Taiwán, China y las estrategias militares de Estados Unidos (I)
Las relaciones entre Estados Unidos y China se han deteriorado notablemente en los últimos tiempos. La retórica diplomática se ha intensificado. Los políticos de Washington piden medidas duras.
Analistas y expertos militares predicen varios escenarios de conflicto. La mayoría de ellos se producirán supuestamente debido a la decisión de China de incorporar Taiwán por la fuerza a su sistema político.
Sin embargo, cabe señalar que, a pesar de que China figura en la lista de las principales amenazas para Estados Unidos desde la era de la administración de Donald Trump, el desarrollo de soluciones militares contra China comenzó mucho antes. Bajo el mandato de Barack Obama, cuando Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski abogaban activamente por la amistad con el Imperio del Medio bajo la apariencia del G-2 o Quimérica, el Pentágono ya trabajaba en opciones de guerra contra China.
Estrategias para la contención activa de China
El concepto más antiguo y específico para librar una guerra contra China se denomina Batalla Aire-Mar. Fue introducido por el Departamento de Defensa de Estados Unidos hace más de una década y se basaba en doctrinas similares anteriores que justificaban la superioridad aérea.
Por ejemplo, ya en 1992, el Comandante Aliado de la OTAN, Almirante James Stavridis, señaló la importancia de crear una fuerza combinada aérea y de otro tipo para asegurar la victoria.
Este concepto se basa en la primera doctrina de «Batalla Aire-Tierra», desarrollada por las fuerzas de la OTAN para el teatro europeo de operaciones militares en los años 70-80 para contrarrestar a la Unión Soviética. Se basa en ataques profundos, pero a diferencia del concepto de la Guerra Fría, la Batalla Aire-Mar describe operaciones integrales en las cinco esferas (aire, tierra, mar, espacio y ciberespacio) para crear una ventaja. También pretende proteger la retaguardia propia en las mismas esferas.
A finales de 2011, el Secretario de Defensa de Estados Unidos aprobó el concepto de Batalla Aire-Mar como un paso necesario en la reforma de las fuerzas armadas estadounidenses, para lo que se creó un departamento especial. La introducción de este concepto como doctrina oficial permitió el inicio de las críticas a algunas disposiciones para perfeccionarlo. Algunos autores, en particular, sugirieron que la planificación militar contra China debería realizarse teniendo en cuenta la sociedad china contemporánea, en la que existen diversos problemas internos: diversidad étnica (más de 50 minorías, entre las que uigures, tibetanos y mongoles se han mostrado recientemente poco amigos del centro político), tendencias de separatismo regional, desequilibrio en el desarrollo económico, especialmente entre las regiones costeras y las del interior. Es decir, ya se ha hecho hincapié también en la desestabilización interna de China.
Desde 2013, se ha actualizado constantemente, lo que fue criticado por Beijing.
Aproximadamente al mismo tiempo, también se estaba desarrollando activamente una estrategia de Control del Mar. Se basa en el uso de los medios disponibles y limitados para privar a China del uso del mar dentro de la primera cadena de islas y proteger su espacio marítimo y aéreo en ella. Esto establece su propio dominio en el espacio aéreo y marítimo fuera de la cadena insular. No debían realizarse operaciones de penetración en el espacio aéreo chino. La prohibición de estas acciones se interpretó como la necesidad de reducir la posibilidad de una escalada nuclear, así como de facilitar el inicio de negociaciones y el fin de la guerra. En lugar de la escalada, esta estrategia utiliza el estrangulamiento económico para agotar a China hasta el punto de que ella misma trataría de poner fin a la guerra lo antes posible.
El elemento de «prohibición» de esta campaña crea una zona de exclusión marítima dentro de la primera cadena de islas. Estados Unidos utilizará su fuerza submarina dominante, sus minas y sus medios aéreos para asegurar la zona hundiendo los barcos que lleguen.
El elemento de «defensa» empleará toda la gama de recursos militares estadounidenses para proteger a los aliados que decidan ayudar activamente a Estados Unidos. La flota de superficie y los medios aéreos se alejarían del territorio continental chino, obligando a China a luchar a mayores distancias, lo que permitiría a las fuerzas estadounidenses y aliadas atacar como parte de una defensa integrada aire-mar de sus propios territorios.
La campaña de «dominio» se llevaría a cabo fuera del alcance de la mayoría de los medios chinos, prohibiendo la navegación en los estrechos a lo largo de la cadena de islas de Indonesia y la costa occidental de América. La campaña consiste en utilizar una combinación de plataformas aéreas, marítimas, terrestres y comerciales arrendadas para interceptar y desviar los superpetroleros y portacontenedores necesarios para la economía china.
Estas dos estrategias son básicas en los planteamientos bélicos estadounidenses contra China, que se van adaptando a medida que cambian las condiciones.
Posibles escenarios futuros
Para comprender la línea de pensamiento de los militares estadounidenses, es interesante recurrir a un reciente documento colectivo titulado «Crossing the Strait: China’s Military Prepares for War with Taiwan», publicado por la Universidad de Defensa Nacional de Estados Unidos. En él, varios autores describen la modernización del EPL según la cual «mientras las perspectivas de una unificación pacífica se reducen, el menú de opciones de intimidación militar y guerra de China se amplía. El traqueteo de armas en tiempos de paz, que es más útil para disuadir a Taiwán de perseguir la independencia de jure, se ha vuelto más rutinario y variado».
Creen que Taiwán será el objetivo de Beijing como prioridad a largo plazo, pero los objetivos específicos a corto plazo fluctuarán en función de las condiciones cambiantes. El cálculo de la RPC respecto a forzar a la isla vendrá determinado por la forma en que Beijing sopese los costes, beneficios y riesgos frente a los objetivos específicos a corto plazo.
Estos cálculos cambiarán en consecuencia en las próximas décadas, dependiendo de la trayectoria futura de la RPC.
Los autores sugieren dos opciones principales para una solución, como son:
– Un esfuerzo concertado para mejorar las capacidades de defensa de Taiwán y centrarlas en aumentar los costes y riesgos asociados a las opciones militares de la RPC. Estos esfuerzos deberían centrarse en acciones específicas para mejorar las capacidades militares más que en medidas simbólicas de apoyo estadounidense a Taiwán.
– Influencia sobre los dirigentes del PCCh para que apoyen la posibilidad de una unificación pacífica.
La paradoja es que la propia China está interesada en la unificación pacífica. Sin embargo, Washington no puede confiar en que este proceso esté en consonancia con su objetivo. De lo contrario, no provocarían a China y continuarían con la militarización de Taiwán y los países de la región.
En cuanto a las estrategias militares, Estados Unidos baraja varias opciones para las acciones de China contra Taiwán:
– aplicar la contención;
– establecer gradualmente una posición de superioridad militar
– extender el control administrativo de China dentro de la defensa aérea de Taiwán y posiblemente sobre algunas de las islas periféricas de Taiwán;
– obtener beneficios políticos internos;
– poner a prueba la determinación de Estados Unidos.
Asumiendo que el ELP utilizará toda la gama de capacidades, desde ataques con misiles/aéreos, bloqueo naval y asaltos anfibios hasta operaciones de información y ciberataques, Estados Unidos está pensando en consecuencia en una posible respuesta adecuada.
Guerra semipartisana en un entorno urbano
El ejército estadounidense está prestando especial atención a la llamada guerra urbana, ya que China tiene su propio sinónimo para ella:
Chengshi Zozozhan (城市作战). Los líderes militares chinos también se refieren a este método nada menos que como «golpear ratones en una tienda de porcelana»
(瓷器店里打老鼠), es decir, realizar algo muy difícil que podría tener graves consecuencias, por lo que hay que tener mucho cuidado.
Tras estudiar detenidamente los textos doctrinales pertinentes del EPL sobre la guerra urbana, los expertos estadounidenses han llegado a la conclusión de que existen ciertos significados jerárquicos que enlazan con una comprensión sistémica de la guerra urbana.
Se estudió la experiencia de las fuerzas armadas estadounidenses en Irak y Siria. (sigue)
Fuente: Taiwán, China y las estrategias militares de Estados Unidos (I) - Prensa Latina