La Paz, “mal negocio” para Colombia

10.06.2019

La “guerra contra las drogas”, constituye el principal “renglón” de la economía colombiana…

Wikipedia define Paz: “…estado a nivel social o personal, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad. También se refiere a la tranquilidad mental de una persona o sociedad; definida en sentido negativo, es la ausencia de inquietud, violencia o guerra.”

Esta “tranquilidad”, es la condición propicia para impulsar proyectos de desarrollo: atraer inversiones, crear empleos, construcción de infraestructuras… En definitiva: El Estado de bienestar que merece la humanidad.

En la República de Colombia, no es así.

La guerra contra las drogas, ha sido “vital para su economía”… Todo aquello, que busque “eliminar el negocio” será fracaso…  Por ello, los poderosos sectores nacionales e internacionales que se benefician del caos, hacen todo lo posible e imposible, para destruir los Acuerdos de la Habana del 2016… Sea con la elección de enemigos jurados de esos acuerdos, como Iván Duque, para “dinamitarlos”, con el apresamiento, de comandantes guerrilleros amnistiados como Jesús Santrich, bajo subterfugios jurídicos, o los intentos de reformar la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que son los ejes centrales, en los que descansan esos acuerdos.

El negocio del narcotráfico.

La guerra civil, irregular y subversiva desde hace 50 años… Crea las bases para la gran economía subterránea sustentada en la producción y tráfico de drogas. Así como el multimillonario tráfico de armas.

El  flagelo de las drogas, tiene su origen, en el Batallón Colombia, que participa en la Guerra de Corea desde 1951 al 1955, cuyos soldados “exportaron” hacia su país, los narcóticos con los cuales suprimían los traumas adquiridos durante ese conflicto.

Clanes criminales, aprovechando el caos de la guerra civil, durante los años 70, migraron desde Chile y Perú, para establecerse en las selvas de Colombia, cuyo tamaño equivale a la “península ibérica” de España y Portugal, operando impunemente, sin ser molestados. Gracias a su gran dimensión territorial e inhóspita selva, sin control del Estado.

Estas mafias, no solo encontraron excelente refugio, dotado de fortalezas naturales. También permearon gran parte de las estructuras sociales colombianas, sea en los niveles gubernamentales y militares, creando sus propios grupos paramilitares y hasta insertándose en la propia guerrilla.

El negocio de narcotráfico, genera anualmente aproximadamente 15,500 millones de dólares, equivalentes al 5 % del Producto Interno Bruto (PIB). Mucho más que el 1%, que genera el cultivo y exportación del café, su principal rublo.

Y mucho más, que las economías de Haití o El Salvador, cuyos ingresos anuales, están por debajo de esas cifras.

La “tajada” del complejo militar industrial.

A estas cifras, sumamos, el dinero que genera el tráfico de armas… Sea para las Fuerzas Armadas, grupos Paramilitares, grupos insurgentes y bandas de narcotraficantes. Solo en “seguridad y defensa”, fueron invertidos 9,713 millones de dólares (3.1 % del PIB) durante el año 2017… Lo que supone, que los grupos armados “al margen de la ley”, debieron invertir, cifras aproximadas.

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri), Colombia ocupa el segundo lugar en América y 24 del mundo, en inversión de armamento.

La Paz, no es negocio para Colombia.

Las cifras que genera la “guerra contra las drogas” son demasiadas atractivas, generando millonarios ingresos directos para los capos de la droga, los señores de la guerra del complejo industrial militar, políticos… Y otros tantos miles de ganancias indirectas, destinados a pequeños, medianos y grandes empresarios, que cuentan con un sector dentro de su economía, con grandes ingresos, a quienes ofertarle sus productos, bienes y servicios.

De estas premisas, es que todo intento de lograr la Paz, han “fracasado”… Como ocurrió con los Acuerdos de la Uribe (1978-1990), las negociaciones posteriores de 1991,1994, el Acuerdo de Caquetania (1998-2002).

Por ese mismo sendero, se encamina, el Acuerdo de la Habana (2016)…

Sin contar con el aspecto, político “del negocio”. El cual trataremos en otros temas.