Los paradigmas sociológicos y la teoría del género en Rusia
Los rusos de internet y los rusos de televisión
Las preguntas alrededor de las cuales gira esta investigación son una descripción muy interesante de las opiniones de los “internautas” o “rusos que usan internet”. ¿Acaso se trata de una población grande? Parece que sí. Desde el punto de vista de la sociología podríamos dividir a los rusos en dos categorías: los “que ven televisión” y los “que usan internet”. Ambos difieren significativamente los unos de los otros. Hoy en día es cada vez menor el número de personas que ve televisión o saben lo que es, esto es especialmente cierto con la población más joven. De hecho, la televisión se ha convertido en un nicho de difusión de la información bastante limitado. Tampoco podemos decir que quienes ven televisión sean rusos, pero esto mismo se aplica a quienes usan internet. En ambas categorías existen diferentes grupos sin duda. Es muy probable que incluso exista una categoría mixta de rusos que ven televisión, pero que también se informan por medio de las redes sociales. De todos modos, podemos decir que los rusos que usan internet se han convertido en un grupo bastante representativo cuya opinión refleja en gran parte el estado de ánimo de nuestra sociedad. Pero, ¿hasta qué punto refleja este estado de ánimo? Considero que la sociedad es muy compleja y que cualquier estadística, por muy precisa que sea, resulta engañosa. Es por esa razón que los rusos que usan internet solo son uno de los muchos grupos de referencia. Ahora bien, ¿qué vemos ahora que hemos hecho esta crítica? En primer lugar, que existe una fuerte presencia del campo patriótico (tanto de los activos como de los situacionales) entre los rusos que usan el internet y que se sitúa por encima del 50%. Más del 50% de los rusos que usan internet apoyan activa y plenamente la Operación Militar Especial tal y como demuestra la encuesta. Si se tiene en cuenta sólo a los rusos que ven televisión, entonces esta cifra sería mucho mayor: más de un 70% o incluso un 80%. No obstante, la opinión de un ruso que usa internet no es para nada igual a la de un ruso que ve televisión, ya que los rusos que se informan por las redes sociales activamente participan en estos entornos y realizan elecciones basadas en estas ideas, expresando sus propias opiniones y análisis sobre las diversas situaciones. De aquí que mi primera conclusión sea que el internet de nuestro país es dominado por los patriotas.
La segunda conclusión es que existe un gran descontento entre los rusos que usan internet con respecto a la forma en que se ha desarrollado la Operación Militar Especial y esta brecha ha crecido significativamente. Los comentarios que ha hecho Konstantin Valerievich Malofeev sobre los graves defectos en nuestros medios de comunicación y la forma en que el gobierno ha publicitado sus actividades son bastante acertadas, de allí que las opiniones negativas sean bastante altas. Es interesante que precisamente sea entre los rusos que ven televisión que estas opiniones negativas sean mucho más altas que en el otro grupo. El numero fluctúa entre un 31% o 32%. Es importante que le prestemos mucha atención a este grupo, ya que al menos un 30% de los rusos que usan internet son, como mínimo, víctimas de la propaganda enemiga o, en casos extremos, terroristas en potencia. Es precisamente en esta franja del 30% que las agencias de inteligencia occidentales reclutarán a sus agentes de influencia, incluidos los miembros de futuros grupos terroristas. Nuestros enemigos sin duda sacarán fácilmente sus propias conclusiones de esta clase de encuestas e identificarán a quienes no apoyan la Operación Militar Espacial con tal de usarlos en sus planes. Me parece que esta es un tema muy delicado que hay que tomar muy en serio. Además, realizar esta clase de encuestas por internet puede ser engañosa ya que no se toma en cuenta para nada a los rusos que ven televisión. Mientras que los rusos que usan internet acceden a información horizontal que pueden compartir e interactuar con ella, los rusos que ven televisión solamente obtienen información que se les impone de forma vertical y unidireccional: la recibes y no puedes opinar, al menos de que salgas en televisión y discutas en ella. Sin embargo, un ruso de internet puede directamente decir que simplemente no le gusta la Operación Militar Especial y libremente expresar en voz alta sus ideas por medio de un proceso de retroalimentación. Por lo tanto, un 30% de los rusos políticamente más activos – los rusos que usan internet – tienen alguna objeción contra la Operación Militar Especial y eso representa un grave peligro no solo hoy sino mañana. Creo que tal sondeo hecho en internet debería alarmarnos muchísimo y hacernos pensar al respecto, ya que aumentar la cantidad de programas y propaganda patriótica en televisión no cambiará nada en este medio. Necesitamos crear nuevas estrategias y pasar de un enfoque cuantitativo a uno cualitativo, revisando los modelos que hemos construido sobre nuestras redes. Claro, también es verdad que los rusos que usan internet apoyan en un 50% la Operación Militar Especial. Pero tal apoyo no se debe al trabajo directo de nuestro gobierno y la propaganda que emite, sino a la movilización de los patriotas y militares de todas las edades cuya opinión ha conseguido predominar en internet. Las autoridades rusas no pueden decir: “mirad, hemos hecho un buen trabajo”. Tal logro es únicamente resultado de que nuestro pueblo ruso es bastante sensible, profundo, justo y recto políticamente en esta clase de cosas. Nuestro pueblo es bueno por naturaleza, no la propaganda que produce el gobierno. En las redes sociales la participación del Estado ha sido insignificante y lo que resulta muy revelador es que el mismo pueblo ruso apoya naturalmente la Operación Militar Especial.
Todo esto nos lleva a la opinión negativa que gira alrededor de Sergei Shoigu. Konstantin Valerievich Malofeev ha llamado precisamente la atención sobre ello. De hecho, resulta bastante sorprendente. Creo que esta opinión negativa se debe a dos factores: el primero tiene que ver con que existe un 30% de rusos que usan internet que son opositores acérrimos de la Operación Militar Especial y este porcentaje lo encontramos en todas las preguntas que se hicieron. Ellos no quieren ni la victoria, ni la Operación Militar Especial, ni el Estado ni el éxito de nuestras fuerzas armadas. No obstante, a este porcentaje se agrega otra franja: los patriotas que están descontentos con la poca eficiencia con la que se ha llevado la Operación Militar Especial y que consideran que nuestro ejército no cuenta con suficientes pertrechos. Es precisamente la suma de estas dos franjas la que ha dado una opinión tan negativa sobre Shoigu. Los dos porcentajes de un 30% se unen en uno solo. Por lo que las críticas a Shoigu vienen tanto de los que odian la Operación Militar Especial como de quienes la apoyan, ya que un porcentaje significativo de patriotas convencidos están descontentos con los resultados del mando militar. Creo que es la conclusión que debemos sacar del estudio, ya que las cifras mismas difieren en este punto significativamente del resto de las otras. De otro modo, sería imposible explicar tales cambios.
Hacia la creación de una sociología no liberal
Me gustaría decir unas palabras sobre los planes que tiene nuestro instituto y en particular su rama sociológica. Creo que las encuestas son una herramienta muy importante de la sociología, aunque de carácter puramente técnico. Me alegra muchísimo que en esta misma sala se encuentre el fundador de la sociología rusa: Vladimir Ivanovich Dobrenkov. Después de los grandes sociólogos rusos que vivieron en el siglo XX, como Pitirim Sorokin, ha sido Dobrenkov quien más ha aportado a la sociología rusa. Estoy convencido de que es necesario plantear preguntas fundamentales sobre la sociología como ciencia general.
Lo primero que debemos hacer en la sociología es, en mi opinión, cambiar el paradigma sociológico que actualmente existe en Rusia. Necesitamos pasar de un paradigma liberal (individualista) a un paradigma antiliberal y socialista. Esto quiere decir dejar de lado la predominancia de la “sociología compresiva” de Max Weber y más bien promover la escuela estructuralista de Durkheim y su escuela (incluyendo la antropología de Mauss, C. Lévi-Strauss, etc.). La sociología debería partir de una comprensión de la sociedad y la consciencia colectiva que determinan las acciones y representaciones de los individuos. La sociología liberal nos lleva a preguntar que piensan los ciudadanos como individuos, pero resulta que los ciudadanos están llenos de representaciones colectivas que preexisten a nuestras encuestas. Normalmente la sociología liberal tiende a considerar como idiotas, subdesarrollados u oscurantistas las opiniones que estos ciudadanos tienen sobre el mundo en caso de que no coincidan con los mitos liberales. En caso de que la opinión del encuestado coincida más o menos con la mitología que los liberales le han inculcado, entonces estas encuestas serán presentadas como muestras de nuestra libertad e independencia social. Tales ficciones promovidas por la sociología liberal no son más que propaganda totalitaria agresiva usada para atacarnos. La ciencia debe ponerle fin a este estado de cosas, aunque es una tarea que excede a la sociología. Por lo tanto, debemos dejar de mentirnos a nosotros mismos y considerar las profecías autocumplidas en esta clase de investigaciones como un valioso resultado empírico.
Por supuesto, esto nos lleva a la conclusión de que la sociología tiene una orientación ideológica precisa. Pierre Bourdieu ha realizado un análisis muy detallado e interesante sobre este tema en el cual concluye que los sociólogos siempre son parciales y que creer que ellos son objetivos con respecto a la sociedad resulta una opinión falsa y hasta antiprofesional. Cada sociólogo tiene su propia visión del mundo al igual que su propia visión de la sociedad que depende de su situación actual. En ese sentido es que afirmamos que la sociología siempre está comprometida de una u otra forma. Claro, tal compromiso puede tener un carácter liberal o no, pero es obvio que el liberalismo, teniendo unos fundamentos racistas muy claros, niega la opinión de quienes no son liberales. El liberalismo dice: “ustedes son los enemigos de la sociedad abierta” y luego procede a exterminar a quienes se oponen a ellos. No siempre el liberalismo ha sido tan totalitario, pero hoy en día es así, ya que el liberalismo es una ideología extremista y es por eso que cualquier disciplina académica que se construya sobre ese paradigma tarde que temprano nos conducirá al totalitarismo. Por lo tanto, si queremos contrarrestar este totalitarismo liberal tanto teórico como practico debemos crear una sociología no liberal.
Ahora bien, antes de comenzar a hablar sobre la sociología como tal es necesario que el sociólogo como persona comprenda el paradigma liberal. Por ejemplo, si alguien dice “soy liberal” podemos decir que esa es su posición y será necesario que explicite el mismo concepto de liberalismo. A partir de este punto podemos decir que todos sus pensamientos están sesgados por la ideología que el investigador ha adoptado: esto sesgo influye en la interpretación de los datos, pero también en la forma de hacer encuestas o los métodos con los que se investiga, etc… Sin embargo, desde que comenzó la Operación Militar Especial la civilización rusa se ha vuelto independiente, tal y como ha dicho Putin, por lo que es necesario que creemos una sociología diferente. Necesitamos una sociología rusa que este comprometida con la sociedad rusa y que sea capaz de defender su código cultural. Es por eso que debemos crear una sociología adaptada a nuestras condiciones. Por supuesto, la construcción de semejante sociología rusa no puede partir únicamente de los trabajos de la escuela sociológica rusa que se extiende desde Pitirim Sorokin hasta llegar a Vladimir Dobrenkov, sino que debemos recurrir a otras escuelas sociológicas antiliberales en otras partes del mundo que parten de la premisa de que no es el individuo quien moldea la sociedad y en cambio sostienen que es más bien la sociedad la que moldea al individuo. Esta sociología ha sido desarrollada por Durkheim, Sombart, Scheler, la antropología cultural (incluida la escuela estadounidense de Franz Boas) entre muchas otras. Desde este paradigma de análisis podemos decir que lo importante no subyace en la opinión que cada uno tiene de Putin, la Iglesia Ortodoxa o la Operación Militar Especial, sino la representación social de los mismos, pues no es el individuo quien crea estas representaciones. Esto implica que la sociedad debe ser estudiada como un todo (L. Dumont) y que es necesario profundizar sobre los códigos culturales, la identidad y la historia de la misma. Todos estos elementos llevaran a que la sociología sea realmente rusa.
No obstante, la sociología rusa actual es todo lo contrario. Creo que el 80% o el 90% de nuestros sociólogos rusos son seguidores del paradigma de la sociología occidental moderna que parte de la premisa de que el individuo es la base de la sociedad y que este puede cambiar a la sociedad en su totalidad. La ideología liberal afirma que el individuo puede hacer cualquier cosa con la sociedad, incluso descomponerla en partes y luego recrearla a su antojo. Por supuesto, semejante concepto es polémico incluso desde el punto de vista teórico: ¿acaso no es el concepto mismo de “individuo” un concepto sociológico creado desde arriba por el poder epistemológico dominante (M. Foucault)? Tal pregunta es rechazada hoy de forma tajante, especialmente porque se promueve activamente la descomposición de la sociedad y la atomización de las personas. Todo lo anterior implica que son necesarios cambios gigantescos en el paradigma tanto de la ciencia sociológica como en su pedagogía. Esto último implica, por supuesto, un cambio en el estudio de la sociología, pues debemos pasar de estudiar a los individuos para más bien centrar nuestra atención en el conjunto de la sociedad. Además, la sociedad no es la suma de todos los individuos atomizados. Aristóteles sostuvo que el todo es mayor que la suma de sus partes y que jamás obtendríamos un ser vivo solamente juntando partes al azar extraídas de diversas procedencias, ya que el ser vivo debe estudiarse como un todo. Entonces, debemos promover un paradigma holístico para la sociología. Por supuesto, pueden existir disidentes dentro de la sociedad: ese 15% o 20% puede existir como objeto de estudio para el mundo académico. Ellos tienen derecho a proclamar tranquilamente que son liberales y que discrepamos de sus teorías, pues el individuo precede al todo. Los sociólogos rusos escucharan sus quejas con calma, tomaran nota de sus ideas y continuaran construyendo sus propias teorías. En conclusión, debemos realizar cambios fundamentales en la teoría y la práctica sociológica de nuestras universidades.
La sociología como una construcción social
Volveré sobre el tema que desarrolló Pierre Bourdieu de manera magistral. La sociología – tanto en su teoría como en su práctica – es sesgada. Esto quiere decir que no refleja la sociedad existente, sino que la construye: las encuestas son uno de estos métodos para construir activamente la sociedad, podríamos decir que son propaganda. Tomemos por ejemplo el sondeo de opinión que hemos hecho: se podría haber incluido preguntas sobre la actitud de los encuestados hacia la PMC Wagner y su líder Yevgeni Prigozhin. En caso de que no lo incluyéramos obtendríamos una imagen muy diferente a si hubiéramos hecho lo contrario. La misma forma en que formulamos la pregunta predispone las respuestas que estamos obteniendo. Lo mismo se aplica a la elección entre Surovikin y Gerasimov. Si hubiéramos elegido a Prigozhin todo hubiera cambiado de la misma manera en que si hubiéramos hablado de Medvedev o Kirienko es la encuesta que se realizó. También si en esa encuesta hubiera aparecido Putin todo sería muy distinto. Sin duda se produciría un salto cualitativo. ¿Qué tipo de salto se hubiera dado? Es algo muy difícil de imaginar. De cualquier modo, estaríamos creando parámetros muy distintos que al final prefiguran lo que obtendremos después, sea que nos atrevamos o no a llevar tales conclusiones hasta el final. La sociología es sesgada o, como decía Bourdieu, “la opinión pública no existe”. De hecho, este último autor tiene un excelente libro que lleva tal título. La opinión pública es formada por la sociedad, incluso por medio de encuestas sociológicas y la sociología es, por lo tanto, una herramienta muy peligrosa. Es por esa razón que no se puede hacer sociología de forma inconsciente, porque la sociología misma es como una droga o una medicina adictiva: debemos tener mucho cuidado con ella y por eso debemos tener un paradigma bien definido.
Me gustaría decir que dentro del marco del Instituto Tsargrad vamos a realizar un estudio de las diferencias entre la élite y el conjunto de la sociedad o entre el Estado y la sociedad, ya que se trata de dos macrocosmos muy diferentes. De hecho, las preguntas, las respuestas, opiniones, significados y símbolos varían dependiendo de sí se pertenece a la élite dirigente o no. Las respuestas que obtendremos serán muy diferentes en caso de que nos dirijamos a las élites o a las masas, ya que arrojarán datos cualitativamente opuestos. Por ejemplo, esta contradicción ha alcanzado proporciones catastróficas en Occidente: las élites piensan una cosa mientras que el pueblo y la sociedad sostienen posiciones totalmente diferentes. La sociología debe precisamente ser capaz de detectar, describir y estudiar este proceso de alejamiento entre ambos estratos. En lo personal soy partidario de una sociología que opere sobre dos niveles distintos: por un lado, debemos abordar la consciencia colectiva de la sociedad (E. Durkheim) y, por el otro, debemos interrogar al inconsciente colectivo de la sociedad (C. G. Jung). Una cosa es cuando las personas expresan su opinión racional siguiendo la corrección política y otra muy diferente es cuando estudiamos sus emociones, subconsciente, intuiciones o realidades que ocultan y disimulan. Si uno pregunta directamente muchas cosas la gente reniega de ellas, pero existen formas – incluso cuantitativas – de escarbar en el inconsciente colectivo de una u otra sociedad. Es cierto que tales análisis requieren de bastante flexibilidad. La sociología debe estudiar a las personas en toda su complejidad. Hay que entender cómo piensa realmente el pueblo. Una sociología que analice estos dos niveles debe prestar atención no solo a la consciencia, sino también a los sueños y el inconsciente. Tales estudios serán muy fructíferos. Precisamente ayer estuve conversando de temas muy interesantes con mis colegas extranjeros en el Primer Congreso Rusófilo. Muchos de ellos nos preguntaron: ¿acaso los rusos no se dan cuenta de lo monstruosa que es la civilización occidental? Les respondimos: no, no se han dado cuenta. ¿Acaso Rusia no rechaza la civilización occidental? Sí, la rechaza totalmente. Es precisamente para comprender esta brecha entre el rechazo y la consciencia de la monstruosidad de la civilización occidental que se necesitan los instrumentos sociológicos adecuados con tal de responder tales interrogantes. La consciencia rusa es muy contradictoria y esta compuesta de muchas paradojas, pues esa misma consciencia se engaña constantemente así misma. Son estas peculiaridades del pueblo ruso las que debe tener en cuenta la sociología rusa que vamos a crear, solo así podremos adaptarla a nuestras condiciones particulares.
El género y la guerra
Otro de los temas importantes que hemos tocado en esta encuesta es la relación entre el género y la guerra. Creo que es un tema que la sociología rusa debería explorar de forma detallada y que nuestro Instituto tendrá que dedicarle bastante tiempo ya que tal cuestión dista mucho de ser obvia. Cuando dirigía el departamento de sociología de la Universidad Estatal de Moscú de Moscú utilizamos la metodología de Yves Durand sobre el “imaginario del género” (Gilbert Durand) para averiguar sutilmente como se imaginan las personas así mismas y los resultados fueron muy interesantes. Resulto que el género anatómico de los encuestados no siempre coincidía con el imaginario de su género. En el texto AT.9 los encuestados tenían que representar las figuras que ellos admiraban haciendo una especie de correlación aleatoria. Resulto que los héroes eran importantes en el imaginario tanto de los hombres como de las mujeres. En el fondo, resultó que muchas mujeres se veían como figuras activas, masculinas y heroicas en lugar de madres amables, cariñosas y pacificas. Y a la inversa: más o menos la mitad de los hombres, en términos de su imaginario de género, tenían una estructura psicológica femenina donde predominaba la cobardía, la comodidad y la continuidad, prefiriendo la seguridad sobre todo lo demás. Por lo tanto, existe una diferencia bastante grande entre las características anatómicas de una persona y sus orientaciones psicológicas. Considero que es precisamente sobre esta base que los liberales construyen la ideología de género, explotando hasta el cansancio este imaginario y extrapolándolo de forma excesiva, agresiva y perversa.
La intervención anterior ha sido muy importante: no podemos negar que se ha producido durante los últimos cien años un proceso de feminización del hombre ruso y que estos han perdido muchas de las características puramente masculinas que tenían. Tal realidad se refleja en la encuesta que se ha hecho: las mujeres rusas son ahora mucho más masculinas y responsables que los hombres. Esto resulta bastante grave. Por ejemplo, este proceso alcanzó su pico a finales de la época soviética cuando se prohibió cualquier forma de iniciativa y se produjo un imperceptible proceso de castración de la sociedad rusa. Se le decía a los hombres que si tenían opiniones propias o eran varoniles entonces eran elementos peligrosos que debían ser confinados o medicados. Esta feminización de la sociedad soviética adquirió un trasfondo liberal a partir de la década de 1990, teniendo como corolario la promoción de orientaciones no tradicionales y la reasignación del sexo entre muchos hombres. Las elites rusas facilitaron y promovieron tales medidas en algún momento. Por lo tanto, tenemos que plantearnos la cuestión de la feminización de los hombres rusos y los cambios que se han producido en el imaginario del género de los mismos. Tal problema debe plantearse e investigarse seriamente recurriendo a la sociología, la antropología y la psicología. La guerra es cosa de los hombres y resulta que ahora no quieren hacerla. Si no hay guerra significa que ya no hay hombres. El “no a la guerra” de muchos hombres resulta sospechoso, pues es natural que ellos quieran defender la patria. Por lo que su desaparición implica un proceso de degeneración muy profundo que se ha señalado correctamente en este estudio.
La sociología tendrá que prestar mucha atención a este problema y averiguar hasta que punto los hombres rusos siguen siendo hombres o han dejado de serlo. Será necesario recurrir a criterios muy especiales, flexibles y sutiles, sin hablar de varios marcadores importantes. Escarbando en el inconsciente colectivo de las personas encontraremos muchas cosas importantes e interesantes. De hecho, diré lo siguiente: cuando comenzó la Operación Militar Especial sentí que el gobierno ruso actuó como si sufriera un ataque de histeria, es decir, que primero actuamos y luego nos arrepentimos de actuar. Fue como si se hubiera producido una ruptura brusca, un golpe terrible, donde se inflige una herida irreparable y luego se produce el remordimiento, pensando: ¿qué he hecho? Tales patrones de comportamiento son puramente femeninos: primero se causa un escándalo, luego se pide el divorcio y después se hacen las paces. Además, no se sabe exactamente que se ha hecho: rompes los platos, el sartén, cruzas las líneas rojas y finalmente decides reconciliarte. Un comportamiento absolutamente poco varonil. Cuando te abalanzas a la guerra tienes que ganarla. En el momento en que un hombre comienza algo se convierte en rehén de sus decisiones, voluntad u honor. Podría decirse que la Operación Militar Especial fue desde un principio una especie de ataque histérico femenino. Quienes iniciaron la guerra fueron los hombres y no las mujeres, pero la forma en que se ha desenvuelto este conflicto revela los rasgos histéricos que predominan en gran parte de nuestras élites y que contrastan muchas veces con el comportamiento heroico, valiente y verdaderamente responsable de muchas de nuestras mujeres. De hecho, pienso en un canal de Telegram llamado “Madres del Donbass”. Solo hay que leerlo para darse cuenta de que muchas de esas madres tienen un comportamiento responsable, equilibrado, masculino e incluso heroico frente a la Operación Militar Especial. Todo esto resulta muy interesante, pero igualmente muy inquietante. Como hombre ruso tomaría esto con mucho cuidado, ya que la situación es alarmante: muchos hombres rusos han sido castrados sexualmente. De hecho, hasta hace muy poco los hombres rusos eran obligados a comportarse según los estándares de la corrección política, siendo obligados a arrepentirse y refrenar cualquier expresión de su masculinidad. Es por eso que las élites actuales desprecian tanto el patriotismo y todas sus expresiones. Nuestro problema no debe girar alrededor de las mujeres sino de los hombres que no se comportan como hombres. Por otro lado, estos hombres no se convierten automáticamente en mujeres, solo dejan de ser hombres volviéndose mutantes, monstruos. La feminización de los hombres no tiene nada que ver con las mujeres sino con un proceso de degeneración social.
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Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera