Alain de Benoist: El eurasianismo de Dugin es incompatible con el nacionalismo
Entrevista realizada por Maxime Le Nagard
Front Populaire: Usted conoce personalmente a Aleksandr Dugin, por lo que nos gustaría que nos explicara quién es el a nivel intelectual y cuáles son sus ideas, influencias filosóficas y políticas, etc.
Alain de Benoist: Conozco a Aleksandr Dugin desde hace más de treinta años y puede decir que es uno de los teóricos del eurasianismo, una corriente de pensamiento que surgió durante la década 1920 en los círculos de la emigración rusa (los “rusos blancos”) y laUnión Soviética. Esta corriente retoma la polémica entre eslavófilos y occidentalista (zapadniki) que ya había provocado divisiones entre la élite rusa en 1840.
Los occidentalistas sostienen que la Rusia actual es el resultado de la “occidentalización” de la sociedad rusa llevada a cabo por Pedro el Grande en el siglo XVIII, mientras que los eslavófilos, como Alexéi Jomiakov, Konstantin Aksakov e Ivan Kirevski (al igual que Dostoievski), decían que la “verdadera” Rusia era la representada por el pueblo ruso y su “forma” de ser antes de las reformas petrinas, cuando existía el Patriarcado de Moscú organizado según el modelo de unidad conciliar de la Iglesia Ortodoxa. Por lo tanto, era necesario luchar contra todas las influencias dañinas que provenían de Europa occidental (el racionalismo, el individualismo y la obsesión por el progreso técnico), las cuales eran perjudiciales para la identidad del pueblo ruso.
El eurasianismo fue fundado por figuras destacadas en la lingüística como Nikolái Trubetskói – autor de Europa y la Humanidad (el término “Europa” lo usa como sinónimo de Occidente) – y Roman Jakobson, además de economistas (Piotr N. Savitski), juristas y politólogos (Nicolas N. Alexeiev) o historiadores y geopolíticos (Georges V. Vernadski), entre otros. Los eurasianistas, al igual que los eslavófilos, creen que Rusia y Occidente son dos entidades totalmente diferentes, pero los primeros toman muchos elementos que los eslavófilos no tomaron en cuenta. El eurasianismo sostiene que la identidad rusa nació de una superposición entre un elemento eslavo-fino-turaniano, varego y cristiano-bizantino nacido en Kiev junto con la cultura “moscovita” que heredo las formas de poder y administración del imperio tártaro- mongol que dominó Rusia por tres siglos. Rusia es espiritualmente bizantina y, por lo tanto, “oriental” (la idea de la “Tercera Roma”). Además, el eurasianismo no considera que Rusia sea un país o una nación, sino una civilización única que adquirió un modo de ser imperial.
Aleksandr Dugin nació en 1962 y pertenece a la segunda generación del eurasianismo. Creo que su principal aporte a esta corriente han sido sus reflexiones geopolíticas, las cuales dictó cuando fue profesor de la Universidad Lomonossov de Moscú (Fundamentos de geopolítica, 1997). Además, Dugin siente un gran apego por el misticismo ortodoxo (él mismo es seguidor de los staretz o “Viejos Creyentes” de la Iglesia ortodoxa, una rama nacida del rechazo a las reformas introducidas por el Patriarca Nikon en el siglo XVII) y considera que la religión no debe fundarse en la razón, sino en la fe.
El geopolítico inglés Halford Mackinder, que murió en 1947, desarrolló la idea (luego retomada por muchos otros, entre ellos Carl Schmitt) de una oposición entre las potencias marítimas y las terrestres, siendo las primeras representadas por Inglaterra y los Estados Unidos, mientras que las segundas eran representadas por el gran continente euroasiático, cuyo “corazón” son Alemania y Rusia. Mackinder decía que quien controle el Heartland controlaría el mundo. Zbigniew Brzezinski retomó está idea en su libro El Gran Tablero del Mundo (1997) y escribió lo siguiente: “Estados Unidos debe por todos los medios apoderarse de Ucrania, porque Ucrania es el pivote del poder ruso en Europa. Una vez que Ucrania sea separada de Rusia, esta última dejará de ser una amenaza”.
Creo que todo esto nos permite comprender mejor las posiciones de Aleksandr Dugin, ya que el conflicto en Ucrania y Rusia no es para él una “guerra fratricida”, sino que es un intento de proyectar militar e ideológicamente, más allá de sus fronteras, la influencia de las democracias liberales – que defienden la idea de un Estado universal y la expansión de la decadencia por todo el planeta –en crisis, contra las democracias iliberales que desean salvaguardar la identidad de sus pueblos y aferrarse a sus propias ideas sobre la sociedad y la soberanía.
En cuanto a los pensadores que han influido sobre Dugin, creo que existen muchos. Dugin maneja una docena de idiomas, los cuales aprendió por sus cuenta, y desde muy joven se familiarizo con las ideas de pensadores tan diferentes como el historiador y geógrafo Lev Gumilev – hijo de la poetisa Anna Akhmatova, y teórico de los “lugares de desarrollo” (mestorazvitiye) –, Arthur Moeller van den Bruck – el “joven conservador” alemán que defendía la “orientación hacia el Este” –, Vico, Danilevski, Mircea Eliade, René Guénon, Jean Baudrillard, Marcel Mauss, Gilbert Durand, Claude Lévi-Strauss, Louis Dumont, Friedrich List, Heidegger, etc. Pero semejante lista es demasiado larga para darla completa.
FP: En su libro Contra el espíritu del tiempo, usted escribe que simpatiza con la “Cuarta Teoría Política”. ¿En qué consiste está teoría y por qué la considera interesante?
ADB: La Modernidad dio nacimiento a tres grandes teorías políticas que lucharon entre sí: el liberalismo, el cual nació en el siglo XVIII, el socialismo, que apareció en el siglo XIX, y el fascismo, que surgió en el siglo XX. Dugin desarrolla en su libro la idea de que es necesario crear una “Cuarta Teoría Política” la cual retome elementos de las otras tres, pero que no se identifique con ninguna de ellas. Considero que semejante propuesta es bastante interesante.
Ahora bien, Dugin también plantea que el siglo XXI debe crear un Cuarto Nomos de la Tierra (un nuevo sistema al interior del orden internacional). El Primer Nomos de la Tierra estaba basado en que los pueblos existían separados más o menos los unos de los otros, pero este desapareció con el descubrimiento del Nuevo Mundo. El Segundo Nomos nació con el orden eurocéntrico de los Estados modernos (el orden westfaliano) y colapsó con la Primera Guerra Mundial. El Tercer Nomos surgió en 1945 en Yalta y fue dominado por la bipolaridad estadounidense-soviética. ¿Cuál será el Cuarto Nomos de la Tierra? Según Dugin, este Nomos tiene dos alternativas: la unipolaridad representada por los Estados Unidos o la multipolaridad representada por los “Estados-civilización” y los Grandes Espacios continentales. Estos últimos son entidades autónomas y grandes espacios civilizacionales que de ahora en adelante serán los grandes sujetos de la globalización, intentando preservar las culturas y las formas de vida de los pueblos.
Dugin también cree que hemos entrado en la Cuarta Guerra Mundial. La Primera Guerra Mundial (1914-18) llevó al desmantelamiento de los imperios austrohúngaro y otomano. Estados Unidos y la Rusia de Stalin fueron los grandes vencedores de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). La Tercera Guerra Mundial fue la Guerra Fría (1945-89) y terminó con la caída del Muro de Berlín y la desintegración del sistema soviético, siendo Washington el principal beneficiado de todo eso. La Cuarta Guerra Mundial comenzó en 1991 y consiste en la guerra de Estados Unidos contra el resto del mundo. Es una guerra que se libra en múltiples: económico, financiero, tecnológico y cultural, siendo inseparable de la lógica disolvente del capital que se está apoderando de todo.
FP: Muchos etiquetan a Dugin como parte de la “extrema derecha”, “roji-pardo”, “antimoderno”, “ultranacionalista”, “tradicionalista” o “neofascista”. ¿Cree que alguna de estas etiquetas se ajusta a la realidad?
ADB: Los periodistas no saben nada de filosofía política e historia de las ideas, por lo que son incapaces de entender los fenómenos que acontecen frente a ellos y se limitan a balbucear mantras y vulgatas incoherentes. La etiqueta polifacética de “extrema derecha” es utilizada por quienes no quieren pensar. Considero que las únicas etiquetas que se le pueden aplicar a Dugin son las de “tradicionalista antimoderno”, pero sólo si se entienden tales términos en el sentido de Guénon, el resto son totalmente ridículas. No dicen nada sobre Aleksandr Dugin, pero sí dicen mucho sobre quienes las utilizan. Quizás la peor de todas estas etiquetas sea la de tildarlo de “nacionalista” o “ultranacionalista” como la mayoría de sus detractores lo hacen. Dugin, como he dicho anteriormente, es un eurasianista y el eurasianismo es incompatible con el nacionalismo. El eurasianismo defiende la idea del Imperio y rechaza la lógica de los nacionalismos étnicos y los Estados-nación (esto explica los estrechos vínculos que Dugin mantiene con representantes de las comunidades judías y turco-musulmanes de Rusia).
FP: Aleksandr Dugin ha sido presentado como el “cerebro” detrás de Putin, una especie de misterioso Rasputín del Kremlin. ¿Cuál es realmente su influencia sobre el gobierno y la sociedad rusa?
ADB: ¡Llamarlo el “cerebro” detrás de Putin, cuando se sabe que no se han visto ni una sola vez de frente, resulta bastante exagerado! La verdad es mucho más prosaica: Aleksandr Dugin es un intelectual muy conocido y leído, tanto en Rusia como en el extranjero, que ha sido traducido a unos diez o doce idiomas diferentes. Tiene sus propias redes de influencia. Tuve la oportunidad de dictar un par de conferencias sobre geopolítica a militares y altos oficiales del ejército ruso en la sede de Pravda de Moscú en abril de 1992. En ese entonces ya se notaba como las ideas eurasiáticas hacían eco en la opinión pública de Rusia. Dugin lanzó en el 2003 el Movimiento Eurasiano Internacional y desde entonces este ha crecido mucho entre la población no rusa de Rusia. Dugin también ha ido a Washington y se ha encontrado con intelectuales como Zbigniew Brezinski y Francis Fukuyama.
No cabe duda de que Dugin conoce muy bien el entorno en el que se mueve Putin, pero nunca ha pertenecido a su círculo o “asesores especiales”. Él sostiene que Putin abandonó el rumbo pro-atlantista de Boris Yeltsin, pero considera que el actual presidente de Rusia es un “eurasianista a pesar de sí mismo”. El libro que escribió sobre Putin hace varios años se encuentra muy lejos de ser un ejercicio de admiración, pues expone aquellos puntos en los que está de acuerdo con él y otros en los que no. Por supuesto, los periodistas franceses parece que nunca leyeron tal obra.
FP: Además de conocer la obra de Aleksandr Dugin, también ha publicado el libro Survivre à la désinformation (2021) donde crítica los medios de comunicación. ¿Cuál es su opinión sobre el papel que han jugado los medios en el conflicto ruso-ucraniano?
ADB: Creo que es bastante obvio: los grandes medios de comunicación franceses solo se han dedicado a transmitir la ideología dominante. Al parecer se ha vuelto normal que en este país ya no se den debates serios y se ignore o caricaturice la opinión de quienes no comparten tales ideas. Esto se aplica tanto a Dugin como a la guerra en Ucrania, ya que el único punto de vista que se transmite es el de los ucranianos, pero no el de los rusos. Esto crea una forma de represión evidente en la sociedad y debemos desconfiar de todo aquel que reprima.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera