Rusia prepara el retorno de sus grandes operaciones aéreas en Siria
Rusia advirtió recientemente por boca de su ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, que no esperará indefinidamente para iniciar sus ataques aéreos contra el Frente al Nusra y otros grupos terroristas. Todo ello está basado en el principio de que, para Rusia, Siria es parte de su seguridad nacional y ésta precisa de la derrota allí de los grupos terroristas, que son los mismos que han estado ensangrentando las regiones del Cáucaso ruso. De este modo, Moscú cree que su operación antiterrorista en el país árabe debe ir hasta el final, es decir, hasta la total derrota de los grupos terroristas.
Algunos observadores se han preguntado si Rusia, en virtud de los acuerdos suscritos con EEUU, podría llevar a ceder terreno en Siria hasta el punto de poner fin a su operación militar allí o reducirla a un nivel insignificante. La respuesta a tal cuestión es claramente negativa. Ciertamente, Moscú ha estado bajo la presión de Washington para no atacar a los grupos terroristas, incluyendo al Frente al Nusra, alegando, en este último caso, que sus posiciones y bastiones militares resultan indistinguibles de los de otros grupos terroristas a los que el gobierno norteamericano no desea atacar. Al mismo tiempo, EEUU, junto con sus aliados francés y británico, se ha opuesto a la inclusión en la lista negra de organizaciones terroristas de la ONU de Ahrar al Sham y Yaish al Islam, pese a las conexiones de estos últimos con Al Qaida.
Hay que señalar que, a pesar de los acuerdos ruso-norteamericanos en torno a unos mínimos en Siria, las relaciones bilaterales siguen presididas por un enfriamiento fruto de la expansión de la defensa antimisil norteamericana a Rumanía a Polonia así como el despliegue de la OTAN en el Báltico. En Siria, Rusia ha visto como miles de militantes de Al Nusra han entrado en el país durante el case de hostilidades. Este último ha servido fundamentalmente para dar tiempo a los grupos terroristas para reabastecerse y reforzarse, como demuestran sus recientes ataques en la provincia de Alepo.
Rusia ha llevado a cabo en los últimos días decenas bombardeos aéreos contra posiciones del Frente al Nusra en Alepo, especialmente en la carretera de Castelo, que supone la principal vía de abastecimiento de los terroristas que se hallan aislados en los barrios del este de la ciudad de Alepo. Esto podría ser la antesala del inicio de las operaciones aéreas más amplias que distintos responsables rusos han anunciado.
Hay que señalar también que, en estas últimas semanas, Rusia ha mantenido sus operaciones aéreas con los aviones que quedaron en la base aérea de Hamaimim tras la retirada parcial rusa en marzo pasado. Estas operaciones han ido dirigidos a lograr la liberación de Palmira y otras zonas y localidades del desierto del este de Siria así como de amplias zonas de la Guta Oriental en Damasco. Ahora, el esfuerzo ruso parece ser el de apoyar al Ejército sirio en su marcha hacia Raqqa. La selección de estas zonas geográficas estuvo basada en dos razones principales:
En primer lugar, el asestar un duro golpe al EI a sabiendas de que ni EEUU ni ningún otro país se atrevería públicamente a mostrar su oposición a tales operaciones. En segundo lugar, el Ejército busca tomar zonas del Norte y Este de Siria, donde EEUU y las Fuerzas Democráticas Sirias, integradas básicamente por milicias kurdas del YPG, podrían querer instaurar gobiernos de tipo federal sin el consentimiento de Damasco. Con una gran parte de Raqqa y del Este y Norte de Siria en poder del Ejército sirio tal proyecto sería imposible de implementar.
Ahora, sin embargo, las declaraciones de Lavrov sobre el fin de la moratoria rusa para no atacar a Al Nusra, en especial en Alepo e Idleb, deja bien claro que Rusia ha decidido bombardear a los grupos sobre cuya naturaleza terrorista no hay consenso con EEUU si no se han separado y desmarcado de Al Nusra en una próxima fecha. Estos grupos serán atacadis, de este modo, por su rechazo al cese el fuego y su cooperación con Al Nusra, un grupo definido como terrorista por la ONU. Esta nueva estrategia rusa es fruto del convencimiento de que la Administración norteamericana está llevando a cabo un doble juego en Siria, utilizando excusas como la “mezcla” entre terroristas “buenos” y en este caso el Frente al Nusra, con el fin de permitir que los terroristas se refuercen para continuar luchando contra el gobierno sirio mediante el flujo de armas y combatientes que discurre a través de la frontera turca.
Según el periódico ruso Trud, un enorme campo para las organizaciones terroristas que actúan en Siria ha sido creado en Turquía con hasta 9.000 terroristas. Entre los objetivos de estos militantes están las propias instalaciones militares rusas en Siria, como han mostrado los recientes atentados en Tartus y Jableh. Muchos de ellos proceden de Chechenia y el Cáucaso y su objetivo es regresar a la propia Rusia para llevar a cabo acciones terroristas allí una vez hayan terminado su estancia en Siria. En este campo se hallan decenas de terroristas buscados por los servicios de seguridad de Rusia. El entrenamiento está en manos de los servicios de inteligencia turcos. Según el periódico, Moscú ha comunicado a la OTAN que se reserva el derecho a atacar esta instalación si ella se convierte en una amenaza contra su seguridad nacional.
Aunque el inicio de la operación en Raqqa puede arrojar dudas sobre si otra gran ofensiva en Alepo está próxima, lo cierto es que el incremento de la actividad de los grupos terroristas en esta provincia ha convertido en urgente y necesaria una operación en gran escala del Ejército sirio con el apoyo de la aviación rusa y de sus aliados de Hezbolá e Irán en esta región. La derrota de Al Qaida y de sus aliados en Siria es un imperativo para la seguridad de Siria, Oriente Medio y el mundo.
Al Manar.