Geopolítica: Elemento de poder en la consolidación del narcotráfico mexicano
«Los grupos delictivos no han perdido el tiempo en sacar partido de la economía mundializada actual y de la tecnología sofisticada que la acompaña» Kofi A. Annan.
En general, el narcotráfico es un negocio internacional ilícito que engloba el cultivo, la manufactura, la distribución logística, la venta de drogas (marihuana, cocaína, opioides, anfetaminas, entre otras), y el lavado de las ganancias producidas. En particular, el narcotráfico mexicano es una actividad que se transforma en una fuente acumuladora de capital para la delincuencia organizada. El fenómeno obedece a la lógica de la economía nacional basada en la exportación de materias primas y manufacturas hacia los países desarrollados. Es decir, la misma relación que existe entre la semiperiferia y el centro dentro de la división internacional del trabajo del sistema-mundo capitalista.
De acuerdo con Raúl Benítez Manaut, el narcotráfico mexicano, que inició con la comercialización de marihuana y amapola, se comenzó a administrar de forma empresarial a partir de la década de los setenta con la inserción al mercado de la cocaína, proveniente de Los Andes en Sudamérica, proveída por los cárteles Cali, de los hermanos Rodríguez, y Medellín, de Pablo Escobar.[1] En ese sentido, la ubicación geopolítica del territorio nacional localizó a México como una ruta de acceso hacia los Estados Unidos, además, el hecho de contar con salida a dos océanos Pacífico-Atlántico hizo que el tráfico de estupefacientes se dinamizara con éxito.
Ante esa lógica, Cali y Medellín requirieron de intermediarios para transportar la cocaína por lo que coadyuvaron, de manera indirecta, a la consolidación de los cárteles mexicanos. Tal fue el caso, en primera estancia, del cártel de Guadalajara liderado por los sinaloenses Miguel Ángel Félix Gallardo “Jefe de jefes”, Rafael Caro Quintero “Narco de narcos”, y Ernesto Fonseca Carrillo “Don Neto”, y del Cártel del Golfo, en Tamaulipas, comandado por Juan García Abrego.
Sin embargo, durante los años noventa, y después de dos décadas de experiencia en los mercados criminales, el Estado mexicano desarticuló al cártel de Guadalajara mediante la detención de sus capos bajo la presión de Estados Unidos a través de la Drug Enforcement Administration (DEA por sus siglas en inglés) en consecuencia del asesinato del agente Enrique “Kiki” Camarena. El resultado fue su escisión en tres agrupaciones: Juárez, de Amado Carrillo Fuentes “El señor de los cielos”, Tijuana, de la familia Arrellano Félix, y Sinaloa, de Ismael Zambada García “El Mayo”, y Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”. Este suceso coincidió con el final de las compañías Cali y Medellín en un actuar conjunto del gobierno colombiano y, de nuevo, el estadounidense; Ergo, los cárteles mexicanos lograron hacerse del negocio en su totalidad.
De igual modo, el contexto neoliberal, en los años noventa, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y la conformación de bloques económicos, trajeron, de facto, múltiples utilidades para el modus operandi del narcotráfico.
Hay que recalcar que Estados Unidos, al ser el mercado más grande para la colocación de bienes y servicios, ejerce una fuerza gravitacional que atrae, hasta el presente, a los cárteles por la demanda de drogas. En ese sentido, el denominado complejo militar-industrial-científico-tecnológico-financiero[2] de la potencia mundial, nutre al narcotráfico de innovaciones y de un vasto arsenal armamentístico.
Con el inicio del siglo XXI ocurrieron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Dicho acontecimiento ocasionó el reforzamiento de las fronteras de la región de América del Norte, obligando al narcotráfico a buscar rutas alternativas de acceso al mercado estadounidense —entonces los cárteles comienzan a chocar— y a prestar atención en nuevos espacios para la colocación de sus excedentes de producción; lo cual concordó con la aparición de economías emergentes.
En conclusión, los fenómenos geopolíticos exógenos y la manera de gestionar el negocio de las drogas como una empresa le dieron un salto cualitativo al narcotráfico mexicano, disparando know-how y generando las condiciones necesarias para que este se multiplicara, emprendiera un proceso de expansión dentro del territorio nacional y creara redes de influencia transnacionales. De hecho, el aumento en el flujo de las migraciones centroamericanas y la globalización son factores a considerar.
El narcotráfico es un eslabón de la economía-mundo y mantiene interacciones con diferentes actores de su naturaleza. Por lo anterior, es momento de pensar hasta qué punto existe una correlación de poder y complementariedad entre los cárteles mexicanos dedicados al tráfico de drogas con las mafias en el mundo, con pandillas centroamericanas, con movimientos que pretenden su emancipación política, o incluso, con agrupaciones de corte terrorista. Es decir, Relaciones Internacionales del tipo criminal que atentan contra los principios de paz consagrados en la carta que comparten los países miembros de las Naciones Unidas.
Fuentes:
México: seguridad nacional, defensa y nuevos desafíos en el siglo XXI- Benítez Manaut Raúl.
Disponible en: https://www.casede.org/PublicacionesCasede/seguridad-y-defensa-en-americ... norte/seguridad-y-defensa-en-america-del-norte-Benitez-Wilson-161-211.pdf
Petrocaribe: herramienta estratégica de Venezuela en la geopolítica energética del gran Caribe (1980-2015) – Hernández Mendoza Abdiel.
Disponible en: http://132.248.9.195/ptd2018/octubre/0781557/Index.html
[1] https://www.casede.org/PublicacionesCasede/seguridad-y-defensa-en-americ... norte/seguridad-y-defensa-en-america-del-norte-Benitez-Wilson-161-211.pdf