Francia se encuentra en medio de disturbios
IL GIORNALE: Las manifestaciones de los últimos días atestiguan el fracaso del multiculturalismo. ¿Cómo es que se ha llegado a este punto?
ALAIN DE BENOIST: Por supuesto, se trata del fracaso del multiculturalismo, pero detenerse en ello sería reduccionista. La violencia de los disturbios urbanos que estamos viviendo actualmente demuestra que Francia es un país dividido y fragmentado, no por causa de los inmigrantes, sino de la ideología dominante que ha sustituido las costumbres morales por la ley de la máxima ganancia. Nos encontramos en una sociedad dominada por los valores del mercado, que generan la fragmentación y el desmoronamiento de la sociedad, por lo que no debe sorprendernos que nadie se preocupe por el bien común. La izquierda ha considerado los actuales disturbios como una revuelta social contra la discriminación, la exclusión, el desempleo, etc., mientras que la derecha la ve como un alzamiento étnico que presagia el inicio de una guerra civil. Si bien ambas tienen razón en ciertas de sus apreciaciones, no dejan de quedarse cortas al proponer sus marcos de interpretación. Se ha invertido miles de millones de euros en “políticas urbanas” para rehabilitar muchos “barrios marginales” sin ningún resultado, además la guerrilla urbana que ahora vemos no puede ser considerada como la antesala de una guerra civil, ya que esta última requiere que existan al menos dos actores armados dentro de la población, estando la policía y el ejército divididos por completo, algo que no esta ocurriendo. En general, las interpretaciones de carácter estrictamente político no son capaces de dar cuenta los acontecimientos, pues los actuales disturbios urbanos no tienen un carácter político y los alborotadores no están haciendo reivindicaciones claras: sólo quieren destruir y saquear. Cuando los partidarios de la izquierda y la extrema izquierda acuden a los barrios marginales para demostrar que “comprenden la cólera” de quienes están protestando los expulsan a la fuerza o les escupen en la cara.
IL GIORNALE: ¿En qué medida influye la crisis de identidad tanto francesa como europea en estas protestas?
ALAIN DE BENOIST: La población francesa ha perdido todo sentimiento de pertenencia a una comunidad. Los alborotadores, por el contrario, tienen una o creen tenerla. La crisis de identidad de Francia tiene raíces muy antiguas: es el resultado de la influencia de una ideología que promueve el individualismo y el universalismo, haciendo creer a las personas “que todos son iguales” y que las realidades etno-culturales son irrelevantes. Ninguna sociedad puede resolver sus problemas basándose en un contrato legal y el intercambio comercial.
IL GIORNALE: ¿Acaso los inmigrantes no quieren al Estado francés porque muchos de ellos no reconocen la autoridad de sus instituciones?
ALAIN DE BENOIST: A los alborotadores no les importa el Estado francés, les es indiferente. Cuando atacan a policías con morteros pirotécnicos, incendian ayuntamientos o parques de bomberos, no es porque los vean como representantes de la autoridad, sino que los perciben como intrusos. Es necesario considerar todo esto en términos del territorio (“fronteras invisibles”) de una tribu. Atacan escuelas, librerías, tiendas de comestibles, comercios y coches. Se ven a sí mismos como una banda que esta siendo atacada por una banda rival. Otro error sería creer que los alborotadores no se rigen por reglas. Por el contrario, tienen reglas: ¡las suyas! La mayoría de ellos proceden de culturas clánicas y sociedades familiares que se comportan de ese modo. Si uno de ellos es víctima de la “violencia policial” significa que todos están siendo agredidos. Esto es lo que las autoridades, prisioneras de su propia ideología, no comprenden: la madre de un niño muerto en un atraco a mano armada nunca dirá que su hijo se comportó mal. Dirá que, a través de él, todo el clan ha sido atacado. Es el principio mismo del tribalismo: los míos siempre tienen razón, porque son los míos.
IL GIORNALE: ¿Por qué las segundas y terceras generaciones de inmigrantes son mucho más radicales que sus antepasados?
ALAIN DE BENOIST: Son más radicales porque en ellos se manifiesta una falta de identidad mayor. Estos disturbios nunca son realizados por los inmigrantes de primera generación, que han llegado a Francia voluntariamente conservando una clara conciencia de sus orígenes y, por lo tanto, de su identidad. Los inmigrantes de segunda, tercera y cuarta generación se consideran argelinos, malienses, marroquíes, senegaleses, etc., aunque tengan la nacionalidad francesa, pero no saben prácticamente nada de los países de los que proceden sus padres o abuelos. No se sienten franceses, sólo tienen una identidad alternativa artificial o fantaseada. Su frustración es total. Sólo pueden expresar lo que son a través de la violencia y la destrucción.
IL GIORNALE: En este contexto, ¿cree que la justicia francesa, a menudo acusada de ser demasiado laxa con los inmigrantes que delinquen, ha desempeñado algún papel?
ALAIN DE BENOIST: La laxitud del sistema judicial es muy real. Los alborotadores saben muy bien que no sufrirán ningún castigo porque la ley no se aplica. Teóricamente, una negativa a obedecer o atropellar a alguien puede acarrear hasta diez años de cárcel, pero jamás se aplican tales sentencias. Es más, ¡ya no existen cárceles! Lo cual desmoraliza a la policía.
IL GIORNALE: En 2005 se produjeron graves manifestaciones en Francia. ¿Qué ha cambiado en estos casi veinte años? ¿Ha empeorado la situación?
ALAIN DE BENOIST: Existen claras diferencias entre el 2005 y el 2023, empezando por la mayor amplitud de los disturbios, que en cinco días ya han causado más daños que los del 2005, las cuales duraron tres semanas. Esto se debe a que, en primer lugar, la población inmigrante, de la cual proceden la mayoría de los alborotadores, es muchísimo más numerosas. También hay que tener en cuenta el papel predominante que desempeñan ahora las redes sociales. En 2005, los disturbios se concentraban en las grandes ciudades; hoy afectan a los pueblos pequeños. Los alborotadores son también mucho más jóvenes (un tercio de los detenidos tenían entre 13 y 15 años, siendo desconocidos para la policía) y mucho más violentos. En las ciudades se ha desarrollado una cultura de violencia extrema: ya no se recurre a la violencia sólo para robar algo, sino también por “mirar mal a alguien”, rechazar un cigarrillo o simplemente porque no existe nada más que hacer o por placer. Y rápidamente todo esto escala hasta golpizas de personas en el suelo y asesinatos. En Francia, según una encuesta del INSEE, se produce una agresión sin justificación cada 44 segundos…
IL GIORNALE: El problema de la inmigración no afecta sólo a Francia, sino también a otras grandes naciones europeas, como Alemania, donde nunca se han producido fenómenos de esta magnitud. ¿Qué ha fallado en el modelo de inmigración francés?
ALAIN DE BENOIST: Esta es precisamente la prueba de que el multiculturalismo por sí solo no basta para explicar los disturbios. La particularidad de Francia es que fue pionera en materia de inmigración: el problema ya existía cuando la inmigración apenas comenzaba en países como Italia, Alemania, España y el Reino Unido. También está el hecho de que la inmigración en Francia sigue asociada al recuerdo del periodo colonial, que dio lugar a un resentimiento que nunca se ha extinguido del todo. Por último, no se puede descartar que algunas de las técnicas policiales que han resultado eficaces en otros lugares no siempre son utilizadas por la policía francesa. La forma en que, durante décadas, se ha negado obstinadamente la existencia de este problema ha tenido graves consecuencias.
IL GIORNALE: ¿Las protestas de los últimos días tendrán también consecuencias políticas de cara a las elecciones europeas del año que viene, reforzando a la derecha?
ALAIN DE BENOIST: Sí, por supuesto. Unas revueltas como las que estamos presenciando en estos momentos nos abren los ojos. La Agrupación Nacional se ha convertido ya en el primer partido de Francia y los sondeos le auguran la victoria en las próximas elecciones europeas. La opinión pública francesa está harta y no aguanta más. Ven que el gobierno está totalmente desbordado por lo que está ocurriendo. A la mayoría de los franceses les gustaría que el ejército interviniera en los suburbios. Se critica a Emmanuel Macron por no haber decretado el estado de emergencia como ocurrió en el 2005. El símbolo más significativo es el increíble éxito que tuvieron en las redes sociales la recolecta para ayudar a la familia del policía que efectuó los disparos que desencadenaron los disturbios: ¡en menos de cuatro días había superado el millón y medio de euros (antes de ser cerrado)! Algo sin precedentes.
IL GIORNALE: ¿Está Francia perdida para siempre o hay alguna posibilidad de poner fin a esta situación?
ALAIN DE BENOIST: Nunca digas nunca. En el pasado, los viejos países de Europa han pasado por pruebas mucho más graves y siempre se han recuperado. Cualquier cosa que ocurra tiene el potencial de provocar una reacción en sentido contrario. La Historia es imprevisible. Es, por definición, el dominio de lo imprevisto.
IL GIORNALE: ¿Cree que lo que está ocurriendo hoy en Francia podría ocurrir también en Italia?
ALAIN DE BENOIST: Es posible, si no probable. La cuestión es si el gobierno italiano será capaz de aprender de lo que está ocurriendo al otro lado de los Alpes.
Fuente: Revue Éléments
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera