El impacto del conflicto entre Rusia y Ucrania en la economía y el coste de la vida en Europa, y el papel de Estados Unidos

El conflicto entre Rusia y Ucrania está teniendo un impacto dramático en el nivel de vida de la población europea. Además, Estados Unidos está aprovechando la situación geopolítica para desvincular a Europa de Rusia y vincularla más a sí misma. Las investigaciones sugieren que el nivel de vida en Europa está cayendo bruscamente, principalmente como resultado de la inflación de los precios en la producción y el consumo, las sanciones económicas de Europa contra Rusia, y debido a la interrupción de las cadenas de suministro que conducen a la escasez de bienes críticos. Aunque los orígenes de estos fenómenos han sido visibles en su infancia antes del inicio de la acción militar el 24 de febrero de 2022, desde entonces no sólo se han intensificado dramáticamente, sino que están aumentando de forma acelerada.

Es cierto que algunas de las subidas de precios ya respondían al bloqueo de la primavera de 2020, y que las dificultades de abastecimiento a través de las cadenas de suministro mundiales también se describían ya como problemas para la economía en aquel momento. Sin embargo, las nuevas y drásticas sanciones contra la economía rusa, principalmente por parte de la Unión Europea, con el objetivo de debilitar al país, han acelerado la dinámica de la escalada de precios, los problemas de abastecimiento y la incertidumbre de una forma sin precedentes. Así, la opinión unánime de los analistas es que el conflicto entre Rusia y Ucrania está agravando los problemas existentes. Esto conducirá, si se mantiene la tendencia actual, a una separación cada vez mayor de la economía y la sociedad europeas con respecto a Rusia, empujando a Europa cada vez con más fuerza a los brazos de los Estados Unidos.

¿Tiene la UE autonomía estratégica?

En numerosas comunicaciones, decisiones y debates, los dirigentes de la Unión Europea han insistido en que Europa necesita más "Autonomía Estratégica" para que la Unión sea más capaz de actuar de forma independiente frente a sus socios y competidores. Por ejemplo, un estudio del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo[1] publicado en septiembre de 2020, afirma que "los propios líderes de la UE reconocieron que la UE necesita ser capaz de actuar de forma autónoma", y que "la capacidad de decidir de forma autónoma va de la mano de la capacidad de aplicar las decisiones". El estudio también predijo que se espera que una mayor autonomía estratégica "fortalezca la acción multilateral de la UE, reduzca la dependencia de actores externos y haga que la UE sea menos vulnerable en áreas como la energía, la desinformación y la economía digital".

Asimismo, en la información pública de la Comisión de la UE se habla de que la expresión "autonomía estratégica" se refiere a la "capacidad de la UE para trazar su propio rumbo de acuerdo con sus intereses y valores".[2] En función de sus propias aspiraciones, en caso de crisis que amenacen la fuerza social y el poder económico de Europa, como es claramente el caso de las cuestiones del suministro de gas natural, la estabilidad de la cadena de suministro y los precios de la energía y los alimentos, las instituciones de la UE deberían poder tomar decisiones sobre la base que más claramente refleje los intereses de los ciudadanos europeos. ¿Pero lo hacen?

Josep Borrell, representante principal de la política exterior de la UE, rechazó cualquier crítica al rumbo de la Unión Europea en una cumbre clave de ministros de Asuntos Exteriores de la UE celebrada el 18 de julio de 2022. En su lugar, preparó a los ministros de Asuntos Exteriores de los Estados miembros de la UE para un largo periodo de dificultades, al afirmar que pasará algún tiempo hasta que las sanciones muestren su pleno impacto en la economía rusa. El primer ministro húngaro, Victor Orban, que lidera el grupo de oposición a las sanciones, declaró unos días antes de la cumbre que Bruselas está haciendo más daño a la economía europea que a la moscovita, y que Bruselas se había "disparado a sí misma en los pulmones", mientras que el ministro de Asuntos Exteriores luxemburgués, Jean Asselborn, dijo que sería fatal hacer retroceder las sanciones, porque "lo que está en juego es nuestra credibilidad".[3]

Una decisión independiente de la Unión Europea en su propio interés sería de gran importancia, especialmente en el sector energético. Al fin y al cabo, Estados Unidos tiene sus propios recursos energéticos y es completamente independiente en este sentido. La producción de gas natural de Estados Unidos alcanzó un récord en 2021. La producción anual de gas natural en Estados Unidos ha superado el consumo anual de gas natural en Estados Unidos desde 2017. Los aumentos de producción en el sector contribuyeron en general a un descenso de los precios del gas natural hasta 2020. Además, a partir de 2019, la producción anual total de energía de Estados Unidos fue mayor que el consumo anual total por primera vez desde 1957. El petróleo, el gas natural y el carbón representaron alrededor del 79% de la producción total de energía primaria de Estados Unidos en 2021.[4]

La UE se encuentra en una situación completamente diferente y, por tanto, debe tomar sus propias decisiones. Aunque desde el punto de vista geoestratégico sea oportuno contener a Rusia como rival, la UE no está en condiciones de hacerlo y debería preferir una política energética moderada. Comentaristas cercanos a la UE, como Georgi Gotev, afirman que la UE debería desarrollar sus propios recursos, como la energía nuclear y las renovables. Si Rusia retuviera sus suministros, tendríamos un "invierno que nunca olvidaremos", dice Gotev, al tiempo que señala que una política de "gas cero" por parte de la UE sería algo "para la próxima generación de europeos".[5]

A pesar de esta perspectiva desesperada de lograr la independencia de los combustibles fósiles a corto plazo, la Unión Europea no buscó un compromiso con la Federación Rusa cuando presentó su estrategia de gas natural el 20 de julio de este año. En su discurso, la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidió una reducción inmediata del 15% del consumo de gas natural en Europa.  Según los informes, los hogares y los edificios públicos podrían incluso verse obligados a apagar sus sistemas de calefacción.[6] El Deutsche Bank llegó a afirmar en un comunicado que los hogares alemanes podrían utilizar leña para calentar sus casas este invierno, ya que el suministro de gas sigue siendo escaso porque Rusia está recortando los envíos de gas a Europa.  En un invierno especialmente largo y frío, los medios de calefacción de los edificios se verían drásticamente reducidos, con todas las consecuencias sociales.

Democracia frente a autocracia

La presidencia de Joe Biden ha intentado desde el principio de su mandato atraer a los países europeos a un bloque geopolítico. Para el gabinete de Biden, el mundo está dividido, por un lado, en un bloque democrático, al que pertenecen Estados Unidos y sus aliados en Europa y otros lugares, y, por otro lado, en un bloque autocrático, al que pertenecen principalmente Rusia, China y sus estados aliados. Esto quedó especialmente claro tras el discurso de Biden en la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2021, en la que Biden dijo al mundo que el principal desafío de la política internacional es ideológico -democracia frente a autocracia-,[7] mientras apuntaba a China como el principal adversario en la disputa. La prensa china juzgó que Biden "sigue utilizando el anticuado marco de la Guerra Fría para definir las relaciones de gran potencia del siglo XXI entre China y Estados Unidos".[8]

Para avanzar en la "renovación de la democracia en Estados Unidos y en todo el mundo", la Administración Biden celebró los días 9 y 10 de diciembre de 2021 la primera de las dos Cumbres de la Democracia, que reunió a líderes del gobierno, de la sociedad civil y del sector privado para abordar "las mayores amenazas a las que se enfrentan las democracias hoy en día mediante la acción colectiva".[9]  Al menos desde el estallido de las acciones militares en Ucrania el 24 de febrero, se ha demostrado que la visión del mundo democracia-autocracia no se sostiene. Después de todo, incluso algunas voces de peso de los círculos de académicos y políticos estadounidenses señalan que Occidente tiene una parte importante de culpa en el estallido de las hostilidades entre Rusia y Ucrania. John Mearsheimer, por ejemplo, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago y graduado de la academia militar de West Point, señaló que Occidente tiene la principal responsabilidad de la crisis de Ucrania,[10] creyendo que la imprudente expansión de la OTAN ha provocado a Rusia. El ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger declaró que Ucrania debería ceder territorio a Rusia para poner fin a la guerra.[11]

La mayor parte de la comunidad internacional no tiene interés en tomar partido por uno u otro bando en una nueva Guerra Fría. En realidad, Rusia no está aislada, sino que sigue desempeñando un papel importante en foros multilaterales como los BRICS, la OCS[12] , y el G20. Rusia recibe incluso simpatía por el hecho de que sus preocupaciones, expresadas a lo largo de los años, de que la expansión de la OTAN y el despliegue de equipos militares cerca de las fronteras rusas afectan a los intereses de seguridad existenciales de Rusia, han sido completamente ignoradas por Occidente, especialmente por Estados Unidos.[13] Poco antes de que estallara el conflicto militar, Rusia había presentado dos proyectos de tratado a Estados Unidos y a la OTAN para que sirvieran de base a las negociaciones sobre seguridad. Ni la forma ni el contenido de los tratados fueron tomados en serio por la OTAN y Estados Unidos, que los dejaron de lado.[14] Los europeos podrían haber analizado estos hechos de forma independiente y haber defendido sus propios intereses porque, al fin y al cabo, Rusia y Ucrania son inevitablemente sus vecinos. Los intereses y los puntos de vista geopolíticos de Estados Unidos no deberían ser adoptados ciegamente por Europa, sino que deberían ser vistos desde el punto de vista de su propia perspectiva de futuro.

Armas y energía estadounidenses

Sin embargo, Europa ya está apoyando una de las principales demandas de Estados Unidos, a saber, una sexta oleada de ampliación de la OTAN mediante la admisión de Suecia y Finlandia en la alianza militar.  Europa, con Alemania a la cabeza, también está invirtiendo una parte importante de su gasto de defensa reasignado en la compra de sistemas de armas estadounidenses, como los helicópteros de Boeing y el avión de combate F-35 Lightning de Lockheed Martin. El aumento constante del gasto en defensa de Europa y la creciente militarización profundizarán las desavenencias entre Europa y Rusia, y aumentarán la dependencia de la tecnología y la logística militar estadounidenses.

Las exigencias de los estadounidenses y los británicos de castigar al máximo la economía rusa mediante sanciones draconianas están siendo adoptadas por los dirigentes de la UE y varios gobiernos europeos sin cuestionar las dramáticas consecuencias que el corte del suministro de gas y petróleo ruso tendría en el nivel de vida de los propios ciudadanos europeos.[15] Cuanto más fuerte sea la separación de Rusia y más drásticas sean estas medidas, más dependiente será Europa de los propios Estados Unidos. Por ejemplo: Estados Unidos lleva mucho tiempo promocionando el gas natural licuado (GNL) estadounidense como una forma de que Europa diversifique y asegure su suministro energético, ya que Estados Unidos pretende independizar a Europa de las importaciones de gas ruso.[16]

El inicio de las sanciones en respuesta al conflicto entre Rusia y Ucrania les ha dado una influencia tremendamente poderosa para suministrar a los europeos su GNL más caro, pero ahora aparentemente más fiable. El gasoducto Nordstream-2, que siempre ha sido una espina en el costado de los estadounidenses, no ha sido más que una flamante ruina industrial desde el estallido de la guerra y nunca entrará en funcionamiento en las condiciones actuales. El gobierno y las empresas energéticas estadounidenses se frotan ahora las manos ante la dependencia unilateral de los europeos de las fuentes de energía que están bajo control estadounidense. Estados Unidos puede incluso comercializar la venta de su gas natural como un magnánimo rescate de Europa ante su escasez energética.[17]

La ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baebock, habla incluso abiertamente de poner fin a cualquier cooperación energética con Rusia: "Por eso, con toda coherencia, reducimos nuestra dependencia de la energía rusa a cero, para siempre", dijo la ministra en una rueda de prensa con su colega ucraniano Dmytro Kuleba en Kiev.[18] También pretende perjudicar a Rusia de tal manera que "no pueda volver a ponerse en pie económicamente en los próximos años". [19]

A continuación, se exponen algunos análisis y datos del impacto económico, ya creciente, sobre el nivel de vida de la población europea.

Expectativas pesimistas

Rusia es uno de los mayores exportadores de materias primas energéticas y proveedores de materiales para la transformación industrial. Las sanciones impuestas a la Federación Rusa por la Unión Europea, sobre todo por la presión de la política exterior de Estados Unidos, han provocado un parón en las importaciones y exportaciones y una gran incertidumbre en los sectores comercial y financiero. Si la espiral de sanciones continúa, los riesgos asociados para ambas economías serán elevados, pero sobre todo devastadores para la economía europea, dependiente de las materias primas.

Markus Zipperer, de Deka Investment, una gran empresa de inversiones, observa las consecuencias de la guerra de Ucrania en la economía y los mercados de valores. El estado de ánimo de las empresas se ha enfriado bruscamente, afirma, y el "Índice de Clima Empresarial ifo" se ha desplomado de forma especialmente brusca. Zipperer afirma que, aunque la renta variable sigue generando rendimientos claramente positivos, "prevemos que la incertidumbre, especialmente para los mercados europeos y las fluctuaciones de precios inusualmente altas asociadas a ella, podría continuar durante bastante tiempo."[20] Como consecuencia, el sentimiento de la economía alemana, principal motor de la economía europea, se ha desplomado.

El Índice de Clima Empresarial del ifo, un importante indicador de las expectativas de los empresarios para el futuro, cayó a 90,8 puntos en marzo, frente a los 98,5 puntos (ajustados estacionalmente) de febrero. Esto se debió a un desplome récord de las expectativas, de 13,3 puntos, que es incluso mayor que el que se produjo cuando estalló la crisis del coronavirus en marzo de 2020 (11,8 puntos). Las empresas alemanas esperan tiempos difíciles.[21] Clemens Fuest, presidente del Instituto ifo, con sede en Múnich (Alemania), señaló que en la industria manufacturera, el sector de los servicios, el comercio, la construcción y, en particular, la logística, los índices registraron caídas récord y el clima empresarial empeoró notablemente.

Según una encuesta económica de ámbito nacional realizada a principios de verano, para la que la Asociación de Cámaras de Industria y Comercio Alemanas (DIHK) evaluó las opiniones de más de 25.000 empresas, las expectativas empresariales en la economía alemana se han nublado considerablemente en los últimos meses. "Se trata de otro descenso significativo en comparación con el comienzo del año, cuando ya era evidente que iba a ser un año muy difícil para muchos", dijo el director general de la DIHK, Martin Wansleben. En el sector de la construcción, el 44% de las empresas espera que la situación empresarial empeore y sólo el 7% que mejore. También en la industria, la proporción entre pesimistas (37 por ciento) y optimistas (14 por ciento) en sus propias expectativas de negocio es peor que la media. "Sólo hemos experimentado un desplome semejante del sentimiento en la industria durante la crisis financiera y la primera congelación de 2020", explicó Wansleben, y añadió: "Tenemos que tener cuidado de que las cosas no empiecen a deslizarse aquí y perdamos industrias básicas".[22] La DIHK calcula que unas 40.000 empresas alemanas mantienen relaciones comerciales con Rusia. Se calcula que 250.000 puestos de trabajo dependen de las exportaciones a Rusia.

Las perspectivas de crecimiento se debilitan

Las perspectivas de crecimiento de Alemania se están debilitando a medida que las consecuencias del conflicto entre Rusia y Ucrania magnifican las actuales interrupciones de la cadena de suministro y las presiones inflacionistas, afirma Eiko Sievert, Directora de Calificaciones Soberanas y del Sector Público de Scope Ratings, la principal agencia europea de calificación crediticia. Por un lado, Rusia es sólo el decimotercer socio comercial de Alemania, con un volumen de comercio de unos 60.000 millones de euros, lo que representa sólo el 2,3% del comercio total de Alemania. Por lo tanto, el impacto directo en el comercio resultante de las severas sanciones económicas impuestas a Rusia desde el inicio de la guerra en Ucrania es manejable. Por otro lado, según un análisis de Scope, la economía alemana orientada a la exportación y la dependencia de los exportadores de los proveedores internacionales implica que la guerra en Ucrania provocará más trastornos, en particular para el sector del automóvil, dada su dependencia de los fabricantes de componentes para vehículos, incluidos los de Ucrania y Rusia.[23]

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de una economía interconectada y dependiente a nivel mundial como la europea. El impacto en el nivel de vida de los europeos sería grave si la situación empeorara, por un lado por el aumento del gasto de los consumidores como consecuencia del incremento del precio de la energía, y por otro por la ralentización de la economía nacional, que provocaría el estancamiento del mercado laboral y la presión financiera en los sistemas sociales. Europa sigue siendo especialmente dependiente de los combustibles fósiles, cuyo suministro está amenazado por el conflicto entre Rusia y Ucrania. El suministro de Europa Occidental de otras materias primas importantes -como el aluminio, el paladio, el carbón o el trigo- también se ve afectado. Las sanciones y contra-sanciones ya están poniendo bajo presión a sectores clave de Alemania, como la industria del automóvil o la ingeniería mecánica, por el lado de las materias primas.

Aumento de los costes

El ministro de Economía alemán, Robert Habeck, ya teme abiertamente por la paz social en Alemania ante los costes de seguimiento de la guerra en Ucrania. Especialmente en el próximo otoño e invierno, cuando los costes de la calefacción experimentarán un dramático aumento. Esto podría significar que el apoyo moral de la gente a Ucrania, que ha sido alto hasta ahora, no continuará. Por ello, los gobiernos europeos están planeando miles de millones en subvenciones y programas de ayuda. El Ministerio Federal de Economía de Alemania quiere poner a disposición de las empresas afectadas 5.000 millones de euros.[24]

Algunos de los institutos estadísticos más conocidos en Alemania son la Sociedad para la Investigación del Consumo (GfK), la Oficina Federal de Estadística y los centros de consumo. Los tres han elaborado expedientes que describen el impacto de la guerra en Ucrania. Queda por investigar si esto mostrará una correlación directa entre el estallido de la guerra y, por ejemplo, un aumento significativo adicional de los precios. Sin embargo, las más importantes pueden resumirse como sigue 1.) los centros de consumidores advierten de los elevados pagos de los hogares y de los altos precios de los alimentos, por lo que se hace "económicamente más difícil" en Europa. Los centros de consumidores alemanes son asociaciones organizadas a nivel estatal que se dedican a la protección de los consumidores y prestan servicios de asesoramiento sobre la base de un mandato gubernamental. Su objetivo es informar, asesorar y apoyar a los consumidores en cuestiones de consumo privado.

Estiman que la factura anual de los hogares para 2022 será significativamente mayor, por lo que los ciudadanos deberían "ahorrar dinero". También citan a la asociación de automovilistas ADAC, que ha constatado subidas del precio de la gasolina de casi el 40%. Tales saltos de precios "nunca se han visto antes en Alemania". El experto en consumo de GfK, Rolf Buerkel, explicó que, a pesar de la relajación de las restricciones relacionadas con el coronavirus, la guerra de Ucrania y la elevada inflación pesan ahora sobre el sentimiento de los consumidores. Aunque las expectativas económicas volvieron a subir moderadamente en mayo, se produjo una fuerte caída de 50 puntos en comparación con el mismo periodo del año anterior. En abril, las expectativas de los consumidores cayeron a su nivel más bajo en casi 20 años y se recuperaron sólo ligeramente. En un comunicado, GfK señaló que "los aumentos explosivos de los precios de la energía y los alimentos están mermando el poder adquisitivo de los hogares e impiden actualmente una mejor evolución del indicador de renta".[25]

Los expertos del Reino Unido también han declarado públicamente que, como consecuencia del aumento de los precios al consumo desde el estallido del conflicto de Ucrania, los hogares del reino están experimentando la mayor caída de su nivel de vida desde la década de 1950.  Citan a los analistas del Bank of America, que prevén una pérdida de ingresos reales del 3,1% en 2022. Al mismo tiempo, advierten que la inflación podría superar el 8% durante un periodo prolongado, las compras en los supermercados serán cada vez más caras, los gastos de calefacción aumentarán considerablemente y los gastos de viaje, como los billetes de avión, también aumentarán de forma más significativa.[26]

Explosión de los precios de los combustibles

Andreas Metz, experto del Comité Este de la Economía Alemana, dijo que Europa/Alemania apenas compra bienes de consumo a Rusia, sino un 80-90% de materias primas, que ahora son cada vez más caras. Debido al amplio uso de dichas materias primas, su encarecimiento afecta a casi todos los ámbitos de la economía. Aunque las empresas que han obtenido sus beneficios principalmente del comercio ruso pueden llegar al borde de su existencia y deben contar con la pérdida de puestos de trabajo y de valor, el factor de pérdida económica más importante y fácil de medir es el aumento de los precios de la energía. En efecto, la explosión del precio del combustible amenaza el sustento de las pequeñas y medianas empresas (PYME), así como la seguridad del abastecimiento y el tráfico de autocares. La industria del transporte y la logística de tamaño medio está luchando actualmente por sobrevivir debido a la continua explosión del precio del combustible, con sus efectos devastadores en la industria del transporte alemana. Exigen una inmediata "cumbre de crisis para las empresas medianas" bajo la dirección del Ministerio Federal de Economía, un alivio temporal significativo de los precios del gasóleo y del gas natural licuado (GNL). Posteriormente, la Comisión de la Unión Europea aprobó inyecciones de liquidez de hasta 400.000 euros por empresa.

Martin Bulheller, representante de la Asociación Federal de Logística del Transporte por Carretera (BGL), afirma que la escasez de conductores y el aumento del precio del combustible son el problema más persistente del sector del transporte por carretera. La aceleración de las subidas de precios tras el estallido del conflicto entre Rusia y Ucrania se sumó a un nivel de precios elevado que ya se había alcanzado anteriormente. El presidente de BGL, Dirk Engelhardt, dijo, según un informe publicado en la edición del 10 de marzo del Deutsche Verkehrszeitung[27], que las empresas de transporte podrían mantener los altos precios del combustible durante un máximo de una semana en algunos casos sin ayuda perceptible. Con 2,50 euros por litro de gasóleo, los camiones se paralizarán con todas las consecuencias, por ejemplo, un colapso del suministro en Alemania, donde el 70% de los transportes de mercancías por camión los realizan sobre todo empresas medianas.

La energía y las materias primas baratas eran y son la base del modelo económico que Europa ha utilizado para producir sus bienes industriales de alto valor. Economistas como Guntram Wolff, del centro de estudios económicos Brueghel de Bruselas, y Achim Warmbach, presidente del Centro de Investigación Económica Europea de Mannheim, consideran que el aumento de los precios como consecuencia de la guerra pone en peligro este modelo para siempre. Para casi todos los países de la UE, dice Wolff, ha funcionado igualmente bien, pero especialmente en Alemania, con lo que "se han asegurado décadas de prosperidad, crecimiento y empleo a precios en gran medida estables". Este modelo siente ahora una amenaza existencial, concluye. Wolff prevé no sólo una inflación sostenida, sino posiblemente incluso escasez y atascos. Wambach habla de que la desvinculación o desconexión de los suministros de materias primas rusas sería un proceso necesario pero doloroso.

Sanciones, etc.

La sexta oleada de sanciones contra los productos energéticos y los bancos rusos, adoptadas ahora por la Unión Europea, contribuyen también al aumento de los precios de los productos básicos y los alimentos, lo que provoca pérdidas en el nivel de vida. El presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que las perturbaciones y el aumento de los precios se deben a la errónea política económica y financiera de los países occidentales, así como a sus sanciones contra Rusia. Dijo que Rusia ofrecía exportaciones de grano sin trabas, incluida la exportación de grano ucraniano desde los puertos del Mar Negro. El aumento de los suministros de fertilizantes y productos agrícolas rusos también ayudaría a reducir las tensiones en el mercado mundial de alimentos, añadió, pero "eso requerirá definitivamente el levantamiento de las sanciones correspondientes".[28]

La Asociación Alemana de Comercio Mayorista y Exterior (BGA) representa a unas 143.000 empresas alemanas. Según una encuesta interna de sus miembros, el 90% de los empresarios apoyan las sanciones a pesar de las enormes dificultades adicionales. El presidente de la BGA, Dirk Jandura, dijo que estas cargas adicionales son: canales de adquisición más difíciles, comercio restringido, aumento masivo de los precios de la madera, el acero, el gas natural y el petróleo. Sin embargo, todo esto, dijo, es doloroso pero necesario y no supone "ninguna amenaza duradera" ni para "nuestras empresas ni para los ciudadanos de Alemania y Europa".[29] Muchos de los principales representantes de las empresas y asociaciones empresariales alemanas también han expresado su aprobación de las sanciones. 

Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Europa también se enfrenta a una oleada de refugiados, y la acogida privada de éstos supone una carga material y psicológica adicional para las poblaciones. 1,7 millones de ucranianos huyeron a Polonia, Rumanía acoge a más de 450.000 refugiados ucranianos, 350.000 más están en Moldavia, 265.000 en Hungría y casi 215.000 en Eslovaquia. Según ACNUR, algunos también buscaron refugio en Rusia: 140.000 ucranianos huyeron allí, y otros 1.200 se fueron a Bielorrusia.[30] También hay que investigar y cuantificar otros factores. Por ejemplo, el extraordinario endeudamiento de los Estados para financiar un mayor presupuesto de armamento. Alemania quiere gastar 100.000 millones de euros en "activos especiales" para el ejército, dinero que faltará en otros lugares.

El mayor peligro para el futuro de la economía europea, especialmente la alemana, y por tanto implícitamente para el nivel de vida de las poblaciones del continente europeo, es la desconexión precipitada de las exportaciones rusas de gas natural. Por ejemplo, cerca del 50% del gas natural que se consume en Alemania procede de Rusia. El consumo de gas natural se refiere desde hace tiempo no sólo a la producción de calor para los hogares y la industria, sino que el suministro continuo de gas natural es indispensable para la producción en la industria química. Según estimaciones de la Asociación Alemana de la Industria Química (VCI), los cortes prolongados tendrían "consecuencias masivas para todas las cadenas de valor", ya que el 95% de todos los productos industriales requieren productos químicos en su proceso de producción. La VCI representa los intereses de unas 1.900 empresas de la industria química y farmacéutica.

Wolfgang Grosse-Entrup, director general de VCI, dijo: "Si cortamos el suministro de energía y materias primas para la industria química a corto plazo, paralizaremos también toda la producción industrial de Alemania como lugar de negocios. Las consecuencias sociales y económicas serían enormes".[31] Estas consecuencias no sólo se dejarían sentir en Europa, a través de un aumento del coste de la vida o un grave incremento del desempleo, sino que afectarían a gran parte de los países pobres que dependen de las importaciones. Por ejemplo, el fertilizante nitrogenado se produce a partir del gas natural. Si el fertilizante se vuelve escaso y caro, viviremos una catástrofe de hambruna mundial.[32]

Factor estadounidense

El presidente de la Cámara de Diputados rusa, la Duma, Viacheslav Volodin, afirma lo siguiente: "Washington está haciendo todo lo posible para que las principales cargas de la aplicación de las sanciones recaigan sobre los países europeos. [...] Está debilitando deliberadamente las economías de los Estados de la UE para hacerlos aún más dependientes de Estados Unidos". "En opinión de Volodin, Europa, debido a los altos precios récord de los recursos energéticos, "pagará un extra de más de 250.000 millones de euros anuales", sin contar los costes adicionales de la transición de las refinerías a los nuevos grados de petróleo.[33]

El presidente ruso Putin dijo en una reciente entrevista con Pavel Zarubin de Rossiya TV: "Los estadounidenses levantaron sus sanciones, pero los europeos no". Putin rechazó las acusaciones de que Rusia era responsable del aumento de los precios y la escasez de fertilizantes, alimentos y energía fósil. En cambio, identificó varios factores que eran responsabilidad del propio Occidente. Entre ellos, la agenda verde, que significa desviar las inversiones de los combustibles fósiles baratos a las costosas fuentes de energía verde; la expansión masiva de la masa monetaria y la deuda a raíz de la crisis bancaria y la pandemia del coronavirus; las sanciones y el consiguiente aumento de los precios de los fertilizantes, de los que Rusia y Bielorrusia exportan alrededor del 45% para el mercado mundial. Si los precios de los fertilizantes suben o se dispone de menos fertilizantes, esto se traduce en un menor rendimiento y un aumento de los precios de los cereales.

En los propios Estados Unidos, los analistas también ven cómo Europa, sobre todo Alemania, se ha subordinado a la potencia protectora, Estados Unidos, desde el comienzo de las hostilidades rusas en Ucrania, y cómo las exigencias de Washington de desvincularse de Rusia, de endurecer las sanciones y de un costoso rearme se han cumplido casi incondicionalmente. Por ejemplo, Tom McTague, un autor político de la veterana revista estadounidense The Atlantic, escribe: "Después de años de refunfuñar sobre el poder estadounidense, bastó el olorcillo de una amenaza de Moscú para que Europa volviera a comprometerse con el viejo orden, empujando las maltrechas y viejas fasces de la autoridad imperial de nuevo a las manos del emperador en Washington". Además, concluye que "[el canciller alemán] Scholz parece haber aceptado un frente occidental unido en materia de sanciones, a pesar de que es probable que éstas afecten más a su país".[34]

Conclusión

En resumen, aunque algunos factores que afectan al nivel de vida de la población europea, a saber, la inflación de los precios de los productos básicos y la escasez de suministros, se conocían antes del estallido de las acciones militares del 24 de febrero de 2022, sobre todo a raíz de la pandemia de Covid-19, estos factores se han visto gravemente agravados por la guerra de Ucrania, por las sanciones económicas y por el impulso de desvinculación de las importaciones de energía rusa. Los primeros análisis pueden esbozarse a partir de los últimos datos de diversos institutos de investigación y oficinas estadísticas. Todavía no se puede estimar el alcance total de los daños en el nivel de vida de las poblaciones, pero según muchos expertos es cada vez más grave. El mayor riesgo reside en un corte brusco del suministro de gas natural ruso. Esto paralizaría parcialmente la industria europea. La presión de Estados Unidos sobre Europa para que mantenga las sanciones a pesar de las grandes pérdidas en Europa llegará a definir las relaciones entre Estados Unidos y Europa durante algún tiempo.

Desde el estallido de la guerra de Ucrania, la dependencia de Europa respecto a Estados Unidos ha aumentado considerablemente. Andrey Kortunov, director general del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales (RIAC), por ejemplo, habló en una reciente conferencia en línea de un think tank sobre cómo los países occidentales están aumentando su cooperación en el ámbito técnico-militar contra Rusia. Además, dijo Kortunov, Estados Unidos está haciendo un gran esfuerzo para alinear la posición de Europa no sólo contra Rusia sino también contra China. Kortunov predice que esta tendencia continuará durante unos años más, para dar paso a una nueva deconstrucción de Occidente.[35] El coronel estadounidense Richard Black (retirado), ex jefe de la División de Derecho Penal del Ejército de Estados Unidos en el Pentágono, sostiene que el hecho de que Estados Unidos tuviera poder sobre Europa para inutilizar el proyecto del gasoducto Nord Stream 2 demuestra que Europa ya no tiene plena soberanía.[36]

Al renunciar a su plena soberanía, Europa se orientará, por el momento, unilateralmente hacia Estados Unidos en muchas cuestiones centrales: estrategia, militar, energía, comercio, geopolítica. Las relaciones de Europa con Rusia experimentarán una continua polarización. Sin embargo, los costes económicos para Europa de esta desvinculación de Rusia serán tan enormes que habrá que encontrar compromisos políticos.