Siria es uno de los temas clave que requiere coordinación por ambas partes. Como hemos mencionado anteriormente, la creación de una duradera unión turco-rusa, y la conexión de Turquía a los proyectos multipolares euroasiáticos, es imposible de realizar sin que sean resueltas las contradicciones acumuladas. Turquía apoya a los grupos de oposición sirios y a los rebeldes armados. Rusia coopera con el gobierno de Bashar al-Assad. Sin embargo, a pesar de este desacuerdo fundamental, ambos países están interesados en el proceso de paz y la integridad territorial de Siria. Está claro que ambas partes están listas para hacer concesiones mutuas, teniendo en cuenta los intereses estratégicos de ambos. Rusia busca mantener su presencia militar en Siria. Turquía desea mantener su influencia en las zonas pobladas por los turcomanos, especialmente en el norte.
La lucha contra los grupos terroristas DAESH y Al-Nusra (actualmente, Dzhebhat Fatah al-Sham), que Ankara también considera como una organización terrorista, y la cooperación en el ámbito de seguridad contra las amenazas que emanan de la región, es otro campo en el que la cooperación entre ambos países es crucial.
Lo más importante es la ausencia de los Estados Unidos, los países europeos, y los países del Golfo Pérsico, en el formato creado por Rusia y Turquía. Las dos grandes potencias demuestran su disposición para resolver las contradicciones acumuladas y responder a los desafíos comunes sin la intervención de fuerzas externas que tienen un impacto destructivo en la región.