La noche del mundo. Cielo despoblado, nihilismo y muerte de Dios
El reino de la omni-mercantilización nihilista debe producir la disyunción del deseo y de la Ley. Esto es así para que el Deseo pueda desarrollarse sin límites e inhibiciones según la figura de esa violación de todo lo inviolable en la que descansa la esencia del sistema global-capitalista absoluto como metafísica de lo ilimitado. Esto es lo que ya se había eclipsado en los hermanos Karamazov de Dostoievski: "Pero entonces, pregunto, ¿qué será del hombre? ¿Sin Dios y sin vida futura? Todo está permitido, entonces, todo es legal...". El Tod Gottes, la "muerte de Dios" anunciada proféticamente por Nietzsche, marca el cumplimiento del nihilismo como un proceso de devaluación de los valores y como el crepúsculo de los fundamentos. Coincide con la "transvaloración de todos los valores", el Umwertung aller Werte todavía evocado por Nietzsche.
El nihilismo relacionado con la "divinización del mundo" (Heidegger) se determina en cuatro determinaciones decisivas. Ellos, con toda la evidencia, trazan los contornos de la era de la actual sociedad anómica del padre evaporado: a) en un nivel ontológico, si Dios está muerto, entonces "todo es posible", como repiten constantemente los estrategas del marketing; b) en un nivel propiamente moral, si Dios está muerto, entonces todo está permitido y ninguna figura de la Ley sobrevive; c) esto significa, por lo tanto, que todo es indiferente y equivalente, sin un plan jerárquico o un orden de valores; d) tanto a nivel moral como ontológico, si Dios está muerto y todo es posible y permitido, se deduce que cada límite, cada simulacro de la Ley y cada barrera son, como tal, un mal que hay que derribar y un límite que hay que violar y cruzar.
La muerte de Dios como disolución de todo orden de valores y de verdad (Nietzsche) y como evaporación de la idea misma del padre (Lacan) es, por esta misma razón, coherente con la dinámica de desarrollo del capital absoluto: en los perímetros globalizados de la sociedad de mercado total y totalitaria todo es lícito, siempre que haya siempre más de ello y que el correspondiente valor de cambio esté disponible, a su vez elevado a una nueva divinidad monoteísta. La desertificación de la trascendencia y la "despoblación del cielo" (Hegel) coexisten con la dinámica de la absolutización del plan de inmanencia mercantilizado. El Dios del cielo, que durante siglos ha sido el fundamento absoluto, desaparece y deja el cielo y la tierra vacíos: el resultado es ese vagabundeo sin fundamentos que dibuja el desolado horizonte de la posmodernidad nihilista. Que, como sugiere Natoli, encuentra en la imagen del desierto su expresión figurativa más característica.
La "noche del mundo"
Según Heidegger y Hölderlin, la era del nihilismo económico corresponde a una "noche del mundo" (Weltnacht). En ella, la oscuridad es tan dominante que hace imposible ver la situación de miseria en la que nos hemos sumido los que nos encontramos viviendo en la época sombría de los dioses fugitivos.
La norma de la acumulación ilimitada del capitalismo absoluto, basada en el principio de la violación de todo lo inviolable, no puede sino encontrar su fundamento ineludible en la muerte de Dios, en la divinización del mundo y en la desacralización de toda esencia. En particular, la desacralización corresponde a la marginación dominante del fenómeno religioso, confinada a la esfera íntima e individual e, ipso facto, hecha socialmente irrelevante.
Fuente: https://www.ilprimatonazionale.it/cultura/notte-del-mondo-nichilismo-mor...