Del 2020 al 2021, amenazan los fraudes de “el gran reinicio” y el nuevo (viejo) orden mundial
*El uso de la pandemia para ocultar la crisis terminal del capitalismo imperialista y depredador
*Los metacapitalistas o billonarios pugnan por la supremacía de la tecnología e igual quieren el NOM
“Claro que hay una lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está librando esta guerra (además)… tengo la inmensa suerte de haber ganado la lotería genética”: Warren Buffet en 2012.
“Lamentablemente, los próximos cuatro a seis meses podrían ser los peores de la pandemia..., habrá otras 200,000 muertes adicionales. En el corto plazo, son malas noticias”: Bill Gates (el gurú de la pandemia), 14 dic. 2020.
El año 2020 fue terrible. Y la prospectiva del 2021 no apunta a ser mejor, salvo que todos nos crucemos de brazos. ¿A quién le corresponde revertir esta siniestra tendencia? A la sociedad, a los pueblos, a los hombres, a los individuos, a todos: armas legales y tribunales públicos, como los juicios de Nuremberg, para los culpables. Denuncias públicas. Medidas coordinadas, como estar bien informados.
Por tratarse de un asunto de vida o muerte, de sobrevivencia; de atentado contra la naturaleza y amenaza criminal a la humanidad; violaciones al derecho al patrimonio, a la vida, a la estabilidad, a todas las conquistas humanas, sociales y laborales, ganadas a pulso en siglos de lucha, y porque unos cuantos sujetos se han abrogado ilegalmente el derecho de decidir el futuro de todos.
El dilema radica en que pocos saben realmente lo que está ocurriendo. Hay demasiada confusión. La clave radica en estar informados para tomar decisiones correctas, precisas. ¿Cómo hacerlo ante tanta desinformación de los grandes medios de comunicación, artífices de las fake news, de la manipulación y a fin de cuentas el adoctrinamiento? Ese es el reto para medios alternativos.
Porque la elite del poder mundial arremete contra todos. Son los billonarios o milmillonarios (“metacapitalistas, o capitalistas con esteroides”), unos cuantos individuos que operan al margen de la ley y se ven a sí mismos como dioses.
Unos, los dueños de empresas como Microsoft, Amazon, Google, Apple, Facebook; Baidu, Ali Baba y Tencent (de origen chino), de personajes como Bill Gates, Jeff Bezos, Sergey Brin, Larry Page y el mismo Mark Zuckerberg. Otros, los principales accionistas de grandes corporativos, como las empresas “tradicionales” que mueven el capital financiero y especulativo global. Ahí figuran los grandes, como Wal-Mart, ExxonMobil, Goldman Sachs (algunas) y personajes como Warren Buffet, los Rockefeller, Soros, entre ellos.
Con todo y ambos tipos de negocios, boyantes, conforman dos grandes vertientes del capitalismo imperialista de las últimas décadas, y están en plena disputa por el control de los mercados internacionales, por la hegemonía global.
Viejo, el sueño por el NOM
Un pleito encarnizado los unos contra los otros. Bien, o mal —sin maniqueísmos—, pero ellos son los que están echando a caminar el viejo sueño de los grupos de elite de hace algunas décadas atrás: el Nuevo Orden Mundial (NOM).
Sería H.G. Wells, el novelista británico conocido por obras como La máquina del tiempo o La guerra de los mundos, quien hablaría por primera vez del “Nuevo Orden Mundial” en Un mundo liberado, obra de 1914. Y en 1940 otro libro llevaría el título El Nuevo Orden Mundial.
Fue en 1991 cuando el entonces presidente de EE.UU. George Bush, en plena invasión de Irak y tras asegurar el triunfo de sus soldados y la “coalición de 28 países”, afirmó que la situación se aprovecharía para la instauración del NOM. Dijo: “Lo que está en juego es más que un pequeño país, es una gran idea: Un nuevo orden mundial donde diversas naciones se unan en causa común para lograr las aspiraciones universales de la humanidad; paz y seguridad, libertad y el imperio del derecho”. Se quedó como aspiración mencionada por un presidente estadounidense.
El caso es que ahora, el nudo gordiano o gran pretexto para la imposición del NOM, lo han creado con la pandemia del Covid-19. Un virus —¡a nadie le interesa el origen ya!—, que bien a bien no se sabe si es fruto de laboratorio, de origen natural —del murciélago a los humanos— y se “escapó” de Wuhan en China. El caso es que fue esparcido por el mundo como rocío de plagas, en cosechas o plantíos de marihuana, para la extinción. Ahora no de bichos sino de personas.
Es por ello que el virus suena parapeto, como gran pantalla donde se proyectan visiones futuristas de un mundo de zombis o robotizado; distractoras de un proceso en destrucción, donde hasta los ovnis aparecen ahora brotando de los escritorios del Pentágono y la CIA. Esa serie de productos distractores para que la gente no vea más que tele en sus casas sin darse cuenta lo que sucede fuera.
Así el “Gran Hermano” esté plenamente activo vigilante de todo movimiento de personas como ya sucede en China, so pretexto de controlar al virus hay ciudades donde ningún movimiento escapa al registro del ojo electrónico y, con la identidad facial o algorítmica de todo lo que se mueve en las calles, se ha invadido la libertad individual en aras del control del partido. Se justifica con premios o castigos.
Las otras guerras, bacteriológicas
El tema es que 2020 el mundo cambió. La humanidad se enfrenta ahora a una realidad, o muchas, distintas: el mundo postCovid-19, como en las postguerras, Primera y Segunda guerras mundiales, continuidad la una de la otra. Todo un siglo de guerras discontinuas. De la recomposición colonial al reparto territorial bipolar del mundo. Pretextos imperiales. Ahora no es distinto.
Solo que ha cambiado el método de las guerras, y el siglo XXI no apunta a ser mejor que el XX. Porque el capitalismo y su hijastro el imperialismo es insaciable, como lo son los superricos que no contienen su avaricia por el dinero, y el control también. No importa que buena parte de la humanidad muera, de hambre o por los coronavirus.
Entre las formas “modernas” de la guerra, claro, destaca la “bacteriológica”. Esa es la realidad del 2020 que amenaza el año 2021. ¿Qué tan profunda o extensa será esta guerra que está utilizando el conocimiento biotecnológico? Sí que depende de la contención global; denuncia y protesta social. Porque muchos cambios están en puerta, legislativos entre ellos, también políticos para revivir el Estado de bienestar, gran parapeto para fines de control.
Los promotores del NOM temen que el mundo despierte y vea su realidad, descubra que pretenden desaparecer de ¡tres a cuatro mil millones de personas en el mundo! Como si las alimentaran, o fueran dioses de quienes depende la vida de los demás.
Ese es uno de los proyectos de las fundaciones Rockefeller y Melinda y Bill Gates. El dueño de Microsoft, por ejemplo, igual financia la elaboración de vacunas. De ahí la suspicacia sobre el “interés” de las mismas. ¿Cómo es que contra los virus la ciencia no había podido crear vacunas y de pronto ya? Sabido por décadas. Lo único es fortaleciendo el sistema inmunológico.
Sin embargo, ahora las farmacéuticas en plena carrera maratónica luchan las unas contra otras, para encontrar la vacuna contra un virus que ciertamente no admite tregua. ¿Por qué laboratorios de renombre cuyo fin se supone radica en la salud de la población, se vuelcan a la vacuna? De ahí la suspicacia: por los laboratorios, por los inversionistas, por la oscura carrera de la “ciencia”. La política por encina de la ciencia en la toma de decisiones.
Desconfianza por las vacunas
Cuánta desconfianza generan países como Gran Bretaña y la vacuna Covid-19 de Pfizer, por ejemplo, que luchan a contracorriente por sacar al “mercado” un producto cuyo desarrollo tardaría décadas, solo para “competir” con otros cuya efectividad está demostrada, esa sí, con amplios ensayos en laboratorio y animales, antes que aplicarla en el ser humano, versus Rusia y la vacuna Sputnik.
¿O por qué Pfizer busca alianza con Sputnik, para mejorar la primera? ¿Quién requiere de cuál para tener control de calidad o efectividad? ¿La primera de la segunda o viceversa?
Queda claro que para las farmacéuticas de “occidente” no importan los logros, es el negocio de la venta de vacunas con pedidos millonarios. 100 millones de dosis habría ordenado Estados Unidos solo en julio, y la Unión Europea muchas más: 300 millones de dosis. Pero inclusive y ojalá fuera solo el negocio. Porque hay más.
El problema mayor radica en que según especialistas la vacuna de Pfizer “se basa en una tecnología de ARNm de edición genética experimental que ¡¡¡influye en el genoma humano!!! Y que junto con la iniciativa de la vacuna está el desarrollo de un llamado pasaporte digital que se impondrá a poblaciones enteras”. El chip.
Es por lo anterior que, según la fuente: “A principios de diciembre, el Dr. Michael Yeadon junto con el Dr. Wolfgana Wodarg presentaron una solicitud ante la EMA, la Agencia Europea de Medicina responsable de la aprobación de medicamentos en toda la UE, para la suspensión inmediata de todos los estudios de la vacuna contra el SARS-CoV2 (coronavirus 2), en particular BioNtech/Pfizer estudio sobre BNT162b…”. (Fuente: https://tinyurl.com/ycjl42rf). Denuncia improcedente.
Aparte, que durante la experimentación (¡sic!): “Seis personas murieron en la última etapa del ensayo de la vacuna Covid-19 de Pfizer…”. ¡Y cuántos gobiernos están haciendo sus pedidos de vacunas a Pfizer! O ya la están aplicando. México entre ellos.
¿Con qué más tiene que ver la vacunación, cual pretensión es llegar al 80/90 por ciento de la población mundial? Con los avances de la biotecnología, pero también con la tecnología 5G, y ¡la violación de la seguridad de las personas! A cambio del control del “Gran Hermano”, como soñó Orwell.
El mundo proyectado de los promotores, los enterradores de la libertad de las personas o de su vida por causas que de entrada remiten al aislamiento, a la inanición de las economías familiares, a la hambruna y la violencia por conseguir alimento. A presiones tales donde las personas permitirán lo que sea, como hipotecar la libertad, a cambio de dádivas. La cosa es seria.
¡Será que llega el chip con la vacuna!
¿Será que la vacuna está acompañada de la colocación del chip? ¿Alguien podrá decir lo contrario? ¿Si no hay vacuna contra el virus de la gripa —por cierto, el coronavirus no es más que una variante de la influenza estacional—, por qué sí para el Covid-19?
¿Es la vacuna el gran pretexto para la modificación genética de la población en general, o para inducir cambios de conducta? ¿Quién puede negar que el simple encierro no descarta actitudes, por decir lo menos, de mayor violencia en las propias familias? No se descarta con la vacunación la inserción del chip para la geolocalización de las personas, una tecnología que ya se aplica vía el GPS del smartphone. Pero hay más: el control del mundo a través de la vigilancia digital.
Nada hipotético. Porque estas políticas de “vigilancia” ya son una realidad. También, porque va de la mano de otro de los intentos de la elite global que amenaza la población mundial a partir del 2021 con el “Gran Reinicio” o “El Gran Reseteo”. Como un subproducto de la “Cuarta Revolución Industrial” propuesto por el Foro Económico Mundial (FEM) y su creador, el profesor Klaus Schwab.
En otras palabras, no se trata de ninguna “teoría conspiratoria”, sería lo menos. El gran reinicio es un proyecto, una plantilla social para algunos o un plan para llevarse a cabo justo ahora desde los escenarios del coronavirus. ¿Maquiavélico? Lo es.
“El Gran Reinicio”, una suerte de nuevo “contrato social”. Lejos de la concepción roussoniana, del grupo social cohesionado en torno a un Estado y para el cumplimiento de los deberes ciudadanos, la concepción clásica. Se trata de lo contrario, cercano al “Gran Hermano”. Como ya ocurre en China. En YouTube sobre los videos sobre el tema metiendo: “China, inteligencia artificial, vigilancia”.
“El Gran Reinicio” pasa por: los registros de salud de cada persona, sus cuentas bancarias, la identificación de créditos; va de la salud al monitoreo y control del mundo por la vigilancia y la inteligencia artificial. Esa suerte de transhumanismo, donde el fin es el “bienestar” del ser humano, aumento de sus capacidades físicas e intelectuales, hasta la “eterna juventud”; o donde el hombre se vería “reconfortado” con la aplicación “científica” de los avances tecnológicos. La ciencia para unos cuantos, claro, los que puedan pagar, si no es que antes se habrían ido a otro planeta.
Del humanismo al transhumanismo
La economía en torno a la tecnología, la inteligencia artificial, la vigilancia artificial, el Big data o macrodatos (que para eso es la “computación cuántica”), la digitalización y robotización de la industria y el gobierno, la automatización y la reingeniería social. Entre otras cosas, como la llamada “tecnocracia”. Es la Cuarta Revolución Industrial, donde se fusionan los “sistemas digitales, físicos y biológicos”. Para un nuevo sistema económico donde se fusionen mente y máquinas con la inteligencia artificial. El transhumanismo.
El gran reinicio es lo que el FEM el califica como el abordaje de “un futuro más justo, sustentable y resiliente, así como un nuevo contrato social enfocado a la dignidad humana, la justicia social y donde el progreso no se vea opacado por el desarrollo económico” (https://tinyurl.com/y7hucxbn).
Y Schwab define: “El Gran Reinicio es una gran campaña de propaganda y publicidad para una nueva marca que la elite global está tratando de inculcar en la sociedad. Es solo una nueva propaganda en una farsa más antigua. Este es el Nuevo Orden Mundial redefinido. Es solo un nuevo nombre para él”.
Schwab, además, alude que El Gran Reinicio no se relaciona con el virus, que es una agenda gestada en años y que no es el fin de la globalización sino una globalización multiplicada; es decir, acelerada. Pero como dice una cosa dice otra.
En la obra COVID-19: The Great Reset, escrita por Schwab y Thierry Malleret, se apresuraron a afirmar: “Si ninguna potencia puede imponer el orden, nuestro mundo sufrirá una ‘falta de orden global’. A menos que las naciones y las organizaciones internacionales puedan encontrar soluciones para colaborar mejor a nivel global, corremos el riesgo de entrar en una ‘era de entropía’ en la que la fragmentación, la ira y el provincialismo definirán cada vez más nuestro panorama, el hacerlo menos inteligible y más desordenado”.
No hay lugar para ningún orden social espontáneo, solo el poder centralizado y vertical será capaz de hacer cumplir el orden social, ambiental, económico y geopolítico que solo “El Gran Reset” es capaz de proporcionar.
Lo remarca en su página el FEM en su página web de manera directa: “Existe una necesidad urgente de que las partes interesadas mundiales cooperen para gestionar simultáneamente las consecuencias directas de la crisis del COVID-19. Para mejorar el estado del mundo, el Foro Económico Mundial está iniciando la iniciativa The Great Reset”.
Y agrega en “Contexto”: “La crisis del Covid-19 y las perturbaciones políticas, económicas y sociales que ha provocado están cambiando fundamentalmente el contexto tradicional para la toma de decisiones. Las inconsistencias, definiciones y contradicciones de múltiples sistemas, desde la salud y las finanzas hasta la energía y la educación, están más expuestas que nunca en un contexto global de preocupación por las vidas, los medios de vida y el planeta. Los líderes se encuentran en una encrucijada histórica, gestionando las presiones a costo plazo contra las incertidumbres a medio y largo plazo”.
Sobre “La oportunidad”, el FEM agrega lo siguiente: “A medida que ingresamos a una ventana de oportunidad única para dar forma a la recuperación, esta iniciativa ofrecerá ideas para ayudar a informar a todos aquellos que determinan el estado futuro de las relaciones globales, la dirección de las economías nacionales, las prioridades de las sociedades, la naturaleza de los modelos de negocios y la gestión. de un bien común global. Basándose en la visión y la vasta experiencia de los líderes involucrados en las comunidades del Foro, la iniciativa Great Reset tiene un conjunto de dimensiones para construir un nuevo contrato social que honre la dignidad de cada ser humano.”
No hay retorno a “lo normal”
Y en el libro Schwab-Meyssan, cierran con esta idea: “Al enfrentarlo, algunos líderes y ejecutivos podrían sentirse tentados a comparar el reinicio con una reanudación, con la esperanza de regresar a la normalidad y restaurar lo que funcionó antes: tradiciones, procedimientos y métodos para hacer las cosas, en resumen, un regreso a la normalidad. Esto no sucederá porque no es posible. En su mayor parte, «el negocio como siempre» murió (o al menos fue infectado por) el COVID-19”.
Como podrá verse, la cura es peor que la enfermedad. Dirigida por unos cuantos, por la elite dominante o que no quiere perder el poder redefiniendo el control social, económico, político y geopolítico también. De hecho, se trata claramente de una reconfiguración geopolítica PostCovid-19. Pretendida imposición que costará gran número de muertes, sin olvidar la crisis o llamado estrés pandémico en la salud pública, con malestares físicos incluso sin contraer el virus.
Mientras tanto, el crimen contra la humanidad no pasa ni quedará impune. Ya se ha informado que un grupo de expertos, abogados y profesionales de la salud están preparando la denuncia colectiva más grande de la historia, en contra de los responsables de estas medias globales, desde los políticos hasta la propia OMS.
Cuatro abogados que fundaron el “Corona Extra-Parliamentary Inquiry Committee” en Alemania dicen que la pandemia del Covid-19 es ‘quizá el mayor crimen contra la humanidad jamás cometido’. Y las medidas pandémicas estaban destinadas a difundir el miedo para permitir una transferencia masiva de riqueza, y se han utilizado pruebas fraudulentas para mantener el engaño”.
Además, que la mortalidad por el coronavirus no ha sido tan letal, no hay evidencia que el confinamiento o las medidas económicas hayan generado resultados favorables. Y se han eliminado derechos humanos básicos. Esta última es bandera de Corona Extra-Parliamentary… (la siguiente cita, larga, vale la pena):
“Se afirma que la Agenda del 2030 de la ONU con sus Objetivos de Desarrollo Sustentable ‘asegura la paz y la prosperidad para las personas y el planeta’. Se dice que estas acciones abordan la pobreza y el hambre, mejoran la salud y la educación, reducen las desigualdades y salvan los océanos, los bosques y el clima. ¿Quién puede argumentar contra esas metas tan benévolas?
“Pero eso tiene un precio: Eliminar nuestra libertad personal. Los principales socios del proyecto de los Objetivos Globales de las Naciones Unidas revelan el verdadero objetivo tecnocrático que se esconde detrás de esta fachada, el cual implica integrar a la humanidad en un aparato de vigilancia tecnológica supervisado por una poderosa IA.
“El actual miedo a la pandemia ha sido un detonante perfecto para impulsar estos objetivos. El Foro Económico Mundial y su presidente Klaus Schwab consideran la crisis del COVID-19 como el detonante perfecto para implementar su plan tecnocrático. Las grandes compañías tecnológicas llegaran a rescatar el mundo.
“Esto se integrará en la agenda del G20 y de la Unión Europea, de una manera no democrática, sin ningún debate público o investigación, al ser renombrada como el Gran Pacto Verde.
“Como era de esperar, Klaus Schwab no menciona su propio papel y el de sus compinches en crear este desastre económico global, ya que fue ‘previsto’ con precisión en el Evento 201 de Bill Gates (octubre 2019) del Foro Económico Mundial y en los escenarios del Informe de la Fundación Rockefeller para el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional (2010)”.
El fin del “bienestar” social
A esto hay que agregar las violaciones a los derechos humanos en todo el planeta. ¿Es la imposición del Estado de Bienestar o del policial? El primero es parapeto, el segundo es la triste realidad. Que además va de la mano de la vigilancia del “Gran Hermano”.
El llamado “Gran Reinicio” es la Gran Mentira para derrumbar por fin al Estado de Bienestar que solo subsiste, para la instrumentalización del Estado Policial.
Son los instigadores que amenazan la propia existencia humana, los promotores del NOM que apelan a la eficacia del miedo como estrategia infalible para lograr sus fines.
Por ejemplo, ya en marzo en los EEUU el Departamento de Justicia solicitó nuevos poderes al Congreso, para que los “jueces principales detengan a las personas por tiempo indefinido sin juicio durante las emergencias, como parte del impulso por nuevos poderes que se producen a medida que el nuevo coronavirus se propaga por todo EEUU.” (Más información en Político: https://tinyurl.com/vzmvwss). El tema quedó pendiente.
Por el pretexto del coronavirus, en muchos países los gobiernos están forzando a los ciudadanos a recluirse en casa, sin que ello sea garantía de resultados, en tanto las economías de las familias se descomponen. Todavía más en países donde la informalidad es el sostén de muchas personas. Donde si no se trabaja no se come. Y las familias no son de pocos integrantes, los pequeños son los que la pagan.
Así, de la mano de la peor crisis económica mundial del capitalismo a cuestas, la instalación del Estado totalitario, autoritario y policial, se acelera rumbo al control de la población planeado desde la sombra del poder oligárquico, por los países impostores de una globalización hoy a pique.
Del llamado “Gran Reinicio” es importante decir que, entre otras cosas, es la Gran Mentira para derrumbar por fin el Estado de Bienestar, que solo subsistirá para la instrumentalización del Estado policial en el futuro mediato. Contra eso hay que estar alertas.
¡Cuidado con el Estado totalitario!
Es la instauración del Estado totalitario y policial se acelera para el control de la población a la sombra del Nuevo Orden Mundial (NOM) impulsado por las oligarquías de los países occidentales, principalmente anglosajones quienes se resisten a perder la hegemonía prevaleciente desde el fin de la Segunda GM, y los privilegios y la riqueza acumulada. Para eso requerían una guerra, para conservar el pellejo sin importar arrasar con todo.
Es claro que las guerras han servido para el reacomodo del poder y el reparto de territorios entre las potencias, como mecanismo para salir de las crisis cíclicas del capitalismo. Solo que ahora la guerra es —de última generación— bacteriológica, para culparla de la debacle y para imponer el NOM.
De ahí la siguiente sugerencia: “Es hora de que todos salgan de este trance negativo, esta histeria colectiva, porque el hambre, la pobreza, el desempleo masivo matará y destruirá las vidas de muchas más personas que el SARS-CoV-2”. (Dr. Pascal Sacré. En https://tinyurl.com/y3nwuhqd).
Sobre las Medidas Preventivas
Según estudios, las reuniones entre “amigos” procedentes de distintas familias parecen ser el caldo de cultivo del coronavirus. Ya sea por la “respiración” o la “saliva” al hablar sin la protección del cubrebocas respectivo. No así los lugares abiertos, porque tampoco el bicho vuela en el ambiente, sobrevive en los materiales o se esconde en las perillas y manijas de las puertas de acceso.
Las medidas sanitarias, como lavarse las manos con jabón y usar desinfectante son obligadas Cierto que quizá tengamos que vivir en el futuro con esto, pero debemos conocer los alcances y limitaciones.
La eficacia de la vacuna está por verse. Pero sí es importante acudir de inmediato a un médico si se presentan alguno de los síntomas conocidos. Hay muchos doctores que ya tienen experiencia en el tratamiento desde esos primeros síntomas.
Hay que considerar que se han adoptado algunas medidas que resultan excesivas. Pero hay que estar seguros. Por ejemplo, urge tener en claro si es necesario portar el cubrebocas en casa y caminando por la calle, porque el virus no está en el ambiente y resulta contraproducente reciclar bióxido de carbono de nuestra propia respiración.
Es urgente que tanto biólogos como especialistas e investigadores, informen con precisión a la sociedad sobre estos asuntos. Para no causarse más daño del que pretendemos evitar.
Porque la desorientación sobre la pandemia la generan los políticos, urge la asesoría de las universidades, de instituciones ajenas quienes anteponen el interés sobre la salud y la vida de las personas.
En pocas palabras, cada sector o parte de la sociedad que tenga algo que aportar, incluidos médicos, virólogos, biólogos, laboratorios y otras instancias que pueden apoyar informando para despejar dudas a la sociedad.
Principalmente insistir en las medidas preventivas.