El golpe y el legado de Ataturk de la Turquía moderna

18.07.2016

Desde la muerte de Mustafá Kemal Ataturk, el líder revolucionario de la moderna Turquía, que fue tomado por la muerte el 10 de noviembre de 1938, Turquía como estado-nación y su pueblo ha pasado muchas etapas de liderazgo político y cambios sociales. Tales cambios políticos son normales, como parte del proceso dialéctico en el crecimiento o disolución de cualquier país moderno. La historia en un país no cuenta para nada, si a la historia no le da vida su pueblo. En otras palabras, son las motivaciones sociales, culturales y políticas de un pueblo, y en este caso el pueblo turco, las que cambiarán el curso de la historia de su nación. Ningún único estado-nación, sea una nación de oriente u occidente, tendrá la última palabra sobre el golpe militar iniciado que tuvo lugar en Turquía el 15 de julio de 2016, cuando el mundo estaba tambaleándose por el impacto terrorista en Niza, Francia.

Habrá muchos análisis políticos, muchos expertos mediáticos a lo largo del mundo, y servicios de inteligencia con sus aparatos de propaganda que buscarán un modo de influir a los pueblos del mundo en cuanto a lo que está teniendo lugar en Turquía, y cómo el resultado debería ser orquestado, pues esa es la función de la Realpolitik. En este escenario en el mundo moderno, vivimos en una atmósfera donde la diplomacia de lo pragmático es más útil que el idealismo de una ideología o ideologías que no tienen sustancia, por ejemplo como el fanatismo del ISIS o Daesh o aquello de la visión imperialista americana de “democracia” que está contaminada por militarismo y una visión hegemónica del mundo. Con todo esto en mente, pasemos a considerar lo que escribió Ataturk en un discurso que fue pronunciado en 1927 en la convención nacional de “el partido del pueblo de la república” en Ankara, en el que dijo lo siguiente:

La nación turca debería vivir en honor y dignidad. Tal condición solo podría lograrse por la completa independencia. No importa cuán rica y próspera pueda ser una nación, si es privada de su independencia y ya no merece ser considerada como algo más que un esclavo a ojos del mundo civilizado. Pedir el protectorado de una potencia extranjera es admitir la falta de todas las cualidades humanas; es admitir la debilidad y la incapacidad. Ciertamente, es impensable que jamás cualquier grupo de gente debiera aceptar voluntariamente la humillación de ser gobernado por un amo extranjero.

En el actual periodo histórico del legado de Turquía a los acontecimientos mundiales, el país está rodeado tanto por problemas internos como externos que han exasperado a todo el pueblo turco, e incluyendo los estados-nación en el extranjero que tienen sus propios intereses en relación a la manipulación de los asuntos internos de Turquía, y es en lo segundo donde yace el peligro. En tiempos de Ataturk, estuvo luchando no solamente contra las fuerzas políticas reaccionarias y atrasadas dentro del estado nación turco, sino también afirmándose fuera del imperialismo británico y otras potencias europeas que querían controlar los asuntos de política exterior turca, si no sus fuerzas militares también. Este Ataturk no lo podría permitir, y por esto su celo y lucha por la auto-determinación e independencia para una Turquía moderna. Ahora, en 2016, tal batalla está siendo llevada de nuevo entre el pueblo turco. Nadie puede predecir el resultado del combate que tiene lugar en las calles, edificios gubernamentales, centros mediáticos y bases del ejército, la marina y la fuerza aérea por toda la región turca.

La lucha actual en Turquía será un proceso dialéctico histórico que solo puede ser decidido por el pueblo turco al final. Ni occidente ni oriente pueden manipular totalmente las disparidades sociales y de clase que existen en la moderna Turquía. Si el golpe fue orquestado dentro o fuera de Turquía, al final, no decidirá el resultado del conflicto rodea a Turquía dentro y fuera de sus fronteras. Sin embargo, con una Turquía inestable, la OTAN misma, se volverá inestable finalmente, y eso asegurará un mundo multipolar más estable, no el mundo de un hegemón como el régimen de Obama está constantemente buscando para lograrlo. Al mismo tiempo, Turquía puede ser como un polvorín que, si no es contenido, podría jugar un papel importante en la orquestación de una tercera guerra mundial.

Si el golpe turco fue iniciado de manera encubierta por el régimen de Obama, lo que ha sido sugerido por diversas agencias de noticias y expertos sociales y políticos, sin excluir a diversas agencias de inteligencia de todo el mundo, entonces deberemos ver un cambio más intenso en relación a la política exterior de Turquía. El régimen de Obama, como regímenes americanos anteriores a él, tiene como su misión u objetivo de política exterior la exportación de su visión política de “gobierno democrático” que debería de un modo u otro reflejarse en las aspiraciones de la política exterior de los EEUU. Lo que Obama falla en comprender, además de sus agencias de inteligencia y fuerzas armadas, es que no pueden exportar la revolución por no hablar de las políticas imperiales que al final solo resultarán contraproducentes y causarán caos en la tierra natal en términos de venganza política a través de actos terroristas.

Si efectivamente el régimen Obama ha apoyado un golpe subversivo a través de los auspicios del líder islámico turco, Fetullah Gulén, que vive en el cómodo exilio de los EEUU, entonces el primer ministro turco, Erdogán, podría usar semejante conspiración fundada o infundada, para limitar o cerrar las bases aéreas usadas por la fuerza aérea americana, por ejemplo en Incirlik. También está la retórica del antiguo funcionario americano, Teniente Coronel Ralph Peters, que está opuesto vehementemente a las señales mezcladas dadas por Obama en relación a la visión de estado islamista de Erdogan para una Turquía moderna.

Sin embargo, obsesionarse sobre quien causó el golpe que sucedió, en primer lugar, es ignorar la circunstancia actual en relación a las raíces de la inestabilidad en la era moderna del siglo XXI de Turquía.  Es bien conocido en la historia, desde el tiempo de la guerra del Peloponeso, que las guerras civiles y golpes militares fueron orquestados desde el extranjero y dentro de las ciudades estado de aquel antiguo periodo. En los tiempos modernos, las agendas ocultas de los modernos estados para agitar golpes desde el extranjero son una realidad normal. Turquía debe decidir su propio futuro en términos de políticas interiores turcas y una política exterior que sea independiente y no subordinada a otro estado nación.

Lo que uno debe recordar es que, cuando el imperio otomano estaba colapsándose antes y durante la primera guerra mundial, su lealtad estaba con una Alemania autocrática o imperialista, y solo fue tras la revolución, creada por el activista General Ataturk y el pueblo turco, lo que llevó a Turquía al mundo moderno.   El cambio político y el fervor revolucionario, junto con largos periodos de paz han sido una parte de la historia turca. Sin embargo, Turquía también ha sido un participante importante en revoluciones sociales.

Uno no debería olvidar que Ataturk era amigo de Lenin y tenía correspondencia con él a través de cartas, así los lazos históricos entre Turquía y Rusia están cimentados en la revolución. Como Ataturk dijo una vez: “La soberanía no se da, se toma”.