 131) para distinguir la identidad ipse (cambiante) y la identidad ídem (repetición), es decir, que toda identidad tiene algo que cambia y algo que no cambia, se mueve entre el arraigo y el cambio. Por ello, toda visión del tipo identidades impermeables o igualación global son inexistentes puesto que la identidad tiene su arraigo y su movimiento. Indica Gilbert Destrées que: “el régimen antropocultural bajo el que ha vivido la humanidad hasta hoy, se ha visto más marcado por el arraigo que por el desarraigo […] dicho de otro modo: La realidad de unas diferencias culturales vividas no ha implicado nunca en la historia, ningún tipo de encierro, ninguna absolutización de las diferencias”, De Benoist (2015-B), pág. 28.
La cuestión a partir de esto es dilucidar si las diferencias son un valor o un hecho. Si tomamos las diferencias como un hecho, que existe, que siempre han existido diferencias como algo evidente y natural en la evolución de cada comunidad humana, entonces las diferencias nunca podrán ser un valor, puesto que el desarrollo de una comunidad en ciertos aspectos ¿es acaso señal de ser mejores? ¿Con el desarrollo técnico se mide la evolución de una comunidad respecto a otra? Pero, ¿y si los menos desarrollados en ese sentido, son más felices que los más desarrollados? ¿Y si los menos desarrollados nunca lo han hecho porque no han tenido intriga o necesidad por cambiar? Es decir, estamos ante otro depende en cuanto a estimar las diferencias como un valor, como una jerarquía de mejores y peores, o bien, “la relación igualdad/desigualdad no implica un juicio de valor de tipo superior o inferior. Diferenciar no es jerarquizar. La diferencia se mantiene en el terreno del hecho, no del valor. Es un hecho que no tiene valor implícito”, De Benoist (2015-B), pág. 30.
Incluso, para mayor argumentación, en la Cuarta Teoría Política de Alexander Dugin expone la importancia del Dasein (Dugin (2013), cap. 2, págs. 45 a 72.) como el sujeto de esta teoría política, cuya importancia reside en el ser, que tampoco es algo fijo, sino que es algo en relación entre el ser y el mundo. De nuevo tenemos esa dinámica entre lo estático y lo cambiante, donde cada persona tiene su Dasein junto con el Dasein colectivo, que en este caso se relaciona también con el concepto de grandes espacios, donde los pueblos se organizarían en grandes bloques mundiales donde tienen su lugar para ser, es decir, donde haya un lugar para su Dasein colectivo, y dentro de cada comunidad, las personas tengan su Dasein individual. La relación de esos grandes espacios, según Alexander Dugin, serviría para que toda la diversidad de comunidades en el mundo tengan su lugar donde ser auténticamente, y por tanto, no sólo se cambie la comprensión individual, de tipo micro, sino también el propio esquema geopolítico mundial con el sistema multipolar con base en el Dasein colectivo (Alsina (2015), págs. 92 a 94).
Entonces, tras todas estas reflexiones, nos llevan a pensar que: “Las comunidades basadas en valores compartidos son más sólidas que las que se basan en intereses, porque los valores unen y se comparten sin dificultad, mientras que los intereses dividen y no se comparten fácilmente” (De Benoist (2015-A), pág. 51). De modo que el principal obstáculo es la falta de valores compartidos. Los casos que se tratan en las lecturas se basan en los intereses y no en los valores. Básicamente, la situación está tranquila mientras que haya intereses económicos comunes entre nativos e inmigrantes, pero, cuando llega una situación de crisis, esos intereses dividen y con más motivo en un sistema capitalista que promueve con tanta fuerza la competitividad y el individualismo. Si lo que se comparten son valores por encima de todo, entonces las situaciones de crisis podrían resolverse de un modo colectivo y pacífico, pero claro, también hay otros muchos factores que intervienen como obstáculos en integración cultural.
En el contexto del mundo globalizado, los grandes obstáculos para que haya un entendimiento cultural son por un lado, la falta de aprecio a la cultura nativa, sobre todo en el caso de los países europeos (todavía más en los países de Europa occidental). De un aprecio a la cultura propia para luego llegar al aprecio de la cultura ajena. Como los valores se comparten, también hay que tener valores que compartir, si por contra sólo se comparten valores individualistas y materialistas, eso son intereses y sólo se mantendrá una situación de colaboración entre comunidades cuando todos tengan sus intereses satisfechos, pero a la primera crisis, todos estarán contra todos. Por tanto, lo primero, valorar la genuina cultura propia, y después compartir valores entre los nativos, y luego compartir valores con los inmigrantes.
Recapitulando, tenemos que los obstáculos a cualquier tipo de integración cultural, están a tres niveles muy unidos entre sí: Nivel geopolítico/internacional, nivel colectivo (de grupos de interés y grupos políticos), y del nivel individual. Las diferentes fuerzas que pugnan por el dominio en el nivel internacional o geopolítico, llevan sus posicionamientos a los niveles colectivos, con los que crear un marco personalizado a cada Estado, y con ello, influir en las opiniones, actitudes y valores en cada Estado.
Además, para ilustrar lo expuesto, hay un concepto en la obra “De la guerra” de Von Clausewitz que indica: “la lucha entre los hombres consta, en el fondo, de dos distintos elementos: el sentimiento y la intención hostiles” (Von Clausewitz (2015), pág. 22). Si a esto se le une el individualismo, el desarraigo, y la competitividad del sistema capitalista, podemos entender que muchos de estos obstáculos provienen de ese sentimiento hostil contra lo otro, porque lo mismo sólo es una cosa, el individuo, el yo, y más allá, todo es hostil. También esta dinámica afecta a las acciones colectivas puesto que lo único que une al yo con el otro es la existencia de intereses comunes pero no de valores compartidos, y en cuanto la situación parezca más perjudicial para una de las partes que para el resto, lo probable es que abandone y huya. Por tanto, la inculcación en los individuos de unos sentimientos e intenciones, es un obstáculo frente a cualquier diálogo entre el yo y el otro, en términos individuales y de sociedad. Así mismo, esta dinámica conforma unos Estados gobernados por grupos representativos de esa estrategia dominante fruto del capitalismo, querrán más de esos valores porque siempre se puede ser más competitivo y crecer más económicamente, y finalmente dará lugar a un sistema internacional preponderante, donde el ciclo de esta dinámica termina y empieza a la par.
Así visto, no sólo tendríamos esta dinámica a modo general, también hay acciones específicas que se encuentran en la geopolítica, esto es, en las relaciones internacionales. Es habitual como estrategia para atacar de forma no abiertamente militar de un país a otro, que se promocione a grupos separatistas o discordantes con el régimen político del Estado que sea objetivo a batir, de modo que se usen algunas diferencias (del tipo que sean) como obstáculo cultural y mediante la generación o exacerbación de sentimientos e intenciones hostiles se produzcan conflictos tanto políticos como armados.
La identidad por tanto, es un tema complejo, instrumentalizado y mercantilizado por diferentes gobiernos al servicio de sus intereses. La identidad es una cuestión que requiere un extenso análisis, sobre todo para llegar a lo que es la identidad de verdad, algo tan sencillo como conocerse a uno mismo, conocer el pasado de su comunidad, de su país, y luego conocer el pasado del resto. Todos tienen la historia llena de logros y masacres, en definitiva, eso ha sido la historia de todo el mundo. Pero la identidad también es cambio, pues si la identidad fuera estática ¿en dónde nos habríamos quedado? Porque la identidad de todos los pueblos ha evolucionado en el tiempo, ha cambiado por sí misma, o por factores externos, pero ahora todas las identidades están bajo amenaza capitalista de ser reducidas a la nada, o a una marca comercial, aplastando o diluyendo a los pueblos que otrora representaban esas identidades.
Bibliografía:
- Alsina Calvés, José. (2015). “Aportaciones a la cuarta teoría política”. Ediciones Fides.
- De Benoist, Alain. (2015-A). “Nosotros y los Otros, problemática de la identidad”. Ediciones Fides.
- De Benoist, Alain. (2015-B). “El Derecho a la Diferencia para acabar con el racismo”. Ediciones Fides.
- Dugin, Alexander. (2013). “La Cuarta Teoría Política”. Ediciones Nueva República.
- Von Clausewitz, Carl. (2015). “De la Guerra”. Books4pocket.