El 11 de julio en Cuba y el papel conspirativo del régimen estadounidense y la ultraderecha cubano-americana

12.10.2021

…Creo firmemente que la gran batalla se librará en el campo

de las ideas y no en el de las armas…

Fidel Castro Ruz. 2003

“…Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual y la grandeza patria… Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre…”.

José Martí en “Maestros ambulantes” 1884

 

Antecedentes al 11 de julio en Cuba

En los últimos dieciocho meses, el mundo ha estado intensamente bombardeado mediante un abrumador incremento de “fake news” (noticias falsas), unido a una serie de malas prácticas, irresponsabilidades gubernamentales y como siempre, de hechos deplorables tales, como que en medio de la pandemia del COVID – 19.

Personas inescrupulosas se han aprovechado para incrementar sus capitales a costa de la desgracia de la mayoría mediante la especulación con fármacos, medicamentos de soporte y medios de protección. Otro hecho deplorable es la imposición de bloqueos y sanciones a otros países desde Estados Unidos y sus aliados por motivos ideológicos y que exporten la subversión a esos mismos países que bloquean.

Por otra parte, también hemos visto reaparecer, y con mucha fuerza, relatos sobre conspiraciones increíbles para reducir drásticamente la población mundial mediante la propagación de este virus, que se afirma fue creado en laboratorios de China, e incluso, de los Estados Unidos, y luego diseminado por todo el planeta, aunque nadie lo ha podido demostrar.

También se especula sobre determinados esfuerzos para establecer un férreo control sobre países y regiones, a tono con lo que se plantea en las llamadas “teorías de la conspiración”, que no son ni tan fantasiosas, ni tan descabelladas. Tampoco es la primera vez en que ambos autores nos referimos a ellas, y no dejaremos de hacerlo, por eso hoy podemos asegurar que, amén de otras consideraciones, el 11 de julio de 2021 en Cuba está estrechamente vinculado a todo esto.

Al propio tiempo, y a partir de acercarnos al tema del recrudecimiento de este férreo control social y el desconocimiento de las otredades para imponer un patrón único, como mecanismo de dominación a escala global, un mecanismo de dominación eminentemente cultural, es lo que nos ha permitido llegar a conclusiones tales como asegurar que la instauración de las diferencias y otras formas de autoridad dominadora, hoy se sostienen mucho más en una suerte de legitimidad, en este caso espuria, antes que en un acto de violencia fundante, a la vieja usanza, y esto es preocupante.

Preocupante porque eso fue lo que se apreció en Cuba el 11 de julio y en los días subsiguientes, cuando la inmensa mayoría de quienes tomaron las calles de pueblos y ciudades, lejos de hacerlo de una manera propositiva, lo que hacían de forma reiterada era replicar discursos y patrones ajenos a la experiencia de la práctica política y social de la isla y que eran producidos por los mismos que se afanan en imponer al planeta una subcultura neoliberal que aniquila el alma, incluida una violencia irracional que nunca se había visto en la Cuba revolucionaria.

¿Hubo conspiración o sencillamente los hechos del 11 de julio fueron espontáneos?

Los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, que nos agrede, la derecha europea representada tanto en los parlamentos nacionales como en el propio parlamento europeo, que se subordina a la agenda de Washington, los grandes medios corporatizados, que replican constantemente las ideas de estos y los voceros de la ultraderecha cubano-americana radicada en los Estados Unidos y otros países, que son los que se encargan de lanzar las campañas, organizar y convocar a los disturbios y acciones de cambio de régimen como ha ocurrido en otras regiones del planeta y entre todos construyen en las redes y los medios una realidad cubana que solo existe en ese 3er entorno, pero nunca en nuestro país.

Cuando hemos visto a partidarios de los disturbios en las redes clamando por el “linchamiento” de comunistas, lanzándole piedras y otros objetos a la policía para provocarlos y diciendo toda suerte de sandeces de forma muy violenta y poco civilizada, no hemos podido menos que recordar lo qua sobre las redes sociales decía el escritor y filósofo Umberto Eco, quien consideraba que estas les daban espacio a “legiones de idiotas” al reconocer que herramientas como Twitter y Facebook permitían que la opinión de los “necios” tuviera la misma relevancia que la de un premio nobel, nosotros diríamos que hasta más y es lo que se percibe cuando uno ve a personas como Alex Otaola, Maikel Osorbo y otros más, llamando a la intervención en Cuba. Todos ellos aplaudidos y presentados como “luchadores por la libertad y la democracia”.

Desde el gobierno estadounidense se organizan y gestionan esas acciones subversivas contra Cuba al tiempo que se lleva a cabo contra nuestro país una guerra económica, comercial, financiera y cultural sin precedentes, por otra parte, usando de manera dolosa los fondos de los contribuyentes de ese país, se financia la subversión contra Cuba, cosa en la que también se involucran fundaciones, organizaciones no gubernamentales y otras entidades, tanto en los Estados Unidos, Europa y en algunos países de América Latina.

De tal manera, usando en época de pandemia esos mecanismos de guerra, a los que Donald Trump incorporó 243 medidas de agresión, es que aseguramos que contra Cuba se conspiró, y muy fuerte, buscando provocar acciones que desembocaron en los hechos del 11 de julio. Algunas de las acciones antes mencionadas califican como crímenes de lesa humanidad y violaciones flagrantes del derecho internacional y hasta la decencia más elemental.

Es por eso, que cuando vemos en las calles de Miami o en directas por Internet desde La Habana, a cubanos pidiendo una “intervención humanitaria” en Cuba, intervenciones que todos sabemos a qué se refieren, no podemos dejar de concluir que contra Cuba se ha venido conspirando, y muy fuerte, sobre todo desde que la pandemia de COVID-19 nos privó de fuentes de ingreso imprescindible para nuestra subsistencia.

El mes de julio venía resultando bien complejo en lo económico y en lo pandémico, no es casual entonces que día escogido por las fuerzas contrarrevolucionarias para provocar un estallido social fuese un domingo y de ese mes y aprovechando que la mayoría de la población estaba en sus viviendas compartiendo en medio de la compleja situación epidemiológica.

Sobre lo anterior nos podríamos hacer, y los autores nos las hacemos, una serie de preguntas muy puntuales: ¿Qué pasó realmente el domingo 11 de julio de 2021 en Cuba?; ¿Cuáles fueron los factores internos y externos que propiciaron los disturbios y actos vandálicos en algunas localidades de Cuba ese día?; ¿Que personas pedían una “intervención humanitaria” en Cuba? ¿Qué resultados se esperaban de esta operación político-comunicacional-subversiva? y de las anteriores se deduce otra pregunta no menos importante, ¿los hechos del 11 de julio responden a una operación conspirativa?. A responder estas interrogantes los autores trataremos de dar respuesta.

Para entender estos hechos debemos remitirnos a la historia y a uno de sus protagonistas más agudos: Fidel Castro. El Comandante en Jefe siempre estuvo consciente de que en el mundo se conspiraba tras bambalinas y no para generar las mejores cosas, en el mundo de hoy se conspira y mucho más, cuando se hace evidente el retroceso geopolítico de Estados Unidos, se aprecian de una manera asaz evidente las falencias del orden neoliberal y hasta de la quiebra del modelo judeo-cristiano como experiencia civilizatoria que se pretendió imponer al mundo como modelo único, muchas veces conspirando.

Para entender la intríngulis, el líder de la revolución invitó a Cuba a Daniel Estulin y debatió ampliamente sobre el tema con este autor de varias obras donde se denuncia como los poderosos conspiran en entidades como el “Club de Bilderberg”, un engendro sobre el cual el propio Fidel se pronunció de una manera crítica cuando dijo: “Siniestras camarillas y los lobistas de Bilderberg manipulan al público para instalar un gobierno mundial que no conoce fronteras y que no rinde cuentas ante nadie, salvo a sí mismo…”.

Otro tanto ocurre en la “Comisión Trilateral”, en los lobbys anexos al Congreso en Washington o en alegres reuniones privadas, de donde salen los proyectos de dominación a ejecutarse por la “corporatocracia” mundial. Todos ellos son responsables de las llamadas revoluciones de colores, de las acciones de cambio de régimen, de las primaveras árabes, los maidanes y todos los eventos de este tipo.

La Corporatocracia global, debemos consignarlo, no es una nueva clase social en sí misma, se trata, eso si, de un nuevo estamento integrado por funcionarios y tecnócratas ultra pragmáticos, procedentes de distintos sectores de la sociedad como la burocracia política y empresarial, jefes militares y agentes de los servicios especiales, unidos a expertos en publicidad y en el uso de los medios masivos de comunicación, a hombres de negocios y financistas y claro está, el correspondiente equipo de académicos alineados a su ideología. En una escala inferior se ubican una serie de testaferros dispuestos siempre a hacer el trabajo sucio que haga falta a cambio de dinero y protección, es decir, una reedición actualizada de la medieval práctica de la “venta de indulgencias”. Y todo ello al amparo del vicio ideo político neoliberal, una teoría de inspiración maquiavélica alineada a los peores presupuestos del Leviantán.

¿Quiénes son y qué propósitos mueven a los conspiradores?, ¿Por qué contra Cuba?

En ese entramado de conspiradores, amplio y prolífico, el sector de los financistas ocupa un lugar de privilegio y es bastante más fácil de rastrear si se sigue la llamada “ruta del dinero”, a ellos nos vamos a referir en este artículo. De la misma manera, vamos a explicar por qué la obsesión con Cuba, aunque parezca un desatino por lo pequeña de su economía y lo exigua de sus finanzas.

Lo cierto es que estos financistas, el origen y fin de los procesos conspirativos a escala global, aparecen nucleados en torno a la banca que se integra en torno a la “Reserva Federal” estadounidense y a las principales empresas vinculadas al “Complejo Militar Industrial”, las que resultan determinantes en los planes de dominación global de parte del sector oligopólico de los Estados Unidos.

Esto ha sido denunciado y hasta tratado de frenar, sin éxito, por algunas figuras prominentes en los propios Estados Unidos, desde el ex presidente Andrew Jackson, que estuvo a punto de ser asesinado en 1835 por haber intentado poner frenos a la banca, hasta los asesinatos consumados de Abraham Lincoln (1865), James Garfield (1881), William McKinley (1901) y Jonh F. Kennedy (1963), y seis años más tarde su hermano, el candidato a la presidencia Robert Kennedy. Todos tienen en común el hecho de haber tratado de poner coto a la actividad de la banca y el sector financista.

Otro mandatario, que no corrió la triste suerte de los anteriores, pero que se expuso a perder la vida, fue Dwight Eisenhower, un general de 4 estrellas, héroe de la II Guerra Mundial y presidente número 34 de los Estados Unidos. Este mandatario, el mismo que organizó la invasión mercenaria contra Cuba antes de entregar la presidencia en 1961, fue crítico en su advertencia sobre el naciente por entonces Complejo Militar Industrial y su sucesor, John Kennedy, resultó asesinado. Esto explica el manto de “misterio” que cubre el hecho, aunque es un secreto a voces que la conspiración para acabar con la vida del mandatario fue urdida por el sistema monetario, luego de que Kennedy pusiera en vigor la Orden Nº 11110 del 4 de junio de 1963, mediante la que pretendió devolver al Estado la soberanía monetaria que había perdido ante los banqueros en 1913.

Por esto no es casual que después de él ningún otro presidente se halla atrevido a enfrentar a los banqueros, mucho menos a los que conforman la “Reserva Federal”, que no es federal en lo absoluto, ya que se trata de un selecto grupo de la banca privada que detenta el poder real en los Estados Unidos y por extensión, en el planeta, pero por las mismas cosas de la manipulación mediática, la enajenación y la alienación en que vive esa sociedad, la inmensa mayoría de las personas piensan que es una entidad sana y que pertenece al gobierno.

Pero Kennedy no pensaba de esa manera y en 1963 puso en práctica un plan para acabar con esa práctica malsana y devolver al Estado la soberanía monetaria, para ello pretendió privarlos de las máquinas de imprimir dólares, un dólar que por entonces, todavía, tenía respaldo en oro. Con ello el mandatario pretendió acabar con el monopolio del que disfrutaba la banca, que le permitía prestar con intereses al gobierno el dinero que este empleaba para su funcionamiento y que los banqueros recuperaba con creces, entre otras cosas, por los servicios que el Estado les prestaba en la protección de sus intereses.

Por esta orden presidencial, más de 4 mil millones de dólares fueron puestos en circulación por el gobierno en billetes de las denominaciones de 2 y 5 dólares, en los que se podía leer “Billete de los Estados Unidos”, en lugar de “Billete de la Reserva Federal” y estaban listos para entrar en circulación los de 10 y 20 dólares, pero el asesinato del mandatario, el 22 de noviembre de 1963, dio al traste con la emisión de dinero por parte del gobierno y Lindon Johnson, el Vicepresidente que se hizo cargo de la primera magistratura, lo primero que hizo fue retirar de circulación los billetes del Estado y devolver el poder a la Reserva Federal, luego de que esta “advirtiera” a los gobernantes, que no toleraría ninguna acción que les privara de su poder.

Por otra parte, en Estados Unidos hay una extendida tradición de la actividad de las “sociedades secretas”. Estas existen y están organizadas en los más disímiles escenarios de su sociedad y son muy evidentes en sus universidades y también fueron duramente criticadas por John Kennedy en un medular discurso de 1961 cuando dijo: “…quiero hablarles sobre responsabilidades comunes ante un peligro común. La misma palabra “secreto” es repugnante en una sociedad libre y abierta, y nosotros, como pueblo, nos hemos opuesto históricamente a las sociedades secretas, a los juramentos secretos y a los procedimientos secretos. Y ahora existe un grave peligro y una necesidad de mayor seguridad, que será aprovechada por aquellas personas ansiosas de expandirse hasta los límites de la censura y el encubrimiento…”.

Partiendo de esta denuncia hecha por Kennedy, y que parece dicha esta misma mañana, queremos llamar la atención de las personas de bien sobre la actividad inescrupulosa de quienes se han apropiado del poder a escala planetaria y lo ejercen desde el gobierno permanente que subyace tras bambalinas en contra de los países que se enfrentan, de alguna manera, a estos mecanismos de dominación, tal es el caso de nuestro país, Cuba, y de otros Estados hermanos de nuestro continente como Venezuela y Nicaragua y además Rusia, China, Irán, Siria y Corea del Norte.

También me gustaría sacar a colación, que como resultado de estas conspiraciones, hemos sido testigos de la puesta en marcha de procesos de cambio de régimen en un importante grupo de países mediante las denominadas “Revoluciones de Colores”, “Primavera Árabe” o simplemente, mediante invasiones armadas organizadas por Estados Unidos y la OTAN, donde el lobby de los hidrocarburos ha unido esfuerzos al de las finanzas, como en el caso libio, donde su líder fue brutalmente linchado ante las cámaras por el pecado de haber pretendido desestimar los “petrodólares” estadounidenses en su comercio de petróleo y en su lugar usar el Dinar oro libio.

Debemos destacar, empero, que todos los países donde se han implementado estos actos de injerencia, luego de las campañas “democratizadoras” y “liberadoras”, han quedado simplemente destrozados y desarticuladas sus sociedades, el ejemplo más reciente es el de Afganistán.

Esto nos hace volver al presidente Kennedy cuando nos advertía en 1961: “nos enfrentamos en todo el mundo a una conspiración monolítica y despiadada, que se hace principalmente por medios encubiertos para expandir su esfera de influencia en la infiltración en lugar de la invasión, en la subversión en lugar de la elección, en la intimidación en lugar de la libre elección, en la guerrilla de noche, en lugar de ejércitos de día. Es un sistema que ha reclutado vastos recursos humanos y materiales para la construcción de una máquina altamente eficiente y muy unida que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas…”, y esto no lo digo yo, tampoco es parte de un discurso de barricada antiimperialista, simplemente me hago eco de algo que dijo Kennedy hace 60 años, pero que en la actualidad es asaz evidente y en toda su crudeza.

Otro autor importante, el ruso Igor Panarin, al explicar algunas de las causas que dieron al traste con el proyecto soviético se refería al despliegue de una gran conspiración oculta para socavar y destruir a la URSS, este autor afirmaba: “…El derrumbe del sistema soviético no puede verse como un fenómeno aislado y fuera del contexto en el que se produjo el reordenamiento y desarrollo del sistema capitalista mundial en su etapa posindustrial o del imperialismo tardío, que se produce cuando para Occidente por entonces una cosa estaba clara, que derrotar a la URSS en el terreno militar no era posible y habría que buscar otras vías más factibles…”, y esas vías más factibles fueron las de la subversión político ideológica y la manipulación mediática.

Los autores, en varios trabajos publicísticos y en actividades académicas, hemos abordado estos temas. En un libro bastante reciente, el Dr. Villar Barroso explicó in extenso, como la corporatocracia internacional conspiró para contribuir al derrumbe soviético, lo mismo que en las teleclases del curso “El mundo en conflicto” del espacio Universidad para Todos del Canal Educativo 1 de la televisión cubana. Por su parte, Millán Álvarez ha sido recurrente sobre el tema en diversas publicaciones de la Editorial Verde Olivo y de la Editora Política.

En todos estos escenarios hemos explicado cómo se emplean, de manera dolosa, los medios masivos de comunicación y las redes sociales para las actividades de injerencia y subversión, buscando modificar hábitos de conducta, desarmar ideológicamente a los pueblos y actuar sobre la psicología y la cultura de las masas en los países contra los que se quiere actuar.

Objetivo Cuba

En su última publicación científica, el recientemente fallecido Dr. C. José Luis García Cuevas apuntaba: “…Al iniciarse a mediados de 1958 la ofensiva final del Ejército Rebelde contra las tropas de la tiranía de Batista, Fidel indicó a sus jefes militares «ser generosos con el enemigo vencido», argumentando que después de la victoria habría que vivir juntos y que era necesario «evitar heridas que después fueran muy difíciles de sanar». A lo largo de todas las batallas en estas seis décadas, la Revolución se ha mantenido fiel a sus principios humanistas y ha sido generosa con el enemigo, incluso más de lo que pudieron serlo otros procesos revolucionarios victoriosos, hasta el límite dado por la necesidad de defensa de la propia Revolución. Pero la reacción, la contrarrevolución, siempre ha sido cruel y nada generosa ni en la guerra ni en la victoria. La historia está llena de esos dramáticos ejemplos que no debemos olvidar…”, y a eso nos estamos asomando en estos momentos, aunque los medios corporatizados y los promotores del odio en las redes sociales mientan y blasfemen.

La evolución en el tiempo de este conflicto entre el gobierno estadounidense y una contrarrevolución antinacional y anexionista a su servicio y la revolución cubana resulta interesante e ilustra la decadencia ideológica y moral del régimen imperialista. En las décadas de 1960 y 1970, las bases de la contrarrevolución estaban en la alta y media burguesía criolla, reaccionaria por naturaleza y muy comprometida con el capital estadounidense y la dictadura de Batista, cuyos intereses y privilegios se vieron afectados por las primeras leyes del gobierno revolucionario.

Es cierto que esa clase desplazada del poder, consiguió reclutar a algún que otro lumpen y hasta a personas confundidas por la propaganda anticomunista. Podemos asegurar entonces, que mercenarios y bandidos no le faltaron a Washington y Miami, pero llegados los años 90 del siglo XX, la auto titulada contrarrevolución “histórica” ya estaba envejecida, dividida, desmoralizada por los innumerables fracasos, agotada y agazapada en una ficticia zona de confort, sostenida exclusivamente por el financiamiento del gobierno estadounidense. Luis Posada Carriles, el último de sus “íconos”, en 1997 hizo los postreros esfuerzos de la misma al organizar actos de sabotaje y vandalismo, pero ya ni cubanos pudieron reclutar para realizarlos y recurrieron a mercenarios centroamericanos.

Y a pesar de que Ronald Reagan trató de reciclar a esa contrarrevolución, en el gobierno de Estados Unidos y en especial, dentro de sus agencias de inteligencia, estaban todos convencidos de que la contrarrevolución estaba agotada y sin líderes, pero el derrumbe del socialismo Euro soviético les dejaba algunas esperanzas de conseguir lo mismo en la isla irredenta, que sin el apoyo de sus socios del “socialismo real”, tendría que enfrentarse en solitario a los zarpazos de Washington.

Recurrieron entonces a lo que les resultó contra Moscú y sus aliados, y surgió la “Cubanología”, de la misma manera que antes se habían inventado la “Kremlinología”. Iniciado el siglo XXI apostaron por el financiamiento para la formación de “líderes” entre los jóvenes cubanos, preferiblemente los domiciliados en la isla y sobre todo, universitarios e intelectuales. Las universidades cubanas fueron blanco de todos los esfuerzos para la creación de estos nuevos líderes para la contrarrevolución, y aunque consiguieron construir alguno que otro cabecilla, ninguno consiguió arraigo entre los cubanos, incluso, ni entre sus condiscípulos y coetáneos.

Por eso hoy vemos a algunos de ellos que siguen aparentando liderazgo, pero desde el exterior, y son aceptados por los grupúsculos que han creado dentro de Cuba, solo por el triste hecho de que son los que reparten el dinero que les da el gobierno estadounidense, a decir verdad, unas pocas migajas. Estos falsos líderes, como los de la anterior generación, se desgastan muy rápido en sus interminables luchas intestinas, no por patriotismo, se fajan por el dinero y por ello, aunque no lo reconozcan, son tan decadentes como sus predecesores y no tienen futuro alguno en Cuba.

Por eso en los últimos años, las agencias del gobierno estadounidenses han movido sus tentáculos en dos direcciones fundamentales en busca de bases sociales frescas para “reciclar” las filas de la contrarrevolución. La primera de esas direcciones ha estado enfilada hacia el campo de la intelectualidad, en especial artistas, donde lo que más han conseguido es atraer a supuestos artistas, muchos de los cuales no tienen una obra de prestigio y rigor que los preceda, menos aún ideas políticas claras, pero abducidos por los mimos de la propaganda y la manipulación mediática (y algunos por los dólares), hace que se manifiesten inconformes con las instituciones culturales cubanas, con el sistema político y con los dirigentes del país.

La segunda dirección ha estado encauzada a un terreno más peligroso y complejo: el campo de los marginales y los antisociales, sobre todo jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo y que viven de manera parasitaria gracias al humanismo de esa propia revolución que adversan. Por sus características como segmento social y en las actuales circunstancias económicas, han sido fáciles de comprar con unos pocos dólares y a veces, por una recarga desde el exterior de sus teléfonos celulares.

Por ello, y con propiedad, podemos asegurar que la mayor parte de los protagonistas de las manifestaciones del 11 de julio fueron esas pequeñas masas de marginales y antisociales, basta ver las fotos y videos hechos por ellos mismos. Apreciar su lenguaje, su vestimenta, sus movimientos, la ingestión de bebidas alcohólicas durante los eventos, y sobre todo sus actos, nos liberan de la necesidad de explicar lo que aseguramos.

Y es que actos de barbarie como lanzar piedras contra un hospital materno y contra un cardiocentro, como ocurrió en Santa Clara, o arremeter a pedradas contra el cuerpo de guardia de pediatría del hospital de Cárdenas, son hechos asaz evidentes, que dan una clara medida de la calaña que se manifestó contra la revolución los días 11 y 12 de julio y que los medios corporatizados elevaron a la sacrosanta categoría de luchadores por la libertad.

Sus gritos bárbaros, obscenos, incivilizados, carentes de consignas de tipo político, la falta de carteles con propuestas y la ausencia total de ideas políticas, demuestran sin lugar a duda, que esos marginales no son movidos por ideales patrióticos, sino por el dinero que como mercenarios reciben. Estas pobres personas, que a la larga son usados y luego desechados, no dejan de ser un reflejo evidente de las denominadas “pasiones tristes” y víctimas, sin dudas de una pandemia peligrosa: la infodemia.

Se trata simplemente de gentes incultas, sin ideales, lo reiteramos, carne de cañón que usa el imperio y después desecha y en Cuba nadie se va a dejar confundir. La respuesta del pueblo revolucionario, de manera espontánea, pero masiva después del llamado y el ejemplo del presidente Díaz Canel no se hizo esperar y junto a nuestra policía y fuerzas del orden actuaron con mesura y serenidad, sin agredirlos a pesar de contar a su favor con una muy considerable ventaja numérica. En ese escenario, los revolucionarios se limitaron a responder a las agresiones físicas de que fueron objeto y a lanzarles reiteradas andanadas de consignas patrióticas y revolucionarias.

Es cierto, y es justo también decirlo, que todo cubano tiene derecho a expresar sus ideas y a hacer propuestas, también a que se le escuche, pero nadie tiene derecho a romper la tranquilidad ciudadana y el orden público, ni a cometer actos de vandalismo. La respuesta de la revolución y el pueblo no fue contra los que querían hacer determinados planteamientos, muchos de ellos justos, la respuesta fue contra los vándalos y eso lo saben hasta quien les paga.

Tampoco se puede negar, y ha sido reconocido por la propia dirección del Partido y el gobierno, que atravesamos momentos difíciles por falta de alimentos, de medicinas y de energía eléctrica, pero estos problemas, independiente que la gestión de la economía tiene muchas deficiencias, tienen su principal origen en el bloqueo al que ha sido sometido el país por más de 60 años, un bloqueo que se ha recrudecido hasta la paranoia por la administración de Donald Trump en medio de una pandemia y que ha sido mantenido en todo su rigor por Joe Biden, a pesar de sus promesas de campaña electoral y de haber afrontado el 23 de junio el rechazo de la comunidad internacional en la Asamblea General de las naciones Unidas, pero la sordera imperial es patológica.

Si esos manifestantes hubiesen sido portadores de ideas y enarbolado razones, y si fueran un número representativo del pueblo cubano, no hubiese existido la necesidad de recurrir a las fake news, tanto por las redes sociales como a través de supuestas prestigiosas agencias de prensa que muestran fotos de los manifestantes revolucionarios como si fueran los manifestantes contrarrevolucionarios, fotos del recibimiento al equipo de fútbol argentino como si fuera un desorden en La Habana, fotos de una manifestación en Alejandría como si fuera el malecón habanero y un número increíble de noticias inventadas, sobre falsas muertes, cuyos muertos que luego hablan por la televisión.

Peor aún resultaron las descabelladas mentiras que circularon, sobre todo en las redes, donde se hablaba de la detención por los manifestantes de dirigentes provinciales, como el Primer Secretario del PCC en Camagüey, “detenido” por el “pueblo”, cosa que ni él mismo sabía, pero que luego apareció en el noticiero contando que se encontraba en el combate a la COVID-19. Otras “noticias” hablaban de que el pueblo, es decir, los marginales, se había hecho con el poder en provincias como el propio Camagüey u Holguín.

No podemos ser ingenuos, el objetivo principal del imperialismo es crear el caos en nuestro país, desestabilizar su sociedad, enfrentar a cubanos contra cubanos para derrocar la revolución y apoderarse de Cuba. Si esto llegara a suceder, y ojalá que nunca ocurra, no nos espera nada nuevo y no van a parar hasta ver desaparecer en el tiempo a la nación y la cultura cubana, como han tratado de hacer con Puerto Rico. En un escenario de intervención humanitaria lo que nos esperaría nos legarían es un país destrozado, como han hecho en todos lados, en Libia, en Siria, en Irak, en Afganistán.

Es por eso que en momentos como estos, de lucha contra una pandemia terrible, de carencias materiales y de intentos desestabilizadores del imperialismo y sus lacayos, a los cubanos solo nos es dable luchar por mantener la unidad y defender la Patria que nos ganaron nuestros padres cuando esos mismos que hoy nos condenan pretendieron negárnosla y desde esa patria nueva luchar por un nuevo orden mundial justo y verdaderamente democrático, multipolar y policéntrico, sin los hegemones depredadores de Estados Unidos y Occidente y donde los hegemones que surjan sean de tipo benévolo.

Consideraciones finales

El orden mundial resultante de la II Guerra Mundial, que se conoce como el de la “Guerra Fría”, demostró estar preñado de apreciables disfuncionalidades de diseño y funcionamiento, las que condujeron a no pocos momentos de peligro, incluso, de holocausto nuclear. Este nació además, con la malformación congénita de estar sustentado sobre los principios más ortodoxos del realismo político.

Hoy la situación es mucho más peligrosa, mucho peor las bombas nucleares es el bombardeo manipulador de noticias falsas y contenidos idiotizantes, tanto en los medios de comunicación como en las redes de la Internet, y esto no es casual, se hace con toda intención desde los círculos de poder en una suerte de conspiración contra las esencias de la especie humana, su cultura y sus valores, por lo que urge denunciar estas prácticas.

En Cuba no hubo ni ha habido represión política, hubo enfrentamiento al desorden y al vandalismo, enfrentamiento proporcional y mesurado a la agresión, porque en Cuba la tranquilidad ciudadana es un derecho constitucional que tenemos los ciudadanos y nuestras fuerzas del orden tienen la obligación de garantizarla y ese propio pueblo, el derecho de contribuir a ello.

La agresión física a agentes del orden y a personas del pueblo que les apoyaban, el asalto y el robo de tiendas, la destrucción de vehículos, el apedreamiento a viviendas e instituciones públicas, entre otras cosas, todo eso es vandalismo y nunca puede ser considerado una manifestación política. ¿Cómo se le puede ocurrir a alguien en Estados Unidos, Europa y otros lares acusar a Cuba de represión política?, ¿qué moral tienen para ello?. A pesar de la enorme cantidad de noticias e imágenes falsas que han circulado por las redes y los medios, en ninguna se ve un carro antidisturbios, en ninguna se puede mostrar un carro lanza agua atacando a los manifestantes y mucho menos se puede mostrar al Ejército en las calles, ni militares con armas largas, ni fuerzas especiales antimotines, como vemos con frecuencia en Estados Unidos, la Unión Europea y en varios países de América Latina.

El mundo anda anonadado ante los estragos del COVID – 19, todo lo que nos habían dicho que era superior y milagroso desde el discurso neoliberal ha quebrado, el mundo no será igual después de la pandemia, todavía no se sabe cuáles derroteros tomará la sociedad mundial pos coronavirus.

Por eso, los autores queremos hacer un llamado de alerta desde estas páginas y convocar a los hombres a su emancipación definitiva, al hacerlo, nos gustaría reiterar las palabras con las que el célebre periodista checo Julios Fucik concluyó su Reportaje al pie de la horca, poco antes de ser ejecutado por las hordas nazis:

“…Hombres, os he amado, ¡Estad alertas!...”.

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