A Venezuela con todo, por sus riquezas
Contra Venezuela y su sufrido pueblo se han desatado todos los demonios. Desde las primeras elecciones que dieron ganancioso al presidente Nicolás Maduro, la olvidadiza clase alta y los sectores parasitarios, lo tienen en ascuas, asediado. Les han torpedeado todas las iniciativas que ha querido poner en favor de su pueblo, y la integración latinoamericana. La buena liz en que les han sido ganadas las elecciones, los tiene furibundamente rabiosos.
Su clara incapacidad para llegar al sentimiento y el corazón del pueblo venezolano, que recuerda sus formas de administrar los recursos públicos y gobernar, los lleva a recurrir a acusaciones baladíes. Para ganarse el favor de los votantes, han recurrido a la creación de simulados focos de violencia, en los que los medios de comunicación de forma estratégica muestran situaciones de inestabilidad e ingobernabilidad, las cuales aumentan en el exterior. La mayoría de estos medios, simples ecos repetitivos de una línea comunicacional que se adoptó en EE.UU., denostan a ese gobierno y las medidas que sigue para superar las reales y creadas dificultades que se enfrentan.
Los prostituidos noticiarios, y otros medios de prensa americanos y españoles, se han encargado de difundir una imagen del presidente Maduro como bruto, analfabeto, cabaloso, incompetente tramposo y, cuantas cosas más. ¡Tienen mucho tiempo y espacio para jugar con el público que los lee y escucha! Como estas patrañas no han surtido el efecto desilusório esperado en la ciudadanía, recurrieron a todos los tipos de sabotaje. La obstrucción de los canales de distribución de los productos de primera necesidad y medicamentos; el fenómeno del niño, que creó una sequía por varios meses; la exorbitante baja en el precio del petróleo, principal fuente de ingreso de ese país; la declaración del gobierno de Estados Unidos, considerando al venezolano como una amenaza y otras tantas situaciones confluyen para templar a los actuales dirigentes chavistas y el espíritu del pueblo venezolano.
Sin duda, el pueblo venezolano atraviesa por situaciones difíciles. Errores históricos que deben analizar y ponderar los chavistas son los que dieron al traste con el desplazamiento de la mayoría de los puestos en la Asamblea Nacional por la oposición. En su momento de mayor apoyo, en muchos años, estos aprovechan para atacar y descalificar. Es así en este escenario que surge la petición del revocatorio, la divulgación morbosa del hambre a que se tiene sometido a los venezolanos, la contradicción de diálogo por un lado y por el otro de negación del mismo. Uno de los más ominoso de esos elementos es la utilización de la “bocina” del secretario general de la OEA, con su amenaza de la imposición de la “carta democrática” a ese país. Esto, para terminar de cercar al gobierno de Maduro.
Al gobierno venezolano le han sumado la guerra económica y financiera. Los gobernantes de Latinoamérica y, los pueblos que representan conocen la procedencia, las razones y los personeros que se encuentran detrás de esta infeliz, antidemocrática e inhumana práctica. Tal vez por temor a represalia; la deshonestidad que saben impera entre ellos; la lucha de intereses egoístas que no están dispuestos a consensuar; o, la maldita inclinación latinoamericana derrotista y complejo de inferioridad ante el blanco abusador, por encima de los propios intereses e idiosincrasia, les impide pensar, expresar y actuar como lo que somos. La propuesta chavista es una buena oportunidad de reencuentro con nosotros mismos. Ese foco auténtico de libertad no debemos dejar que nos lo apaguen.
Estamos más que claro que las actuales organizaciones internacionales no son más que instrumentos de control y justificadores de golpeos a los países pobres. Lo mismo pasa con la supuesta democracia, la lucha por los derechos humanos y de las minorías, la mujer, la niñez y otros. ¡No creen en eso! Sólo, cada vez que un gobierno de uno de estos paisitos afecta los intereses de los titiriteros que dictan como deben ser las cosas, se les acusa con uno de esos tópicos. La enorme cantidad de ONGs que han captado a las posibles principales voces disidentes, inmediatamente se hacen ecos de abusos. Una prensa iracunda, irresponsable y mal intencionada, se dedica al martilleo de, muchas veces, historias inventadas para despotricar a esos gobiernos. La aristocracia venezolana sabe, lo crea y explota a su favor y contra el gobierno de Maduro.
En el mundo hay una fuerte tendencia hacia la multipolaridad. La unipolaridad, donde los todopoderosos Estados Unidos dictan e imponen de la forma más grosera, está en crisis. El neoliberalismo, su más moderno estilo de gobierno capitalista, destruye la naturaleza del ser humano. Le dicta a través de ONGs qué, cómo, y por qué creer. Todo esto echando a un lado la historia, carga cultural e idiosincrasia de sociedades. Una falsa irracionalidad y la defensa de unos derechos que denigran y dividen, les sirven como soportes. Estas creadas indefiniciones, nos restan comprensión y visión sobre nuestros intereses regionales y nacionales. Impiden sopesar con justesa la propuesta chavista. Como latinoamericanos, a nuestros gobernantes les hace temer a las presiones directas e indirectas de quienes desde siempre nos han abusados y nunca han recibido respuestas colectivas por sus desmanes.
En Venezuela se juega hoy el tipo de relación que va a primar entre los sectores oligárquicos de nuestros países con sus pueblos y los de estos últimos con los dictámenes de quienes aspiran continuar gobernando el mundo unipolarmente. Se nos antoja pensar que un elemento importante en la actual crisis reflejada en las mal llamadas “revoluciones de colores” , la baja del precio del petróleo, la inestabilidad política en África, Asia y el Este de Europa, no son más que reacciones del capital frente a la propuesta de multipolaridad de países emergentes. En esta lucha, despiadada, hay varias corrientes de pensamiento y múltiples propuestas de acuerdos económicos y proyectos. Encabezan estas corrientes, Estados Unidos, Rusia y China.
Los gobernantes al Sur de Río Grande deben deponer la actitud de complacencia frente al europeo-americano que asumieron los jefes del Occidente de África frente a la extracción de recursos humanos de ese continente con los europeos. La actitud de los criollos, herederos del poder de los españoles en nuestros países, demostró su ineficacia al ser multiplicadora de miseria, divisoria y explotadora de las sociedades en razas. No podemos identificarnos plenamente con la cultura occidental europea-norteamericana. Menos con la propuesta euroasiática que plantea Rusia. Nos hace diferentes la simbiosis, ese crisol en que convergen las múltiples culturas aborígenes americanas, las europeas y las africanas, que se manifiestan en nuestra forma de ver el mundo, ser y vivir. La propuesta chavista es la única auténtica latinoamericana que promueve la solidaridad y la explotación de nuestros recursos en favor de los pueblos dueños de las tierras que los poseen. ¿Para qué mirar para otro lado?
La inestabilidad en Venezuela podría acarrear serias dificultades en la región. Ya se empiezan a sentir y ver los resultados. El desplazamiento de millones de personas crearía un desequilibrio que afectaría no solamente a los países circundantes del Caribe y América del Sur. Los dañinos, cuerpos de seguridad, que actúan como la gatica de María Ramos...deben recordar la crisis que acarreó el flujo desorbitado de niños centroamericanos por la frontera Sur del país que representan. Reproducir la situación de refugiado que vive Europa con la destrucción de Venezuela, no puede llevar a nada bueno. ¡Reflexionemos...! En un mundo multipolar, Latinoamérica, bien podría ser ese nudo en que se enlacen y encuentren las diferentes visiones de interpretación del mundo que el neoliberalismo intenta destruir. ¡Enfrentemos al corruptor y destructor o, preparémonos para la otra posibilidad!
Gerson de la Rosa.- Dominicano. Antillanista y latinoamericano. Estudió historia en la Universidad Estatal Rostov del Don. Profesor del liceo Unión Panamericana de su país. Lector y seguidor de los movimientos de las grandes naciones en la política internacional y de los análisis de los especialistas de la geopolítica.