Lineamientos generales programáticos de Gobierno al bicentenario de nuestra República

18.05.2021

Introducción: objetivos fundamentales de la política estatal sustentada en un nacionalismo peruanista

1. Soberanía política: Que la nación peruana alcance el grado de potencia emergente y de actor relevante geopolíticamente en el concurso de naciones, con la libre determinación en la dirección de sus destinos y sin ninguna injerencia por parte de potencias extranjeras tanto en su política interna como externa.

2. Independencia económica: Que la nación peruana alcance la plena industrialización y modernización que le permita a su vez mantener un total equilibrio entre el gasto y el ingreso público, financiando así todo proyecto gubernamental con las arcas del Estado Nacional, relegando de forma paulatina los mecanismos de endeudamiento internacional al ser lesivos en el mediano y largo plazo a los intereses nacionales.

3. Justicia social: Que en la nación peruana exista tanto una justa distribución de la riqueza como una justa distribución de bienes culturales.

3.1. Justa distribución de la riqueza, la garantía de que todos los miembros de la sociedad deben participar en el bienestar, así como en la creación, multiplicación y conservación de la riqueza. 

3.2. Justa distribución de bienes culturales, la garantía de que todos los miembros de la sociedad deben tener condiciones de acceso a la educación, el arte y la cultura sin los cuales no puede haber ningún tipo de desarrollo.

1. Economía 

«El Perú es un país sumamente rico en gente, historia, cultura, tradiciones, lugares turísticos, recursos naturales y emprendimientos. Es una gran nación. Sin embargo, aunque ha tenido momentos de importante crecimiento económico en los últimos años, está aún lejos del desarrollo económico» (Urbina, 13.02.2021). 

Esta es la sentencia inequívoca del renombrado economista peruano Dante Urbina, que se refrenda bajo la afirmación de que, a pesar de que el Perú ha gozado de un crecimiento económico en los últimos 20 años, esto no se ha reflejado a su vez en un desarrollo económico, es decir, hay un desfase o disrupción entre crecimiento y desarrollo tan fuerte que esto es lo que separa a los enfoques de izquierda y derecha en la política peruana, al respecto: 

«Este malestar se ha manifestado en épocas electorales con un mensaje sumamente claro y continuamente desoído: gran parte de la población (especialmente de regiones pobres, sobre todo al sur del país) siente que el modelo económico que tenemos no les beneficia... Y así es como llegamos al Bicentenario, con un país lleno de polarizaciones: derecha e izquierda, Lima y provincias, el sur y el resto del país, los del voto y los del “anti-voto”» (Urbina, 13.02.2021).

Enfoques (de izquierda y derecha) que a medida que esta disrupción vuelve a hacerse más notoria cada cierto tiempo y conforme a la evolución de la economía peruana, contribuye a una escalada de polarización política cuyo reflejo estamos presenciando hoy en día (y que en su momento también la vimos en las elecciones del 2006 y del 2011), y en ese mismo sentido Dante Urbina señala: 

«La polarización ha llevado a que muchos, por evitar un extremo, hayan caído en el otro. Algunos defienden de forma dogmática el presente modelo económico, sin concesiones ni matices, con tal de evitar lo que llaman “debacle comunista”. Otros defienden de forma totalitaria un cambio radical, sin mayores análisis ni sustentos, con tal de salir de lo que llaman “modelo neoliberal”. Entre estos extremos no hay diálogo, no hay puentes, solo enfrentamiento» (13.02.2021).

Visto esto consideramos que la problemática está claramente identificada y con ello su posible solución: ¿Cuál es la problemática neurálgica? El desfase entre crecimiento y desarrollo. ¿Cuál es la solución? Terminar de forma definitiva con dicha disrupción. Ahora la pregunta es: ¿Cómo? Vayamos por partes, primero: ¿Qué entendemos por crecimiento? ¿Acaso el crecimiento y el desarrollo no van siempre de la mano? Y si no es así, entonces ¿Qué entendemos por desarrollo? Bueno, dado que los hechos fácticos nos reafirman que hay un desfase entre estas dos categorías, ello nos refrenda a su vez que no siempre van de la mano (aunque esto sea lo esperado), y de que por ende estamos tratando con conceptos distintos. 

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