Una Europa “socialista” en el sentido spengleriano
Tenemos en la obra de Oswald Spengler, Prusianismo y Socialismo [Preußentum und Sozialismus, 1919], una descripción muy exacta de lo que sería un socialismo (no marxista) apropiado para frenar la caída de Europa. Una caída que hoy, un siglo después, parece imparable y letal. Del apartado 8 dentro de la parte consagrada a “la Revolución”, extraemos las citas. En los párrafos extractados podemos apreciar la amplia visión de la Historia de las culturas y civilizaciones dentro de la cual se enmarca el socialismo, como etapa necesaria a una Europa envejecida.
Sechstausend Jahre höherer Menschengeschichte liegen vor uns.
Aus der Masse, die sich über den ganzen Planeten verbreitet hat, sondert sich, Geschichte im tiefern Sinne, das Schauspiel und Schicksal der großen Kulturen ab. Sie liegen vor dem Auge des Betrachters als Formenwelten von gleichartigem Bau, mächtiges Seelentum, das sichtbare Gestalt gewinnt, innerstes Geheimnis, das sich in lebendig fortschreitender Wirklichkeit ausdrückt.
“Tenemos ante nosotros seis mil años de historia humana superior.
De la masa que se ha extendido por todo el planeta, destaca la historia en sentido profundo, el espectáculo y el destino de las grandes culturas. Se encuentran ante el ojo del espectador como mundos de formas de construcción similar, poderosa vida anímica que adquiere forma visible, misterio interior que se expresa en la realidad viva y progresiva.”
Esta es la Historia de las civilizaciones, formas de vida superior, formas que hemos de ver como “construcciones” [als Formenwelten von gleichartigem Bau] que organizan un mundo propio, que se objetivan como expresiones del alma humana colectiva. Pero no son construcciones muertas mientras no se haya iniciado en ellas el declive [Untergang], sino que se trata de una realidad viva, que avanza [lebendig fortschreitender Wirklichkeit]. La Historia de las civilizaciones va como dando zancadas, “sacando” sus posibilidades, hasta que éstas comienzan a agotarse.
Ein unveränderliches Ethos wirkt in ihnen. Es prägt nicht nur je eine ganz bestimmte Art von Glauben, Denken, Fühlen, Tun, von Staat, Kunst und Lebensordnung, sondern auch einen antiken, indischen, chinesischen, abendländischen Typus »Mensch« von vollkommen eigner Haltung des Leibes und der Seele, einheitlich in Instinkt und Bewußtsein, Rasse in geistigem Sinne, aus.
“Un ethos inmutable actúa en ellos. Conforma no sólo un tipo muy específico de creencia, de pensamiento, de sentimiento, de hacer, de estado, de arte y de orden de vida, sino también un tipo de "ser humano" antiguo, indio, chino, occidental, con una actitud completamente única de cuerpo y alma, uniforme en instinto y conciencia, raza en sentido espiritual.”
La Historia de esas civilizaciones que recorren sus posibilidades arroja a la mirada atenta diversos tipos de hombre. El hombre, en su genericidad biológica es muy similar, pero hay una diversidad de estirpes, muchas clases de “raza espiritual” [Rasse in geistigem Sinne]. No suelen encontrarse en Spengler las vulgaridades del nacionalsocialismo sobre las razas biológicas. Su enfoque es histórico, no reduccionista en el sentido dado por el materialismo biológico. Las razas de la biología, la “sangre”, etc. son componentes materiales de la historia, no formas. Las formas o tipos humanos son un compuesto somatopsíquico, y es precisamente el lado psíquico (la forma de pensar, de creer, de sentir) lo que viene marcado por la historia y moldea a los hombres y llega a expresar en lo exterior: rostro, cuerpo, gestualidad, ritmos…
Jedes dieser Gebilde ist in sich selbst vollendet und unabhängig. Historische Einwirkungen, über deren dichtem Gewebe die landläufige Geschichtsschreibung alles andre vergißt, haften am Äußerlichsten; innerlich bleiben Kulturen, was sie sind. So blühen sie am Nil und Euphrat, Ganges, Hoangho und ägäischen Meer, in der semitischen Wüste und der nordischen stromreichen Ebene auf, die Menschen ihrer Landschaft zu Völkern heranzüchtend, die nicht Schöpfer, sondern Schöpfungen dieser Kulturen sind, untereinander an Geist und Sinn verschieden und sich leidenschaftlich widerstrebend: Dorer und Jonier, Hellenen und Etrusko-Römer – die Völker der altchinesischen Welt – Germanen und Romanen, Deutsche und Engländer, nach außen aber und einer fremden Kultur gegenüber sofort als Einheit wirkend: der antike, der chinesische, der abendländische Mensch.
“Cada una de estas estructuras es completa e independiente en sí misma. Las influencias históricas, sobre cuyo denso tejido la historiografía común se olvida de todo lo demás, se adhieren a lo más externo; en lo interno, las culturas siguen siendo lo que son. Así florecen a lo largo del Nilo y del Éufrates, del Ganges, del Hoang-ho y del Mar Egeo, en el desierto semítico y en la llanura fluvial nórdica, engendrando a las gentes de su respectivo paisaje en pueblos que no son creadores sino creaciones de estas culturas [zu Völkern heranzüchtend, die nicht Schöpfer, sondern Schöpfungen dieser Kulturen sind], diferentes entre sí en espíritu y sentido y apasionadamente opuestas: Dorios y jonios, helenos y etrusco-romanos -los pueblos del mundo chino antiguo-, teutones y romanos, alemanes e ingleses, pero inmediatamente aparecen como uno solo ante el mundo exterior y ante una cultura extranjera: la antigua, la china, el hombre occidental.”
Hay una opinión muy extendida, desde el humanismo moderno hasta Marx: “el hombre es creador de su propia Historia”. En Spengler, en cambio, los hombres (siempre en plural) son el resultado, son la creación [Schöpfung], a partir de un paisaje del que brotan y de una evolución diferente. En todos los pueblos hay arte, pero no existe el Arte universal. El Arte helénico no tiene, según Spengler, nada que ver con el azteca, el chino o el africano. Es un espejismo creer que hay categorías generales de la acción y la cultura humana. La ciencia árabe no es la ciencia occidental, ni la maya. La religión de los negros africanos no es la religión cristiana fáustica, y aun éste no tiene nada que ver con el cristianismo “antiguo”. No es esto un relativismo, es elegir el sujeto protagonista de la historia. No es el “hombre”, esa abstracción que no tiene rostro, ni idioma ni color ni cuerpo, sino la cultura la que es sujeto de la Historia, y las culturas humanas son muchas. Ellas producen tipos de hombre muy diferentes entre sí.
Eine Idee ruht in der Tiefe jeder Kultur, die sich in bedeutungsschweren Urworten ankündet: das Tao und Li der Chinesen, der Logos und das »Seiende« der apollinische Griechen, Wille, Kraft, Raum in den Sprachen des faustischen Menschen, der sich vor allen andern durch seinen unersättlichen Willen nach Unendlichkeit auszeichnet, der mit dem Fernrohr die Dimensionen des Weltraums, mit Schienen und Drähten die der Erdoberfläche besiegt, mit seinen Maschinen die Natur, mit seinem historischen Denken die Vergangenheit, die er seinem eignen Dasein als »Weltgeschichte« einordnet, mit seinen Fernwaffen den ganzen Planeten samt den Resten aller älteren Kulturen unterwirft, denen er heute seine eignen Daseinsformen aufzwingt – wie lange?
“En el fondo de toda cultura descansa una idea que se anuncia con palabras primigenias llenas de significado : el Tao y el Li de los chinos, el Logos y el "Ser" de los griegos apolíneos, la voluntad, el poder, el espacio en los lenguajes del hombre fáustico, que se distingue por encima de todos los demás por su insaciable voluntad de infinito, que conquista las dimensiones del espacio con el telescopio, las de la superficie terrestre con rieles y alambres, con sus máquinas conquista la naturaleza, con su pensamiento histórico conquista el pasado, que clasifica en su propia existencia como "historia del mundo", con sus armas a distancia subyuga todo el planeta junto con los restos de todas las culturas más antiguas, a las que ahora impone sus propias formas de existencia... ¿por cuánto tiempo?”
Las culturas nacen con esas Ideas axiales, con “palabras primigenias” [in bedeutungsschweren Urworten ankündet], saturadas, henchidas de significados. El despliegue hermenéutico que hay que hacer ante las mismas (piénsese en el ser de los helenos) es todo un programa de metafísica y es el cimiento de toda una civilización. Pero Spengler ve, como hizo también Heidegger, que la metafísica de nuestro tiempo es la Técnica. No la técnica vulgar para resolver problemas alimenticios, de práctica doméstica, que el “hombre genérico” siempre tiene desde el momento en que ya no es un simple primate, sino la técnica como proyecto de dominación al servicio de un específico (único e irrepetible) tipo de alma. En el alma fáustica la técnica es la voluntad de poder, la metafísica de dominación. El europeo es el tipo de hombre que nace en torno al año 1.000, según Spengler, aunque de manera prematura ya lo encontramos en el asturgodo de la Reconquista española a partir del 722. Contra muchas evidencias que señalan que Europa realmente ya nació en la Grecia antigua, el filósofo del socialismo prusiano data el nacimiento de este tipo de humanidad más tarde, en el medievo. Un medievo que no es el milenio exclusivamente contemplativo, sino el milenio de un dinamismo y un afán de infinitos desconocido en otras culturas y que llega hasta el suicidio civilizacional de hoy. Tanto en el fraile escolástico que hace nacer la ciencia físico-matemática, como en el cruzado francogermánico o el caballero asturiano que ensancha horizontes a golpe de espada y abre muros a una Europa hasta entonces constreñida, encontramos ya esa sed insaciable de infinito [seinen unersättlichen Willen nach Unendlichkeit].
Denn zuletzt, nach einer abgemessenen Reihe von Jahrhunderten, verwandelt sich jede Kultur in Zivilisation. Was lebendig war, wird starr und kalt. Innere Weiten, Seelenräume werden ersetzt durch Ausdehnung im körperhaft Wirklichen, das Leben im Sinne des Meisters Eckart wird zum Leben im Sinne der Nationalökonomie, Gewalt der Ideen wird Imperialismus. Letzte, sehr irdische Ideale breiten sich aus, reife Stimmungen mit der vollen Erfahrung des Alters: von Sokrates, Laotse, Rousseau, Buddha an wendet der Weg sich jedesmal abwärts. Sie sind alle innerlich verwandt, ohne echte Metaphysik, Wortführer praktischer abschließender Weltanschauung und Lebenshaltung, für die wir umfassende Namen wie Buddhismus, Stoizismus, Sozialismus besitzen.]
“Porque al final, tras una serie medida de siglos, toda cultura se convierte en civilización. Lo que estaba vivo se vuelve rígido y frío. Las extensiones interiores, los espacios del alma son sustituidos por la expansión en lo físicamente real, la vida en el sentido del Maestro Eckart se convierte en la vida en el sentido de la economía política [Nationalökonomie], la violencia de las ideas se convierte en imperialismo. Por último, se extienden los ideales muy terrenales, los estados de ánimo maduros con la plena experiencia de la edad: desde Sócrates, Laotse, Rousseau, Buda en adelante, el camino cada vez es más declinante. Todos ellos están relacionados interiormente, sin una verdadera metafísica, son portavoces de una visión del mundo y una actitud ante la vida prácticas y concluyentes, para las que tenemos nombres completos como budismo, estoicismo o socialismo”.
En esa etapa estamos, en la del imperialismo o socialismo. Ambas realidades no son excluyentes. Es la etapa del declive, del otoño de una cultura que ya conoce los primeros fríos, que presiente un invierno y una muerte [Was lebendig war, wird starr und kalt].
Una Europa que ya no cree en sus valores, que se deja invadir, por enésima vez desde 1945. Los bolcheviques y los yanquis, ellos mismos soldados de cien razas distintas, en realidad eran portadores de ideologías, no eran pueblos. El imperio soviético y el yanqui fueron imperios ideológicos, vale decir, anti-europeos, enemigos del alma fáustica, opuestos metafísicos a esa civilización que aún hoy, en oscuros rincones de una Europa raptada, se resiste a morir. Las nuevas invasiones, de las que está casi prohibido hablar, son evitables si hay voluntad de seguir siendo. Basta con reconocer que son impuestas. Basta con percibir que las personas que vienen sin ser invitadas no siempre tienen la culpa del delito cometido, al violar unas fronteras que si existen es para que se cumplan las leyes (se nos olvida que todos los días se cometen estos delitos en las fronteras europeas, por tierra, mar y aire). No, no son las personas que vienen sin tener que venir las culpables, sino las mafias y los designios de poderes financieros extranjeros, poderes apátridas en realidad. Poderes que juegan con la vida de esas gentes, convirtiéndoles en muñecos teledirigidos y en armas. Los hombres convertidos en bombas: ¿habrá algo más triste y alienante?
En Prusianismo y Socialismo encontramos una reivindicación de que sólo podría haber, en el siglo XX, un socialismo. No el socialismo marxista ni el anarquizante, sino el socialismo autoritario de la disciplina y el deber. Ese socialismo de la disciplina y el deber se ha trasladado de Prusia a China, donde Confucio, LaoTsé, Mao y Den Xiaoping se dan la mano. Un socialismo nacional, esto es, hecho a la medida del alma de un pueblo. Para que Europa pueda ser un bloque y no un campo de invasiones y batallas, que es a lo que nos abocamos por inacción, no hay más remedio que convertirse en algo así como un Imperio, y un imperio “socialista”. Disciplina, no griterío pidiendo más y más nuevos derechos. Autoridad, y no la dictadura de élites del dinero y de minorías que se las dan de víctimas pero que apisonan y dominan. Jerarquía, pero no la del dinero sino de méritos y servicios a la comunidad. Trabajo duro y esfuerzo, milicia y justicia social…sin principios como éstos, Europa no puede hacerse camino como lo están haciendo China y, en parte, Rusia. Socialismo y no demo-liberalismo.